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lo que defiendo, lo que muchos defendemos, no es un nacionalismo pelotudo... sino un par de ideas, resignificadas hoy, libertad e igualdad... ideas profundamente mestizas aquí en Abya Yala, y aunque respeto toda otra posición cultural-política, creo, sinceramente, que es desde esta Gran Tierra, unidos, en comunidad, aceptando profundamente nuestra realidad mestiza -el uno- es que el Abya Yala florecerá... y que todos los enormes esfuerzos de Occidente por destruirnos, por separarnos, por vulnerarnos y conquistarnos, demostrarán inversamente la magnificencia de nuestra sonrisa, de nuestro futuro... por los Padres Libertadores del Pasado, Por los Hermanos Libertadores de Hoy, por Nosotros y los que Vienen... SUMAQ KAWSAY!... y eso tal vez parezca anárquico...pero tal vez esta anarquía sea un nuevo orden... opuesto al actual, sin dejar de reconocer lo alcanzado... por todos...

jueves, 26 de julio de 2012

Siria: Final de partida


(Aclaraciones: Me parece absurdo, en un blog que se interesa en la política, no reflexionar sobre lo que está pasando en Siria. Y lo que puede pasar. Eso sí, rechazo ver la política internacional y la guerra como un espectáculo deportivo, para tomar partido por un bando en el que no peleo. Como hombre, los crímenes y las locuras humanas me disminuyen, como advirtió un poeta. Pero no voy a cambiarlas, ni ayudar a nadie, indignándome a la distancia. Y creo que la Historia ya nos debería haber enseñado a todos, repitiéndose una y otra vez, que las guerras civiles dan pie a los poderes externos y a los imperios para imponer sus intereses. En cualquier ocasión, ambos bandos deberían tenerlo presente.
Otra: el título del post está tomado del “Endgame”, que usan The Economist y también Stratfor, por ejemplo, para describir las consecuencias geopoliticas de la - muy probable - caída del régimen de Assad. Pero el término inglés significa “Final del juego”; pienso que es más correcto hablar del final de una partida).
Siria tiene una historia muy antigua. En realidad, es muy posible que hayan surgido allí, en el arco occidental de la Media Luna fértil, las primeras comunidades humanas estables. Esa es la provincia de los arquéologos. Lo que los registros muestran es que hace unos cinco mil años ya se mezclaban allí las influencias de las dos primeras civilizaciones conocidas, Sumeria y Egipto. Y surgian nuevas ideas y nuevos dioses. Desde entonces nunca dejaron de pasar cosas importantes, con frecuencia sangrientas. Toynbee nos recuerda que allí se inventaron las dos creaciones humanas más extendidas: el alfabeto y el monoteísmo. Pero eso es, como dije, historia antigua.
En los tiempos recientes, unos 90 años, Siria ha sido uno de los países de lengua árabe que se forman después de la caída del Imperio Otomano. Y, como todos ellos, ha tenido una historia “latinoamericana”, de revueltas populares y golpes militares. Aún más inestable que nuestros países, porque la sociedad otomana no estaba organizada por nacionalidades, y pueblos distintos convivían en el mismo espacio geográfico. Y en la cultura tradicional del Medio Oriente, la identidad es la religión: alguien es, primero que nada, cristiano maronita, o nestoriano, o judío, o musulmán sunnita o shíita, o druso, o…
Siria, es cierto, no es un mosaico como el Líbano, o la ex Yugoeslavia. De sus 19 millones de habitantes, la mayoría habla árabe y profesa el islam, y la mayor parte de ellos son sunnitas. Pero hay musulmanes drusos (Javier Mora me decía que los padres de Mohamed Alí Seineldín eran de esa fe), alawitas y chiitas. Y también existen minorías de las etnias asiria, armenia, turca y kurda, junto a miles de refugiados palestinos.
Fue un noble y difícil esfuerzo el que se planteó el Partido del Renacimiento Árabe Socialista, el Baath, crear en Siria y en Irak estados nacionales laicos y democráticos. Cualquier avance iba a ser muy limitado e inestable, como lo fue el sueño de unidad con Egipto de Nasser y El-Kuatli, la República Árabe Unida. Pienso que era casi inevitable que terminara en alguna dictadura más o menos tolerada, como la que impuso Hafez Al-Assad a partir de 1970 y continúa ¿hasta ahora? su hijo. Si tenemos presente que tiene fronteras con Irak, Israel, Líbano, Jordania y Turquía, y que es por ello un pivote clave en el Medio Oriente, campo de batalla y de influencias de todos los imperios en esos últimos 90 años, no veo otro destino más probable.
La clave del régimen de la familia Assad, la que hizo posible su poder y que hoy parece ser la razón interna de su caída, es que pertenecen a una de esas minorías musulmanas no sunnitas, la alawita. Como tal, resultaba una garantía para las demás y para los sectores que anhelaban un estado laico, porque no estaba en condiciones de imponer su propia versión del Islam al resto de la sociedad siria. Y les brindaba a los Assad una fuente de cuadros leales, sus correligionarios, por obvios motivos de protección mutua, para los cargos claves de la burocracia, la policía y el ejército. Pero seguían siendo una minoría, impopular con la mayoría Sunni, cada vez más consciente de su identidad frente al renacimiento religioso en el mundo árabe. La reciente defección de la familia Tlass, sunnitas, y aliados históricos de los Assad, marca, creo, la etapa final de su régimen. Sus aliados más importantes, Rusia e Irán, siguen resueltos a impedir intervenciones militares externas, claro. Al mismo tiempo, han tomado distancia de la represión que lleva adelante al-Assad.
Pero Siria no es Libia, y el ejército y el aparato de seguridad se han mostrado mucho más cohesionados y efectivos - a pesar de las defecciones y de algún atentado espectacular - que en el país norafricano, y resueltos a emplear todos los medios, incluyendo masacres y bombardeos de ciudades. Y frente al régimen de los Assad ¿qué? Como señala Santiago O´Donnell “¿Existe un proyecto de toma de poder en Siria? ¿Quién lo conduce? El Consejo Nacional Sirio, vinculado a los Hermanos Musulmanes, está en Turquía. El principal vocero del CNS, en Francia. El Observatorio por los Derechos Humanos, la ONG que monitorea los abusos del gobierno sirio, opera desde Londres. El Ejército Libre de Siria (ELS), que se adjudicó el atentado (que mató al ministro y al viceministro de Defensa, al jefe de Seguridad Nacional, a un general, y dejó gravemente herido al ministro de Interior) estaría formado por militares desertores. Hace poco rompió relaciones con el CNS, que a su vez se partió en Roma al discutir el financiamiento militar.
El ELS no funciona como una fuerza regular sino más bien de hostigamiento al avance militar de las fuerzas sirias. Aunque ha demostrado que puede infiltrar el círculo íntimo de Assad y producir espectaculares atentados, no da señales de articular su acción armada con un proyecto político capaz de disputarle el poder a Assad por dentro o por fuera del Partido Baath“.
Es imprevisible, entonces, por lo menos desde afuera, qué podría reemplazar al actual régimen ¿Un golpe militar, si el ejército se mantiene unido como institución frente a las diferentes lealtades de sus miembros? ¿Un gobierno hegemonizado por la mayoría sunnita, como aspiran Turquía y Arabia Saudita y probablemente, por razones tácticas de su enfrentamiento con Irán, Estados Unidos? ¿Una desintegración del Estado unitario en una base territorial, como sucede en Irak y en el Líbano?
De todos modos, las consecuencias geopolíticas de la decadencia del poder de los Assad, que por 42 años ha sido una de las constantes de la política en el Medio Oriente, ya se manifiestan. Sobre ellas, que son las que indirectamente influirán en nuestra realidad, es que planteo seguir escribiendo.

Fuente: el blog de Abel

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