Y yo los quiero por lo
que son. Con todas sus porquerías y sus vicios. Quiero sus voces y sus manos
calientes que se agarran, y su piel, la más desnuda de todas las pieles, y a su
mirada inquieta y la lucha desesperada que cada uno libra contra la muerte y la
angustia.
Para mí, lo que importa es que un
hombre más o un hombre menos en el mundo.
Hoederer. Sastre. Las Manos Sucias
El escribir como acto, significa una manera
pública de intervenir en los espacios de circulación de la palabra, es un acto
de elección sobre los lugares desde donde enunciamos un conjunto palabras,
intentando construir una arquitectura del lenguaje alternativa a la circulante
en los grandes medios de comunicación.
Es un acto donde el sujeto de desnudar las posibilidades argumentativas
para lograr una intervención en el ágora político, escribir rompiendo un
circulo de certezas que son afectadas por las temporalidades de lo político
instituyente, es decir, es escapar a las temporalidades de otras practicas de
escrituras donde los tiempos permiten realizar un tempo de pulir las ideas a
ser expresadas, intervenir en el debate publico es poner lo crudo sobre la
mesa, la hoja que se llena con palabras, enuncian un conjunto de posibilidades
que esquivan la neutralidad discursiva, escritura que se decide política, agonística, palabra que busca romper los
limites del conjunto de reglas que entrenaron el acto.
La palabra enunciada, es una escritura que traza biografías, viajes
temporales de sobre espacios que articulan la capacidad de otorgar al emisor
capacidades legitimantes, una palabra que se referencia en un conjunto de
instituciones y espacios de lecturas que otorgan el derecho de la posibilidad
de emitir a la misma.
Pero hay momentos históricos de las sociedades, donde la palabra sale de
esos espacios, donde se plantea la necesidad de intervenir para poner en
sospecha los conjuntos argumentativos de los “consensos” que configuran un
sentido común sobre las políticas culturales, la cultura política circulante
sobre las venas de una sociedad, son momentos de disputas sobre los
significados, sobre el destino de los diccionarios que nos permiten pensar
nuestro “ser y estar en el mundo”, sobre el conjunto de miradas que interpelan
la realidad, una realidad que descubrimos mediada, construida desde espacios de
poder, entramados de visiones del mundo constituyentes, los momentos políticos
que abren la capacidad de insertar la línea del disenso sobre las tramas argumentativas
del discurso dominante, de poner en juego posibilidades y probabilidades de
explicación contra-hegemónicas, es el momento donde la palabra adquiere un
poder de ser democrática, de circulaciones por nuevos espacios, es el
nacimiento, según Nicolás Casullo, de un nuevos periodos interpretativos.
Estos momentos ponen bajo la lupa no solo los
principios sobre los cuales se construyen parte de nuestras biografías,
individuales y colectivas, sino también nos ponen en la obligación de pensar el
hombre real, el ser humano y realidad que se convierten en espacio de reflexión
y acción sobre la posibilidad de construir un proceso de emancipación social,
son momentos donde se ponen los oídos a escuchar sus voces, donde rozamos esas
pieles reales, donde la fragilidad de la vida no es una opción dentro de un
esquema interpretativo sino realidad que es parte nuestras circunstancias, ese
hombre real, que actúa como mediador entre el acto de la escritura
interviniente y la realidad a ser intervenida, son momentos donde el principio
de intervención debe constituirse como un espacio que permita entrar al hombre
real para reemplazar al hombre ideal, porque el cambio emancipatorio se realiza
sobre ese hombre real, desnudo ante nosotros, como nosotros nos encontramos
ante el, acto emancipatorio donde el, no solo es sujeto sobre el cual se
enuncia la palabra sino también sujeto enunciante.
Palabra que reconoce el conflicto, ya que el
mismo es constituyente de las sociedades capitalistas, pero que al intervenir
se proyecta como posibilidad de construir un espacio de expectativas, palabra y
acción, palabra que construye, crea desde el presente, una visión del pasado,
no usurpado por las clases dominantes, para constituir una sociedad
igualitaria, es adueñarse del pasado, en clave de lectura de Benjamín, como
cuestionadota de la tradición sobre los que se construye esa arquitectura de la
memoria, es leer la historia, pensando y reflexionando, que los respectivos
vencedores en la historia, son quienes son los que se estructuraron como
dominantes en el presente, un relato que se posiciona sobre la barbarie de los
actos fundadores de quien ejerce el poder real, pensar sobre que bases se
construyeron los marcos republicanos liberales que son presentados como
“eternos”, como un conjunto de leyes instituidas, pero que no pueden ser
puestas en cuestión, re-pensar que en los diferentes momentos de intervención
del pueblo, su presencia disruptiva sobre el orden de las sociedades
latinoamericanas, pensar que ante el momento popular de la historia como
actuaron las clases dominantes, los mecanismos sobre los cuales se pensó volver
a espacios históricos previos, es decir, el momento de contra-revolución de las
oligarquías nativas son el documento de la barbarie.
Esta idea de presentar los subalterno
como un corte en la temporalidad de un progreso, que se configura como única
temporalidad sobre la que los pueblos deben transitar, como diría Benjamín,
esta representación y la temporalidad homogénea, ha de ser puesta bajo la tela
de la crítica.
Son momentos de recuperación las escrituras
de un pasado, de un conjunto simbólico y de imaginarios sociales, mitologías
populares como espacio de estructuración de una nueva subjetividad nacional y
popular, espacios que movilizan, que interpretan e interpelan el conjunto de
relatos de las oligarquías, revisionismo del pasado, en clave de disputas sobre
las políticas que estructuran la narración de la historia, narrativa que supera
el marco de lo académico, que pone a la sociedad en su conjunto en tensión
sobre las narrativas fundacionales que son parte de la identificación, de una
construcción de arco de solidaridades subalternas, narrativa del conflicto, del
disenso interpretativo, son las clases subalternas reapropiándose de las
posibilidades del pasado derrotado, miradas desde este presente instituyente de
nuevas aperturas hacia el futuro.
Escribir, recuperar la capacidad conflictiva
de la palabra enunciada, las voces enunciado significados rompiendo los
“consensos societales”, palabra batalla… palabra, que las oligarquías quieren
llamar a silencio, palabras militantes en la construcción de un futuro
emancipatorio.
Bibliografía Utilizada
CASULLO,
Nicolás, Las Cuestiones, FCE, Buenos
Aires, 2007
BENJAMIN, Walter, “Tesis de filosofía de la historia” en
Sastre, J.P., Las manos sucias/Keane,
Losada, Buenos Aires.
fuente: Poemas Urbanos y otras cosas
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