Entrevista a la ex-Ministra de la Función Pública de Lugo y candidata a Presidenta del Paraguay por el Movimiento Kuña Pyrenda
Entrevistamos en exclusiva a Lilian
Soto, Ex Ministra de la Función Pública en el gobierno de Fernando Lugo y
candidata a Presidenta del Paraguay por el Movimiento Kuña Pyrenda.
Doctora en Medicina y Cirugía (Universidad Nacional de Asunción)
y Máster en Políticas Públicas y Administración (Ohio University), es
una reconocida investigadora y consultora internacional en temas de
salud, género y política públicas. Militante feminista y activista por
los derechos humanos, analiza la destitución del Presidente Fernando
Lugo y el accionar de Federico Franco en el ejecutivo. También menciona
los principales avances y cambios ocurridos en Paraguay durante los
últimos 4 años, reflexiona sobre las características de la cultura
política paraguaya que explican las dificultades para avanzar en la
lucha contra la desigualdad social y describe las principales líneas de
acción que propone el Movimiento Kuña Pyrenda*. Leer más.
¿Cómo analiza la destitución del
Presidente Fernando Lugo, que ha tenido la firme reacción en contra de
los países de América Latina?
Desde mi punto de vista, y tal como
piensan muchos sectores políticos y sociales, lo sucedido en Paraguay el
22 de junio fue un golpe. Fue una toma repentina del poder por parte de
un grupo reducido, es decir, élites políticas representantes de
sectores fácticos que vieron la oportunidad de acceder a cargos sin
fundamentos, a través de la figura del Juicio Político -que está en la
Constitución- pero sin los contenidos previstos. El Juicio Político fue
llevado adelante por el Congreso paraguayo sin los elementos básicos
necesarios: una comisión razonable, el derecho a la defensa, los plazos
de ejecución sumaria. Como consecuencia de esto, Paraguay sufrió un
golpe con nuevo estilo tal como viene sucediendo en el resto de América
Latina. Algo similar ocurrió en Honduras con la diferencia de que allí
hubo un componente más: la participación de elementos armados.
En este contexto, lo que ocurrió el 22
de junio fue resultado de un tiempo de preparación de sectores de
derecha y conservadores que querían deshacerse de un Presidente que les
resultaba una molestia. Ese es nuestro análisis y a partir de este
escenario ha comenzado un proceso de denuncia y resistencia –en el país y
en la región- ante el actual gobierno de facto.
¿Qué ha ocurrido luego de la destitución del Presidente Lugo?
Por una parte, hay un proceso de
resistencia de diversos sectores. Esta resistencia se sostiene con
distintas acciones que incluyen la denuncia y la concientización en la
propia sociedad sobre que lo sucedido en Paraguay no fue algo “normal”.
Esto es importante de resaltar porque muchos sectores intentan hacer ver
que “aquí no ha pasado nada”, que solo se trata de una sucesión
presidencial. Esto no fue así y tampoco se debe dejar de tener en cuenta
todo lo que estaba pasando anteriormente en cuanto a distintos
elementos que propiciaban el golpe. En este contexto, el gobierno de
Franco no tiene la legitimidad por parte de la ciudadanía de nuestro
país y, como consecuencia, ha habido una reacción desde estos sectores
conservadores para que la gente calle lo que piensa. Se disputa a nivel
del imaginario y también a través de una serie de expresiones que hacen a
todo aquello que implique tratar de denostar contra la izquierda,
contra todo lo que hace a un pensamiento progresista. Por su parte, a
nivel de las instituciones públicas hubo un discurso que indicaba la
supuesta continuidad con todos los proyectos ya existentes, cosa que se
contradice con el supuesto mal desempeño del gobierno de Lugo, que fue
usado como excusa en este proceso de derrocamiento. Hoy vivimos un
proceso de barrida de las personas de izquierda al interior de las
instituciones públicas. En este contexto, nos encontramos solo a cuatro
semanas del golpe institucional y seguramente tengamos nuevas cuestiones
vinculadas que atender.
¿Cuáles han sido los principales cambios y avances que se dieron en Paraguay durante la presidencia de Lugo?
Considero que, durante estos cuatro
años, el gobierno encabezado por el Presidente Lugo si bien tuvo algunas
dificultades para llevar a cabo transformaciones más radicales, sí se
pudo empezar a sentar las bases para toda una serie de aspectos que
hacen a las modificaciones de todas las desigualdades sociales que
existen en nuestra sociedad. Por supuesto tampoco se deben dejar de
destacar otros aspectos como el económico, en donde los resultados están
a la vista: se registraron los mejores indicadores en varias décadas,
con un notable aumento del producto bruto y de la inversión, manteniendo
el equilibrio en la balanza de pagos.
Pero si bien se lograron resultados
macroeconómicos muy importantes, en el marco de un gobierno con un claro
pensamiento en favor de terminar con las desigualdades, la apuesta
fundamental fue la reducción de la pobreza y el inicio de un proceso de
redistribución de la riqueza. Por supuesto que en algunas áreas hubo
problemas. Un ejemplo tiene que ver con el problema de las tierras, que
es un elemento clave. Esto recién se estaba empezando a discutir; se
estaba haciendo un análisis de todo lo que implicó la acumulación de
tierras mal habidas en manos de un pequeño porcentaje de personas y su
contrapartida, la gran cantidad de la población excluida del mayor medio
de producción. Entonces, si bien había problemas en este sentido -y
estábamos en el inicio de un proceso para atenderlo-, con otras
políticas públicas las cuestiones fueron muy claras en el sentido que
había asumido la conducción de este proceso. Si bien sería largo de
explicar, caben destacar tres aspectos en los que se ha avanzado mucho
en relación a terminar con las desigualdades. El primero tiene que ver
con los cambios al interior del Estado, cuestión que tuve la oportunidad
de trabajar como Ministra de la Función Pública. Se desarrolló un
proceso de profesionalización del empleo público, de elementos claros de
acceso igualitario y se desarrollaron mecanismos de ingreso que no
contemplan la afiliación partidaria. Es decir, se buscó terminar con
aquellos aspectos que hicieron que dentro del sector público paraguayo
solo se encuentren personas afiliadas al Partido Colorado y personas no
indígenas -que no tenían ninguna posibilidad de acceso al Estado.
Entonces, durante el gobierno de Lugo, se llevaron adelante políticas
igualitarias, de inclusión y no discriminación en el sector público.
Este fue uno de los aspectos claves y los resultados son muy concretos.
Siendo que antes no había concursos públicos, hoy hay más de 16.000
personas que ingresaron a trabajar al sector público a través de este
canal que implicó la construcción de un sistema integral.
Un segundo aspecto tiene que ver con la
salud. En estos últimos cuatro años ha habido una importante inversión
en la atención primaria y se ha establecido la gratuidad del sistema
público de salud. En este sentido, estos cambios permitieron la
inclusión de más de 2 millones de personas al sistema público de salud.
Siendo que en Paraguay el porcentaje de personas con seguros social es
muy pequeño, se trató de un logro importante en dirección a ampliar el
derecho a la salud. Y en esta línea, también un tema clave tiene que ver
con la incorporación de las mujeres trabajadoras domésticas al seguro
social en todo el país.
Por último, las políticas de protección
social estaban siendo coordinadas en el marco de lo que se llama el
Gabinete Social. En el área de Niñez, por ejemplo, se llevó adelante una
política contundente respecto a las niñas y niños en situación de
calle. Por primera vez se ha tenido un abordaje integral y significó la
salida de alrededor de 5000 niñas y niños de la situación de calle. Por
otro lado, en el área que se ocupa de los derechos de las mujeres por
primera vez se han desarrollado albergues para víctimas de la violencia
de género y se ha trabajado con acciones específicas en contra del acoso
sexual -tanto en el sector público como en el privado.
En definitiva, estaban siendo sentadas
las bases para llevar adelante un proceso de transformación social y
este golpe ha cortado con cualquier posibilidad de consolidarlas durante
los próximos 9 meses.
¿Cuáles son las características
de la cultura política y la sociedad paraguaya que permiten entender las
dificultades para avanzar en materia de derechos humanos y sociales y
contra la desigualdad?
Considero que deben atenderse varios
elementos que inciden en una respuesta a esta pregunta. Por una parte,
se trata de una cultura política claramente autoritaria. No en vano
tuvimos tantos años de dictaduras en donde el elemento principal ha sido
el pensamiento hegemónico de cuáles eran aquellos aspectos que
supuestamente hacen a la “normalidad”: desde las ideologías políticas
hasta el machismo que hace a la heterosexualidad como única opción, o
todo lo que hace al concepto de que la familia es de un solo tipo. Todos
estos aspectos que en realidad implican una apuesta a un pensamiento
único, un pensamiento excluyente de la diversidad, formaron parte
durante mucho tiempo del discurso oficial, y también estaban en relación
a aquello que se expandía desde los ámbitos del discurso que tenían
posibilidades de ser expuestos. Entonces, con un gobierno que incluye a
diversos sectores y desde donde se comienzan a aplicar diversas
políticas que incluye a mujeres feministas, socialistas, hombres con
pensamientos que apuestan a la diversidad; comienza a generarse un
cambio al respecto, un espacio desde el cual se pueda dirigir a muchas
más personas. Pero la cultura como tal es aún muy dura y no se cambia de
la noche a la mañana. Incluso cuatro años quizás no sean suficientes.
Por otro lado, si bien se produjo un cambio a nivel del Poder Ejecutivo,
de quien ejerció el poder durante los últimos años, en el Parlamento se
ha seguido reflejando la composición política de la construcción de los
partidos políticos de nuestro país. Los mismos han representado
históricamente a las élites y a los poderes fácticos, tanto a los
económicos, la Iglesia, los medios de comunicación comerciales o a las
mafias delincuenciales. Esos pensamientos han estado claramente
asentados en el Congreso Nacional.
¿Cómo se ha dado la articulación del gobierno que encabezaba Lugo con los movimientos sociales?
Creo que uno de los aspectos positivos
es que se abrieron diversos espacios de participación orgánica en lo
referente a los procesos de construcción de políticas públicas. A modo
de ilustración, hay que resaltar una de las políticas del gobierno que
encabezaba Lugo: darle un gran protagonismo al área de participación que
tenía en su seno a diversas organizaciones públicas y sociales en las
distintas discusiones, de modo tal que el diseño de las políticas se
pudieran dar a través de un proceso con apoyo social. Incluso esto lo
pudimos hacer en la propia Secretaria de la Función Pública, tanto en el
trabajo con las áreas de discapacidad como con los pueblos originarios a
través de mesas de diálogo y de participación y construcción conjunta.
Creo que ese fue el aspecto más interesante. Por su parte, también
hubieron algunas tensiones con ciertos movimientos sociales. Sobre todo
por aquellas políticas que son las que transforman de manera mucho más
radical el modelo económico productivo de nuestro país. Por supuesto el
movimiento campesino histórico, en la lucha por la tierra y la reforma
agraria en Paraguay, tenía interés en que todo se haga de manera mucho
más acelerada y, en ese sentido, no hubo capacidad de respuesta en
varias de las áreas responsables del gobierno.
Siendo una intelectual y
militante feminista, es destacable su candidatura presidencial por el
Movimiento Kuña Pyrenda. ¿Cuáles son las líneas de acción que proponen?
Kuña Pyrenda es un movimiento que se
conforma a fines de 2010 a partir de un planteamiento de mujeres
socialistas y feministas. En este sentido, el objetivo claro a lograr es
que en las elecciones previstas para el 2013 -habrá que ver qué sucede
al respecto luego del golpe- haya una postulación de una mujer
socialista y feminista para que lidere el país desde la presidencia.
Kuña Pyrenda aspira a la igualdad, a que las mujeres accedan al poder en
el parlamento y, por supuesto, en espacios ejecutivos y
departamentales. Es decir, que las mujeres sean protagonistas en
aquellos ámbitos en los cuales se decide el futuro del país. Cabe
destacar que el proyecto se construye de una manera en la cual se busca
llegar a todo el país. Desde el 2011, y durante los primeros meses de
este año, hemos estado recorriendo todo el país y presentado
oportunamente nuestro pedido de reconocimiento al Tribunal Superior de
Justicia Electoral, que, al reconocer los movimientos políticos,
habilita la presentación de las candidaturas. Actualmente está en
estudio y estamos esperando la resolución.
Por su parte, en la actualidad, luego de
la destitución del Presidente Lugo ocurrida el 22 de junio, se nos ha
sumado un trabajo más, que es el de la resistencia, la denuncia y el
análisis. Una redefinición constante de acuerdo a cual sea el desarrollo
de la vida política de nuestro país. En tanto, nuestra hoja de ruta
organizativa de construcción, de debate, de organización, continua pero
con la diferencia de que ya no podemos hablar de profundización de la
democracia. Ha habido un quiebre institucional y, en este contexto, ante
la posibilidad de que sea efectivo el proceso electoral, debemos
trabajar para que la izquierda tenga elementos de debate claros y
posibilidades de ofrecerle a la sociedad paraguaya una alternativa de
transformación mucho más profunda a partir de la participación de las
mujeres socialistas.
Ha sido un trabajo arduo y durante todo
este proceso se han discutido las candidaturas desde las distintas bases
y se ha acordado que esa dupla presidencial sea encabezada por mi junto
a Magui Balbuena como candidata a vice-Presidenta. Se trata de una
compañera que tiene una larga historia de lucha con el campesinado y las
mujeres. En definitiva, estuvimos trabajando mucho recorriendo el país y
acercando la plataforma de las mujeres y esa fue nuestra tarea
principal hasta el 22 de junio. Hoy en día, junto a otros sectores
sociales y ciudadanos nos ocupamos de la resistencia y denuncia.
¿Buscan alianzas con otros espacios progresistas?
Kuña Pyrenda se construyó por fuera de
articulaciones que eran muy incipientes en ese momento como el Frente
Guasú. Tanto el Frente Guasú como Kuña Pyrenda han hecho sus propios
procesos. En el Frente Guasú está en debate la candidatura presidencial y
si la vida electoral de nuestro país dicta que las elecciones se
realicen en el 2013 -y existan las garantías suficientes- llegará un
momento de convergencia entre dos proyectos de izquierda. Hoy en
Paraguay, tanto Kuña Pyrenda como el Frente Guasú expresan dos planteos
de izquierda y tanto la respuesta ciudadana como el desarrollo de todo
lo que suceda a partir de este momento tendrá que producirse. Si algo
dejó en claro este golpe es que la izquierda no se aliará con golpistas
ni con partidos políticos de ese estilo. Ellos han conspirado para el
golpe, lo han propiciado y ejecutado.
Frente al déficit que ha tenido
el sistema de partidos paraguayo, ¿qué lecciones considera que deja este
lamentable quiebre institucional a la hora de construir un espacio
progresista que aspire a transformar la sociedad?
Cuando nace Kuña Pyrenda, se hace ese
planteamiento. Es indudable que la cultura política no afectó solamente
al Partido Colorado y a los partidos tradicionales. Esos aspectos como
el clientelismo, el autoritarismo o el mesianismo político, durante
mucho tiempo, fueron considerados normales en la política paraguaya y
también tenían poder e incidencia en la izquierda. En consecuencia, esos
elementos son claves. Si hay algo que ha sucedido en este tiempo, no
solamente por el gobierno de Lugo sino por la lucha de mucha gente a lo
largo de la historia de nuestro país -que pudo haber sido un grupo muy
pequeño pero hoy es más grande-, es que hay un aumento de la conciencia
política. Hoy en Paraguay hay una sociedad crítica. Hay procesos de
crecimiento en las posibilidades de analizar qué es lo que realmente
existe como planteamiento político, como fuerza política. En este
sentido, considero que la exigencia, sobre todo de los sectores que
quieren un cambio, va a ser muy clara. Por eso los proyectos políticos
tienen que tener mucha coherencia y una apuesta clara a una
transformación seria. Considero que ya no se trata simplemente de
discursos con caras nuevas y simpáticas; creo que a esas propuestas la
ciudadanía general ya no las va a apoyar. Su voluntad es mucho más alta
ahora. Por otro lado, antes era impensable ser de izquierda y hoy, por
su parte, realmente ser de izquierda significa estar luchando por
derechos bastante precisos. Eso implica una cuestión de ideas y, en este
sentido, realmente me satisface que hay todo un proceso que grita que
esto no se ha terminado.
¿Cómo dar cuenta del aumento de
esta conciencia política que mencionó en relación con las tensiones que
se dan con las instituciones paraguayas que hoy favorecen esa cultura
política hegemónica?
Claro, algo que también sucedió con este
proceso es que hay un fuerte cuestionamiento a los sectores políticos y
a los partidos políticos. Hoy la participación política es mucho más
diversa, identitaria y surge a partir de las ideas y las apuestas que se
tienen. Pero, claro, también está ese peligro claro de no contar con
instituciones preparadas para consolidar esa cultura y prácticas
políticas y que no se pueda contra el sistema prevaleciente. De modo que
ésa será la disputa, que, como decía antes, también se da a nivel del
imaginario. Además, se trata de un trabajo organizativo que no puede
centrarse en la resistencia sino que también tiene que apuntar a la
construcción. Y no va a ser fácil: el escenario de quiebre de la
democracia paraguaya lo complejiza. Este golpe ha tenido objetivos
claros: que no se mueva nada de lo que se estaba moviendo -y apenas se
empezaba a mover. Entonces, el trabajo implicará que se pueda develar
mucho más todo esto y que esa conciencia de la gente pueda lograr
avanzar en las reformas necesarias de las instituciones.
*Plataforma de Mujeres progresistas y feministas
fuente: Iniciativa
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