Seguidores

lo que defiendo, lo que muchos defendemos, no es un nacionalismo pelotudo... sino un par de ideas, resignificadas hoy, libertad e igualdad... ideas profundamente mestizas aquí en Abya Yala, y aunque respeto toda otra posición cultural-política, creo, sinceramente, que es desde esta Gran Tierra, unidos, en comunidad, aceptando profundamente nuestra realidad mestiza -el uno- es que el Abya Yala florecerá... y que todos los enormes esfuerzos de Occidente por destruirnos, por separarnos, por vulnerarnos y conquistarnos, demostrarán inversamente la magnificencia de nuestra sonrisa, de nuestro futuro... por los Padres Libertadores del Pasado, Por los Hermanos Libertadores de Hoy, por Nosotros y los que Vienen... SUMAQ KAWSAY!... y eso tal vez parezca anárquico...pero tal vez esta anarquía sea un nuevo orden... opuesto al actual, sin dejar de reconocer lo alcanzado... por todos...

viernes, 30 de noviembre de 2012

La Cultura, otra vez la Cultura


Con tetas no hay revolución

Venezuela está inmersa en un profundo proceso de cambios. El proceso bolivariano está realizando inmensos esfuerzos por promover cambios económicos, productivos, educacionales, institucionales y hasta de distribución geográfica y humana en nuestra nación.
Pero estamos dejando un importante flanco al descubierto. Los cambios culturales, que están incluidos en la definición más amplia de cultura* y que abarcan los sistemas de valores y los hábitos y costumbres de vida, y que son los que definen la visión del mundo de los integrantes de cualquier sociedad y determinan sus acciones.
| Caracas (Venezuela)

…que la cuna del hombre la mecen con cuentos...
Que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos...
Que el llanto del hombre lo taponan con cuentos...
Que los huesos del hombre los entierran con cuentos...

León Felipe

La cultura de la dominación


A lo largo y ancho de la historia humana los individuos o grupos que han sustentado el poder se han apoyado en dos factores: el terror emanado por el ejercicio directo de la fuerza, y la persuasión producida por la dominación ideológica. En el caso del terror, lo que obliga al dominado es una fuerza externa a él, a la que siempre podrá visualizar y oponerse.
En el caso de la persuasión el control está ejercido desde el interior de cada individuo y desde allí no sólo es más difícil enfrentarse a uno mismo, sino que se vuelve muy confusa la propia identificación del enemigo. No hay mejor dominado que aquel que piensa y ve el mundo con los ojos y valores del dominador.
Aprendí de muy joven este inmenso poder del control ideológico. Mi abuelo materno fue puestero [1] de uno de los más grandes latifundios ganaderos del Uruguay. Durante muchos años cuidó el lugar dónde habitaba, controló y trasladó la producción de ganado y lana, crió una extensa familia y llegó a tener un capital en animales propios y el respeto de su comunidad. Al cumplirse 39 años de su trabajo el dueño del latifundio lo llamó y le explicó que según la ley, si llegaba a los 40 años en esa situación, la tierra pasaría a ser de su propiedad y que por lo tanto debía irse. Mi abuelo vendió todos sus animales, tomó sus petates y sus hijos y después de haber sido toda su vida un hombre del campo, emigró a la capital. Recuerdo que a mis 15 años, cuando le preguntaba porqué, si la ley lo protegía y el había cuidado y desarrollado esa tierra durante tanto tiempo, no se había quedado a reclamarla, me contestaba apesadumbrado que no se le hubiera ocurrido nunca hacerlo. “La tierra era de su legítimo dueño, yo no podía robarle su propiedad”, me decía. El abuelo pensaba con los valores de su patrón, y eso le costó la pérdida de su patrimonio, de su organización familiar y de su vida, ya que no pudo soportar el shock de su obligado traslado a la ciudad y murió pocos años después de un cáncer.
Así aprendí cuanto poder existe en los sistemas de valores y creencias y como éstos son utilizados para la dominación. Posiblemente estos sucesos sean el temprano origen de una posición crítica de mi parte hacia lo establecido, sobre todo cuando podía ver en el caso de mi abuelo no sólo como había sido despojado del esfuerzo de toda una vida sin ningún tipo de compensación, sino que su patrón lo había hecho en un momento de inmensas ganancias, ya que había finalizado la Segunda Guerra Mundial y comenzaba la de Corea y los precios de la carne y la lana se habían disparado, engordando prodigiosamente las fortunas de los grandes latifundistas ganaderos del Sur.
Veamos entonces, si este tipo de control y ejercicio de la dominación funcionaba tan engrasadamente en ese entonces, ¿qué sucederá hoy, cuando el inmenso desarrollo de los medios de comunicación permite la transmisión de valores y creencias en forma masiva, continua e instantánea?
El sistema de alienación semi-feudal, en el cual el explotado pensaba y creía en los mismos valores que el explotador, era transmitido de boca-a-oreja, por el contacto directo con los otros miembros de la sociedad, aún en aquellos casos como las ceremonias religiosas o eventos sociales en que el proceso era público. El desarrollo desenfrenado de los medios de comunicación de masas en nuestra sociedad actual, la globalización de sus mensajes y su continua penetración en la vida cotidiana de las gentes conforman un sistema cerrado y autovalidado de educación-alienación que nos determina y determina a las nuevas generaciones a cómo ver el mundo y con qué valores interpretarlo.
Los medios crean una seudo-realidad y nos afirman constantemente que esa es nuestra realidad. El modo en que esa seudo-realidad está estructurada depende de factores e intereses del poder político, del poder económico (las razones del mercado) y del poder social. Los patrones de conducta social, familiar, sexual, estética, de consumo, de status, los que son apropiados o no apropiados y todo el sistema de valores subyacente que determina estos patrones, es proporcionado cotidianamente (en forma implícita o explícita) en mensajes audiovisuales de alto impacto perceptivo. Así, sin notarlo, tendemos a pensar como el enemigo sin tener conciencia de ello, tal como el pez no tiene conciencia del agua en la que se mueve.

Con nosotros es la cosa

Este sistema de penetración ideológica surge de los países centrales (y es lo que explica el caso del pueblo norteamericano, atrapado en la visión del mundo proporcionada por Fox News, e incapaz de reaccionar ante la política suicida de los neocom) y se distribuye a través de los medios masivos (TV, radio y prensa) cuyo contenido está unificado y globalizado en un pequeño grupo de cadenas de TV, radio y agencias de noticias. Para nosotros, en la periferia, el sistema funciona a toda maquina. Nuestras elites “piensan y se sienten” primer mundistas (y eso explica mucho de las desubicaciones de la oposición en nuestra historia reciente) y también nuestro pueblo, a partir del bombardeo constante, aspira a sus patrones de consumo y cree en los valores impuestos. Para tratar de hacer visible como está funcionando este proceso en nuestra sociedad, vamos a considerar tres “hechos sociales” (de la cultura) acontecidos en nuestro país en el primer trimestre del año 2007. Como advertencia previa queremos dejar establecido que no es la intención de estas reflexiones atacar particularmente a nadie, ni descalificar el trabajo de nadie. La penetración ideológica es un asunto sutil, muy difícil de hacer conciente, y es necesario ir bien a fondo para poder desentrañar sus mecanismos, aún al riesgo de aparecer como fundamentalistas.

Fútbol y show

Se realizó en Caracas, en el Teatro Teresa Carreño, el sorteo para determinar la estructura del torneo de la Copa América, el más antiguo en la historia del fútbol y fue transmitido en cadena nacional y su señal enviada al exterior. La propia publicidad del evento se encargó de dejar claro que sería visto por unos 160 millones de personas. Era una ocasión ideal para mostrar lo mejor de nuestro país y del proceso de cambios que estamos viviendo a través de esa ventana al mundo. No voy a comentar aquí sobre la calidad técnica de la presentación, cuya pobreza pudo deberse a múltiples razones tales como escasez de tiempo, falta de presupuesto o defectos de producción, lo importante es analizar el formato. Formato que fue desde un Cristóbal Giménez cantando música llanera acompañado por un cuerpo de bailarines de fondo con una coreografía al mejor estilo de West Side Story, pasando por bailarinas de nuestras danzas tradicionales levantando los bordes de sus faldas a la manera inventada por Yolanda Moreno para el “great show” de las presentaciones de TV local, o un Tambor Urbano (un gran exponente de nuestros ritmos) haciendo un “Caballo Viejo” llanero a punta de tambor, hasta el broche de oro de un grupo de zapateadores de joropo equipados con botas altas, convirtiendo nuestro zapateo (que se realiza en alpargatas sobre piso de tierra) en un espectáculo al estilo del malambo del sur del continente (con su sonido incluido), o la presencia de una pareja de presentadores (ninguno de ambos profesional en esa tarea) con el palmarés del estatus de TV que da ser un actor de telenovelas y una modelo conocida. Vamos a ser claros, creemos que debe innovarse, que es necesario mostrarnos como hoy somos y no a través de gastados clisés del folklore, pero hay una distancia enorme entre lo que puede ser la creatividad autóctona realizada por innumerables productores independientes con nuevas propuestas y los shows al mejor estilo mayamero de Emilio Estefan, que una parte de nuestra mala TV ha querido siempre imitar. No es con esta estructura audiovisual -una burda copia mercantilizada y masificada del “American Show”- como vamos a mostrar nuestra cultura, para lograr hacerlo debemos estar concientes de cuanto nos pesan estos patrones y sus valores subyacentes, a fin de actuar con la libertad de ser como realmente somos y no condicionados por una óptica impuesta que nos es ajena.

Quince minutos de fama

Por las mismas fechas se realizó en Caracas -concretamente en el Estadio Universitario- el “casting” para un evento organizado por un canal de cable internacional. Lo que parece increíble (y puede verse en las propias promociones que hace el canal de este evento) es la gran cantidad de jóvenes venezolanos que acudieron a probar su suerte, aspirando a ser seleccionados para competir en la lucha por convertirse en el “Latin American Idol”, así mismo como suena. No un concurso para encontrar un ídolo del pop latinoamericano, sino un ganador en el propio inglés del merchandising de la dominación. No sólo fue sorprendente la cantidad de jóvenes presentes colmando las instalaciones del estadio, sino que también resultó desconcertante su composición social. No estuvieron allí solamente los hijos de nuestras clases medias tan hipnotizadas por el “american way of life”, sino que fue muy significativa la presencia de nuestros sectores populares. Por lo que dejaban apreciar las imágenes, la distribución de clases se parecía mucho a la de toda la sociedad. Es que gracias a nuestros patrones consumistas, la televisión por cable está muy presente en nuestras barriadas (en las cuales es posible distinguir en una ojeada el bosque de antenitas parabólicas) y su penetración adoctrina también a los hijos de las clases populares.
La motivación principal a ser parte de este juego tiene origen en el valor de los “15 minutos de fama” que pueden dar un significado pleno a la vida gris de un americano medio perdido en la masa anónima. O la aspiración a ser el “winner”, el ganador, el único válido socialmente. Un ganador que será elegido por un implacable jurado que juzga, anatemiza, se burla y algunas veces condesciende en alabar a los concursantes, y en el que la imagen de cada uno de sus miembros es publicitada junto al evento, por ser ella también una parte del espectáculo. Así, estas valoraciones transplantadas y las conductas que producen son parte de las aspiraciones y expectativas de gran parte de nuestra juventud.

Prótesis mamarias en promoción

Finalmente, en la primera semana de febrero el periódico Ultimas Noticias nos informaba de unas promociones realizadas por dos importantes cadenas de venta de medicamentos y productos médicos en las que algunos de sus premios consistían en la implantación gratuita de prótesis en los senos de las ganadoras.
Es sabido como en los últimos años y partiendo del paraíso primer mundista, viene creciendo en todo el planeta a pasos agigantados el mercado de la cirugía estética. [2]
Dos valores juegan allí el principal rol(por supuesto dentro del objetivo de lucro en un mercado en expansión): El concepto de la accesibilidad a “cuerpos perfectos” determinados por criterios estéticos impuestos desde el norte, y la importancia de la “imagen exterior” como fundamental para el status social (a nadie parece importarle que en parte de los casos los implantes mamarios dejan grandes -y feas- cicatrices y en todos los casos la textura de las siliconas se vuelve parte de la textura del seno, lo importante aquí es la forma y el volumen). Así, nuestras mujeres aspiran a parecerse (esa es la constante del mensaje recibido) a esas catiras de ojos claros, pelos lisos y grandes senos, que son el patrón estético impuesto por la globalización. Nuestras tropicales morenas de amplias caderas alisan sus pelos ondulados y sueñan con aumentar el volumen de sus pechos, buscando parecerse al ideal femenino impuesto por las series americanas de televisión, los eventos de las “estrellas” y la farándula y toda la publicidad de “belleza y estética”. [3]
Estas promociones estaban dirigidas a ofrecer premios que llenaran claramente las expectativas, tanto de nuestras mujeres que aspiran a acercarse a ese prototipo de belleza, como de nuestros hombres, que aspiran ser acompañados por mujeres de este aspecto.

¿Entonces, qué hacemos?

Estos tres ejemplos son una muestra de como estamos actuando socialmente guiados por valores impuestos en nuestro subconsciente desde la visión hegemónica imperial y no hemos logrado implantar aún unos nuevos que tengan que ver con nosotros mismos y nuestro proceso social y nos permitan una conducta realmente liberadora.
En nuestro proceso se están dejando en segundo plano esta parte de los cambios tan importante para la construcción de un verdadero socialismo del Siglo XXI. No es en absoluto suficiente con los aleccionadores consejos del presidente al pueblo en sus intervenciones públicas, acerca del abandono de los patrones de consumo, del desarrollo de los valores de la solidaridad frente al individualismo, la búsqueda de los valores de excelencia, la honestidad, etc.
Sería imprescindible una política de estado que contemplara específicamente el cambio de valores y patrones de conducta, que considerara esta concepción amplia de la cultura como principal objetivo. Que desarrollara sistemas institucionales horizontales y participativos encargados de afrontar toda esta situación. Que investigara antropológicamente cuales son los valores reales y autóctonos de nuestras gentes y los promoviera, así como que estimulara, financiara y promoviera la discusión del ejercicio de nuevas y alternativas formas de vida y relación. En definitiva, un esfuerzo paralelo al de la educación tradicional pero orientado sobre todo al descubrimiento, promoción y estímulo de los nuevos valores, al desarrollo de un pensamiento critico colectivo acerca de los valores impuestos desde la hegemonía de la dominación, a la toma de conciencia de cómo también desde allí estamos siendo manejados.
Mientras sigamos pensando y viendo las cosas como los dominadores, no importará el éxito que logremos en otros aspectos del cambio en la sociedad. Una verdadera revolución implica compartir entre todos (o una gran mayoría) una nueva visión del mundo, unos nuevos objetivos y una nueva forma de hacer las cosas.
El hombre nuevo tendrá una forma de vida nueva o no lo será.
* “Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc” Tercera acepción de la palabra cultura, Diccionario de la Real Academia Española, página web http://buscon.rae.es/drae.htm, Vigésima Segunda Edición. 2001
[1] En la periferia de los grandes latifundios (sobre todo a fines del siglo XIX y en las primeras décadas del siglo XX) existían “puestos”, pequeños núcleos habitados que controlaban las fronteras de las estancias (fundos) y que podían encontrarse hasta a dos o tres días de viaje de la casa principal. Generalmente existía una persona (y su familia) quienes eran responsables del asentamiento.
[2] Tanto así, que hasta es el tema central de una serie americana de TV, que por supuesto se transmite para todos nosotros con subtítulos o doblada, vía cable y señal abierta.
[3] Ya corrigiendo este escrito, recibo por Internet una presentación (en alemán) con fotos hechas para Playboy de una modelo llamada Hiromi Oshima, que de asiática conserva sólo el nombre y los ojos almendrados, ya que por supuesto sus mamas están aumentadas hasta llenar el patrón impuesto, sus labios están implantados de silicona y todo su cuerpo moldeado según la tradicional estética femenina de la revista, lo cual nos muestra una vez más hasta que punto este fenómeno es parte de la ideología de la globalización.

fuente: red voltaire

jueves, 29 de noviembre de 2012

El Deán Funes



Por Jorge Torres Roggero

“Si la Libertad descendiera al mundo, buscaría como Santuario el corazón de Simón Bolívar” (Manuel Dorrego)
“Felices aquellos que pagan a la Patria la deuda sagrada que contrajeron desde la cuna…// ¡Oh, Patria amada! ¡Escucha los acentos de una voz que no te es desconocida, y acepta con agrado estos últimos esfuerzos de una vida que se escapa!… (Deán Funes)

1.- El deán va al muere
Cuando la revolución americana lo llamó a sus filas era un hombre rico, pero al declararse “americano y argentino” el Virrey Abascal le confiscó sus bienes. Esbozó en escritos memorables los contornos todavía borrosos de una nación continental: fue el primer historiador de la patria. Ese 11 de enero de 1829, el octogenario cura salió de su casa de la calle Florida a dar un paseo. Se encaminó con sus pasos vacilantes hacia un parque de diversiones recién inaugurado. Se llamaba Parque Argentino[1] y era creación del inglés Santiago Wilde: imitaba los jardines europeos. Se importaron plantas y semillas que las sirvientas sacaban bajo sus pañuelos o rebozos. Había un buen hotel francés, magníficos salones de baile, un circo para mil quinientas personas, un pequeño teatro en que había actuado Casacuberta. Por la tarde, una banda de música animaba el ambiente y se exhibían tigres, tapires y antas.
El viejo se sentía olvidado por la patria. Su amigo y compañero de ideales, Manuel Dorrego, el primer coronel del pueblo, había sido asesinado un año atrás. Desde siempre, había esperado el día en que el sentimiento de patria no “fuera un crimen ya que bajo el antiguo régimen el pensamiento era un esclavo y el alma misma del ciudadano no le pertenecía”. Estas palabras le valieron el hostigamiento de la jerarquía eclesiástica. Pero aunque las épocas tenebrosas del coloniaje se habían hundido en el pasado, las luchas intestinas lo han herido. Los próceres de la “primera patria”, como le hizo decir Bartolomé Hidalgo a su gaucho, sienten el olvido popular y la indiferencia.
El Deán Gregorio Funes, raído el manteo, blanca la cabeza, camina con paso vacilante. Ha sido acusado de traidor a la patria, de tener públicamente una manceba y haber procreado con ella. Sarmiento, que alguna vez denunció a sus adversarios políticos porque se metían entre sus sábanas para perjudicarlo políticamente, lo supone rodeado de su extraña familia en aquel último paseo. El sanjuanino traza una de sus extraordinarias escenas: el anciano huele una flor y se deja morir, “rodeado de aquella familia póstuma a su vida pública y a las virtudes de su estado y aun a la edad ordinaria de las emociones más suaves del corazón al aspirar el perfume de una flor, el Deán se sintió morir, y lo dijo así a los tiernos objetos de sus cariño, sin sorpresa y como de un acontecimiento que agrada”[2].
No le fue dado morir en su patria como el llamaba a Córdoba del Tucumán. ¿Qué era la patria para los próceres? Desde el siglo XVIII, era el lugar del nacimiento. Pero cuando llegó la hora de la construcción de las nacionalidades aparecieron los conflictos. El, desde siempre, había tomado como suya una sola causa: la independencia de América. Por lo tanto la causa de Colombia es la de las Provincias Unidas. Como Monteagudo, San Martín, Bolívar y Dorrego, su amigo asesinado un año antes, la patria era toda América. Profeta de un sueño entonces irrealizado, bregó por una Patria Americana, sin fronteras ni gobiernos regionales. Sufrió prisiones por parte de Rivadavia. Viejo y pobre, muerto Bolívar, asesinado Sucre (cuya biografía había escrito) y fusilado Dorrego, dolido por la decisión de su discípulo Olañeta de jugarse por la “patria chica” no “entendía este ciudadano de América otra cosa que la ciudadanía americana, no
conocía otra nacionalidad que la continental”.
Su entrega a la causa emancipadora le valió problemas con la jerarquía eclesiástica. Consideraba que la elección de los obispos debía volver a la antigua tradición con intervención “del pueblo y del clero”: “No podemos engañarnos: un prelado puesto en los intereses de España, al contemplar nuestro espíritu revolucionario, sería un hombre que con la misma lengua bendijese a Dios y maldijese a su Pueblo”[3].
Cuando estudiaba en España, peroraba en el púlpito “sobre las excelencias del desaparecido rey Carlos III y su divino origen pero, de regreso al hospedaje y hasta que el día apuntase sobre las llanuras de Castilla, devoraba el tesoro de libros condenados acopiados en secreto que venían apareciendo desde cuarenta años atrás”.[4] De regreso a su Córdoba natal “abrió las excelencias de su biblioteca, la mejor de América” a sus alumnos venidos de toda Suramerica. Como los viejos lectores de la Mater Universitas, sentado entre los jóvenes, leía y comentaba libros novedosos que ni la censura ni la inquisición le habían podido arrebatar. Desfilan ante los ojos y oídos de los jóvenes Cartas a los sordos de Diderot, algunas entradas del Diccionario Filosófico . Se entretienen con Las Misceláneas de D’Alambert y no vuela una mosca cuando escuchan algunas escenas picantes de La Doncella de Voltaire.
Lo rodean el tucumano Monteagudo, el chuquisaqueño Olañeta, los hijos de Liniers, el sanjuanino Del Carril, el puntano Lafinur y hasta un italiano, Arduz, que luego se dedicará al servicio de Bolivia. En la cálida siesta cordobesa, bajo los emparrados, les cuenta historias “de allá” sobre los tratos del Duque Orleans con los masones en España. De vez en cuando saca a relucir ciertas hojas volantes traídas de España que revelan la escandalosa conducta de la reina Luisa o denuncian la ambición de poder y los saqueos del valido Godoy.
Desde 1774 se han sucedido los motines de los estudiantes en la Universidad. En 1776 el obispo Moscoso informa sobre alborotos en los claustros. En ese mismo año, la viuda Margarita Echeverría solicitó al Consejo la revisión de los autos contra su hijo colegial por desobedecer al P. Barrientos. Fue en esos años cuando el Deán culmina sus estudios de teología: además del tumulto vibraban todavía las enseñanzas de uno de los más esclarecidos catedráticos, el P. Morelli, autor de Rudimenti jure naturae et gentibus y de Fasti Novi Orbi.
Tras dura contienda con los franciscanos, el Deán es elegido Rector por el claustro de egresados y se dedica a actualizar el colegio Monserrat. Funda la cátedra de física y la de matemática. Entroniza, en cierto modo, a la diosa Razón. Ahora la cuestión ya no se centra en la perdición del alma sino en la curiosidad del saber. La ciencia no se rige por el derecho canónico. El razonamiento disputa con la ciega credulidad y no acepta la obediencia a las jerarquías impuestas. En 1819, entregado a la organización del estado, propuso que los diputados fueran representativos de sus pueblos, o sea, elegidos entre ”ciudadanos sin fuero que alegar”. Sostuvo el voto popular y la libertad de prensa. Desde entonces, quedó para siempre consensuado que el único freno del pensamiento escrito “ha de ser la misma prensa”.
Ciudadano de América, amplió el concepto de patria a todo el continente. Sarmiento lo supone anclado en el siglo de oro de la revolución porque persistió en un visión continental justo en el momento en que se estaban organizando las naciones. Ciertamente, Sarmiento es un profundo intérprete de la realidad. Sus análisis, al contrario de sus opciones, suelen ser certeros. En efecto, “la primera patria”, como decía el gaucho Chano de Bartolomé Hidalgo[5], era heroica como luego dirán los románticos, pero era, sobre todo, continentalista. El gaucho denuncia desunión, corrupción e injusticia. El pobre es explotado, la mujer es degradada: el pueblo es una “tropilla de pobres” que metida en un rincón “canta al son de la miseria”. La relación , cuyo tema central es el llamado a la unión entre porteños y provincianos, concluye con un ruego: “Americanos, unión,/ os lo pide humildemente/ un gaucho con ronca voz/ que no espera de la patria/ ni premio ni galardón,/ pues desprecea la riqueza/ porque no tiene ambición”.
Las relaciones de Hidalgo aparecieron en la Lira Argentina. Esta colección de poesías patrióticas fue impresa en París en 1824 y contenía las principales obras en verso publicadas desde 1810. Su compilador, Ramón Díaz, mantuvo modestamente el anonimato hasta que Juan María Gutiérrez lo reveló en una breve nota necrológica de 1860. Su compilación, pensaba, no era una antología puesto que no era un literato, era sólo un acto patriótico[6]. Esos poemas patrióticos, en realidad cantos de guerra, presentan a América como vasto escenario de pueblos unidos, habitantes de un Nuevo Mundo, enfrentado a un viejo mundo decadente, al que designan indistintamente como América o Colombia. Los protagonistas de la epopeya se presentan a sí mismos como “sudamericanos”, “americanos”, “colombianos” o “indianos”: “mirar los hijos de Colombia clara”, “por vengar a los hijos de Columbia”, “el indo continente”, “el suelo indiano”, “el indiano continente”, “la indiana gente”.Por supuesto, también aparece el gentilicio argentino, pero como en el Himno, generalmente designa “porteño”.
El fraile Castañeda, en “Canción de la gaucha de Luján a Pío VII”, encara al Sumo Pontífice para que no se deje engañar y no apoye la posible venida de una armada rusa a conquistar el Plata. Lo incita a no ceder a las ambiciones ultramarinas. “Libre ya nuestra tierra se presenta” y, por lo tanto, está en condiciones de defender al Papa de quienes le quisieren atacar: “os librarán del Sur los campeones”. Le advierte que su reino “no es de este mundo” y que su primado espiritual “en Colombia tener debe su fuerte”. Los colombianos no permitirán que los tiranos “de la tiara os roben los diamantes”: “Buenos Aires será sede romana/ la nueva Roma o nuevo Vaticano,/ y los reinos peruano y mejicano/ serán tu gran familia americana”. Los gobiernos de Europa se niegan a aceptar que en América concluyó la era de las monarquías: “Colombia da la norma/ con sus ejemplos y sus documentos”. Separada de España, no de Roma, Colombia “implora ya el diploma/ de sucesor de Pedro”. Sabemos que los papas se declararon contrarios a la independencia. Por eso el fraile lo hace responsable ”de la ruina/ que tu olvido ocasione en todo/ cuanto/ pertenece a la fe y a la doctrina”.
Ese acendrado americanismo es objeto del sarcasmo sarmientino. El autor de Recuerdos de Provincia ya está empeñado, instalado en la hegemónica línea rivadaviana, en la creación de un estado nacional segregado de la patria continental.
Al Deán Funes, ese anacronismo le costó prisión, abandono, pobreza. Sarmiento lo supone entregado al desánimo y el resentimiento. Por eso, postula, fue que aceptó ser agente caracterizado de Bolívar en la Argentina. Así fue como en la historia escrita por los historiadores de la patria chica, cargó para siempre con una latente acusación de traidor[7]. Irónicas alusiones, confusa esgrima de documentos, dictaminan contra el deán en la historia argentina. Escrita para cohonestar los “intereses mercantiles” del puerto de Buenos Aires, lo sumió en la sospecha y el olvido.
2.- Historia porteña
Pasamos ahora a revisar el extraño revisionismo del historiador cordobés J. Francisco V. Silva en el libro titulado El Libertador Bolívar y el Deán Funes en la política argentina (Revisión de la Historia Argentina). La obra, publicada en Madrid, no tiene registro de fecha, pero es parte de una colección dirigida por el poeta modernista y gran bolivariano Rufino Blanco Fombona que falleció en Buenos Aires en 1944.
Silva postula como motor secreto de nuestra historia la política porteña de crear la anarquía y la división para dominar. Para ello hacía falta perder el Alto Perú y la Banda Oriental. Esto generó el odio de las provincias al puerto de Buenos Aires. Desde allí se fragua, no sin cierta lógica, el antibolivarismo de los historiadores canónicos identificados con esa política. Silva señala especialmente a Mitre y a Ramos Mejía.
Ante la desnacionalización fogoneada por los historiadores porteños, se propone bregar por un “contenido justo” y adhiere al “pan-hispanismo” de Rufino Blanco Fombona ante las maniobras de los “llamados intelectuales y la barbarie adinerada de la Argentina para seguir manejando mal la enseñanza”. Esta revisión, aclara, no se dirige a sustituir el “criterio del puerto de Buenos por el de la ciudad de Córdoba del Tucumán, o de La Rioja”. No se trata de cambiar solo de punto en una circunferencia descentrada. Es preciso coincidir en un centro común, es imprescindible partir de una “Argentina unida en el espíritu y la tradición”: “aprenderlo todo y donde sea, de vivir su historia, de sentirla con emoción, de enorgullecerse de su origen, de sus indios, y de su civilización española”.[8]
Silva se propone un libro de rectificaciones, de rastreos en pos de una historia verdadera. Reniega por lo tanto de cualquier afinidad con lo publicado por los historiadores del puerto. Artigas[9], el Deán Funes, Alberdi, San Martín, que nunca se prestaron a servir al puerto de Buenos Aires, son las víctimas de construcciones discursivas que simulan admirarlos. Por eso postula revisar la historia argentina.
Si nos limitamos al lapso comprendido entre 1825 y 1828 cuando los políticos de Buenos Aires abandonan el Alto Perú, advertimos que no podían volver porque eran rechazados por esos pueblos a causa de las torpezas y agravios que habían desatado sobre la población. Bolívar pide al Deán Funes que gestione la reunión con las provincias escindidas,  El Deán responde que la empresa “era ardua” en una “república vacilante”. Ante las amenazas e invasiones del Imperio de Brasil los bolivaristas argentinos consideran que sólo el Libertador puede sustituir a San Martín. Eran bolivarianos el Deán Funes, Juan Martín de Pueyrredón, Tomás Guido, Manuel Dorrego, entre otros. Alvear le escribe a Bolívar después de la victoria de Ayacucho:”…padre de cinco naciones que venís desde las bocas del Orinoco de victoria en victoria, conduciendo el Iris de la libertad hasta sellar la total independencia del Nuevo Mundo”[10].
Ante la victoria de Ayacucho (20/01/1825), el pueblo de Buenos Aires celebra el triunfo como suyo puesto que se lograba la independencia definitiva y terminaban los temores del dominio español en Sudamérica. El pueblo se echó a la calle lleno de gozo, paseó entre antorchas y carros de triunfo el retrato de Bolívar. Las fiestas duraron un mes. Sin embargo, el bando rivadaviano que gobernaba Buenos Aires, no consideraba a Ayacucho como un gran triunfo. Por eso recién acepta celebrarlo de 12 de febrero. La victoria permite que las desunidas provincias se reúnan en un Congreso e Inglaterra reconoce la independencia y soberanía argentina.
El jefe visible del partido bolivariano era, sin dudas, el Deán Funes. De él dijo Dorrego: “es el primer defensor de nuestras libertades y el más entusiasta admirador del incomparable mérito del Libertador”. Sarmiento, en Recuerdos de Provincia, no sólo le atribuye incomprensión hacia la nueva política, sino que le cuelga el estigma de “agente caracterizado de Bolívar” que acepta un deanato de Charcas sustraído de la circunscripción de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Según Silva, en la separación del Alto Perú, no había animosidad entre las naciones, ni del Libertador a la Argentina “donde un gran partido lo aclamaba”, “ni pretensiones inconsideradas del Libertador”, ni decadencia de Funes: “Lo que había era una funesta política porteña, que aún no quiere confesar su fracaso de un siglo”. Bolívar se manifiesta a favor de Argentina en su conflicto con Brasil y los bolivaristas argentinos como Alvear, Necochea, Dorrego, Díaz Vélez, requieren: “La espada del vencedor de Carabobo y brazo fuerte de Ayacucho deben ponerse al frente de la lucha en que la República está empeñada”. Se trataba de contener al agresor imperial.
Silva postula que el bolivarismo nació en la ciudad de Córdoba como expresión del interior y de la Argentina que “quiso sacudir el yugo del monopolio porteño intentando la unión de todos los pueblos del Virreinato”. En ese sentido, es importante la acción del gobernador Juan Bautista Bustos y la reacción ante la Constitución unitaria de de 1826.
3.- Córdoba y Bolívar
Cuando el 4 de marzo de 1826 el Poder Ejecutivo Nacional, Rivadavia, declara capital de todas las provincias a la ciudad de Buenos Aires, el parlamento cordobés desconoce esa decisión “por considerarla destructora de la asociación que religiosa y fielmente es obligado a observar”. El 15 de abril, Rivadavia sancionó otra ley en que se reservaba el derecho de remover solo él, a los diputados constituyentes. La Sala de Córdoba, ante el peligro de que removieran sus diputados, rechaza la ley del 15 de abril “en obsequio de la justicia, dignidad y libertad de la Provincia de Córdoba; en odio a la anarquía y amor al buen orden” y por lo tanto “queda hábil para elegir y remover sus diputados a su prudente arbitrio”. Como algunos diputados por Córdoba, prescindiendo de las instrucciones y presionados por su estadía en Buenos Aires, votaron la capitalización y el privilegio para remover congresales, la Sala procedió a destituirlos. Los diputados cordobeses que se retiran del Congreso en 1826 quedan varados en Buenos Aires sin recursos y hostigados: “no contaban con más recursos de subsistencia que los que les podían suministrar sus relaciones y mérito personal”[11]. El 2 de octubre la Sala, que sospechaba la agresión inminente del gobierno central, dispone el estado de guerra y recurre a la participación y protección de Simón Bolívar. Ratifica su decisión de remover sus diputados y quedar fuera del Congreso. En en art.3° se dispone: “La Provincia de Córdoba empeñada en sostener su libertad y proteger la oprimida en las demás provincias, ordena al Poder Ejecutivo que levante las tropas que crea necesario”. En el.4° ordena al P.E. que “se ponga de acuerdo con el Libertador Simón Bolívar o la república que trae su nombre, remitiendo al efecto un enviado para hacer el tratado”. En el.5°, ofrece su cooperación “a la guerra contra el Emperador del Brasil, a la defensa, seguridad, integridad e independencia del territorio de la Nación y sobrellevará gustosa cuanto sacrificio demandaren las necesidades de la Patria y la felicidad pública del Estado”. En el 6°, por fin, la Provincia de Córdoba protesta a “todos los estados nuevos del continente, su más cordial fraternidad, alianza y protección a su recíproco comercio, y AFIANZA A TODOS LOS DERECHOS DEL HOMBRE PUESTO EN SOCIEDAD”.
El antibolivarismo, por su parte, se fundó en dos presupuestos. En primer lugar, dejó instaurado que Bolívar era el único responsable de la retirada de San Martín del Perú con todas sus consecuencias. En realidad , según Silva, San Martín renunció porque el gobierno de Buenos Aires abandonó la línea continentalista por una política anárquica destinada dominar las provincias. En segundo lugar, hicieron a Bolívar único responsable de la separación del Alto Perú y la segregación de la unidad política de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Lo cierto es que todo fue resultado del fracaso militar de las expediciones de 1810. En consecuencia, los realistas siguieron dominando hasta la llegada del ejército de Bolívar. Fue, más bien, el resultado de la ineptitud de los gobiernos de Buenos Aires impopulares en el Alto Perú y porque desencadenaban descontento y anarquía en el resto de las Provincias. Silva aclara que la designación disfórica de ”puerto de Buenos Aires” no implica tono despectivo. Es su nombre tradicional. No significa “colector extranjerizante” sino “espíritu mercantil”.
4.- Las cartas del Deán Funes
Hacia 1824 el Deán Funes se ve obligado por una ley a renunciar a la ciudadanía argentina para poder desempeñarse como diplomático bolivariano. Considera que es un “débil escollo” esta renuncia: “No crea VE. que esta resolución fuese para mí un gran sacrificio. Volver a un Estado ingrato lo que uno le debe y buscar otro más justo y generoso, es un sentimiento que inspira la razón” (12/07/1824). ¿Era menos o más argentino? En ese momento la idea de Patria es un concepto amplio en la mente de todos los próceres de América. No sabían de localismo. Se mantenía vivo el sentimiento de “patria continental”.
Pero ser agente diplomático de Colombia no lo liberó al Deán de la miseria. Es cierto que recibió ciertas sumas y le ofrecieron una combinación de deanatos. Opta por una pensión vitalicia. Era un acto de rebelión contra la hipócrita política porteña: “Se compensan así las ingratitudes de aquel (Estado) en que nací y a quien especialmente he servido”(26/12/1825).
Con inteligente mirada, descubre cómo el Puerto conspiraba con Inglaterra para que esta ocupara la Banda Oriental. Hay cartas del Deán a Bolívar (26/10 y 10/11/1825) y a Sucre (10/11/1826). Informa sobre el Tratado García que fue inspirado por el ministro inglés y provocó la caída de Rivadavia, gran sustentador y también víctima de las intrigas británicas.
Bolívar desaprueba a Sucre cuando convoca a la asamblea constituyente de Bolivia. Considera al decreto “impremeditado y ofensivo a los derechos del Río de la Plata”. En realidad, después de las campañas de Belgrano, Buenos Aires había olvidado al Alto Perú. El Puerto de Buenos Aires ya ha desencadenado el odio en las provincias por el injusto monopolio político. Casimiro Olañeta, discípulo del Deán Funes en Córdoba, escribió a Bolívar: “Buenos Aires hace mucho tiempo murió para la gran causa de América: con Buenos Aires nosotros nada queremos, nada”.
Groussac desde un discurso histórico canónico, de marcado racismo y regulado desde Buenos Aires, sostendrá que la provincia de Charcas era “étnicamente peruana” aunque “políticamente platense”. Por lo tanto, ofrecía al Libertador una “ocasión única para crear - ex nihilo, una república; fue padre, padrino y tutor de un nuevo estado”. Se refería así sarcásticamente al nombre con que bautizó Sucre al nuevo estado: “…estas Provincias Unidas soportaron sin dolor la amputación de este miembro adventicio” Buenos Aires había abandonado esas provincias, pero Sucre intervino enérgicamente cuando Brasil ocupó Chiquitos.
La falta de un tratado argentinocolombiano, gracias a la política antibolivariana de Buenos Aires, impidió la reconquista del antiguo virreinato. Claro que, de por medio, hubo una carta de Canning a Bolívar. El imperio, como en su tiempo la antigua Roma y hoy los EEUU, imponía terror a los pueblos. En carta al Libertador, el Deán Funes advierte sobre la funesta política de Inglaterra: “Por último yo no puedo ocultar a VE que me humilla demasiado tanto sometimiento al Gabinete británico. El nos ha favorecido con el reconocimiento de nuestra independencia; pero no ha buscado en esto más nuestro beneficio que el suyo propio”(26/08/1825).
Dorrego escribe a Bolívar sobre la precariedad de medios para enfrentar al imperio brasileño. Todos conocen esa situación y “todos claman porque VE se ponga al frente de la guerra por medio de una alianza americana”. Es lo que piensan todos, declara, “exceptuando el círculo pequeño ministerial”. Los ministeriales (rivadavianos) llegan “al término de comprar la libertad y la independencia de la Banda Oriental por algunos millones”. Pero la cuestión es “expeler” del suelo americano al “último déspota que lo está infamando”. Queda claramente marcada la contradicción que reúne a todos: se trata de una lucha de la república contra el despotismo. En América, no hay lugar para la monarquía. Por eso el Deán Funes celebrará el triunfo de Ituzaingó y alaba a Alvear. Considera que ha sido castigada la insolencia de Brasil que al ocupar una provincia y un puerto “puede gloriarse que nos tiene bajo su llave”.
Ante la protesta del interior y el estado anárquico, el Deán piensa que las provincias se inclinarán por Bolívar: “Si el Congreso se resiste a admitir a los nuevos diputados que se elijan, acaso las Provincias se separarán del Congreso y se echarán en brazos de V.E. La primera de todas será Córdoba, porque es la que hace más frente y por lo mismo la más aborrecida”(26/05/1826).
Ya hemos revisado lo que decretó la provincia de Córdoba para sostener los pueblos oprimidos y sostener sus libertades. Entre los “imperiales”(Brasil) y los “ministeriales” (Rivadavia), el Deán se declaraba partidario de la Asamblea de Panamá.
En 1827, el Congreso comisionó al Dr. Juan Ignacio Gorriti para que gestionara la consideración y aprobación por la Provincia de Córdoba de la Constitución unitaria que había sancionado. Se realizó una asamblea legislativa para escucharlo. La alocución de Gorriti fue destinada a exaltar la sabiduría y liberalidad de la Constitución. En la asamblea se respiraba un ambiente hostil. Bulnes, presidente de la Sala, refuta a Gorriti y contesta que Córdoba ya se había pronunciado por el sistema federal y que los sofismas de Gorriti no harían aceptar una constitución unitaria. El Comisionado, sin posibilidades hacer
comprender la autoridad del Congreso General Constituyente, pasó un trago amargo y tuvo que abandonar la provincia que, en un breve decreto, se desliga del Pacto Nacional y no entra en el examen de la Constitución sancionada por el Congreso. El art. 3° expulsa directamente Dr. Juan Ignacio Gorriti: “Devuélvase la expresada constitución y comuníquese al Superior Gobierno de la Provincia para que mandándole expedir el correspondiente pasaporte, le intime su regreso en el término de cuarenta y ocho horas”[12].
5.- El viejo Deán
Silva escribe su libro como tributo al centenario de la conferencia realizada en Córdoba entre San Martín y Juan Martín de Pueyrredón director supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Le otorga a ese encuentro una importancia suprema para el destino continental. Denomina a Buenos Aires “capital del momento” y a Córdoba “capital de la historia”. Ello implicaba una contradicción entre el espíritu público y el espíritu mercantil. Por eso fue la provincia más aborrecida por los porteños, lugar de gente bullanguera y díscola. Lo aprendió en carne propia el Gral. Paz cuando los paisanos de la campaña no pudieron ser dominados y, al fin, terminaron boleándole el caballo junto a las ambiciones de dominio porteñas.
En consecuencia Córdoba entrega a la patria no un héroe militar sino un héroe civil que procuró bienes, salud y prestigio a la patria de la que fue su primer historiador. Como es nuestro hábito, elegimos palabras de Sarmiento para cerrar esta semblanza: “El virrey Abascal le había quitado toda su fortuna, la catedral de Córdoba renegado de su Deán, y el que durante tantos años había sido la gloria de sus letras, la joya de su coro y el árbitro del destino de tantos hombres desde 1809 en adelante, tuvo para vivir la necesidad de vender uno a uno los libros de su biblioteca, deshacerse de su Enciclopedia Francesa, tan estimada y rara entonces, desbaratar su colección de raros manuscritos, cambiando por pan para el cuerpo lo que había servido para alimentar su alma”[13].
En 1949, en el bicentenario de su natalicio, Córdoba imprimió frente a la urna que guarda los restos de Gregorio Funes una cita que reza: “Salvad en vuestra constitución, ante todas las cosas, al pobre: el Estado no tiene derecho sobre la miseria” (1814). El Deán Funes, pensador heterodoxo, hubiera entendido el nuevo “pacto social” que en la década del cuarenta del S.XX incorporó a los trabajadores, columna vertebral de la estructura básica de la nación, al parlamento. La Universidad Nacional de Córdoba, por su parte, transcribió este mensaje del ilustre Rector y Reformador de sus estudios: “Las luces de la razón y la religión, propagadas por la enseñanza pública deben tarde o temprano hacer la felicidad de los mandan y los que obedecen” (1813).
[1] WILDE [1960]
[2] SARMIENTO [1948, 99ss.]
[3] AYROLO [ 1999 ]
[4] SAAVEDRA [1972]
[5] HIDALGO [1950]
[6] LA LIRA ARGENTINA [1982]
[7] VEDIA Y MITRE [1954]
[8] SILVA, J. Francisco V., [1918?]
[9] SALGADO [1939]
[10] SILVA, cit. p. 125
[11] SANCHEZ [1928, VII-XVI]
[12] SANCHEZ [cit.p.XVI]
[13] SARMIENTO [1948]
Fuentes bibliográficas
ACADEMIA ARGENTINA DE LETRAS, 1982, La Lira Argentina o colección de piezas poéticas dadas a luz en Buenos Aires durante la guerra de la independencia, edición crítica, estudio y notas por Pedro Luis Barcia, Buenos Aires
AYROLO, Valentina, 1999, “Funes y su discurso de 1821″. En: ESTUDIOS, Revista del Centro de Estudios Avanzados, Escritos Políticos del Deán Gregorio Funes (1810-1811), Córdoba, Universidad Nacional de Córdoba
HIDALGO, Bartolomé, 1950, Cielitos y diálogos patrióticos, Buenos Aires, Ciorda & Rodríguez
SAAVEDRA, Carlos Gonzalo de, 1972, El Deán Funes y la creación de Bolivia, La Paz, Editorial Los Amigos del Libro
SALGADO, José, 1939, El Deán Funes, Buenos Aires, Librería y Casa Editora de Jesús Menéndez
SANCHEZ, Nazario F., 1928, Hombres y episodios de Córdoba, Córdoba, Casa Editora Imprenta “Pereyra”
SARMIENTO, Domingo Faustino, 1948, Obras Completas III, (Mi defensa. Recuerdos de Provincia. Necrologías y Biografías), Buenos Aires, Editorial Luz del Día
SILVA, J. Francisco V., [1918?], El libertador Bolívar y el Deán Funes en la Política Argentina (Revisión de la Historia Argentina), Madrid, Editorial-América, bajo la dirección de Don Rufino Blanco Fombona
VEDIA Y MITRE, Mariano de, 1954, El Deán Funes, Buenos Aires, Editorial Guillermo Kraft Limitada
WILDE, José Antonio, 1960, Buenos Aires desde 70 años atrás (1810-1880), Buenos Aires, Eudeba


Jorge Torres Roggero
[Texto gentileza Roberto Ferrero, Néstor Gorojovsky y la Lista Reconquista Popular]

fuente: Agenda de Reflexión

miércoles, 28 de noviembre de 2012

LOS MEDIOS DISPUTAN EL PODER EN LATINOAMERICA

 

 

por Diego M. Vidal


Con los grandes grupos de comunicación construidos en dictaduras y fortalecidos bajo el influjo neoliberal de los ’90, Latinoamérica vive un clima de confrontación con estos poderes fácticos. Brasil, Chile, Ecuador, México y Venezuela son ejemplos de cómo las corporaciones económicas buscan suplir la voluntad popular con la planilla del rating.

Allende los Andes
El derrocamiento de Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973, fue precedido por una intensa campaña de difamación que preparó la escena para la asonada militar del Gral. Augusto Pinochet. El diario El Mercurio, propiedad del empresario Agustín Edwards, entonces vicepresidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), probó cuán eficiente puede ser la prensa a la hora de conspirar contra un gobierno que amenace sus intereses y los de sus socios.
El premio a tal nefasto servicio se mide hoy en los “22 periódicos que pertenecen a Edwards, con el apoyo del grupo Matte, que proporciona el papel, pero además posee 14 estaciones de radio en las principales ciudades del país y una agencia de noticias”, señala el periodista transandino Ernesto Carmona. El otro importante diario de circulación nacional pertenece al banquero Álvaro Saieh, del Consorcio Periodístico de Chile S.A. (Copesa), quien además de poseer cadenas de supermercados, hoteles y bancos, es también propietario de los medios “La Tercera, La Cuarta, Qué Pasa, Paula, Pulso, La Hora, El Diario de Concepción, el Grupo Dial, las radioemisoras Duna 89.7, Paula FM 106.9, Carolina 98.3, Beethoven 96.5, Zero 97.7 y Radio Disney 104”, detalla Carmona y agrega otras cifras demostrativas de los cruces entre rubros bien disímiles con la función de informar: el 67% del Canal 13, de la Universidad Católica, pertenece al grupo Luksic, el más poderoso del país merced a su rama en la minería del cobre explotada con ventajas tributarias únicas de Chile. El grupo Bethia (Falabella) concretó en 2012 la adquisición de Megavisión Canal 9”. Por si fuera poco el control que sobre la información ejercen las ricas minorías chilenas, el desembarco extranjero encontró en el propio presidente Sebastián Piñera un facilitador de lujo. “Piñera”, cuenta Ernesto Carmona, “vendió su estación Chilevisión a Turner Broadcasting System, una compañía más del mega grupo AOL-Times Warner-CNN de Estados Unidos”.
La cobertura periodística de las multitudinarias protestas estudiantiles que ocuparon las calles de Santiago y las principales regiones chilenas desde principios del 2011, desnudaron el papel connivente de los órganos de prensa con la derecha gobernante. Fueron los mismos estudiantes quienes encararon a movileros y cronistas para reclamarles por priorizar la difusión de imágenes con disturbios al informar sobre las marchas.
Las 8 familias de Ecuador
 Rafael Correa impulsa una Ley Orgánica de Comunicación, que está establecida por la Constitución de 2008 pero aún no se ha podido poner en vigencia. Cuando el mandatario ecuatoriano intentó ponerle límites a los bancos se encontró con una furiosa oposición lanzada desde la prensa, controlada por las mismas entidades financieras que a su vez son parte de una telaraña empresaria que atraviesa las principales actividades económicas del país. En un trabajo de la Comisión para la Auditoría de Frecuencias de Radio y Televisión del 2008-2009, quedó en evidencia que el control sobre los medios de comunicación en Ecuador estaba en manos de 8 familias: Vivanco, Eljuri, Pérez, Alvarado Roca, Mantilla, Egas, Martínez y Mantilla-Anderson. Entre ellas, los nexos filiales se confunden con los comerciales y así, como en una matrioska rusa, detrás de radios, canales de televisión de aire y cable, proveedores de servicios de internet, más los principales periódicos, aparecen compañías de turismo, agrícolas, firmas bancarias, industrias alimenticias, estudios jurídicos y shoppings. Vínculos que según sus dueños no afectan al periodismo pero los hechos demuestran lo contrario. La prueba está en cómo se informaron los hechos que convirtieron el intento de derrocamiento de Correa y su magnicidio, en el 2010, en una simple sublevación policial por reclamos gremiales. En el contexto de la campaña electoral por su reelección, el mandatario ha renovado la disputa por el cumplimiento de la norma que regule la propiedad de los medios de comunicación y esta vez cuenta con el respaldo de la consulta popular que la aprobó el 7 de mayo del 2011.
O ’Globo o mais grande
La Red Globo es hoy el mayor grupo de comunicación de Suramérica (posee 340 canales de comunicación en todo Brasil) y está entre los cinco más importantes del mundo; su origen y crecimiento se remonta a los tiempos de la dictadura militar. Globo mostró su capacidad de manipulación en plena democracia al moldear, sostener e implantar al neoliberal Collor de Melo como Jefe de Estado y luego participó abiertamente en su destitución.
Con Folha de Sao Paulo, Jornal do Brasil y Estado de Sao Paulo, las revistas Veja, Isto É y Época se reparten el mercado comunicacional y casi sin fisuras coinciden editorialmente a la hora de atacar tanto a Lula como a su sucesora Dilma Rousseff. Ejemplo claro de esa estrategia ha sido la amplificación, durante los comicios estaduales de octubre pasado, del bautizado por ellos “El juicio del siglo”, en el que se condenó a funcionarios de Da Silva por la causa del mensalão o compra de votos en el parlamento. El intento por ligar al Partido de los Trabajadores (PT) con la corrupción y así minar las posibilidades de triunfo de sus candidatos, fracasó al alzarse el PT con gobernaciones y municipios clave como San Pablo.
Televisa en problemas
La mayor productora televisiva de habla hispana del mundo pasa por uno de los momentos más difíciles de su historia. Aquel que se remonta a los tiempos en que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) gobernaba México de manera absoluta e imbatible. Emilio Azcárraga Milmo, su fundador, se jactaba públicamente de ser un “soldado del PRI”. Pero la identificación partidaria no le impidió avanzar en la monopolización de la comunicación. Según Jenaro Villamil, autor de Si yo fuera presidente. El reality show de Peña Nieto, “en el sexenio de (Felipe) Calderón, Televisa termina como la cadena que tiene el 70% de la publicidad en televisión; más del 52% de la publicidad general de todos los medios; el 65% de las concesiones de tv abierta; el 55% de los abonados en TV de cable, y el 80% en TV de satélite”. Junto a TV Azteca controlan el espectro audiovisual e incluso comparten negocios de telefonía. Además de ser dueño del principal estadio y de dos equipos de fútbol (América y Necaxa), Televisa posee casinos y participa en la producción de medicamentos. Sin embargo, a pesar de que logró poner a otro presidente del PRI, Enrique Peña Nieto, la irrupción del movimiento juvenil #Yosoy 132 que surgió de las universidades privadas mexicanas, puso en jaque su posición dominante al ser cuestionada la injerencia que tuvo en la candidatura de Nieto y las maniobras para instalarlo en la opinión pública.
Chávez no se va
El caso venezolano siempre fue paradigmático, por la virulencia opositora de los grandes medios y la decisión de ir a fondo sobre los monopolios informativos de parte del gobierno bolivariano.
Modesto Emilio Guerrero, periodista venezolano y autor del libro Medios y Poder en Venezuela, asegura a Miradas al Sur que tras el golpe de Estado en abril del 2002 el mapa de medios se modificó en la nación caribeña. “Sobre todo desde 2006, por tres razones”, precisa, “la primera, salió del aire RCTV porque no le renovaron la Licencia. Segunda, surgieron más 500 medios comunitarios, algunos con raíz social y fuerza política local, y tercera, comenzó a conformarse un real sistema de medios públicos estatales de por lo menos 15 medios, con 5 televisoras estatales, 3 diarios y 7 redes de emisoras radiales. Lo nuevo, lo más dinámico son los comunitarios y algunos medios públicos. Ejemplos de ello, son Aporrea, que actualmente registra más de un millón 180 mil lecturas cada 30 días, y el diario Ciudad Ccs, que en menos de dos años pasó de 40.000 ejemplares a 140.000; hoy es el más leído de Caracas”.
Tal vez convencido de la imbatibilidad de Hugo Chávez, el Grupo Cisneros, que con Venevisión a la cabeza pasó de ser la principal trinchera antichavista a la mesura en la confrontación. Como si hubiera una tregua pactada con Miraflores. “Efectivamente”, afirma Guerrero, “Cisneros negoció en persona con Chávez un pacto de no agresión en 2004. Ejerce su derecho a hacer antichavismo, pero moderó sus formas groseras, ya no publican graph o declaraciones de señoras llamando a asesinar al Presidente, o pidiéndole a Dios que se lo lleve. Esa tarea la continuó Globovisión (del grupo Zuloaga), pero también ha debido cuidarse por las docenas de demandas y juicios reiterados de Comités de usuarios de TV y del Estado. El acuerdo con Cisneros fue favorable al gobierno. Cisneros corría el riesgo de perder jugosos negocios comerciales desde Estados Unidos.”



            Miradas al Sur

Perón y el Che: patriotas de la causa latinoamericana


La memoria popular no se distrae. Contiene en su seno el cariño, el dolor (que no es lo mismo que el odio) y la justicia de una historia que nos han tratado de ocultar en los grandes relatos oficiales. La perseverancia del pueblo a veces pasa desapercibida para los autoproclamados grandes pensadores de las academias, quienes  tratan de enterrar históricamente a algunos personajes que les resultan incómodos. A veces, esa tarea se les hace imposible y ante algunos hombres tan grandes que sus sombras diminutas no pueden tapar, eligen otra estrategia y apuestan a tergiversarlos, deformarlos, convertirlos en monstruos indecibles o inofensivas marionetas.

Los aniversarios son excusas, pero también son símbolos de lo que recordamos y para qué. La historia oficial sigue haciendo de las suyas y ante un nuevo Octubre y un nuevo recuerdo tanto del nacimiento de Juan Domingo Perón como del asesinato de Ernesto “Che” Guevara, traza sus desesperados esfuerzos por despreciar ambas figuras, que le resultaron inocultables. Así, a pocos días nomás de nuevos aniversarios, una de esas plumas cargada de tesón antipopular, dio cátedra de tan viles artimañas haciendo una comparación maledicente en un diario centenario.

Dice que ya no recordamos a Perón, o que no queremos hacerlo, porque fue un personaje conservador del que hoy en día rehúye el campo nacional y popular. Dice que “la cotización de Perón está en baja”, como si simples metáforas economicistas de otros tiempos menos venturosos pudieran dar cuenta de los avatares de la memoria y la historia popular. Dice eso porque quiere ocultar que Perón fue el líder de un gran movimiento nacional, que supo representar la voluntad de un pueblo oprimido que no había cesado de pelear por su liberación. Como líder de un frente policlasista, su accionar estuvo plagado de fuertes contradicciones, pero el rol que cumplió en nuestra historia no puede ser obviado. Odiado por izquierdas abstractas y derechas contundentes, marcó con su vida un trazo fundamental de las luchas populares y representó a la par de los trabajadores que le daban vida y carne a un proyecto, uno de los movimientos de liberación más potentes de nuestra América.

Pero la ilustre pluma colonial  no se queda ahí. Sopesando esta imagen de un Perón manipulador y maligno, contrapone a un Che que se le antoja reivindicable. Un Che voluntarista, aislado, alejado completamente de los procesos populares, un “joven trotamundos y hedonista, convertido en ascético revolucionario”, casi como si los rumbos que lo llevaron a combatir en una revolución hubiesen obedecido a los caprichos de un burgués aburrido. Otra tergiversación que oculta al verdadero hombre detrás del mito dulcificado. Ernesto Guevara, un muchacho que se abocó a conocer las realidades más profundas de su propio país y luego de los países hermanos de América Latina, que se comprometió con el proceso guatemalteco defendiendo al gobierno de Arbenz ante el ataque imperial luchando por una causa a la que consideraba propia, que supo comprender que el peronismo no era el enemigo que su círculo social le mostraba y hasta advirtió a su madre en 1954 los riesgos que corría la voluntad popular si derrocaban a Perón. Un militante que se consagró peleando por la revolución en Cuba, a la que entendió como parte de una misma lucha, de una misma tarea de liberación que recorría toda América Latina,  por la que continuó batallando hasta el fin de sus días.

No importa que nos los quieran ocultar, la historia no se distrae. Los aniversarios son excusas y símbolos a la vez. Por eso podemos recordar que un día de octubre (se lo suele conmemorar el 8, aunque probablemente haya sido el 7) de 1893 nacía Juan Domingo Perón y  74 años después era asesinado Ernesto Guevara en Bolivia. Tal vez son fechas nada más. Pero cada una contiene una parte importante de nuestras luchas, porque en estos hombres el sentir popular recuerda a dos antimperialistas, a dos luchadores por la liberación nacional, que a pesar de sus diferencias representan hoy un camino que continúa y sigue cabalgando en toda América Latina.

 Octubre 2012

fuente: Señales Populares

sábado, 24 de noviembre de 2012

MEDIOS, PODER Y POLÍTICA

por Adrián Corbella


La imagen del periodismo como Cuarto Poder, como fuerza encargada de vigilar el desempeño de los tres poderes en que clásicamente se dividen los Estados (al menos desde tiempos de la obra magna de Montesquieu, “El Espíritu de las Leyes”) es muy conocida. Se desarrolló en otros tiempos, cuando el gran temor de los hombres era el posible abuso de un Estado que aparecía como un monstruo todopoderoso y omnipresente.
Y esto fue así en tiempos en que los diarios, principales medios periodísticos durante muchísimas décadas, eran medios relativamente débiles, pequeños o medianos davides que luchaban con coraje contra enormes Goliaths estatales que parecían invencibles.
Esto fue así durante mucho tiempo … pero ya no lo es …
Hoy los diarios son una gota de agua en el mar. Quedan pocas de esas pequeñas y medianas empresas periodísticas. Los medios se han extendido y fusionado. Hay grandes conglomerados multimediáticos, monopólicos u oligopólicos, que controlan diarios, revistas, editoriales, imprentas, canales de TV, radios, empresas proveedoras de TV por cable y de señales de banda ancha de Internet, fábricas de papel para diarios, productoras de contenidos televisivos, institutos que dictan cursos de capacitación para periodistas, docentes, abogados … jueces …
Son grandes grupos multimediáticos que a veces pertenecen o están asociados a bancos, a consultoras, a corporaciones de todo tipo. Son actores económicos que juegan en las Ligas Mayores, que tienen mucho más poder que muchos gobiernos y cuya dirección no está sometida al control periódico del voto popular.
Estos grupos fijan agenda, construyen sentido común a su antojo, naturalizan visiones que no son objetivas y lógicas sino profundamente ideológicas, ensalzan o denostan a figuras de la política, la cultura, el espectáculo…
En países donde los gobiernos se amoldan a los intereses de estos grupos, se establece un lazo indisoluble, tan profundo que es difícil definir si los medios trabajan para los gobiernos o si, por el contrario, no es al revés : si no son los gobiernos los que se transforman en representantes de estos grupos mediáticos. Estos grupos a su vez, merced a su asociación con encuestadoras de opinión, consultoras financieras internacionales y empresas medidoras de rating tienen un poder muy concreto frente a cada acto electoral democrático, por su capacidad de llegada hacia la población.
En países donde los gobiernos se atreven a afectar intereses de estos grupos, la lucha se hace salvaje . Los grupos mediáticos se erigen en fuerzas políticas opositoras que actúan desde las sombras, y mueven las piezas de un ajedrez que incluye a políticos neoliberales, intelectuales, periodistas y corporaciones varias. Este último fenómeno, tan común en la América Latina del siglo XXI, se da en todo lugar en el que los gobiernos no acatan la férrea dirección político-ideológica de las corporaciones
En una entrevista realizada por el responsable de Wikileaks, Julian Assange, el presidente ecuatoriano Rafael Correa declaró con absoluta claridad :
“ Usted ha manifestado su temor de que el poder estatal limite la libertad de expresión. Eso ya casi no existe en América Latina. Son idealizaciones, son mitos. Por favor entiéndase que aquí el poder mediático era, y probablemente es, mucho mayor que el poder político. De hecho normalmente tiene poder político en función de sus intereses, poder económico, poder social y, sobretodo, el poder informativo. Han sido los grandes electores, han sido los grandes legisladores, los grandes juzgadores, aquellos que han puesto la agenda mediática, han sometido gobiernos, presidentes, cortes de justicia … Saquémonos esa idea de ‘pobres y valientes periodistas, angelicales medios de comunicación tratando de decir la verdad’, y tiranos, autócratas, dictadores, tratando de evitar aquello… No es verdad … ¡Es al revés! … Los gobiernos que tratamos de hacer algo por las grandes mayorías somos perseguidos por periodistas que creen que por tener un tintero o un micrófono pueden desahogar hasta sus desafectos, porque muchas veces es hasta por antipatía que se pasan injuriando, calumniando, etc. Medios de comunicación dedicados a defender intereses privados… Por favor que entienda esto el mundo, lo que pasa en América Latina . Cuando yo llegué al gobierno había siete canales de televisión nacionales, no había televisión pública. Todos privados. Cinco pertenecían a banqueros . Se imagina usted si yo quería hacer una medida contra la banca para evitar la crisis y los abusos que están sucediendo en Europa, particularmente en España. Tenía una campaña despiadada a nivel de televisión, para defender los intereses de sus dueños, los propietarios de esta cadena de televisión que eran los banqueros. Que no nos engañemos, saquémonos esas falsedades y estereotipos de gobiernos malvados persiguiendo angelicales y valientes periodistas y medios de comunicación. Frecuentemente es al revés Julian. Esta gente disfrazada de periodistas, trata de hacer política, desestabilizar a nuestros gobiernos, para evitar cualquier cambio en esta región, y perder el poder que siempre han ostentado.” (1)
Pero estos grupos económicos que tan bien describe Correa no las tienen todas a su favor, ya que internet le da a ellos un poder de penetración antes impensado, pero genera, a la vez, la posibilidad de que todo el mundo pueda expresarse, opinar, escribir, criticar, con mucha libertad a través de instrumentos como los blogs, facebook, twitter, you tube… (2)
Algunos especialistas en cuestiones mediáticas, como el español Ignacio Ramonet, plantean la necesidad de un Quinto Poder (3), vinculado a estas y otras formas de comunicación popular, cuya función será suplir el espacio que el Cuarto Poder (convertido casi en el Primero) ha dejado vacante. Con distintos aspectos de esta lucha, profundamente cultural, ideológica, política, se vinculan los intentos de instaurar mecanismos de censura en la red (4), por un lado, y fenómenos como el movimiento del software libre o el pensamiento hacker, por el otro (5).
Las corporaciones multimediáticas evidentemente ya no son el Cuarto Poder. Son actores político-económicos de primera categoría. Son jugadores muy poderosos que no están limitados por las trabas jurídicas que generalmente acotan el accionar de los gobiernos ; pueden incluso darse el lujo de acusar a todo aquel que quiera regularlos de afectar la “libertad de prensa” y atentar contra la democracia. Son actores cuyos directivos, que generalmente permanecen en las sombras, no se someten nunca al voto popular y no son criticados por ostentar durante décadas el poder. Son una amenaza a las libertades individuales de las personas mucho mayor que la de cualquier gobierno medianamente democrático … En realidad, casi ningún gobierno tiene tanto poder como ellos…
América Latina está siendo un protagonista fundamental de este fenómeno, que ha adquirido una perturbadora desnudez en algunos países. Esto se da en aquellos estados en los que grupos mediáticos se han transformado en ejes desembozados de coaliciones políticas opositoras que han pasado a cumplir tareas desestabilizantes, y a veces simplemente golpistas, a cara descubierta (6).
Venezuela, Ecuador, Bolivia y Argentina son buenos ejemplos de este proceso. El fenómeno es tan atípico que en Argentina, donde en 2009 se aprobó una Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual -alabada por Frank La Rue, Relator de Libertad de expresión de la ONU (7)- con los votos del oficialismo y parte de la oposición, no se logra su aplicación plena. No se lo logra a dos años y medio de la aprobación de la ley, y a medio año de la reelección del gobierno que impulsó la ley por mayoría absoluta (54%, casi 12 millones de votos) , debido a la enorme influencia que estos grupos multimediáticos conservan dentro de algunas fuerzas políticas “opositoras” y en sectores de la corporación judicial.
Y se da la paradoja de que la prensa “independiente”, “profesional”, furiosamente opositora al gobierno argentino, trabaja con entera libertad y hace críticas durísimas y destempladas, mientras que el puñado de medios que comulgan con la cosmovisión del gobierno no sólo son denostados por el establishment periodístico sino que sufren salvajes agresiones de parte de manifestantes derechistas ultraopositores (8).
No en vano algunos intelectuales afines al kirchnerismo sostienen que el masivo apoyo de militantes jóvenes al gobierno argentino tiene una razón muy concreta : ven a las autoridades no como el poder, sino como un contrapoder. (9).
Y, como es lamentablemente habitual, la prensa que no está con el poder, con el verdadero poder, recibe agresiones (10)… la otra, que aunque se declare opositora es la que tiene detrás a los grupos de poder corporativo más fuertes de la sociedad, trabaja sin problemas …
En otros países de la región este proceso que vincula tan abiertamente a los medios y el poder real ha avanzado menos (Brasil, Uruguay)
Pero, incluso en aquellos países donde sigue teniendo plena salud la simbiosis gobiernos neoliberales-medios concentrados, la gente empieza a advertir el fenómeno, comienza a ver a los medios como un actor político decisivo … y claramente alineado.
En una nota realizada por periodistas de “La Jornada” de México, publicada en Argentina por el diario “Página 12” (11), los estudiantes y profesionales del movimiento #soyel132 no pueden ser más claros al respecto : acusan a los medios de manipular y controlar el sistema político mexicano …
Al respecto, por ejemplo, el artículo de Página 12 cita el testimonio de un tal Antonio, al que se presenta como ingeniero en electrónica y comunicaciones por el TEC de Monterrey, quien afirma :
“viviendo afuera me di cuenta de lo que realmente pasa, de cómo los medios manipulan la información […] estoy hasta el gorro de los gobiernos que hemos tenido y de que las televisoras descaradamente impongan candidatos”.
También es significativo el testimonio de Omar, estudiante de Ciencias Políticas en la Facultad de Estudios Superiores en Acatlán, UNAM, quien dice : “este despertar ha causado mucha empatía, porque busca democratizar a los medios y al país, pero también cambiar la forma de hacer política en México. Casi no veo televisión, prefiero los medios imparciales y literatura latinoamericana. Me informo por Twitter o Facebook.”, o el de Paula, de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, quien afirma “aunque no veo los canales de Televisa y TV Azteca, hay mucha gente que sólo tiene esa opción y no es justo que sólo les muestren la información que quieren. Somos pocos quienes nos informamos por Internet y por la redes sociales.”
El problema también aparece en otros continentes. En una entrevista concedida a “Página 12”, Erriko Finalis, miembro del Secretariado Ejecutivo de Syriza, coalición izquierdista griega que incluye a muchas fuerzas de izquierda y a los verdes, afirmó :
“Están usando a Grecia de conejillo de Indias de un experimento que si sale se aplicará en el resto de Europa. Los argumentos que usan se sostienen gracias a un bombardeo mediático que no tiene empacho en difundir mentiras. La idea de que los griegos trabajan mucho menos que los alemanes, o que los jubilados germanos están pagando por la jubilación anticipada de los griegos, es uno de los tantos mitos difundidos por los medios.”(12)
Como se ve, en muchos lugares los grupos mediáticos son vistos no como un baluarte de la sociedad frente a la arbitrariedad del poder (estatal), sino como actores principalísimos del juego de poder (estatal y corporativo) que domina a las sociedades ; incluso se los ve como eslabones de un mecanismo de opresión social …
En palabras de Gabriela Martínez, estudiante de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM de México, e integrante de #yosoy132 :
“me di cuenta de que estamos controlados, que vivimos como dentro del libro 1984, de George Orwell, en un mundo donde no nos permiten expresarnos libremente”
En el mundo de la globalización y de Internet, en el mundo donde las fronteras políticas caen y los grupos económicos de todo tipo se extienden como pulpos rapaces, el ominoso “Gran Hermano” ya no es necesariamente un actor político-gubernamental.
Evidentemente, cada vez resulta más claro para más gente que grupos económicos con el poder que hoy tienen las corporaciones multimediáticas son incompatibles con cualquier definición de democracia.
Adrián Corbella, 13 de junio de 2012.
NOTAS :
(1) : Entrevista al presidente ecuatoriano Rafael Correa realizada por Julian Assange : http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=pkWpUOf0oy0
(2) : En el caso argentino hay una proliferación de cibermilitancia kirchnerista que utiliza para difundir su mensaje opositor a los medios concentrados los más diversos medios : cientos de blogs, incontables twitteros y muchos grupos K en Facebook que reúnen miles de personas.
(4) : Como fue el caso del intento de la ley SOPA y diversas iniciativas de los europeos. Ver por ejemplo : http://www.guioteca.com/internet/sopa-el-proyecto-que-puede-censurar-a-internet/
(9) : Leer al respecto una interesante entrevista a José Natanson : http://www.niapalos.org/?p=6877

viernes, 23 de noviembre de 2012

Israel, lo judío, los palestinos y los dilemas de la historia



 Por Ricardo Forster

1

En un ensayo medular, George Steiner despliega una honda y perturbadora reflexión alrededor del equívoco inevitable que atraviesa de lado a lado a esa extraña nación que llamamos Israel (digo extraña porque suele medírsela con una vara muy distinta a la que se utiliza con el resto de las naciones del mundo, una vara signada por lo absoluto, por la pureza total de la que debería dar cuenta por su origen o la del más brutal de los envilecimientos que acaba por transformarla en la patria diabólica, en la nueva encarnación del mal; nada, cuando se habla de Israel, es directo ni ingenuo). Cito, entonces, a Steiner: “En el manifiesto fundacional y secular del sionismo, el Judenstaat de Herzl, el lenguaje y la visión imitan orgullosamente al nacionalismo de Bismarck. Israel es una nación en grado máximo: vive armada hasta los dientes. Para sobrevivir día a día, ha obligado a otros hombres a vivir sin hogar, los ha convertido en seres serviles, desheredados (durante dos milenios, la dignidad del judío consistía en ser demasiado débil para hacer que otro ser humano viviese de forma tan inhóspita y difícil como él mismo). Las virtudes de Israel son las de la sitiada Esparta. Su propaganda, su retórica del autoengaño son tan desesperadas como las de cualquier nacionalismo de la historia. Bajo una presión externa e interna, la lealtad se ha atrofiado dando paso al patriotismo, y el patriotismo ha dado paso al chovinismo. ¿Qué lugar, qué excusa cabe en esa plaza fuerte para la ‘traición’ del profeta, para el rechazo de Spinoza a la tribu? El humanismo, dijo Rousseau, es ‘un hurto cometido contra la patrie’. Bien cierto”. (“El texto, tierra de nuestro hogar”.)
Desde la lejanía de su historia, el pueblo de Israel ha sabido atravesar diversas vicisitudes tanto espirituales y materiales como políticas, culturales y sociales; ha conocido al dios de la guerra y de la venganza del mismo modo que supo escuchar la voz clara y potente de los profetas que clamaban contra las injusticias cometidas en su nombre; conoció el reino davídico-salomónico, ese que sería convertido en leyenda y en promesa restitutivo-mesiánica olvidando las penurias de los “constructores de los palacios”, esas masas anónimas que siempre fueron explotadas a lo largo de la historia, para enaltecer la majestuosidad de los poderosos amparados por el “brazo fuerte” de Yahvé; pero también conoció el exilio, la dispersión de las tribus, el sometimiento a los distintos imperios de la antigüedad; supo de la resignación y de la rebeldía; conoció la palabra única y desafiante de Amós y de Isaías que supieron desgarrar los velos de las mentiras y de las injusticias fundando una tradición que se continúa hasta nuestros días; desplegó los lenguajes de una nueva ética que supo hacer del huérfano, de la viuda, del pobre y del extranjero el eje central de la hospitalidad y del acogimiento del otro; supo construir la patria en el Libro cuando perdió la tierra natal.
En su seno convivieron el deseo tribal, ese que recogía los mitos y los símbolos de un pueblo único, fuerte, capaz de someter a otros pueblos y de erigirse en una nación poderosa, junto con la universalización de la promesa mesiánica, esa que se transformaría en el humus de las siembras más significativas que se hicieron en nombre de la libertad y la igualdad de todos los seres humanos. Pueblo girado sobre sí mismo, enclaustrado en su autorreferencialidad; pueblo de la escritura y de lo abierto, hijo de un nuevo cosmopolitismo asociado a la interpretación interminable del libro; pueblo del desarraigo convertido, por los poderosos de ayer a lo largo de dos milenios, en extranjero eterno, en paria, en labrador de palabras en el viento porque carecía de tierras para cultivar. Pero pueblo también, ahora que encontró su propia pesadilla nacionalista, capaz de ejercer formas brutales de violencia y sometimiento contra otro pueblo. Dilema que desgarra una historia que no le ha ahorrado ninguna dificultad incluyendo la de poner un límite a sus propios extravíos. Auschwitz, ese nombre maldito, no puede ser convertido en justificador eterno ante acciones que en el presente cuestionan sus mejores tradiciones humanistas y libertarias. La razón de Estado acaba transformándose, y con Israel está sucediendo, en el pantano de los ideales. Cada quien tendrá que dar cuenta de su propia miseria moral. Y hoy los palestinos, en especial los que mal viven en Gaza, son las víctimas de una terrible injusticia. Que otros se ocupen de analizar los males ajenos (que están allí y no pueden ni deben ser minimizados), a mí me preocupa y me ocupa cuestionar una violencia que no sólo le hace daño al pueblo palestino sino que termina por dañar profundamente al propio Israel. Difícil regresar del envilecimiento militarista y del poder brutal de las armas cuando la asimetría es imposible de ocultar. Un pueblo-paria capaz de convertirse en su antípoda.

2

Un pueblo, como escribía –en 1916 y desde el frente de batalla– el filósofo judeo-alemán Franz Rosenzweig en La estrella de la redención, que al renunciar a dar la sangre en defensa de la tierra se convirtió en el pueblo de la eternidad del tiempo (por esas paradojas de la historia y de las pasiones, Rosenzweig pensaba que el destino del judaísmo se había sellado con esa renuncia que le había permitido sustraerse al olvido que la historia les tenía reservados a la mayoría de los pueblos de la antigüedad que decidieron dar sus vidas, derramar sus sangres, para defender un pedazo de tierra o un Estado, lo mismo da, transformándose apenas en una nota a pie de página en los libros de historia. Renunciando a ese acto guerrero los judíos se transformaron radical y absolutamente haciendo de la diáspora y de la lectura el laberinto inconcluso de una patria sin dominios ni violencias que se fue construyendo alrededor y en el interior de ese libro quemado por los poderes cristianos a lo largo de siglos y siglos y que lleva el nombre de Talmud –libro sin potestades definitivas ni principios de autoridad demarcatorios y censores; libro de márgenes y glosas, de interpretaciones inacabables, de discusiones que subvierten la continuidad del tiempo–).
A la sombra de ese libro inabarcable y de las escrituras bíblicas se levantaría, en los años dominados por la cristiandad medieval, la sabiduría de los cabalistas, maestros no sólo del lenguaje y de sus misterios, sino portadores de una interrogación inagotable capaz de hurgar en los secretos del mundo mientras la hostilidad y la violencia se cegaban con los cuerpos y los libros del pueblo errante. De esa saga de lectores infatigables, de buceadores de perlas en los fondos oceánicos de la vida y de las escrituras, saldrían los heterodoxos y los herejes, los fieles cultores del ritual y los forjadores de nuevas sendas. Allí se inscribirían los nombres de Maimónides y de Spinoza, de Mendelsohn y de Marx, de Rosa Luxemburgo y de Walter Benjamin, de Sigmund Freud y de Franz Kafka. Nombres para recordar la rama dorada de un humanismo en vías de extinción, amenazado desde adentro y desde afuera por una sociedad de la depredación económica, cultural, militar y social. Hace tiempo que Israel ya no responde a esas tradiciones, sino a la reinante razón de Estado, como la mayoría de las naciones del planeta. La vía nacional-militar que viene emprendiendo con mayor intensidad desde la Guerra de los Seis Días ha herido muy duramente a lo mejor que esa sociedad guardaba dentro de sí. Lo que le queda ahora es la mitificación y la sordera ante el dolor del otro, del despojado, del expropiado, del nuevo paria. ¿Era esa la razón de ser de los sueños de Martin Buber y de Gershom Scholem, de Ahad Haam y de Leibowitz?
Para Rosenzweig, que escribió y vivió antes de la Shoá, la alternativa planteada por el sionismo se desviaba de lo que él consideraba las fuentes y las riquezas del judaísmo diaspórico, esa extraordinaria cualidad de habitar la eternidad del tiempo sin plegarse a las idolatrías nacionales. Discutió amargamente con Gershom Scholem quien, en esos años previos al nazismo, eligió dirigir sus pasos hacia Jerusalén para defender allí, junto a algunos otros entre los que se encontrarían el fundador de la Universidad Hebrea y Martin Buber, la idea de una nación para dos pueblos, la búsqueda de la convivencia judeo-palestina. Los sueños de Scholem y de Buber, también en parte los de Einstein, de aquello que se llamó el sionismo cultural y que aspiraba a un hogar compartido, quedarían seriamente dañados por el triunfo de la opción de un sionismo nacionalista y signatario de la Realpolitik que se apresuró a aniquilar cualquier posibilidad de diálogo y de entrelazamiento con las poblaciones árabes nativas, que también guardaban en su seno sectores que se oponían a cualquier acuerdo (vale la pena recordar las negociaciones con la Alemania hitleriana del muftí de Jerusalén –máximo representante palestino– para no pecar de ingenuidad histórica volcando la balanza y la responsabilidad de un solo lado). Un corte trágico se iniciaba, un corte que volvía a confrontar, en el interior de la experiencia judía, su núcleo tribal-nacional con su otro núcleo cosmopolita-universalista. En estos días de violencia despareja parecería que el primero de esos núcleos terminará por anular sin piedad al segundo.

3

Hace unos pocos años, sacudido por la guerra del Líbano, escribí en este mismo diario las siguientes líneas que quisiera volver a citar: “Toda guerra es miserable y dolorosa; nada justifica la muerte de civiles, la destrucción de ciudades, el horror del bombardeo permanente. Matar en nombre de cualquier fe, religiosa o secular, es, siempre, un crimen. El ejército israelí mata, Hezbolá mata, Hamas mata, Siria mata, Irán mata, Estados Unidos mata... y la lista es mucho más larga, casi inacabable, y atraviesa la geografía entera del planeta. La guerra, en sus múltiples versiones y justificaciones, nos deja desamparados en tanto seres humanos, nos comunica con la crueldad que llevamos muy dentro de nosotros. Por supuesto que no todas las guerras son iguales, ni todas las muertes representan lo mismo. Ha habido guerras inevitables, guerras brutales, guerras en nombre de la libertad que acabaron por expandir la opresión, guerras contra el totalitarismo, guerras de liberación nacional que expulsaron al opresor para imponer otro régimen de dominación tanto o más cruel y represivo. Israel no es la excepción, ni es la Cenicienta de las naciones ni es el diablo, ese monstruo en el que lo quieren convertir algunos de nuestros progresistas. Israel ha librado distintas guerras, ha matado y ha sufrido, ha intentado tejer la paz y también la ha boicoteado, ha tenido en su interior voces ejemplares que llamaron y lo siguen haciendo insistentemente a la concordia entre los pueblos, que reclaman el derecho a un Estado palestino, y voces reaccionarias que sueñan con el Gran Israel proyectado desde las escrituras bíblicas y transformados, esos sueños, en delirios de dominación y destrucción. Israel es un país complejo, abigarrado, pleno de contradicciones, sus calles han sido y siguen siendo escenarios de debates políticos, de manifestaciones de distinto tipo, de exigencias en nombre de la paz y de la guerra”. Hoy, cuando escribo estas otras líneas mi pesimismo ha crecido indignado y hondamente dolido ante lo que el ejército israelí, como fuerza de opresión, está haciendo con el pueblo palestino y esto más allá de la excusa que se llama “Hamas” (que no representa los valores democrático-humanistas que ha sabido cultivar ese pueblo sufrido, que, antes bien, ha sido y sigue siendo un factor de violencia en nombre de otras formas del fanatismo). Se trata, ahora, en este preciso momento, de la supervivencia moral del pueblo y de la sociedad israelí, que ha optado en su mayoría por cerrar los ojos ante el sufrimiento del otro para cebarse en su propia ira profundamente atravesada por el prejuicio, la intolerancia y el olvido de su propia historia. Sin paz, sin derecho palestino a su Estado, sin abrir Jerusalén como ciudad de la hospitalidad, todos, tarde o temprano, y en especial los judíos, volveremos a ser extranjeros. Una supervivencia que, aunque lo niegue, depende de renunciar al sometimiento de los palestinos en nombre de una seguridad nacional atrofiada por una derecha nacionalista israelí que sólo parece querer buscar el camino de la guerra asociándose a quienes, del otro lado, también desean su perpetuación.


fuente: Página 12