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lo que defiendo, lo que muchos defendemos, no es un nacionalismo pelotudo... sino un par de ideas, resignificadas hoy, libertad e igualdad... ideas profundamente mestizas aquí en Abya Yala, y aunque respeto toda otra posición cultural-política, creo, sinceramente, que es desde esta Gran Tierra, unidos, en comunidad, aceptando profundamente nuestra realidad mestiza -el uno- es que el Abya Yala florecerá... y que todos los enormes esfuerzos de Occidente por destruirnos, por separarnos, por vulnerarnos y conquistarnos, demostrarán inversamente la magnificencia de nuestra sonrisa, de nuestro futuro... por los Padres Libertadores del Pasado, Por los Hermanos Libertadores de Hoy, por Nosotros y los que Vienen... SUMAQ KAWSAY!... y eso tal vez parezca anárquico...pero tal vez esta anarquía sea un nuevo orden... opuesto al actual, sin dejar de reconocer lo alcanzado... por todos...

sábado, 25 de mayo de 2013

Al rescate de la información


Washington Uranga advierte que, en medio de los debates mediáticos, la información pierde relevancia y de esta manera se priva al ciudadano de un insumo básico para ejercer su derecho a la información y a la comunicación.

La tarea periodística hoy enfrenta nuevas complejidades. Ni mejores ni peores que aquellas a las que tuvieron que dar respuestas los colegas de otros tiempos. Sencillamente distintas. Pero esa sola situación demanda prestar atención, no repetir respuestas hechas, reflexionar sobre la profesión y la responsabilidad de los periodistas (de los comunicadores en general) en el escenario mediático, que es político y social simultáneamente.
En medio del debate entre periodismo con distintos adjetivos (independiente, militante y otros afines), lo que resulta más sorprendente y al mismo tiempo grave es que la información, la noticia, insumos esenciales de la tarea de los periodistas, está desapareciendo en medio de los enfrentamientos económicos, políticos, del juego de las opiniones y los intereses de todo tipo. ¿A quién se perjudica? Esencialmente a los ciudadanos que resultan privados de la información, un insumo fundamental para construir su propia opinión.
Hoy la noticia es un producto escaso –cuando no inexistente– en muchos servicios informativos cargados de opiniones, puntos de vista, intereses y, en no pocos casos, de mala fe y de intenciones nunca transparentes.
No será quien escribe el defensor de la presunta objetividad periodística construida por la tradición liberal. Tal objetividad no existe (ni existió nunca). En primer término, porque la selección de un hecho y no de otro para presentarlo a las audiencias como noticia exige poner en juego puntos de vista, establecer prioridades, recortes, tomar esto y dejar aquello. Y seguidamente, la forma de presentar cada hecho, la elección de las fuentes, de resaltar este aspecto o aquel otro, demanda una construcción que se apoya en miradas y perspectivas sobre ese acontecimiento en particular, pero también sobre la historia, sobre los contextos, sobre los escenarios.
Esto ha sido y será siempre así. Para todos. Para quienes se autocalifican de “independientes” y, a renglón seguido, “objetivos”, y para quienes se consideran a sí mismos “militantes” y, por este mismo motivo, defensores de una causa que está por encima de cualquier pretendida objetividad.
Ninguna posición resulta reprochable siempre y cuando se ejerza con honestidad, con la mayor veracidad (entendiendo por ello la sujeción a la verdad de los hechos) y transparencia respecto de las intenciones de quien construye la información. Hoy por hoy puede resultar hasta lamentable la actitud de ciertos protagonistas del escenario informativo argumentando en favor del periodismo “independiente” y de la “objetividad” mientras queda a la vista, de manera indubitable, que le hacen el juego a intereses políticos, económicos y corporativos. Lo mismo podría decirse de otros que dejaron de pensar con sus cabezas y comenzaron a hacerlo a partir de sus billeteras mientras se autoproclaman adalides de la “libertad de expresión”.
Mayor respeto merecen (por lo menos para quien esto escribe) aquellos que, a la luz del día, dejan en claro que su ejercicio periodístico se encolumna en determinada causa política, social o cultural de la que se sienten defensores o militantes.
Los primeros construyen el discurso periodístico sobre la falacia de la neutralidad, pretendiendo con ello seducir audiencias mientras se quitan de encima las responsabilidades que les implicaría reconocerse voceros de determinados intereses o posiciones. Los segundos, a sabiendas, corren el riesgo de ser rechazados por sus posiciones políticas o ideológicas.
En el mundo capitalista los medios de comunicación tienen dos propósitos centrales: generar ganancias e incidir. De lo primero se encargan los empresarios, los dueños del capital. A los periodistas les toca colaborar en lo segundo. Está ampliamente demostrado que los medios de comunicación no determinan la forma de pensar de las audiencias, pero sí tienen una incidencia decisiva en el establecimiento de las agendas, es decir, en los temas que se ponen en cuestión en el escenario público, aquello sobre lo cual la gente piensa.
Allí está el primer punto. Lo que se pone en juego y lo que se sustrae de la agenda pública. Desde una perspectiva genuina de ejercicio del derecho a la información y a la comunicación cada medio es responsable de ofrecer una mirada completa (la mayor cantidad de temas) y compleja (diversidad de miradas sobre cada tema). El derecho a la información no debería ser el resultado del peregrinaje individual de cada ciudadano por todos los medios existentes con el fin de completar la agenda y así tener distintas perspectivas sobre el mismo tema, para llegar a obtener, en el mejor de los casos, su propio producto noticioso o en su defecto una suerte de “promedio” entre todos.
No es posible, no es justo y no responde a ningún criterio de derecho ciudadano.
En la sociedad moderna los medios de comunicación son actores políticos de primera línea. Y nadie podría objetar que jueguen tanto sus intereses económicos como políticos. Pero esto debe ser transparente y no puede ir en desmedro del derecho ciudadano a la información y a la comunicación. En medio del debate político comunicacional, de las opiniones antes que las noticias, la gran desaparecida es la información, insumo vital, irremplazable, esencial para la formación de la opinión ciudadana, para el ejercicio de la libertad y para la toma de decisiones responsables y fundadas.
Ya no se trata de discutir solamente entre “independientes” y “militantes”. Es necesario recordar que la tarea y también la responsabilidad primaria que tienen los periodistas es informar. Por encima y al margen de la opinión. Rescatar el valor y la importancia de la noticia es una responsabilidad profesional y un compromiso ciudadano.

fuente: Página 12

un veinticinco de caminata...

Cristina, nuestra presidenta, sabe, intuye y dá un mensaje directo, efectivo, propio del marketing, pero que como siempre he sostenido, posee un profundo contenido en el que se basa. "La Patria es el Otro" "Una Década Ganada" slogans en la pluma de Lanata por ejemplo, o grandes frases publicitarias en afiches de Durán Barba... La década ganada se percibe al dar una vuelta por el barrio en el día de hoy, comedores abriendo sus puertas, iglesias evangélicas, hasta comités radicales celebrando este veinticinco de mayo, con asado y chorizos en las veredas... Bien, el Dictador murió preso y su cultura poco a poco empieza a derrumbarse... y este es el gran logro cultural del Peronismo primero y ahora del Kirchnerismo,  la unión colectiva... la verdadera Batalla Cultural ¡Celebro esta nueva Revolución!
Ariel Bergantini

miércoles, 22 de mayo de 2013

Izquierda, derecha y peronismo: algunas ideas


La falta de tiempo y un inadecuado acceso a Internet me siguen limitando como bloguero (Encima, si trato de abrir un documento Word, se cuelga la PC. Asi que, Pablo, tu trabajo sobre los cuasidolares tendra que esperar). Mi idea inicial era proponer a los visitantes fieles – que algunos hay – que repasaran posteos viejos, de julio ’07 en adelante, para apreciar como me equivocaba entonces (No es ironia; equivocarse es la unica forma de aprender). Pero me deje tentar por algunos temas y ensaye borradores que subi en estas semanas.
Ahora voy a copiarles aqui, casi integro, uno de esos, de julio 2010. Lo escribi a proposito de discusiones sobre los vinculos entre macrismo y peronismo disidente – algo que no esta totalmente desactualizado – pero las circunstancias son muy distintas, y como pieza de actualidad no sirve.
Pero tiene algunas ideas que sigo sosteniendo, un debate con Ezequiel Meler que siguio en la columna de comentarios y pueden ver aqui – en el posteo original -, y una preocupacion que me parece de actualidad, para el peronismo realmente existente. Ustedes juzgaran:
Hace mucho tiempo que quiero escribir, en primer lugar para precisar mis ideas, sobre los vínculos entre izquierda, derecha y peronismo en Argentina. Algo subí varias veces a este blog, y comenté en otros, pero encarar ese tema seriamente requería, requiere, más tiempo y capacidad de reflexión del que tengo disponible.
Porque tanto la izquierda como la derecha han tenido expresiones muy diferentes y a veces opuestas en las últimas décadas en nuestro país. Y no hace falta remarcar las transformaciones que sufrió (sufre) el peronismo.
La deuda, en primer lugar conmigo mismo, sigue pendiente. Pero mi lúcido amigo Ezequiel Meler acaba de subir dos posts que, unidos al artículo de Julio Burdman que copié hace muy poco aquí, simplemente me desafían a decir algo.
En el primero de esos posts, , Ezequiel analiza críticamente la situación de la izquierda en el mundo actual, citando a Vattimo y Tattián, a partir de una determinada visión de la derecha actual: “Desde mediados de los años setenta, la noción de “derecha” ha sido crecientemente monopolizada por los pensadores neconservadores ligados al resurgimiento neoclásico. Para ellos, el gran enemigo era el Estado, y en él, el entero orden social emanado de la segunda posguerra. El estancamiento y la inflación eran resultado del déficit fiscal de un agente estatal que se había extendido demasiado en sus funciones específicas, y que debía dejar su lugar a la inversión privada.
Esta nueva revolución conservadora tuvo sus epígonos más importantes en Margaret Tatcher y Ronald Reagan. Pero su mayor éxito residió en el campo de la cultura: la capacidad de impregnar el sentido común dominante … y llevó a sus sucesores, inclusive aquellos que procedían del tronco progresista, a aceptar una autolimitación para gobernar que en la práctica los privaba de dicho ejercicio, dejándoles la mera función de administrar. Es drama puede observarse tanto en el socialismo español o francés como en el “nuevo laborismo” británico.
Esta nueva derecha, convertida en pensamiento único por la derrota estratégica, política e ideológica, por no decir cultural, de los viejos modelos (de izquierda), vio en el Estado de Bienestar a su primordial enemigo, y se ha dedicado con notable ahínco a desarmarlo, pieza por pieza. Frente a ello, gran parte de la vieja cultura de izquierda se convirtió en una cultura de resistencia, de preservación de lo público“.
Vale. Creo que es una síntesis válida de la lucha política de los últimos 40 años en las sociedades del Atlántico Norte. Que, como Meler sería el primero en señalar, ha tenido su contrapartida – en un nivel más berreta, claro – entre nosotros: Alsogaray, Martínez de Hoz, Cavallo simbolizan tres etapas distintas en el desarrollo de una nueva derecha argentina, desplazando otros proyectos anteriores: el tradicional conservadorismo liberal antiperonista; el ideal de la Nación Católica que la Iglesia impulsó a partir de los ´30 y que parte de su jerarquía nunca abandonó del todo; el industrialismo autoritario que sobrevivía en sectores del viejo partido militar. Entiéndame, no estoy diciendo que los sectores que se identificaban con esos proyectos perdieron todo su poder (aunque la etapa Menem-Cavallo los descalabró), pero sí que ya no pudieron impulsarlos.
Pero… como toda síntesis, esa deja afuera elementos importantes. En EE.UU., por ejemplo, no se puede entender su desarrollo político si no se entiende que Reagan supo convocar al patriotismo tradicional norteamericano, ultrajado por la derrota en Vietnam y el aparentemente débil progresismo de Carter. Eso le dió los votos de una parte importante de la clase obrera yanqui, que hasta entonces seguía a los Demócratas.Y también fue Reagan quien forjó una alianza sólida con los sectores más religiosos de su sociedad. Aún hoy, los estados “rojos”, los que votan Republicano, son en general los más tradicionales, la “América profunda”.
Se dirá que poco que ver con nuestra derecha, o lo que se llama ahora con recato “centro derecha”. Y es cierto. Pero en esa descripción se encuentra un eco de lo que solía llamarse la “derecha peronista”. No estoy ahora – ya lo dije – en condiciones de profundizar sobre la realidad de la izquierda y la derecha en el peronismo. Puedo adelantar que creo evidente que desde el comienzo coexistieron en él esa pasíón por la justicia y la igualdad que son los mejores valores de la izquierda, con la afirmación de la identidad, del patriotismo y de los valores tradicionales que solían identificarse con la derecha. Justamente, desde el enfoque de los “liberals” que describe Burdman.
¿Dónde va esta reflexión? ¿Y por qué hablo de un “éxito de Macri” cuando sus aliados, su padre y su propia torpeza política se unen para golpearlo? Bueno, en el segundo post que me referí, un análisis de la coyuntura, Ezequiel dice”el sueño macrista de una derecha moderna, urbana, aséptica y exitosa se encuentra al borde del más vergonzante de los naufragios“.
Y es en eso que yo no estoy de acuerdo. Ese “sueño de una derecha moderna, urbana, aséptica y exitosa” continúa en pie, aunque Mauricio tambalee. Hace un año, ganó las elecciones en la Provincia de Buenos Aires, con la candidatura aún más aséptica de Francisco De Narváez, y en la Capital Federal, aunque aquí sus votos disminuyeron mucho en relación a su momento más feliz. Es decir, ganó en los dos distritos electorales más grandes. Y, lo que preocupa más a un peronista tradicional como yo (y como bastantes más), al que el progresismo incorporado en la coalicion oficialista deja frío, los sectores del peronismo que ya se han definido contra el liderazgo K no han podido ofrecer hasta ahora una propuesta claramente distinta de la que enarboló el macrismo.
Mis amigos peronistas anti K, por supuesto, discutirán furiosamente esta afirmación … Pero me parece evidente que si el “peronismo federal” es acusado por el aparato mediático oficialista de ser la derecha, ciertamente no es la vieja derecha peronista. Ni tampoco, por supuesto, la izquierda peronista. No tener una definición clara es casi una marca de fábrica de Mauricio Macri. Por todos sus problemas, puede jactarse de haber hecho escuela.
Creo que queda mas o menos claro el porque me senti tentado a subir de nuevo este posteo al blog. Mas alla de las circunstancias cambiantes, encuentro que algo permanece: la oposicion al kirchnerismo con origen peronista – aun la que cuenta con estructuras sindicales – no deja de identificarse, en su discurso y en sus alianzas politicas, con las consignas de una derecha light en lo cultural y “liberista” en lo economico-social. Comparto las preocupaciones que expresa en la columna de comentarios del posteo anterior, y en otros sitios, mi amigo Manolo Barge. Pero la politica cotidiana – y las elecciones – consisten en elegir entre alternativas. Veamos lo que hay, si aspiramos a construir respuestas nuevas (Esto de “construir respuestas nuevas” vale tambien para el gobierno, claro. O alguien cree que se van a ganar las elecciones de octubre repitiendo simplemente lo maravillosamente bien que estamos?).

fuente: ABEL

“LA MOVILIZACIÓN POPULAR DEL 25 MAYO Y SUS DIMENSIONES”

 Por Nicolás Salerno


La movilización del 25 mayo recordatoria de los 10 años con que ya cuenta este proceso político se inscribe o se articula en varios planos o en varias dimensiones, vale resaltar las más importantes de manera de poder ejercer una caracterización previa lo más amplia posible y de esa forma dimensionar este hecho político en visión estratégica.
La primera de estas dimensiones tiene que ver con la disputa de poder objetiva que existe en nuestro país entre el gobierno nacional y el conglomerado de fuerzas políticas y sociales que lo apoyan respecto de los grupos dominantes. Sobre todo a partir de la lucha por la 125 quedó claro que esta es la lucha principal que tuvieron y tenemos los compañeros y compañeras del campo nacional y popular, sintetizada en la fórmula “Pueblo o Corporaciones”.
En esa pelea debemos tener bien claro dos cuestiones: la primera refiere a en qué términos está formulada esta batalla hoy en día: esa batalla se da por la continuidad o la clausura del proceso que se abrió en el 2003. Tanto ellos como nuestra fuerza somos absolutamente concientes que gran parte de esa definición pasa por el poder que tenga Cristina para incidir en la misma. Hoy es estratégico para nuestro futuro que la presidenta cuente con los mayores niveles de poder y legitimidad popular de manera de poder incidir en la continuidad de este proceso. Esto también lo saben los grupos económicos y por eso su estrategia consiste en horadar, erosionar en todo lo que se pueda al poder presidencial, de manera de convertir a Cristina en un factor lo más intrascendente posible de cara al 2015. Por eso sostenemos la convocatoria apoyando decididamente a Cristina y entendemos que el factor aglutinante principal del 25 es nuestra compañera presidenta.
La segunda cuestión de este aspecto tiene que ver con señalar con absoluta claridad quién es el enemigo en esta disputa. Nuestro enemigo son las corporaciones del poder económico y sus voceros mediáticos, minoritarios pero muy poderosos. En esto debemos ser muy astutos y esa astucia pasa por aislar lo más posible a nuestro enemigo; distinguirlo de los adversarios, con quienes podremos tener ideas absolutamente diferentes pero procesables en el marco de la discusión democrática. Para decirlo de forma más clara: no son los sectores sociales movilizados últimamente contra el gobierno, tampoco las diferentes facciones políticas de la oposición, aunque ambos sostengan la agenda que le marcan los primeros.
Otro plano u otra dimensión refiere a como se articula la movilización en la coyuntura y más precisamente en el escenario electoral de octubre. Las cuestiones previas a una elección condicionan fuertemente sus términos. Desde fines del año pasado asistimos a una serie de iniciativas de distinto tipo contra la política del gobierno nacional: protestas callejeras, denuncias mediáticas, iniciativas de distintos sectores opositores y maniobras de desestabilización económica se combinan con el objetivo de producir fisuras en la coalición de gobierno y reducir las posibilidades de un claro triunfo electoral del FPV en las legislativas. La calle, el espacio público, aparece como un escenario en plena disputa, disputa que incide en el terreno electoral. De ahí se desprende la importancia que nuestra movilización el 25 de mayo sea absolutamente masiva. Esa masividad previa a una compulsa electoral apalanca a Cristina e impulsa a toda nuestra fuerza política a encarar en mejores términos la campaña del 2013. La calle y el acto del 25 mayo deben dejar expuestos que somos la primera y la única fuerza política nacional de cara a octubre. Un tercer plano que hace al acto del 25 de mayo es la construcción de una foto, una imagen respecto al estado actual del Movimiento Nacional, así fue aquella Plaza del 25 de mayo de 2006. Aquí lo que debemos tener en cuenta fundamentalmente es que el Movimiento Nacional tiene múltiples expresiones, gran diversidad, mil flores como lo describió Néstor Kirchner. Debemos garantizar la presencia de esas múltiples expresiones políticas y sociales: todas las organizaciones políticas y sociales de Unidos y Organizados, las representaciones institucionales de gobernadores e intendentes, los sectores medios a través de las organizaciones profesionales, técnicos, estudiantes; los trabajadores en sus expresiones gremiales, los movimientos campesinos etc. En este plano debemos tener en cuenta la importancia de la Organización popular, de la exposición de la organicidad del movimiento nacional y popular en la Argentina. No hay proceso de cambio sin el protagonismo del Movimiento Nacional como sujeto motorizador y protagonista de esa transformación.
El último plano que queremos mencionar es la necesidad de visibilizar la construcción política que encarne un horizonte de avance, de consolidación de lo hecho pero también de profundización hacia aquellas cuestiones no resueltas, hacia las nuevas problemáticas producto de este mismo proceso de crecimiento. En este sentido también es fundamental que el acto tenga una expresión clara sobre este punto. Festejamos todo lo conquistado, defendemos todo lo que se avanzó, pero también somos conscientes que la construcción de un país con los niveles de justicia, dignidad y democracia que se merece nuestra sociedad requiere de mayores esfuerzos, de más y mejor educación, salud, trabajo, de más y mejor Estado. Que como dice la propia Cristina, no estará cumplida esa misión mientras haya un solo pobre en nuestra Patria. Por eso el 25 de mayo también marcharemos Por lo que Falta y para construir lo que haga falta para resolverlo.

fuente: Iniciativa

domingo, 19 de mayo de 2013

La agonía del progresismo

Por Edgardo Mocca

La palabra “progresismo” ha adquirido un inesperado prestigio entre nosotros. Muy curioso es, además, que una parte importante de quienes hablan en su nombre son personas que suelen defender posiciones genéricamente identificadas como “de derecha” (Morales Solá, por ejemplo, acaba de decir que el último DNU de Macri es lo más progresista de la política en los últimos años). El otro hecho llamativo es que, últimamente la mayor parte de las veces, el progresismo es invocado valorativamente por sectores de opinión opositora: el kirchnerismo usa cada vez menos la expresión, aunque cuando lo hace es casi siempre con sesgo positivo.
No es muy claro el linaje político de la palabra progresismo; en la Argentina lo han usado tanto las corrientes liberales como conservadoras de nuestra historia. No es difícil presumir el origen de su uso, seguramente asociado a la cosmovisión evolucionista predominante en el pensamiento de la recién nacida sociología a mediados del siglo XIX. Progreso era entonces la razón, la técnica, el comercio, la industria. Progreso era el nombre que el capitalismo se había ganado en las reformas y las revoluciones contra los poderes dinástico-feudales. El partido creado y conducido por Lisandro de la Torre (Demócrata Progresista) aportó a la buena historia de la palabra una reconocida voluntad reformista, aunque en su origen y en buena parte de su trayectoria puede percibirse el peso de la tradición conservadora argentina. Para la mayoría de los hablantes actuales, sin embargo, el progresismo es un modo de nombrar a la izquierda o por lo menos a la parte de ese universo que alcanza alguna forma de influencia sobre el curso de la lucha política.
Antes de la década de los noventa, la palabra progresismo no había conseguido una potencia evocativa considerable. En la efervescencia de los años setenta se consideraba progresistas a las personas que sostenían posiciones de izquierda, sin compartir ni las pasiones ni los conflictos que solían acompañar entonces la experiencia de los que así se definían. Ya desde la recuperación de la democracia, una revisión profunda había atravesado a la política de izquierda y particularmente a su mundo intelectual. Era el balance de una dura experiencia que para algunos era una derrota y para otros era algo peor: la señal de la definitiva frustración de una ilusión que devino tragedia. En la medida en que las izquierdas que seguían autodefiniéndose así –sin el prefijo “centro”– veían reducir o simplemente mantenían una muy magra cosecha electoral, la política realmente existente que seguía apelando vagamente a algunos valores de aquella tradición tuvo que buscar otros nombres. El proceso de deslizamiento nominal se cierra dramáticamente con la caída del muro de Berlín y la posterior extinción política de la ex Unión Soviética: el uso de la palabra “izquierda” entró en un pronunciado declive.
Ya en los años del menemismo, el progresismo entró en su época dorada. Fue a refugiarse en ese campo una muy amplia y heterogénea gama de familias y tribus políticas herederas de batallas anteriores. Formaban el río del progresismo las corrientes de izquierda radicalizadas reconvertidas en los ochenta a la socialdemocracia y las de esas otras izquierdas que, por amor o por odio, habían seguido girando en torno al agonizante socialismo real y sufrieron el impacto de su caída; confluyeron entonces las fuentes del “peronismo verdadero”, traicionado por el giro neoliberal de Menem y hasta grupos de radicales desencantados con la débil oposición que ejercía su partido. Fugazmente este conglomerado variopinto tuvo su hogar en el Frepaso de Chacho Alvarez. Los diversos afluentes convivieron críticamente durante los primeros años, más unidos por el brusco y considerable ascenso político de su líder que por convicciones comunes sobre la práctica política de entonces. No fue el trágico final de la Alianza, sino su propia conformación, su triunfo y su experiencia de gobierno la que terminaron con la experiencia del progresismo.
El final no llegó porque los progresistas hayan sido desplazados de la coalición por los radicales, sino precisamente por lo contrario: nadie estaba obligado ni impulsado a desplazar a nadie porque todos los actores decisivos de ambas partes compartían básicamente los mismos límites políticos. Y ésta, la de los límites es una cuestión central en el relato de las peripecias progresistas. El progresismo es hijo del doble fracaso de la lucha armada de los setenta y del derrumbe de la experiencia del “socialismo real”. Nació como experiencia orgánica –años más, años menos– en la época en que “la historia” había dado un dictamen definitivamente negativo a toda interpelación revolucionaria del capitalismo. La época del fin de la historia, del fin de los relatos, del consenso mundial neoliberal. No todos los que se guarecían en el flexible paraguas del progresismo compartían esos diagnósticos, eso es cierto. Pero también lo era que la línea de fuerza hegemónica en sus filas interpretaba el mundo en esa gran clave que vino por entonces desde Europa y se llamó la “tercera vía”; era el discurso de la inevitabilidad del neoliberalismo, sazonado por apelaciones a la sensibilidad social y a la conjuración de los “nuevos riesgos” del desarrollo, con la drástica ausencia de toda conflictividad orgánica y de todo planteo hegemónico. No fue la discusión teórica la que cerró ese efímero capítulo de la política de izquierda: fue el catastrófico 2001 argentino el que adelantó para nosotros lo que la actual crisis europea pone hoy de relieve, el agotamiento de una etapa histórica del capitalismo. Fue el abrazo del progresismo vernáculo, vergonzante pero abrazo al fin, a las reformas de los noventa y es la colaboración de los socialdemócratas europeos con la depredación de sus sociedades por la maquinaria tecnoburocrática del capital financiero lo que parece indicar el fin de lo que en los noventa se llamó progresismo.
El final del progresismo no significa el de sus nobles negaciones: la negación de la aventura militar como equivalente de la revolución, la del ninguneo de la democracia como mera formalidad encubridora, la del partido de vanguardia y, antes que ninguna otra, la negación a concebir las luchas actuales como momento de una saga cuyo resultado está escrito en el destino de la humanidad y cuyo camino sólo pueden descubrir los iluminados. Nada de lo democrático, de lo históricamente sensato del progresismo se ha agotado. Lo que no tiene futuro propio –aunque pueda tenerlo desdichadamente como discurso honorable de la derecha– es una retórica que combina la denuncia de los males de la injusticia y la no disponibilidad a asumir los conflictos y los costos de la lucha política necesaria para superarlos. El progresismo suele ser, al mismo tiempo, intransigente en sus demandas y moderado en sus prácticas, aunque últimamente parece haber ido cambiando la moderación por la temeridad, cuando de atacar al Gobierno se trata. Lo horrorizan las injusticias que permanecen y lo alarman las formas “desprolijas” que se usan para disputar con los sectores del privilegio. Quiere los millones de empleos conseguidos pero se escandaliza por “la forma” en que se recuperaron los aportes jubilatorios para el Estado. Dice simpatizar con la democratización de los medios pero se enoja por el “ataque a Clarín”. Ha pasado a cultivar un extraordinario conservadurismo político que tensa con buena parte de lo mejor de la historia de sus militantes en nombre de las inconsecuencias y los límites que tiene la política del Gobierno.
Nada hay, entonces, de tan extraño en las nuevas configuraciones electorales que hoy se insinúan. Si los límites de mi acción transformadora están dados por las “instituciones”, es decir por el modo en que estas han funcionado bajo la hegemonía conservadora; si mi adversario excluyente es el mismo que el que tienen los sectores históricamente privilegiados y retrógrados del país; si cada conquista que expresa viejos sueños y luchas de otros tiempos es considerada un simulacro oficialista, entonces, qué puede tener de sorprendente que forme parte de las mismas listas de mis nuevos amigos contra mis jurados enemigos.
El progresismo de los noventa no era necesariamente mejor que el actual, pero lo ayudaba la época. Las certezas inconmovibles de ayer, hoy son profundos enigmas. Hemos visto el fracaso de una política autocondenada a la claudicación por no hacerse cargo de los conflictos reales del país y por pretender eludirlos con la apelación a las “instituciones”. Hemos visto el reemplazo de la política por el espectáculo de masas, los buenos modales con los poderosos, la negación de la militancia y el respeto religioso por lo constituido. Aquel progresismo vivía además en un tiempo vacío de antagonismo; no es que hubiera una fuerza popular a la que el progresismo le cerrara el camino: los años del menemismo fueron los años ideales de los adoradores del pensamiento único.
Hoy está a la vista una disputa por la hegemonía. No una batalla de buenos contra malos sino de dos ideas o, menos todavía, de dos intuiciones sobre hacia dónde está yendo el mundo y hacia dónde tendría que ir nuestro país. No es una filosofía acabada de la historia, ni una ideología con misiones históricas y sujetos establecidos. Es la sensación de que el mundo del capitalismo realmente existente está en agonía, es decir está en ese instante resolutorio en el que un ser no puede sobrevivir sin transformarse profundamente. Es, también, la sensación de que Argentina forma parte del más dinámico proceso regional de cuestionamiento al neoliberalismo en el mundo actual; un proceso de afirmación de soberanía popular en contra del poder corporativo, de reparación y redistribución de recursos sociales, de afirmación del trabajo y la producción por sobre la especulación financiera como fuente del bienestar y de restitución de la verdad y la justicia sobre el pasado.
Por fuera de esta disputa histórica y obsesionada por la búsqueda de una imposible neutralidad, el progresismo tiende a repetir la vieja saga de una izquierda que combinó la fascinación teórica por la revolución con la impotencia política y, en más de una ocasión, la colaboración con las fuerzas históricas del privilegio. Es decir, un progresismo que no es más que un nombre elegante del conservadurismo.

fuente: Página 12

sábado, 18 de mayo de 2013

Polarización. Relatos. Moral


Polo positivo, polo negativo. Y polis. La polarización extrema bajo la cual describen a nuestra sociedad los militantes del polo negador no es tal. Pero el “país con buena gente" que presenta el polo positivista tampoco alcanza para describir cabalmente a nuestra sociedad, aunque uno sospeche que pueda ajustarse mejor a la realidad. Realidad, por supuesto, relatada tanto por los polos negador y positivista para atraer a la polis hacia su área de influencia.
Todo es relato. A esta altura esta verdad debería resultar de perogrullo. Pocas verdades pueden aceptarse como tales. Que nuestros sentidos traducen la realidad para que nuestro cerebro la interprete mediante confrontación con anteriores experiencias percibidas, y su elaboración gnoseológica, es una verdad que sólo ponen en entredicho las religiones cuando apelan a la fe como única fuente de verdad (que de todos modos fue incorporada). Aceptemos entonces -o tengan fe cuando les digo- que todo es relato.
“Todos chorros" es el relato dominante del antikirchnerismo psicopático. Todos son Lázaro Báez. Y si no, por lo menos, cómplices necesarios para la existencia de Báez, simplemente por olvidar que el plano moral debería ser -dicen- el Politics 101 que determine el voto. Son todos Jesús y tiran la primera piedra. Tienden a olvidar que escriben en -o hablan desde- medios que llegaron a ser dominantes no por arbitrio de la libre competencia sino por connivencia premeditada y alevosa con gobiernos de facto y democráticos de toda índole. Incluido el de Kirchner.
Este andamiaje del relato opositor tiene como meta la reducción de la política al plano moral, generando así su condición de imposibilidad. Si para que exista política deben primero mostrar la Visa al Cielo, con el sellado de San Pedro fresco incluido, no hay política posible. Fernández Díaz, valga el ejemplo [1], pretende desconocer que la política tiene lugar en el terreno de lo humano, en el barro donde todo puede encontrarse, desde habitantes de cada círculo infernal dantesco hasta pasajeros de la escalera al cielo zeppelinista, y no en el terreno de las ideas morales, argumento liberal desde Locke hasta nuestros días. Es que la moral pertenece al orden individual, mientras que la política se sitúa en la esfera de lo público, y es resultante de la confrontación e interrelación de muchas morales; o faltas de ella, que pertenecen al ámbito de lo real y, que si no se reconocen, el infantilismo de quien las niega sólo puede ser calificado como flagrante. Consolador, seguramente. Permite situarse en un plano superior, pero sin dejar de ser un infantilismo.
Por el lado del oficialismo, el clivaje bajo el que intenta orientar a la política, en cambio, es el de la acción, sea esta en forma concreta o mediante la participación en un debate que sea efectivamente político y no únicamente del orden de lo moral. En lo que a relato respecta, no pudo encontrar una transición que le permitiera cambiar pantalla desde la épica de las grandes gestas (cuando se trató de resistir vía minoría intensa) hacia la épica gris de un país en serio [2], más abarcativa, sin variar el norte pero sabiendo que la efervescencia de la pastilla de vitamina no es eterna. Muestra ahora, eso sí, algunos signos aperturistas que deberían ser alentados, como la posibilidad de que pueda estrenarse la visión más amplia, política e histórica de Adrián Caetano sobre Néstor Kirchner [3], relegando a la autocelebratoria y camporista versión de Paula de Luque (inferior hasta en lo que a recursos narrativos se refiere), el reporte post inundaciones de Cristina, haciéndose eco de un pedido que recorre la fibra íntima de cualquier sociedad (y más aún de una que tiene en su horizonte la verdad y la justicia) y, recientemente, la conferencia del equipo económico, que sirve para generar confianza y dotar de mayor volumen político a los nuevos instrumentos.
[1] http://www.lanacion.com.ar/m2/1580500-el-silencio-que-duele-mas
[2] http://loshuevosylasideas.blogspot.com.ar/2012/03/el-retorno-la-epica-de-un-pais-en-serio.html
[3] http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-219829-2013-05-12.html

fuente: Los Huevos y las Ideas

“La Ley de Educación de 2006 repuso la necesidad de recuperar el rol del Estado”

Carina Kaplan, Investigadora del CONICET: Entrevista de Iniciativa

 
Reportaje de Jorge Makarz
Entrevistamos en exclusiva a Carina V. Kaplan, Investigadora de carrera del CONICET.  Es directora del Programa de Investigación sobre Transformaciones sociales, Subjetividad y Procesos educativos del Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Educación de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA) donde dirige proyectos PIP CONICET y UBACyT. Además, se desempeña como Profesora en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata y en la Facultad de Filosofía y Letras de la. Junto con su equipo ha publicado, entre otros, los siguientes libros: Violencia escolar bajo sospecha (Miño y Dávila); Poder, prácticas sociales y proceso civilizador (Noveduc) y La civilización en cuestión. Escritos inspirados en la obra de Norbert Elias (Miño y Dávila). Entre los libros de su autoría personal se destaca su tesis doctoral de la UBA publicada como Talentos, dones e inteligencias. El fracaso escolar no es un destino (Colihue). Recientemente publicó, junto al Senador Daniel Filmus, Educar para una sociedad más justa (Aguilar). En esta entrevista, analiza la situación actual de nuestro país en materia de educación. Explica las razones del fracaso escolar y señala los rasgos distintivos que asume la problemática de la violencia escolar. La formación docente y las asignaturas pendientes de cara al desafío de “educar par una sociedad más justa”. Leer más.
¿Qué evaluación hace de la situación actual de la educación en Argentina; especialmente teniendo en cuenta los cambios que se han producido los últimos años, como la Ley de Educación Nacional?
La relación entre educación y justicia social es un punto de partida ineludible dela Ley de Educación nacional vigente desde el año 2006. Se reafirma en su letra el carácter público de la educación y el derecho social a educarse cerrando así cualquier intento —como los hubo en el pasado y como hoy lo padecen otros países de la región— de convertirla en una mercancía transable y regulada por un mercado que, en general, se muestra insensible respecto de los derechos de las mayorías. Es el Estado, tanto el estado  nacional como los estados provinciales, quien asume su papel indelegable frente al mercado en la definición e implementación de la política educativa sumando la participación y las voces de amplios sectores.
Esta ley enlaza la educación como derecho humano con la memoria social. Tan es así que contempla en su articulado la expresa inhibición de ejercer cargos docentes a personas implicadas en el terrorismo de Estado cometido contra el pueblo argentino durante la última dictadura cívico militar y también inhibe a quienes produjeran hechos que lastimen o atenten contra el sistema democrático. Esta medida expresa una toma de posición de innegable peso en lo que concierne al papel que se le otorga al sistema educativo, particularmente a los docentes, en la transmisión y recreación de la memoria histórica, y en el fortalecimiento de la ciudadanía democrática. El docente es reconocido por la ley en su rol de constructor de subjetividad social.
Asumiendo la conquista que ha representado la LEN 26.206/06 y en términos generales, observo un avance significativo respecto a las políticas implementadas en el sistema educativo bajo estas orientaciones. Sobre todo, teniendo en cuenta la situación de la que veníamos tras el diluvio neoliberal, con un sistema educativo fragmentado, desarticulado.
Entonces, el desafío tiene que ver con la inclusión social, con construir una idea del nosotros en el sistema educativo, con recobrar una unidad en la diversidad. El horizonte es el de igualar la estructura de oportunidades y posibilidades educativas, tanto en lo que hace al acceso como a la permanencia, esto es, a las trayectorias y experiencias educativas, para todas y todos los argentinos, independientemente de su condición social, étnica o su pertenencia regional, y que sea de calidad.
Considero que aún hay muchos retos, pero es indudable que durante los últimos diez años se ha avanzado con mucha fuerza. Los noventa arrojaron los más altos niveles de concentración de la riqueza, desocupación y marginación social de las últimas décadas. Hoy tenemos el mandato inexcusable de incluir a amplios sectores que históricamente han estado excluidos del sistema escolar bajo tradiciones elitistas como lo es el caso de la educación secundaria.
Ha habido medidas que no son explícitamente educativas pero que han impactado mucho en este ámbito, como la AUH, ¿Cómo analiza esta cuestión y cómo cree que ha impactado al interior de la escuela?
La Asignación Universalpor Hijo es una política que ha impactado fuertemente en el sistema educativo dado que tiene establecido como contrapartida la idea de que los niños y jóvenes asistan a la escuela. Es el Estado quien asume un piso mínimo para promover el ir a la escuela –al menos lo garantiza a los hogares en sus condiciones mínimas de inicio. No podemos descuidar el hecho de que la implementación de las políticas neoliberales, el capitalismo salvaje, ha implicado formas de flexibilización laboral y desocupación llegando a niveles alarmantes.
El decreto dela AUH se refiere al trabajo como dignificador de la condición humana de y, en términos socio-asistenciales, ha posibilitado que grandes sectores de la población históricamente excluidos de la escuela -o que se habían retirado o no se imaginaban dentro- fueran protegidos por el sistema estatal. Además, una cuestión interesante de esta política pública es que abarca a múltiples poblaciones, no sólo a sectores pobres -en el sentido de la miseria social- sino que también se complementa con otras formas de pluralidad o diversidad, como la étnica (por ejemplo, acercando a poblaciones indígenas) o con necesidades educativas especiales.
De modo que la AUH, en el sistema educativo, ha producido un movimiento importante. Algunas fuerzas conservadoras del sistema consideran que incorporar a esta población es, de alguna manera, atentar contra la calidad del mismo. Por el contrario, considero que a mayor población en el sistema educativo, más desafíos para la calidad. Puede ser bastante más sencillo proponer calidad para pocos, pero lo que se consigue allí es reforzar un sistema elitista. Por eso me parecía que estos desafíos, que son de política pública con sentido social, en definitiva tienen que ver con la política educativa y son bien interesantes para analizar en el mediano y largo plazo. Incluso creo que van a tener un impacto aún mayor del que hoy conocemos. No es menos cierto que aún tenemos que recorrer un largo camino para que los estudiantes permanezcan en la escuela y logren los aprendizajes necesarios para la vida social.
Ud. ha trabajado la cuestión de los roles que ha ido asumiendo la escuela históricamente y las exigencias que, al mismo tiempo, la sociedad tiene hacia el sistema. ¿Cómo considera que se da esta dinámica en la actualidad teniendo en cuenta el proceso que se dio en la década de los ’90? ¿Hay allí un cambio cultural, al interior de la escuela y de lo que se espera de esta institución?
Sí, considero que este es un rasgo general de América Latina de la última década, donde la escuela vuelve a recuperar ese rol protagónico que ha tenido en la génesis de la constitución de los estados nacionales. En ese sentido, si bien se ha masificado y des-elitizado, sigue siendo una utopía la de convertir a la escuela en ese espacio social de alfabetización, socialización y de poder incorporar a mayores sectores de la población infantil, juvenil y adulta. Porque, finalmente, durante los noventa, el sistema educativo es el que ha podido articular formas de lazo social. Nuestras investigaciones muestran que la escuela ha sido una de las pocas instituciones que ha quedado de pié como espacio de resistencia de lo público. La gente reivindica a la escuela como una institución pública estatal, gratuita y laica. Aunque, por supuesto, aun hay obstáculos materiales para la gratuidad, para cursar los estudios,  sobre todo para los sectores populares. Pero nuestro sistema educativo argentino es mucho más democrático y menos selectivo en términos históricos y comparativos. Todas las universidades recientes, creadas en el Conurbano y en algunas otras provincias, muestran que efectivamente en base a una política estatal sostenida -con un pensamiento respecto de las universidades muy progresista, en donde la ciencia ocupa un lugar predominante en el desarrollo y la integración de nuestro país- puede observarse un proceso interesante. Comienzan a acceder a la universidad jóvenes que son primeras generaciones de hogares de sectores marginales. Entonces, de algún modo, si bien hay procesos para profundizar y mejorar, creo que nuestro sistema educativo está permitiendo avanzar en una democratización que consiste en que las grandes mayorías se imaginen en la universidad. Este era –y en algunos casos persiste- un problema de nuestras universidades: en nombre de la calidad académica -de la excelencia-, se han negado o eliminado, históricamente, algunos sectores.
En relación al “fracaso escolar”, que es uno de los temas que Ud estudia, ¿cuáles son sus principales causas y cómo ha evolucionado esta problemática en los últimos años?
Creo que se ha desarrollado bastante en el plano teórico- académico. En este marco, hay una problemática que tiene que ver con la formación de los docentes que es innegable, relacionada a los contenidos de la enseñanza, particularmente la lectoescritura y la matemática. Todavía hay que apuntar al ciclo de formación docente para constituir maestros que sepan enseñar a aprender matemáticas. En general, cuando uno revisa las certificaciones se da cuenta que la enseñanza y el aprendizaje de la matemática sigue siendo una cuestión bastante excluyente de nuestro sistema educativo. Inclusive, si consideramos la universidad, en carreras como Ingeniería, las materias vinculadas a las matemáticas están prácticamente vacantes en términos de que no hay ni siquiera alumnos disponibles a elegirlas y el Estado está poniendo muchos recursos ahí para sostener y promover estas carreras.
Por otra parte, me parecen interesantes algunas medidas actuales que son desafiantes en el sistema escolar, como la no repitencia sobre todo de los primeros grados de la escuela primaria ¿Por qué? porque si uno veía las estadísticas se daba cuenta que los sectores pobres, los niños más pobres, eran los que repetían mayoritariamente durante los primeros grados.
Mi aporte específico, en investigación y en las cátedras docentes que dicto en la universidad, a esta cuestión, consiste en desarticular ciertas creencias sociales naturalizadas, muchas de ellas legitimadas por paradigmas científicos hegemónicos que varios denominamos como “racismo académico”,  expresadas por los sujetos sociales y escolares bajo máximas tales como “no me da la cabeza para el estudio”, “no nací para la matemática”; “la universidad no es para mí”. Precisamente, he contribuido a construir en mi trayectoria académica una línea de investigación (inspirada en los trabajos de Norbert Elias y Pierre Bourdieu, principalmente) que permite poner en cuestión estas ideas desde un paradigma alternativo.
Mis estudios empíricos sobre las creencias de maestros y profesores acerca de la inteligencia y el talento, devela los mecanismos objetivos y subjetivos que sostienen las ideologías de los dones naturales, incluso la naturalización de la herencia social y familiar (lo que he denominado en mis textos como ideología de los dones sociales). Los sujetos tendemos a atribuir nuestro destino a capacidades individuales (biológicas, por fuera de toda contextualización social) y en ello consiste el efecto simbólico de la exclusión. Los límites objetivos, estructurales, los sujetos los perciben como limitaciones propias, intrínsecas a su supuesta naturaleza.
Norbert Elias dedica una obra a construir una sociología del genio y de la genialidad del músico Mozart. Bajo esta inspiración, nuestra mirada es siempre relacional entre las biografías individuales y las trayectorias sociales. De ahí que nos ocupemos de deconstruir las condiciones sociales y pedagógicas del éxito y el fracaso escolar.
En relación a la formación docente, considerando que depende de cada jurisdicción, ¿crees que debería haber alguna Ley nacional que articule toda la educación de formación docente?
Considero que la formación docente compete también a las universidades y al sistema de educación superior en general, no sólo a lo que históricamente han sido las escuelas normales o los institutos de educación superior de formación docente. De hecho, en las universidades nosotros formamos maestros y profesores a pesar de que no en todos los casos hay reconocimiento explícito, y mucho menos una valoración, de esa formación. En general, se pondera más la formación académica y de investigación como si la formación docente no fuera académica y no tuviera una base de investigación científica. Y esto lo digo con el compromiso de ser profesora universitaria en un ámbito en que la gran mayoría de nuestros estudiantes de Historia, de Ciencias dela Educación, de Geografía, van a ir a trabajar al sistema educativo. De modo que, en realidad, es una división y una jerarquización histórica, cultural, que se ha realizado, donde la formación docente ha quedado relegada en la vida universitaria. En otras universidades, por ejemplo aquí en Brasil, donde estoy terminando mi posdoctorado, se forman a los profesores con un sistema mixto pero las universidades asumen ese rol y la formación docente no es para nada subsidiaria de la “gran formación” académica. Por eso considero que no hay una escisión intrínseca al conocimiento entre lo que se enseña en la universidad y el sistema educativo. Este divorcio entre académicos y sistema educativo no nos sirve a nadie, mucho menos al sistema educativo de los maestros y los profesores.
También existe una diferenciación en la formación terciaria de profesores de enseñanza media y normal en las distintas provincias; los parámetros de calidad educativa, de alguna manera, también varían en ese sentido.
Sí, igualmente todavía hay cuestiones que están en pleno proceso de implementación. No olvidemos que el Instituto Nacional de Formación Docente fue creado por la ley de 2006. Hoy estamos a seis años, en un momento en el cual las carreras han cambiado de duración y hubo todo un proceso de reformulación curricular. Al mismo tiempo, cada provincia ha hecho o están debatiendo su propia ley educativa, discusión en la cual también está incorporada la formación docente. A mí me parece saludable, en todo caso, que la universidad y los sistemas de formación docente más tradicionales se pongan a dialogar seriamente. En todo caso las universidades tienen mucho para aprender de los institutos y los institutos mucho para aprender de las universidades. Es un sistema que debiera estar articulado casi, diría, naturalmente. Por otra parte, estamos en un punto en el cual, en buena medida, los profesores que enseñan en los institutos son los mismos profesores que enseñan en las universidades. Así que, ¿por qué la hipótesis de que uno está por debajo del otro?
En relación a una de tus especialidades de estudio, la violencia escolar. ¿Cuáles son los rasgos distintivos de esta problemática y sobre qué tipo de causas pueden hablarse?
Nosotros observamos, primero, que hay una mediatización del fenómeno de la violencia en la escuela. Es decir, la irrupción mediática del fenómeno hace que se hable mucho acerca de él. Pero en estas temáticas, cuando hay un sentido común que se establece, sobre todo a través de los medios hegemónicos de comunicación, también la violencia se vacía de significado. De hecho, una de las demandas mayores que hay en casi todos los cursos y congresos que se organizan para el sistema educativo, tienen que ver con “violencia escolar”, lo que hace suponer que la gente está preocupada por eso o bien que se denomina a casi todo como violencia.
Lo que nosotros estudiamos, particularmente, a través de testimonios de los jóvenes es cuáles son las dinámicas de poder que se generan entre los grupos escolares. En este sentido, creemos que la violencia es constitutiva del lazo social. Tomamos la idea de Michelle Wieviorka: la violencia es constructora de subjetividad, tanto para negar al sujeto como para constituirlo, en el sentido productivo, positivo también. De modo que estuvimos observando el modo en que se da una dinámica de superioridad e inferioridad al interior de los grupos escolares, lo que Norbert Elías llamaría una dinámica social de la estigmatización entre los compañeros. Es decir, una constitución de los superiores y de los inferiores, formas de estigmatización que tienen  que ver con los lugares de residencia, con tener “cara de pobre”, vestirte de cierto modo, aquello que el propio Elias analizaba, sobre los diferenciales de poder y los procesos civilizatorios. Nos centramos en la dimensión de las humillaciones, los miedos y el respecto.
En este punto nos diferenciamos y distanciamos de las perspectivas denominadas como bullying. Es importante señalar que se trata de una terminología importada. No sólo sospechamos de esta categoría porque proviene de Estados Unidos y del inglés, sino porque, además, supone toda una caracterología del individuo agresivo, violento, que en general se ha utilizado en el plano de la criminología. Justamente, una de las cuestiones que nos interesa analizar es cómo hay cierto sesgo criminológico -no sólo proveniente del sentido común que fabrican los medios hegemónicos, sino del producido por cierta ciencia social que es acrítica: el racismo biológico académico. Y hay mucho de este mercado de cursos sobre la violencia de la escuela que se basa en esta sensatez penal. Me pregunto a veces ¿por qué en un congreso sobre violencia en la escuela, que es un congreso pedagógico, hay toda una batería de discursos, de imágenes sobre los jóvenes, casi como homologando la violencia de los jóvenes en la escuela con violencia criminal? En el plano de las investigaciones a nivel nacional e internacional sucede lo mismo: también hay un sesgo patologizante y judicializante. Ante este escenario, desde nuestras investigaciones hemos apuntado a poder construir lo que llamamos un cambio cultural en la mirada que tienen los maestros sobre los alumnos, que es una mirada histórica y social. Históricamente la violencia ha estado asociada a la violencia delictual. Robert Muchermbled señala que, en realidad, son los jóvenes varones de sectores marginales quienes están vistos como delincuentes. Entonces, la violencia juvenil, la violencia delictual, también es una construcción cultural que hay que deconstruirla en perspectiva histórica.
De la mano de esta mirada sobre los jóvenes como potenciales delincuentes vienen las tecnologías de seguridad, de control social. Estoy terminando un artículo donde analizo las imágenes de los medios de comunicación sobre la violencia, los jóvenes y la escuela y en todos ellos aparece la policía. O sea, más allá de que el discurso de los titulares pueda ser educativo o referido a la escuela, lo que aparecen como imágenes casi naturalizadas es la policía resguardando la seguridad, o sea, revisando las mochilas de los chicos, de los estudiantes en general, o reprimiendo concentraciones estudiantiles. Y si uno los rasgos de los estudiantes que se muestran en esas imágenes coincide con la visión lombrosiana. Hay una mirada criminalizante y estigmatizante sobre los jóvenes y la escuela. La escuela siempre queda bajo sospecha por inacción de las autoridades. Hay toda una serie de formas de nombramientos que nosotros observamos en los medios de comunicación, y que también se pueden observar en las imágenes propias o autovaloraciones  de los estudiantes: se ven a sí mismos como futuros delincuentes. Con el equipo estamos realizando focus groups, entrevistas grupales con estudiantes. Hicimos en dos sectores sociales, marginales y sectores medios; ahora nos detuvimos en los sectores marginales. Los marginales de los marginales, en la Provincia de Buenos Aires, en La Plata. Por ejemplo, ahora, estoy analizando uno de los miedos que apareció, porque una de las dimensiones de la violencia que tomamos son los miedos y los sentimientos de los estudiantes, que es el miedo a morir joven. En estos testimonios los jóvenes saben que pueden encontrar la muerte por gatillo fácil, o en el barrio. Es un miedo social de época muy enraizado. Después, si uno analiza históricamente como ha sido la relación de la muerte con los jóvenes, porque no es una muerte evolutiva, es una muerte de época, social, cultural, bueno, en general, los jóvenes han sido, especialmente, muertos a lo largo de la historia de nuestras sociedades latinoamericanas –cosa que también pude ver aquí, en la Universidad Estadual de Río de Janeiro, efectivamente esta cuestión en las favelas parece ser muy similar a lo que nosotros estudiamos allí en los sectores atravesados por la exclusión social de Buenos Aires.
Y la escuela ¿con qué herramientas cuenta como para abordar esta problemática, cómo se da esta dinámica?
Bueno, la primera herramienta es analizar en las políticas educativas qué mensaje, qué representación tienen acerca de la escuela y qué transmiten acerca de la escuela y los estudiantes. En este sentido, hay una serie de programas bien interesantes. Por ejemplo,la Provincia de Buenos Aires comenzó con una iniciativa socio-educativa hacia algunas situaciones de violencia en la escuela -violencia grave, abuso sexual, suicidios, homicidios. Esa violencia es la más evidente, pero también debemos analizar la simbólica, que es menos evidente, pero también profunda.
Después, hay toda una serie de políticas para el sistema educativo que implican un cambio de largo plazo, un trabajo sistemático con las miradas y las formas de intervención sobre estas temáticas. Inclusive todo lo que tiene que ver con las formas gobierno escolar y de movilización del sistema educativo. Si los medios de comunicación sostienen que movilizarse por el boleto estudiantil, o movilizarse por algo de la escuela, implica que esos jóvenes son potenciales violentos delincuentes, hay ahí una mirada distorsionada que debe cambiar. En general, en nuestro sistema educativo, los docentes resisten bastante esa mirada, pero hay que confrontarla dando herramientas analíticas y científicas para demostrar que muchas de esas premisas son falsas. Por ejemplo, las cámaras de seguridad han demostrado ser instrumentos que no sirven. Lo mismo en el caso de otras tecnologías de control de los jóvenes. A modo de ejemplo, veamos lo que sucedió hace unos meses con este caso en Estados Unidos cuando ese chico entró a un establecimiento educativo y mató a muchas personas… Es muy impactante, ahora se venden mochilas blindadas con imágenes de personajes de Disney. Esto prueba la mercantilización y el consumo de ciertas formas de violencia en la escuela. Por eso nosotros le damos una mirada profundamente pedagógica; yo creo que la mirada pedagógica es la que va a permitir transformar, al menos a lo que es específico de la violencia en la escuela referido a los vínculos sociales.
Al mismo tiempo que se desarrollaban los gabinetes sociales o psicológicos en las escuelas, en los últimos años se ha llevado adelante todo el proceso de creación de dispositivos en torno a la Ley de Promoción y Protección de los derechos del niño, ¿Se ha notado un cambio en el abordaje de la problemática de la violencia y en otras problemáticas psicosociales al interior de la escuela o falta todavía la articulación?
Yo creo que hay, cuando uno habla con los docentes, con los profesores, incluso con los estudiantes, un reconocimiento de que se ha avanzado mucho en la normativa y en formas de protección estatal fundamental. Pero hay que pensar en los cambios culturales.
En la década del ’90 estábamos luchando por, justamente, establecer estas formas de política: normativas y formas estatales. Ahora, lo que tenemos que trabajar es al interior de nuestras instituciones, al interior del sistema educativo, al interior de las escuelas. No olvidemos los desafíos que tenemos en la escuela secundaria. Ésta ha sido, históricamente elitista y excluyente. Por eso es revolucionario que por primera vez en la historia la educación secundaria sea para todos y todas. Me gusta pensar esa escuela no “para todos” sino “de todos”; apropiada por la ciudadanía.
Frente a aquellos discursos que deslegitiman a la escuela argumentando que no sirve, creo que hay que tener cuidado. Justamente la escuela fue la última institución de la “mano izquierda del estado” en la los noventa neoliberales. Yo creo que esa metáfora de Bourdieu es interesante. Cuando uno lee los testimonios dela Miseriadel Mundo, de Bourdieu, uno se da cuenta que está claro que los maestros y los profesores se angustian por la situación de tener que paliar el sufrimiento social, pero lo han asumido, claro, con un costo subjetivo pero con resistencia. Nosotros tenemos sindicatos docentes fuertes, lo que quiere decir que, efectivamente, hay unas formas de asociación en el sistema educativo que son colectivas. Nuestro sindicalismo es una muestra de que se puede intervenir y mejorar los procesos educativos desde organizaciones colectivas.
Para ir finalizando, en relación al libro que Ud. publicó junto al Senador Filmus, “Educar para una sociedad más justa” ¿Cuáles serían los principales desafíos en relación a este objetivo en Argentina?
Retomando algunas cuestiones que señalé al inicio de esta entrevista, lo que repusola Ley de Educación Nacional, como otras leyes concomitantes en este último tiempo, fue la necesidad de recuperar el rol del estado. Y repuso, también, una idea del “nosotros”. Si uno lee la ley, hay otras muchas ideas interesantes –como la participación de amplios sectores en el gobierno del sistema educativo (sindicatos, organizaciones sociales). Por otra parte, es muy importante la escuela secundaria como obligatoria. Esto es clave, Argentina es uno de los pocos países de América Latina que tiene la educación secundaria obligatoria para los jóvenes, lo cual es toda una señal. Porque estamos diciendo que los niños tienen que escolarizarse y también a los jóvenes. Y es el Estado el que se tiene que comprometer, según esa ley, a poner todos los recursos para volverla posible.
Por último, esa ley instauró la creación del canal público estatal educativo; hoy en día todos vemos canal Encuentro, Paka – Paka; pero estamos hablando de iniciativas iniciadas en 2006, es decir, en pocos años se ha logrado construir y legitimar estos nuevos espacios.
fuente: INICIATIVA

miércoles, 15 de mayo de 2013

STURZENEGGER: VERGÜENZA AJENA

CUANDO LA REACCIÓN SUPERA LA FICCIÓN
Sturzenegger es el economista predilecto del neoliberalismo, lidera la renacida banda de los Chicago - Di Tella Boys.

Por Federico Bernal
Tiempo Argentino
15/05/2013

"En economía no hay nada misterioso ni inaccesible al entendimiento del hombre de la calle. Si hay un misterio, reside él en el oculto propósito que puede perseguir el economista y que no es otro que la disimulación del interés concreto a que se sirve."
Arturo Jauretche. El Plan Prebisch: retorno al coloniaje.

El currículum de Federico Sturzenegger figura en el portal oficial de la Universidad Di Tella, de la que fue decano.

Del choclo escrito íntegramente en inglés, destacamos: "... es consultado regularmente por corporaciones y organismos internacionales (sic)." Sturzenegger, economista predilecto del neoliberalismo criollo, las corporaciones y los organismos internacionales lidera hoy la renacida banda de los Chicago - Di Tella Boys.

Alumno estrella de Rudiger Dornbusch –célebre por haber propuesto en 2002 que la Argentina ceda el manejo de su economía y finanzas a un equipo de técnicos extranjeros– compartió pluma con su maestro en sendos artículos y libros, despidiéndolo en emotivo homenaje junto a otros colegas de la Di Tella en el año de su deceso.

Previamente a convertirse en funcionario de López Murphy y Domingo Cavallo durante 2001, Sturzenegger brindó servicios de consultoría al FMI en 1993 y 1994 (retomaría en 2003, 2004 y 2005), al Banco Mundial en 1988, 1994 y 1999 (luego en 2002 y 2005) y al BID en 2001 (repetiría en 2003, 2005 y 2007).

De su CV se infiere que estuvo desempleado en el 2000 pues no figura ninguna consultoría.

Quizás esto explique su columna de opinión en La Nación del 1 de octubre de 2000: "Hay que privatizar el Banco Nación."

Inteligente, se hacía camino al andar.

A continuación una breve sinopsis biográfica de uno de los ideólogos y ejecutores de la peor crisis económica y social argentina, crisis que no fue producto del error humano –ni el suyo ni el de sus camaradas– sino del éxito de los inhumanos operadores de mercado, justamente como el Fede que acá pasamos a relatar.

ADMINISTRANDO PARA LOS MERCADOS.

Sturzenegger renunció exactamente un mes antes de la pueblada del 19 y 20 de diciembre, la única movilización registrada en la Argentina del 2001 a esta parte verdaderamente espontánea (no convocada por "redes sociales") y popular (en el sentido de ir contra el libre-mercado).

Tuvo a su cargo la política económica durante prácticamente todo el 2001.

¿Qué sucedía entonces?

Los indicadores socioeconómicos no detenían su exponencial deterioro: aumento del desempleo (16,4%), caída del PBI y de reservas internacionales, aumento de las tasas de interés real que aceleraban la ya asfixiada actividad económica.

La pobreza y la indigencia saltaban del 28,9% y el 7,7% al 35,2% y 12,2% entre octubre de 2000 y octubre de 2001, respectivamente (unos 13 millones de pobres e indigentes).

En diciembre de 2000, el FMI, Banco Mundial y BID nos blindaron por 40 mil millones de dólares apuntando a preservar la Convertibilidad amenazada de default hasta tanto no concluyera la negociación del canje de títulos de la deuda externa.

Dicha negociación terminó en mayo de 2001, con la reestructuración de la deuda en bonos.

¿Resultado del megacanje?

La situación financiera y económica del Estado empeoró; el riesgo de default también.

Las metas comprometidas con el FMI no podían cumplirse. Se requería de un nuevo acuerdo con el organismo, acuerdo anunciado con bombos y platillos el 21 de agosto en Washington.

Hacia allí viajó Sturzenegger y equipo (la política económica se definía en Washington). Las condiciones del FMI eran inéditamente leoninas: los salarios estatales superiores a 1000 pesos y las jubilaciones superiores a 500 pesos (la línea de pobreza era de 450 pesos), así como las transferencias del Estado Nacional a las provincias debían reducirse un 13%. Era el "déficit cero", que obviamente, se cumplió.

A su regreso del viaje, la Universidad Di Tella realizó una mesa de debate con los subordinados.

El secretario de Política Económica "defendió la política instrumentada por Cavallo y repitió hasta el cansancio que el equipo económico tiene como premisa fundamental respetar los derechos de propiedad (La Nación 24/8/01).

Entre septiembre y diciembre de 2001 el PBI cayó 10,5%, la recaudación de impuestos nacionales y de seguridad social un 30% interanualmente y las reservas del BCRA en cerca de un 40% (enero a agosto).

El FMI realizó un segundo desembolso extraordinario de 6300 millones.

Curiosamente, entre septiembre y diciembre de 2001 salieron del sistema (para ponerse a salvo de la inevitable devaluación que sólo banqueros y especuladores conocían iría a suceder) algo más de 6000 millones.

¡Qué casualidad!

El caos era absoluto, pero Sturzenegger, perspicaz, renunció a tiempo.

El 20 de noviembre de 2001 el ministro Cavallo anunció en conferencia de prensa: "Federico me comunicó que quería volver al mundo académico y yo acepté esa decisión".

Aclaración pertinente: entiéndase por "académico" ser consultor del Banco Mundial (2002) y dedicarse a escribir las guías para la dolarización de la Argentina, resumidas en su libro Dollarization (analizado próximamente).

El proyecto de presupuesto para el 2002 presentado al Congreso por el inefable ministro el 18 de diciembre, proponía un ajuste adicional de 6000 millones de dólares, con aumento del recorte salarial y las jubilaciones, eliminación parcial o total del aguinaldo de los estatales y poda a las partidas de las universidades.

Sturzenegger ya no estaba al frente sino Guillermo Mondino, su reemplazante, que como había afirmado Cavallo semanas atrás, significó "una continuidad total, ya que en la práctica Federico y Guillermo venían trabajando en equipo".

Los brutales ajustes al pueblo argentino previstos para 2002 por Sturzenegger, Mondino y Cavallo intentaban responder las exigencias del FMI para destrabar el desembolso pendiente de 1260 millones de dólares y así salvar a especuladores y banqueros.

"HACE FALTA LIDERAZGO Y COMPROMISO CON LA ECONOMÍA DE MERCADO".

El subtítulo de arriba es en realidad el título del artículo escrito por Sturzenegger en 2002 y publicado por El Cronista el 30/12/02. ¡Patriota! Dos días después de escrita la convocatoria comenzaría el año dorado para este consultor: asesoría al FMI, al BID y al Banco de Inglaterra. ¡Tres veces patriota! Ahora vayamos al artículo. Así arranca: "Durante los años '90 Argentina adoptó un modelo de crecimiento muy exitoso que en pocos años cambió la fisonomía de nuestro país".

Luego nos explica los pilares de la década del '90, esto es, revolución productiva y salariazo: "El proyecto de crecimiento de los '90 estaba basado en salarios altos ... y una fuerte demanda doméstica sostenida por abundante entrada de capitales. (...) Es así como la economía se recupera un 58% entre 1990 y 1998."

Esta definición lo describe a él y formateados cerebros del estilo de cuerpo entero. Entre 1880 y 1930, reza la biblia de la Argentina granja, nuestro PBI creció y se expandió de tal forma que posicionó al país a la vanguardia mundial. Claro que con un pequeño detalle: internamente esta riqueza sería apropiada sólo por una minúscula élite.

Falta escribir el tercer tomo del libro de Bialet Massé El Estado de la clase obrera en la Argentina, para saber qué pasó con las clases populares y trabajadoras a lo largo y ancho del país en los noventa.

Sigamos con la nota y veamos cómo fue que se derrumbó el socialismo de mercado de fines del siglo XX. En 1998 "...empiezan una serie de shocks que eventualmente llevaron a la caída de la Convertibilidad.

Es que [ella] sólo funcionaba si había confianza impoluta en la continuidad del sistema".

Luego describe los shocks: default ruso, devaluación de Brasil y renuncia de Chacho, shocks que derivaron en "una caída en los niveles de confianza que impulsaron una salida de capitales que hizo a la larga insostenible el régimen de Convertibilidad".

En pocas palabras, la Argentina como timba y commodity. "La salida de capitales implicaba una contracción de la economía, que requería de crecientes ajustes fiscales, que cuando se hizo evidente que no vendrían puso en riesgo la solvencia del Estado y eventualmente generó la corrida bancaria que desembocó en el corralito y arrasó la Convertibilidad".

Desafiamos al lector a que encuentre en este planteo al ser humano. Sturzenegger fue y sigue siendo uno de los muchos operadores de un aceitado modelo de saqueo, modelo para el cual el endeudamiento no es un problema sino una herramienta más de expoliación.

STURZENEGGER, PROCESAMIENTO, DESEMPLEO Y POBREZA.

En fin, el actual presidente del Banco Ciudad, hombre PRO, fue educado e instruido para servir a intereses contrarios a una nación moderna, autosuficiente, soberana y socialmente justa.

Asumió la función pública el 12 de marzo de 2001, convocado por López Murphy (LM) para poner en marcha su salvaje plan de ajuste al pueblo argentino.

Ahora que se reabrió la causa por el corralito (¡que sólo demanda banqueros pero no ex funcionarios!), ¿qué pasará con los pedidos de procesamiento que el fiscal Federico Delgado hizo en 2009 por el delito de negociaciones incompatibles con el ejercicio de la función pública vinculado al megacanje, pidiendo el procesamiento de varios ex funcionarios del ministerio de Economía de De la Rúa, entre ellos, el protagonista de esta reaccionaria ficción?

¿Qué justo juez o fiscal se animará a procesarlo por haber provocado un desempleo (incluye subocupación) del 40% en 2001, y por haber llevado la pobreza de 13 millones a 19 millones de compatriotas (a inicios de 2002)? 


fuente:
 Juan Cruz Cabral (Notas)

sábado, 11 de mayo de 2013

¿A dónde va el progresismo argentino?

La alianza porteña entre Libres del Sur (Victoria Donda y Humberto Tumini), UCR y Alfonso Prat-Gray, por un lado, y la de Pino Solanas y Elisa Carrió, por el otro, despertaron críticas desde diferentes sectores de la centro-izquierda. Claudio Lozano, por caso, las definió como "cachivache". De fondo, la pregunta sobre la historia y el presente del progresismo en Argentina. Un diálogo con el politólogo Nicolás Tereschuk y el comunicólogo Abelardo Vitale (ambos son editores de Arte Politica).
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Por Nicolás Bondarovsky y Enrique de la Calle
Agencia Paco Urondo: ¿Qué significa “progresismo” en la Argentina?
Aberlardo Vitale: En principio, el progresismo -como etiqueta- atraviesa la misma polisemia que todas las expresiones políticas de la Argentina. La misma pregunta podríamos hacer con respecto a qué es ser peronista o qué es ser radical. Son categorías que siempre están atadas a la coyuntura y su identificación. Como toda identificación, siempre se da en contraposición a otro. La teoría progresista tiene en sus orígenes ciertos resabios y sonidos atrayentes en términos de una tradición de izquierda o de centro-izquierda. Lamentablemente, en la práctica concreta, por lo menos en la actualidad y en la historia reciente, el progresismo argentino termina siendo un  progresismo de artes, ciencias y espectáculos. Es interesante en relación a su mirada de la cultura, a su mirada sobre ciertos derechos humanos o leyes que hacen a este género. Cuando vas a los núcleos duros que conforman la estructura de una sociedad, en cuanto a la conformación económica, política y la lucha contra los poderes, el progresismo no sólo termina -de algún modo- siendo contradictorio con su propio discurso o con sus propios orígenes, sino que termina siendo funcional a esos sectores adversos a una tradición de izquierda y de centro-izquierda.
Cuando venía para acá, pensaba por qué el debate sobre el progresismo y recordé a José Pablo Feinmann diciendo que Mariano Moreno era el más jacobino en la Revolución de Mayo, pero que no tenía un sujeto social que expresara ese jacobinismo, era solamente el poder de las ideas. En muchos casos, los sectores del progresismo, del socialismo argentino o de Libres del Sur, también cargan con esta ausencia de un sujeto social que “lo queremos representar, pero no se deja”. Hay una especie de desprecio por los sectores populares, hay una incomprensión del Peronismo. Eso les obtura la posibilidad de acceder a la construcción de sectores populares reales y no de palabra. Hay ciertas condiciones humanas de nuestra sociedad y de nuestro Pueblo que son contradictorias, que son difíciles de abordar y que no son de manual. A un barrio no entrás con el decálogo de lo correcto. El progresismo, en ese sentido, precisamente por esta incapacidad o esta elección –no sé si será una elección, desconozco- creo que queda huérfano o rengo entre sus discursos y sus prácticas.
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Nicolás Tereschuk: El dirigente progresista con más despliegue fue Chacho Álvarez, él sí entendía al Peronismo y fue el dirigente que llegó a tener el mayor nivel de representatividad, con una cierta agenda y en un determinado momento. Me gusta una definición de Eduardo Rinesi, la dice siempre. Es en el sentido de que el progresismo es un fenómeno de estos 30 años de democracia, no hay una experiencia previa. Cito a Rinesi: “Se construye contra el Estado, se construye así porque se viene del Terrorismo de Estado, lo que hay que hacer es ir en contra y limitar su poder que nos había pisado y oprimido a todos”. Culturalmente, por ejemplo, sería: “Cantar el himno está mal”.
El progresismo tiene cierta limitación en cuanto a las posibilidades de ver el Estado como promotor de algunos de los objetivos que tiene en torno a la justicia social y libertades individuales, incluso reformas. El progresismo sigue desconfiando de todo lo que es el Estado. Por ejemplo: por qué no tiene una agenda clara sobre el tema de seguridad ciudadana, que es lo que más preocupa a nuestros patriotas. Hubo avances en muchos sectores progresistas, en el sentido de capacitarse sobre la seguridad ciudadana, pero ¿por qué lo tiene como alejado? Porque la policía es mala, porque es la expresión más importante y opresora del Estado. Cuando se administra el Estado, cuando se llega a esos lugares, la pregunta es cómo hacer. Hay ciertos sectores que se quedaron en ese progresismo alfonsinista y no llegan a ver cómo hacer del Estado un lugar de transformación. Durante estos 30 años de democracia, en muchos aspectos, el Estado ha sido transformador, para bien y para mal.
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AV: Es posible discutir qué aportó o puede seguir aportando el progresismo. La respuesta de si sirve o no sirve depende de dónde te posicionas para hacer esa evaluación. En términos más generales, en nuestro país -por su conformación social y económica-, los sectores populares solamente crecen en poder cuando tienen una alianza con al menos un sector de la clase media. El progresismo en la Argentina es un fenómeno netamente urbano, netamente clasemediero, con algún tipo de educación formal que va más allá del secundario. Dejando de lado la coyuntura y las expresiones políticas actuales, al Campo Popular ¿le sirve una construcción conjunta, ciertas alianzas con los sectores socialmente progresistas? Creo que sí, creo que es imprescindible. Quizás me equivoque, quizás estén cambiando esas condiciones que para mí son históricas, tributarias del Peronismo. La necesidad de los sectores populares de un sector de la clase media es, ni más ni menos, que la maravillosa acción del primer Peronismo. Muchas veces, desde nuestro propio movimiento kirchnerista, hay un desprecio hacia la clase media que es ideológicamente equivocado. En todo caso, lo que nosotros debiéramos tener es una acción militante sobre esos sectores, no para ponerlos en el campo de enfrente, no para echárselo a la derecha.
APU: Desde esta definición ¿el progresismo se enmarca dentro del Campo Popular? ¿Disputa la disyuntiva entre capital y trabajo?
AV: Lo considero un aliado del Campo Popular, un aliado deseable. Es como una mina que te puede gustar y que te puede no dar bola.
NT: Me parece que hay que entender que la estructura social en la Argentina es compleja, no es un país 80/20 (80% pobres, 20% ricos). No es Venezuela en ese sentido. Es una estructura social donde también interviene lo que dice Abelardo de los gustos, los niveles de consumo internacionalizados o esto que habla Abelardo de lo cultural, científico y espectáculo, hay que tomarlo en cuenta. Es un país donde la gran población está en sus centros urbanos y los sectores medios urbanos son sectores importantes socialmente. Es por políticas que uno construye una base social más fuerte y se crece en las encuestas o en el nivel de voto. Eso es un valor y el kirchnerismo tiene que mantenerlo.
El país está mejor cuando se abren este tipo de alianzas, lo de “piquete y cacerola, la lucha es una sola”, esas coyunturas te abren la posibilidad de un montón de acciones y de agendas que cuando eso se rompe mucho se empiezan a cerrar. En algún punto, lo de “piquete y cacerola, la lucha es una sola”, mostró que hay algún lugar donde el desocupado, el que está peor, el que tiene más problemas económicos y proviene de estructuras sociales más desprotegidas, tiene un nivel de agenda en común con el otro. Está claro que fue en un momento de crisis, pero abrió todo una agenda sobre qué se necesitaba en el país, qué rol tenía que tener el Estado.
AV: Perdón que te interrumpa. Hay un fenómeno interesante en nuestro país que tiene que ver con la construcción de subjetividades. Es cierto que en términos socio-económicos, la clase media argentina es la mayor de cualquier país latinoamericano. Culturalmente y, por ende, ideológicamente, es mucho mayor que lo que en la práctica es. La famosa pregunta ¿de qué clase sos?, preguntás en un barrio de Aldo Bonzi, de laburantes, clase media baja, pero se autodefinen como tal y esa identidad es fuerte, porque ahí no te interpela solamente una cuestión de guita. Y si le preguntás a un ricachón de clase alta de qué nivel sos, te va a decir: “No, yo soy de clase media”. Ni pobre ni rico.
NT: Hay otro elemento, vivimos en un país donde nadie se asume de derecha.
AV: Esa es otra particularidad.
NT: Por la historia que ha tenido la derecha, por su historia impresentable, protagonizado un genocidio, nadie se asume de derecha. Hasta el PRO tiene su lado progresista en su agenda, en los medios, en su ministra de Desarrollo Social que termina siendo Vicejefa de Gobierno. Eso quiere decir que todos están disputando esa agenda progre. Hay que meterse, si lo va a disputar Macri, por qué no lo vamos a disputar nosotros.
El Grupo Clarín, que es un grupo mediático, también está permanentemente disputando y tratando de conformar a esos sectores medios ¿Lo vas a dejar liberado a este tipo de influencias? Sería un error. Se lo puedo discutir y se lo tenemos que discutir permanentemente y tenemos que tratar de disputar ese “público lectorado”. No es disputar artificialmente, si bien hay momentos o veces donde algunos de los cuadros o sectores despotrican contra la clase media, el kirchnerismo ha tenido fortísimas políticas hacia estos sectores progresistas y hacia los sectores medios. Desde los subsidios que van directo desde el bolsillo al servicio público, hasta cómo revientan el consumo de bienes durables que también se amplía al sector popular. Además, toda la agenda de Derechos Humanos y de género, que era del progresismo. Un montón de cuestiones que han tomado y tenido en cuenta. Por ende, no es que nunca lo ha disputado. Cuando Cristina, en sus argumentaciones explica por qué toma algunas medidas, está tratando de disputar, le sigue hablando a esos sectores. Después hay medidas que les pueda gustar o no y su base social y política puede estar más fuerte en los sectores populares, pero no es cierto que se desentienda de ese sector.
APU: ¿Cómo fue la relación del progresismo con el kirchnerismo? Muchas cosas ya se han dicho, a partir también de esta idea de Tenembaum en la que afirma que se quebró la familia progresista. Se podría decir también que con Menem estaban mejor, en el sentido de que eran claramente antimenemistas.  
NT: Era mucho más fácil ser progresista con el menemismo.
AV: Como militante de toda esta experiencia, como militante de ese espacio político –del Frepaso- digo que ahí fue la decadencia de esa experiencia progresista. En sus inicios, el Frepaso nace en el grupo de los ocho diputados de extracción peronista que luego van tejiendo alianzas, primero con sectores cristianos, sociales de base, había una profunda convicción  de disputar los sectores peronistas. Éramos peronistas los que estábamos ahí adentro, después efectivamente se va haciendo como un derrotero que termina como por suerte terminó: fracasando, porque estaba equivocada la línea ideológica. Ojo, hay otro tema que me gustaría incorporar: el progresismo argentino está sacudido por la crisis del progresismo en términos mundiales y quizá, ahí también, haya algún atisbo de respuesta de por qué sus dificultades en términos de entender o construir mayor capacidad popular en la Argentina. Son concepciones que tiene una raigambre netamente europea, atravesó el progresismo argentino toda la crisis de la social-democracia europea. Hermes Binner y esos sectores, son la expresión cabal de eso. A ver, ¿Binner es un socialista? Si lo vamos a comparar con el socialismo real, ni en pedo. Ahora, perfectamente podría ser el PSOE ¿o no?
NT: Yendo un poquito atrás en el tiempo, esos sectores están en una crisis todavía mayor. En Europa, esas sociales democracias están eclosionando por todos lados, sus agendas están totalmente pegadas a los partidos de centro-derecha, de salvar a los bancos y todo lo que conocemos. No se sabe realmente quién es de centro-izquierda o de centro-derecha porque están tomando las mismas políticas. Si desde acá te estás identificando con el PSOE o con la social-democracia alemana, hay que ver con qué te estás identificando. Ahí también hay una crisis.
APU: ¿Se podría decir que lo que ustedes entienden como progresismo se identifica claramente cuando se está en resistencia? ¿Qué pasa con el progresismo cuando existe un gobierno de avanzada popular?
AV: Hay experiencias concretas de gestión progresista, Rosario (provincia de Santa Fe), es una de ellas. Te puede no gustar lo que hacen, esa es otra discusión, pero son eso. ¿Hay una forma de gestionar progresista diferente? Pareciera que no. Aníbal Ibarra en la Ciudad mucho no hizo. En un principio, el socialismo en Rosario tuvo muchas cosas piolas en términos de salud en los barrios que, todavía hoy y a pesar de haber abandonado esa política, sigue teniendo impacto en los sectores populares. En general –puede ser que sea un poco injusto-  creo que el progresista es un ser muy cómodo, que es mucho más funcional a la hora de sentarse y opinar lo mal que se hacen algunas cosas y no llevarlas a cabo o cambiarlas.
APU: ¿Cómo entran, en esta definición, un espectro tan grande que engloba a Hugo Yasky -con toda la experiencia CTA-, Nuevo Encuentro, Pino Solanas, Libres del Sur con trabajo territorial?
NT: Insisto con esto, en todos esos espacios está presente la cuestión de qué pasa con el Estado y qué pasa con el poder político. Si Tenembaum, supuestamente con una agenda progresista, escribió un libro que se llama Qué les pasó, donde le parece mejor el primer gobierno de Néstor Kirchner que lo que pasó después, quiere decir que ahí hay un tema de qué me pasa a mí con el Estado y con el poder. Por mi parte creo que lo mejor del kirchnerismo se dio después de 2008, a partir de la discusión con las patronales del campo. De cualquier modo, quiero decir que el Estado es imperfecto y contradictorio. El gobierno del PT en Brasil es imperfecto y contradictorio, y tiene una enorme posición de derecha y unas pequeñas expresiones progresistas de oposición por izquierda. El gobierno uruguayo también es imperfecto y contradictorio. Todos los Estados son imperfectos y contradictorios y hay que ver cuánto te bancas de eso y tu lugar va a ser estar siendo amigo de lo perfecto y enemigo de lo bueno.
APU: Nuevo Encuentro y Yasky, por citar dos sectores progresistas, ¿no dirían exactamente lo mismo: que este Gobierno es más interesante desde el 2008 para acá?
NT: Si, por supuesto. Me parece que ahí también está esto que te decía: el kirchnerismo mantuvo un interés o una agenda de hablarles a ciertos sectores. Estos sectores que acabas de mencionar tenían en su agenda la AUH, el matrimonio igualitario, la recuperación de YPF, se les habló a esos sectores progresistas y ahora están más identificados con el kirchnerismo. Hay otros sectores que decidieron que no y me parece que decidieron quedarse en esa situación que describía antes, donde lo que hace el Estado es opresor, corrupto y negativo de por sí.
AV: Hay dirigentes políticos del progresismo en la Argentina que si nos sentamos y pudiéramos poner bajo campana de cristal toda la lucha política por los cargos, por esto y por lo otro, podemos llegar a estar de acuerdo en el 95% de las cosas que pretendemos para nuestro país. Ahora, cuando eso se traslada a la realidad concreta del día a día, terminan teniendo posiciones muy contradictorias. Queda claro cuando se expresan de la forma que lo hacen: “Está bien lo que hacen, pero no está bien porque lo hacen ustedes y no está bien porque lo hacen después de lo que lo tendrían que haber hecho”. La AUH es un ejemplo cabal, bandera de esos sectores progresistas. También, hay que bancársela y decirse que durante muchísimos años el kirchnerismo no solamente no la aplicaba, sino que decía que estaba mal, que era neoliberal, que es un paliativo, que solamente a través del empleo y qué se yo cuánto. Cuál es la habilidad, a mi modo de ver meritoria del kirchnerismo, que leen la realidad y no que la tratan de adaptar a su concepción previa.
NT: Cuando vos te metés en un proyecto que está siendo gobierno hay un riesgo que en la Argentina es muy grande y es que ese proyecto se haga mierda contra una pared. Se puede llamar errores de la gestión, limitaciones, contradicciones internas, crisis económica que vienen de afuera y no se pueden manejar, se puede llamar miles de cosas. En la Argentina, cada diez años hay una crisis monetaria, bancaria, cambiaria, de empleo y de todo tipo. El tema es qué pasa si uno se metió en este proyecto, por ahí algunos sectores piensan que es más cómodo no meterse.
APU: ¿Existen diferentes grados de progresismos?
NT: Por como fue el tránsito de la democracia en la Argentina, hay valores para muchos sectores de la sociedad que son prioritarios: el valor de la vida, el valor de la diversidad, el valor de las libertades individuales y civiles, los valores de los derechos humanos, ciertas cuestiones sociales, la recuperación de la Dictadura que fue muy dura y muchos más. En esta agenda coincidieron muchos sectores: del radicalismo, intelectuales, de izquierda, sectores que estaban en el Peronismo y que después formaron expresiones progresistas importantes, el socialismo, un socialismo mucho más gorila, y los representantes que tenían más coincidencias con este tipo de elementos que te estoy nombrando, por eso el progresismo también engloba distintas trayectorias y distintos lugares dirigenciales. Te vas a encontrar con sectores de distintos partidos. El tema son las discusiones que fueron tomando cada uno durante todos estos años, por ejemplo: si plegarse a la ola neoliberal o no. La renovación peronista tenía algunos elementos del progresismo con Manzano, de la Sota, Grosso, Ruckauf. Era una renovación que tenía que ver con una institucionalidad, con una modernización, que tenía que ver -en ese momento- con el respeto, que tenía un discurso interesante en esos términos. Algunos se plegaron a la ola neo liberal directamente, otros que, por cuestiones históricas y por cuestiones de hacer equilibro, no cuestionaron las bases del neoliberalismo en sí, cuestionaron unas cosas y otras no. Esas fueron las decisiones que se fueron tomando los sectores dirigenciales. Después vino el kirchnerismo y eso se ve claramente en las gestiones, en las trayectorias de los dirigentes, se ve en las distintas situaciones, por eso tenés a Jorge Rivas y a Hermes Binner.
AV: Es muy complejo. Lo mismo que el Peronismo o el propio radicalismo...
APU: Sí, pero el Peronismo tiene un sujeto social claro…
AV: Bueno, pero es un sujeto social claro que también acompaña políticas contradictorias según el momento, ¿el menemismo fue Peronista o no? Sí ¿los sectores populares votaban ese tipo de Peronismo? Sí. Hay muchos que desde el Peronismo no nos hacemos cargo de eso.
APU: Una cosa es una corriente de pensamiento y otra cosa es un movimiento con un sujeto social…
AV: Pero precisamente, son etiquetas con la suficiente laxitud como para discutirlas. Los troskos no tienen ese problema, tienen un montón de fracciones, están partidos, pero no tiene ese tipo de problemas.
APU: Se han conocido alianzas electorales entre fracciones caracterizadas como progresistas, como puede ser Libres del Sur o el FAP, con líneas conservadoras del estilo de Alfonso Prat Gay…
AV: Prat Gay ni en pedo te diría que es conservador, él te diría que es un progresista liberal. Y te lo puede sustentar, no sólo te puede decir que está a favor del matrimonio igualitario sino de la AUH.
NT: Bueno, el abuelo de Pinedo era socialista independiente…
APU: ¿Cómo explican entonces esas alianzas?
AV: Hay que ver dónde focalizamos el momento del análisis, si es en términos coyunturales o de posicionamiento político electoral, es una respuesta. Más en torno a las ideas o a una expresión simbólica de lo que el progresismo es, bueno es otro tema. Coinciden muchas veces en algunas cosas y otras veces no coinciden, esta alianza que mencionabas (Libres del Sur - Prat Gay) no coincide con este mundo de ideas del progresismo que sintetizaría como esa búsqueda tan difícil del equilibrio entre lo democrático o republicano y lo social, la justicia social. Es como una búsqueda, en teoría, de esto.
NT: Tengo otra hipótesis. Acá hablamos de sujeto social, un sujeto social que parece que no lo tiene. Sin embargo, recién hablamos de que hay una vinculación del progresismo con los sectores medios, los sectores medios urbanos, sea por el lado de lo cultural o de lo político, pero hay una vinculación, una afinidad. Lo que también puede estar pasando es que los sectores medios urbanos estén en las encuestas bastante enojados y se formen coaliciones políticas para salir a cazar el voto. Entonces, algunos sectores progresistas prefieran sacar algunos votos de enojados diciéndoles cualquier cosa, en términos de progresismo. Porque también hay un lugar donde estas cuestiones colapsan ¿qué piensan del kirchnerismo y de sus políticas algunos de los sectores o buena parte de los sectores de la economía más concentrada de la Argentina? Me refiero a la Asociación Empresaria Argentina, la Sociedad Rural, el agro. Hay que ver a quién te terminas acercando con estas alianzas con el único fin de tratar de sacar votos.
AV: La retórica de Eduardo Buzzi (Federación Agraria Argentina), su historia, la tradición de la FAA, hasta hoy intenta seguir siendo progresista.
APU: Entonces, donde ustedes dicen esto de "agarrar sectores medios", linealmente pueden decir que el progresismo en su acción está por lo popular.
NT: Los sectores medios no son anti-populares.
AV: No, no creo. En sí, son lugares donde hay que salir a disputar.
APU: Pero no por definición son anti-populares…
AV: Estratégicamente no conviene que lo sean. Hay que salir a disputar.
NT: Claro. Abelardo lo dijo bien. Es más fácil con más gente, muchachos.
AV: En relación a la acción del Peronismo en términos históricos y de gobierno ¿Cuál es el discurso gorila por excelencia? Les conviene que haya pobres, porque a los pobres los siguen manejando con dos choripanes. Pero bueno, la verdad es que nuestro deseo como militantes políticos, como defensores de este gobierno y nuestra tradición política es todo lo contrario: nosotros no queremos que haya pobres. Queremos que los pobres sean menos pobres, que esté mejor repartida la torta y ojalá todos los que son pobres fueran clase media. Entonces, cuando se pasan a clase media ¿qué hacemos? ¿Los atacamos porque llegaron a la clase media? Es cierto que cambian un poquitito, sí.
NT: También se cambia la agenda, porque en vez de decirte “dame laburo”, dicen “no me aumentes ganancias”. ¿Y qué haces vos con eso? Tu agenda se va a seguir complejizando.
AV: El transporte público. Lo venimos diciendo hace años en artepolítica. Cuando había 30% de desocupación el tren Sarmiento venía vacío. De repente (2002), se empezó a mover un poquitito, te subías al tren porque conseguiste un laburo y estás feliz. Vas apretado, viajas para la mierda, cuánto tiempo te bancás viajar para la mierda cuando ya tenés tu laburo, que es un derecho, porque tampoco nosotros vamos a decir: “qué ingrato, te conseguimos trabajo y ahora me puteas”.
APU: Entonces el progresismo sólo tiene lucidez cuando hay algo “malo” del lado de enfrente…
NT: Siempre hay algo contrario. Todos nos constituimos en contrario a algo. No sólo el progresismo.
AV: Entiendo lo que decís. En un momento de reflujo de los sectores populares, el progresismo es como que va a estar más cerca. Cuando los sectores populares empiezan a avanzar, capaz que un poquitito se alejan.
Una de las cosas más valiosas que tienen los procesos políticos latinoamericanos en la actualidad -tienen infinitas cosas valiosas-, es que, de algún modo difícil de definir, conectan y aceptan la condición humana de su Pueblo. Porque esto es más fácil de entenderlo cuando salimos de la política y lo pensamos en otros términos, en términos más personales. La verdad es que a veces somos medio hijos de puta, un día estamos enojados y tratamos mal a nuestra hija y al otro día decís pero qué pelotudo, cómo hice eso. Y otro día estás híper solidario y así. Tenemos grises, tenemos matices, tenemos dentro nuestro afán de competencia, a veces somos envidiosos. Digo, el que no se banca de sí mismo su propio claroscuro, se puede decir que son personas bastante inseguras ¿no?
NT: Ya contamos con 30 años de democracia, si el progresismo en estos diez años de kirchnerismo y esta década de gobiernos latinoamericanos, no aprendió nada, no le cambió nada y sigue diciendo “yo soy progresista”, se puede decir que no lo transformó esa realidad, no lo tocó esa realidad.

fuente: LPU