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lo que defiendo, lo que muchos defendemos, no es un nacionalismo pelotudo... sino un par de ideas, resignificadas hoy, libertad e igualdad... ideas profundamente mestizas aquí en Abya Yala, y aunque respeto toda otra posición cultural-política, creo, sinceramente, que es desde esta Gran Tierra, unidos, en comunidad, aceptando profundamente nuestra realidad mestiza -el uno- es que el Abya Yala florecerá... y que todos los enormes esfuerzos de Occidente por destruirnos, por separarnos, por vulnerarnos y conquistarnos, demostrarán inversamente la magnificencia de nuestra sonrisa, de nuestro futuro... por los Padres Libertadores del Pasado, Por los Hermanos Libertadores de Hoy, por Nosotros y los que Vienen... SUMAQ KAWSAY!... y eso tal vez parezca anárquico...pero tal vez esta anarquía sea un nuevo orden... opuesto al actual, sin dejar de reconocer lo alcanzado... por todos...

viernes, 6 de julio de 2012

INDEPENDENCIAS DE AYER Y DE HOY

por Federico Bernal


De la unidad de EE UU a la nueva amenaza imperialista contra Unasur

Sabe muy bien EE UU que el proceso de integración en América del Sur, inédito por su creciente madurez y robustez, avanza por muy buen camino, justamente, el mismo que desembocó en su independencia el 4 de julio de 1776 (y en la victoria industrialista y unionista de 1865). Pero muy a pesar de sus muchas maquinaciones golpistas, intervencionistas y desestabilizadoras sobre las regiones bolivarianas en estos últimos años, la nación inconclusa no detiene su marcha.

Por:

Federico Bernal

El notable politólogo e historiador chileno Pedro Godoy recordó muy oportunamente días atrás la importancia capital que el 4 de julio de 1776 reviste hoy para Unasur. Entonces, unas 13 colonias británicas entre los Apalaches y el Atlántico decidieron independizarse de la Madre Patria. Nacía Estados Unidos de América, no de un repollo, sino de una confederación de colonias independizadas que, como bien señaló el maestro trasandino, constituyó para EE UU “la clave de su futuro gigantismo y prosperidad”. A diferencia del drama balcanizador en América del Sur, la confederación de las 13 colonias les permitió “escapar de la atomización que precipita a Hispanoamérica al atraso y al vasallaje. El bloque solidario fundado por Carlos V y Felipe II se desmigaja. Cuando, a mediados del XIX, los Estados sureños intentan desmembrarse, Lincoln lo impide. En cierto modo ese estadista es un Bolívar victorioso, y el héroe venezolano, un Lincoln frustrado.” En efecto, la temprana unidad de los estados norteños a fines del siglo XVIII, a su vez piedra basal de su fortaleza económica y comercial, brindó la fuerza necesaria para el posterior triunfo industrialista en la guerra civil, cerrando la puja entre modelos antagónicos de desarrollo. La semicolonia en EE UU sería entonces definitivamente derrotada y la independencia (real y no formal), efectivamente alcanzada. Ahora, pongamos la lupa sobre los hechos que condujeron al 4 de julio de 1776.

BOICOT A LAS IMPORTACIONES BRITÁNICAS.

Los primeros actos de rebeldía de las 13 colonias comenzaron en 1765, cuando el Parlamento británico les impuso un impuesto extraordinario vinculado al uso del papel (Stamp Act). La respuesta de los locales vino en la forma de represalia económica dirigida al corazón manufacturero del Imperio. En octubre del mismo año, representantes de nueve colonias se reunieron en Nueva York para declarar un boicot a la compra (importación) de productos manufacturados ingleses. Al boicot de 1765 se sucedieron luego los acontecidos entre 1768 y 1770, ya más evolucionados en sus reclamos, accionar y organización. Finalmente y en 1772, una nueva medida impositiva británica, esta vez dirigida a preservar el monopolio de la comercialización del té en las colonias y a favor de la British East India Company, fue la gota que rebalsó el vaso. Las colonias respondieron virulenta pero descoordinadamente. Se imponía unidad en la acción para hacer efectivas las represalias. En 1774, se constituye el Primer Congreso Continental, congreso en el que participan todas las colonias a excepción de Georgia. Se sanciona una declaración de principios y un plan para la “asociación continental” que ejecute coordinadamente el boicot económico contra Gran Bretaña. El 1 de diciembre de 1774, las colonias firmantes resuelven no importar, comprar ni consumir ningún producto británico. Se desestimularon las compras suntuarias y promovió la sustitución de importaciones por producción local. Las importaciones británicas cayeron a pique, pasando de 2,6 millones de libras en 1774 a 200 mil en 1775 (Chester Wright. Economic History of the United States. Pág. 167). La Corona, sorprendida y atrapada, insufló su soldadesca. En mayo de 1775, se realiza el Segundo Congreso Continental, asumiendo funciones de gobierno y decidiendo volcar recursos en la formación de un ejército propio. El Rey declara en rebeldía a las colonias, que contestan con la Declaración de Independencia.

INDUSTRIALIZACIÓN, BANCA NACIONAL Y MERCADO INTERNO.

En paralelo con las acciones de biocot económico y comercial, las mentes más lúcidas vinculadas al desarrollo de la propia industria se hacían sentir de manera creciente. El papel que la industria doméstica tendría en el fortalecimiento y la independencia económica de la flamante nación, surgió como argumento capital de las clases pro-manufactureras, extendiéndose bien entrado el nuevo siglo. En 1792, el secretario del Tesoro de la Confederación, Hamilton, presentó al Congreso su célebre informe promotor de la industrialización, informe igualmente fundamentado en las ideas fuerza de Rush aunque incluyendo algunos conceptos desconocidos hasta entonces. Entre ellos, vale la pena destacar: “La industria incrementará la productividad de la sociedad toda y permitirá alcanzar una mayor división del trabajo, en donde los agricultores puedan concentrarse en sus campos y en donde otros puedan proveerles de bienes y servicios. […] Ante la incertidumbre del mercado mundial, el mercado doméstico debe ser desarrollado rápidamente” (Walter Licht. Industrializing America. Pag. 14). Sin embargo, el concepto hamiltoniano más revolucionario fue el siguiente: “La industrialización abrirá a la inversión y al excedente de capital avenidas para su utilización con fines productivos, alejados de la especulación y el consumo de bienes suntuarios extranjeros” (Ibídem. Pág. 14). La estabilización financiera de los mercados así como el balance del déficit comercial fueron las grandes metas de Hamilton; los medios para lograrlas: la industrialización, una banca nacional y la expansión del mercado interno.

DE LA INDEPENDENCIA REAL DE EE UU A LA PATRIA GRANDE.

Como hemos visto, la protección de la incipiente industria estadounidense y el desarrollo económico independiente de Gran Bretaña comenzarían a rodar recién con la unidad política, militar, administrativa, comercial y financiera de las 13 colonias. A partir de allí y según el ilustre historiador Wright, “un lento pero muy potente factor en la consolidación de la unidad vendría a estar abonado por un progresivo, sostenible e interdependiente crecimiento económico entre los diferentes Estados [de la Unión], los cuales en el transcurso del próximo siglo y desde el crecimiento de una economía nacional así como en el rápido incremento de las vinculaciones en función de intereses comunes, terminarían por aglutinar los diferentes Estados de manera tal que la voluntad de realizar sacrificios por el bien común prevaleciera, y la Unión se transformara en una Unión en forma y en espíritu” (Ob. Cit. Pág. 200). En consecuencia y volviendo a nuestros días, sabe muy bien EE UU que el proceso de integración en América del Sur, inédito por su creciente madurez y robustez, avanza por muy buen camino, justamente, el mismo que desembocó en el 4 de julio de 1776 (y en la victoria industrialista y unionista de 1865). Pero muy a pesar de sus muchas maquinaciones golpistas, intervencionistas y desestabilizadoras sobre las regiones bolivarianas en estos últimos años, la nación inconclusa no detiene su marcha. Es por eso que el accionar imperialista y balcanizador concentrará a partir de ahora todo su poder de fuego en el núcleo aglutinante regional por excelencia: la alianza estratégica entre la Argentina y Brasil por un lado (Mercosur), y la experiencia nacional y popular en la Cuenca del Plata, irradiada y sostenida desde Buenos Aires, por el otro. La experiencia histórica sudamericana –de la que EE UU conoce y mucho– destaca una vez más como plataforma de acción desestabilizadora el corazón geopolítico y geoestratégico de la Patria Grande, a saber, el Alto Perú y la Argentina. ¿Las fuerzas reaccionarias? Las corporaciones y las oligarquías agrarias locales, haciendo por supuesto las veces del Sur esclavista, secesionista y protector del orden semicolonial. Porque en realidad, y aquí la gran lección para la Unasur parida en Mar del Plata, en 2005, la verdadera independencia de EE UU no se logra en 1776, sino en 1865, una vez vencidas las fuerzas locales reaccionarias. De cómo se resuelva la cuestión nacional en nuestro país, la suerte de Unasur y de centenares de millones de compatriotas. Cabe urgentemente adelantarse al próximo golpe de la reacción.

fuente: Mirando hacia Adentro

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