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lo que defiendo, lo que muchos defendemos, no es un nacionalismo pelotudo... sino un par de ideas, resignificadas hoy, libertad e igualdad... ideas profundamente mestizas aquí en Abya Yala, y aunque respeto toda otra posición cultural-política, creo, sinceramente, que es desde esta Gran Tierra, unidos, en comunidad, aceptando profundamente nuestra realidad mestiza -el uno- es que el Abya Yala florecerá... y que todos los enormes esfuerzos de Occidente por destruirnos, por separarnos, por vulnerarnos y conquistarnos, demostrarán inversamente la magnificencia de nuestra sonrisa, de nuestro futuro... por los Padres Libertadores del Pasado, Por los Hermanos Libertadores de Hoy, por Nosotros y los que Vienen... SUMAQ KAWSAY!... y eso tal vez parezca anárquico...pero tal vez esta anarquía sea un nuevo orden... opuesto al actual, sin dejar de reconocer lo alcanzado... por todos...

sábado, 28 de julio de 2012

"Las desestabilizaciones en América latina buscan frenar la ampliaciación y profundización de la democracia en la región."

 entrevista al politólogo y docente de la UBA, Federico Montero

Transcribimos a continuación una entrevista realizada a Federico Montero, Politólogo, Docente en Política Latinoamericana en la UBA y Director Adjunto de Iniciativa, concedida al programa radial Buenos Aires Durito. En la misma, reflexiona sobre la actualidad y los horizontes del proceso de integración regional latinoamericano, advierte sobre la matriz regresiva de los últimos intentos de desestabilización de los gobiernos populares y valora las formas de articulación del bloque frente a las opciones de la integración europea, hoy en crisis. Leer más.
En relación a los últimos acontecimientos desestabilizadores en Paraguay, Honduras y Ecuador, ¿qué probabilidades hay de que ocurran nuevamente?
Estos acontecimientos tienen que enmarcarse dentro de un proceso de disputa política que se vive en la región entre dos modelos claramente diferenciados y que se han ido afirmando a lo largo del tiempo. Por un lado, la posibilidad de que se consolide y profundice un nuevo bloque social y político que expresa formas de integración regional alternativas al neoliberalismo . Por otro lado, en la vereda de enfrente, están los que fueron los principales estandartes del modelo neoliberal, y que buscan conservar bases específicas de poder en todos los niveles: económico, político y social. Si uno observa lo que ocurre en América Latina, estos dos modelos se disputan la conducción política de los procesos nacionales. En este contexto, el bloque nacional, popular y progresista articula a los trabajadores, a los sectores medios y a los empresarios vinculados con el mercado interno. Se trata de un espacio que tiene una fuerte vinculación con el Estado como regulador de lo económico, hace hincapié en la intervención en lo productivo y tiene una clara posición de autonomía frente a los grandes poderes económicos en lo que se refiere al proceso integración. Por su parte, el otro bloque social al que hago referencia, está vinculado con los poderes económicos concentrados asociados al capital internacional y a los sectores empresarios y de clase media que funcionan como subordinados en este esquema político-económico.
Entonces, lo que se ha dado en los últimos tiempos tiene que ver con distintas formas de la disputa política entre estos dos bloques. Algunas disputas se han dirimido en términos electorales e institucionales y otras han derivado en estas nuevas modalidades de desestabilización, en las cuales los sectores que añoran el regreso del modelo neoliberal intentan operar para obstruir la consolidación del bloque social-popular.
¿Qué papel juega Estados Unidos en este contexto?
Estados Unidos como tal es un entramado de intereses que incluso muchas veces son contradictorios. El Departamento de Estado de EE.UU. y distintos sectores del poder económico han delineado una política de integración que tiene que ver con una línea que históricamente se conoció como el Panamericanismo, elaborada en el marco de la Doctrina Monroe; es decir, una América para los americanos -o popularmente también conocida con la idea del “patio trasero”. Según esta estrategia, América Latina es una especie de gran mercado dentro del cual se puede expandir la producción de las empresas norteamericanas. La última expresión de esta política fue el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y su rechazo, en 2005, en la Cumbre de las Américas (realizada en la ciudad de Mar del Plata), por parte de los gobiernos de América del Sur; un hecho que significó un fuerte espaldarazo para los procesos que ven la integración desde otra perspectiva.  Una mirada que entiende la integración como un mecanismo que permite tener mayores grados de autonomía, en contra de la subordinación a los intereses económicos de EE.UU. Esto expresan el MERCOSUR, la UNASUR o la recientemente creada CELAC: una visión de la integración que no tiene que ver con aquel Panamericanismo sino con una idea, más bien, latinoamericana, que incluya lo político, lo social, lo económico y lo cultural. Por supuesto este proceso también tiene sus tensiones pero es una integración que, sin dudas, busca una mayor autonomía. Entonces, lo que se pone en evidencia (muchas veces se supone y en otras ha sido probada) con este tipo de movidas desestabilizantes es (en lo concreto) la articulación con los intereses que persiguen aquella integración más vinculada con los intereses de EE.UU .
Esta innovación en los modos de las desestabilizaciones ¿tiene que ver con que se trata de presidentes que han llegado con un masivo apoyo popular?
Si miramos el fenómeno desde su reverso, el hecho que los golpes se intenten dar bajo formas “institucionales” y no se recurra a las Fuerzas Armadas, es una particularidad que habla del avance en la consolidación de la democracia en la región.  Pero lo que está en juego es la ampliación de lo que entendemos por “democracia” -que no solo sea representativa sino también participativa, popular y con un fuerte componente compensatorio. Éste es el campo de la disputa y no el de la forma clásica vía la intervención militar. Pero aun cuando se pretenda actuar bajo el mismo campo de la democracia, hay que destacar que lo que intentan hacer estas desestabilizaciones es que la democracia se restringa a su noción más liberal, a la idea de democracia atada a la cuestión representativa, al equilibrio de poderes, a la institucionalidad, y no a que la democracia sea un campo de disputa en donde se habiliten cambios a partir de que hayan mayores sectores participando. En este sentido, estos acontecimientos que buscan la desestabilización, también tienen que ver con poner un freno a la ampliación y la profundización de la democracia. Recordemos que las democracias en América Latina nacieron condicionadas por las salidas de las dictaduras y aún persisten fuertes intereses económicos, sociales, mediáticos, que impiden que la democracia se extienda a esos ámbitos. Por eso se habla de la “democratización” de los medios, de la economía; la democracia también tiene que permear en aquellos lugares que fueron copados por las corporaciones.
Recientemente el Presidente de Uruguay, José Mujica, manifestó que el MERCOSUR y la UNASUR deberían unificarse. ¿Qué opina de esta idea, cree que es viable?
Una de las fortalezas que ha tenido la profundización de la integración regional tiene que ver con que puedan coexistir distintos procesos políticos con orígenes, características e incluso proyectos que no parten de una idea monolítica. Este proceso no se ha dado a partir de una “Internacional” que dictaminara su sentido, sino de acuerdo a las realidades específicas y a las historias de cada país. Y es interesante que cada una de esas historias puedan coexistir. En esta línea, lo mismo sucede con los procesos de integración regional: no hay un solo caso que resuelva todo. En nuestro caso, la Argentina participa del MERCOSUR, que es un tratado que ha avanzado mucho en los últimos años y ha dejado de ser una construcción solo atada a lo económico para incorporar la cuestión social y otras esferas. También es miembro de la UNASUR, que es un marco de articulación política con el conjunto de los países de la región y, además, la Argentina participa de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Por su parte, otros países participan de otros procesos, como la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y está bien que así sea; que haya una diversidad. Entonces, pensar cómo fortalecer los procesos de integración tiene que ver con que la estrategia hacia esos procesos sea la misma. Y no que se subsuman unos a los otros porque de esa manera estaríamos perdiendo la fuerza y riqueza que le da esta diversidad de procesos que suceden en toda América Latina. En este contexto, considero que lo que hay que hacer con el MERCOSUR para resolver sus problemas es fortalecerlo y vencer los obstáculos. A modo de ilustración, la incorporación de Venezuela -un elemento importante, dinamizador del bloque- estaba pendiente y bloqueada por sectores reaccionarios de Paraguay. Por esto también es doloroso lo que ocurrió en Paraguay: el golpe institucional destituyó al gobierno popular de Fernando Lugo y, además, obstaculizó el proceso de integración regional del MERCOSUR. Incluso, este hecho activó una serie de tensiones al interior de los países, como por ejemplo lo sucedido en Uruguay frente a la posición del gobierno sobre el ingreso de Venezuela al bloque.
Este proceso se diferencia del de la Unión Europea, que se da como único bloque regional…
Pero la Unión Europea es una sola porque terminó siendo un instrumento al servicio del poder económico alemán y francés. Eso es lo que se puede observar en la actualidad. En lo que tiene que ver con la propia crisis institucional de la Unión Europea -que está relacionada con la crisis económica y la orientación neoliberal-, el modo en que tratan a Grecia o ajustan a España no solo tiene que ver con una concepción sobre qué es lo bueno en términos económicos, sino también sobre cuál es el rol que tienen que tener sobre un proceso de integración: el de ser una polea de trasmisión del ajuste en función de los intereses que tienen las grandes empresas alemanas. Por eso ajustan así. Esto es lo contrario de lo que sucede en los procesos de integración de América Latina.
¿Esto quiere decir que es más democrática la forma elegida por los procesos de integración de América Latina frente a la vía europea?
 No lo expresaría en términos de si es más o menos democrático sino que destacaría que hay distintos objetivos respecto a la integración regional y a su relación con un proceso político diferente. Es importante entender que la integración regional no es una idea que surge en el vacío ni un proceso institucional que está totalmente desvinculado de los procesos políticos de cada país. En el caso de América Latina, el tipo integración está vinculado con el tipo de proceso político que viven los países que la forman parte. En el caso de Europa, nos encontramos que mayoritariamente los países están gobernados por la derecha y, en ese contexto, el proceso de integración regional traduce de algún modo esa orientación. En nuestro caso, se da un contexto en el que muchos países latinoamericanos han comenzado a construir alternativas al neoliberalismo y es así que los procesos de integración intentan traducir esta orientación política. Pero, por supuesto, esto se da también dándole lugar a la diversidad. Si uno observa Chile o Colombia, son gobiernos no progresistas pero que sin embargo se mantienen dentro del juego de la UNASUR. Y esto le conviene a los intereses del campo popular, ya que hasta tanto los chilenos resuelvan como consiguen un gobierno progresista -más cercano a lo que uno desearía para Chile-, que Piñera se mantenga dentro del esquema de la UNASUR es bueno porque fortalece la idea de integración tal como la entendemos nosotros. Por eso se trata de una situación compleja en la que hay que darle lugar a la diversidad, pero que ésta pueda ser conducida hacia un horizonte claro.

fuente: Iniciativa

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