Pedro Mouratian: Entrevista al Interventor del INADI
Entrevistamos en exclusiva a Pedro
Mouratian, Interventor del Instituto Nacional contra la Discriminación,
la Xenofobia y el Racismo (INADI). Anteriormente, fue Vicepresidente del
INADI y Coordinador de Investigación y Capacitación de Políticas contra
la Discriminación del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la
Nación. De larga trayectoria de militancia por los derechos humanos,
también fue Presidente del Foro de ONGs que luchan contra la
discriminación, miembro del Consejo de Presidencia de la Asamblea
Permanente por los Derechos Humanos (APDH) y Director del Consejo
Nacional Armenio de Sudamérica. En esta oportunidad, reflexiona sobre el
proceso político de los últimos años en relación a la temática de la
discriminación y destaca los principales avances en materia
antidiscriminatoria. También explica su trabajo en el INADI y la
proyección de este organismo para los próximos años. Leer más.
¿Cómo analiza el proceso
político de los últimos años en relación a la temática de la
discriminación y el desafío de apuntalar un modelo de crecimiento con
inclusión social?
Desde 2003, nuestro país está
encontrando y profundizando herramientas concretas para consolidar una
sociedad más igualitaria. La sanción de legislación y la implementación
de políticas de gobierno orientadas a avanzar en la equidad y en el
reconocimiento de los derechos humanos han sido marcas fundamentales de
las gestiones de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández. En este
proceso, podemos distinguir, transformaciones legales, nuevas prácticas
institucionales y un desarrollo económico-social que estructuran una
estrategia de inclusión e integración social, articulada con el
paradigma de la igualdad y la no discriminación.
Desde el INADI publicamos, en diciembre
de 2011, el libro “En el camino de la igualdad”, un texto que reúne y
desarrolla los principales avances legales-institucionales del Gobierno
nacional, desde el 2003 a la fecha. Allí se pone de relieve la
importante apertura que han representado para nuestro país unas 19
normas, identificadas claramente con la lucha antidiscriminatoria. Al
analizar estos avances, es interesante comprobar cómo estas iniciativas
se corresponden con los compromisos asumidos por el país durante la
Conferencia Mundial contra la Discriminación, la Xenofobia y las Formas
Conexas de Intolerancia realizada en Durban (Sudáfrica), en 2001.
En términos generales, podemos decir que
a partir del reconocimiento efectivo de todos los derechos
fundamentales, de la elaboración de políticas antidiscriminatorias
activas y del compromiso del Estado Nacional con una perspectiva
integral de derechos humanos, la Argentina se encamina a establecer un
marco más amplio de inclusión. En ese contexto, tenemos un doble
desafío: al mismo tiempo que debemos reparar a los sectores
históricamente vulnerabilizados y marginalizados, necesitamos promover y
construir una sociedad más diversa, que cuente con mayores espacios de
representación, reconocimiento y participación.
Y esto adquiere mayor relevancia si tenemos en cuenta
de dónde venimos a nivel antidiscriminatorio. El INADI nació en 1995,
en el marco de las grandes demandas de justicia de la sociedad
posteriores a los atentados a la Embajada de Israel y la sede de la
AMIA. Este fue un importante inicio para el abordaje de los temas
relativos a la discriminación en el país, pero su lógica de actuación en
esos comienzos era muy limitada, no solo por los pocos recursos con que
contaba el Instituto, sino, fundamentalmente, por enmarcarse en un
modelo económico-social neoliberal que destruía ciudadanía y derechos.
En otras palabras, un país que generaba condiciones puntuales para
profundizar las discriminaciones y no reparaba desde el Estado las
infinitas exclusiones operadas en el ámbito del mercado. Entonces, la
realidad política a partir de 2003, sobre la que hablaba en un comienzo,
ha significado, para el INADI, la creación de capacidades estatales a
favor de un combate sustancial de la discriminación. Y esto tiene que
ver, centralmente, con la implementación de políticas activas desde el
Estado para afianzar una Argentina con menos discriminación y más
inclusión económica, social y cultural.
¿Cuál es el actual papel del INADI en este sentido?
El INADI es un organismo generado para
darle respuestas a la sociedad y, en esa línea, a partir de Plan
Nacional Contra la Discriminación, aprobado por el Decreto N° 1086 de
2005 del ex Presidente Néstor Kirchner, nuestra institución toma una
mayor dimensión y capacidad. Ahí está el punto de partida para afianzar
la lucha contra la discriminación como una cuestión de Estado. Este Plan
contempló una exhaustiva investigación sobre la temática de la
discriminación alrededor del país y, producto de ella, derivó en un
diagnóstico acerca de la situación y las necesidades de los distintos
grupos vulnerabilizados y en la elaboración de propuestas normativas y
de políticas públicas, en línea con los compromisos internacionales
asumidos. En ese sentido, el papel del INADI es el de coordinar la
ejecución de las propuestas contenidas en el Plan contra la
Discriminación. Para lograrlo, nuestros objetivos más importantes giran
alrededor de una serie de cuestiones.
En primer lugar, asistimos a las personas en
situación de discriminación, brindándoles un servicio integral de
asesoramiento, incluyendo la prestación de un asesoramiento jurídico
especializado, de acompañamiento y defensa de las víctimas. Recordemos
que el INADI no tiene facultades sancionatorias ni poder de policía, en
tanto está concebido principalmente como un organismo consultivo y de
asesoramiento. Por lo tanto, no puede obligar al cese de la conducta
discriminatoria ni a reparar el daño ocasionado por ella, lo que es
función propia del poder judicial. Sin embargo, aun cuando los
dictámenes no tienen carácter vinculante, constituyen la opinión de un
organismo especializado en la temática de la discriminación y suelen ser
tenidos en cuenta por otros organismos (administrativos o judiciales)
competentes para resolver definitivamente los conflictos. Se pueden
destacar, entre otros, los casos de “Arecco, Maximiliano v. Praxair
Argentina SA” (por despido laboral discriminatorio) y el de “María Mabel
Pellejero v. Banco Hipotecario S.A (discriminación laboral por motivo
de género) en que la Corte Suprema de Justicia de la Nación receptó, en
sus fallos, la doctrina de dictámenes anteriores del INADI.
Por otra parte, hemos avanzado en el
fortalecimiento de la participación de la sociedad civil a través de
diferentes mecanismos y redes de articulación; llevamos a cabo y
auspiciamos la realización constante de campañas públicas que promuevan
la valoración del pluralismo social y cultural, la integración de las
diversidades y la eliminación de todas aquellas actitudes
discriminatorias que puedan existir; elaboramos programas de prevención
de las prácticas discriminatorias; y también impulsamos la actualización
del diagnóstico sobre las situaciones de discriminación en todo el
territorio mediante la investigación especializada. De este modo,
nuestro organismo tiene la importante tarea de generar políticas
nacionales y medidas concretas para combatir la discriminación, la
xenofobia y el racismo. A partir del impulso de diferentes acciones, el
INADI busca generar conciencia en relación a los derechos de las
personas, de los grupos vulnerados y, así, desnaturalizar la prácticas
discriminatorias.
Me gustaría destacar que, desde su
creación en 1995 y puesta en marcha de sus tareas en 1997, el INADI se
ha transformado en una herramienta para los sectores que buscaban un
espacio donde reclamar y ser tenidos en cuenta. El hecho que la
Argentina le de un lugar central a los problemas de discriminación habla
bien no sólo de un gobierno, sino de una sociedad madura. Esto no
significa que no quede nada por hacer. No está ganada la “batalla
cultural” definitiva y nuestro deber es seguir trabajando por la
igualdad de derechos y oportunidades. Solo así es posible avanzar hacia
un cambio cultural que nos permita construir una sociedad cada vez más
inclusiva y participativa. Cuando el Estado y la sociedad civil se
conjugan en un objetivo común, el de la lucha por la no discriminación,
por los derechos humanos, y a favor de la inclusión, ahí se puede
profundizar esa igualdad de derechos. ¿Por qué siempre insistimos con la
batalla cultural? Porque ir resolviendo los temas de discriminación
supone el desafío de avanzar, a la par de los pasos legislativos y las
políticas, en el terreno del cambio de patrones socioculturales que
demanda una modificación gradual de prácticas, actitudes y conductas
estigmatizantes, extendidas ampliamente en vastos sectores de la
sociedad.
¿Desde la perspectiva del INADI,
cuáles han sido los principales avances de los últimos años y cuáles
son los desafíos centrales del Instituto?
Es innegable que en los últimos años,
particularmente desde la aprobación en 2005 del Plan Nacional contra la
Discriminación, se ha registrado una creciente instalación pública de la
temática de la discriminación, así de la visibilidad institucional del
INADI como organismo ligado a su discusión social y la necesidad de
enfrentarla.
En ese sentido, tanto en los medios de
comunicación como en ámbitos académicos, ha comenzado a tener un mayor
espacio el tratamiento de problemáticas vinculadas a la discriminación. Y
esto se ha dado de la mano de un mayor impulso, desde el Estado
Nacional y el INADI, de campañas educativas y comunicacionales
tendientes a la valorización del pluralismo social y cultural, y a la
eliminación de actitudes discriminatorias. Siguiendo esos objetivos, el
INADI organiza y auspicia numerosos eventos institucionales, académicos,
deportivos, culturales y sociales para informar y prevenir prácticas
discriminatorias, promoviendo la necesaria participación ciudadana en la
transformación cultural y social.
Por otra parte, se han multiplicado las
instancias específicas (por ejemplo, con la creación de comisiones,
secretarías, coordinaciones, etc.) que comprenden la temática de la
discriminación tanto en organismos públicos como en muchas instituciones
de la sociedad civil (sindicatos, cámaras, asociaciones, fundaciones,
etc.) y en empresas del sector privado.
En ese sentido, un terreno de trabajo fundamental,
que requiere de una mirada y un abordaje transversal, es la problemática
de género. Desde muy temprano, el INADI ha generado programas e
iniciativas que contribuyen a erradicar la discriminación hacia las
mujeres por motivos de género a nivel federal. En ese sentido, en
sintonía con los progresos a nivel mundial, instamos a que todas las
políticas públicas deben elaborarse integrando la “perspectiva” de
género, promoviendo nuevas prácticas que desarticulen aquellos
prejuicios, estereotipos y asimetrías de poder construidas en base a las
diferencias entre géneros.
Es interesante también registrar cómo a
nivel de los movimientos de la sociedad civil, distintas expresiones de
diversos ámbitos sociales se han organizado en defensa de sus derechos
en clave antidiscriminatoria. En ciertas ocasiones, como podemos
recordar con la sanción legislativa del Matrimonio Igualitario (Ley
26.618) en 2010, se ha dado una interesante coordinación de la agenda
parlamentaria de formulación de leyes, el impulso institucional de
diversas áreas públicas por el reconocimiento de derechos y la
movilización de amplios sectores sociales a favor de la conquista de
reivindicaciones largamente demandadas. Esta articulación de los avances
legales-institucionales con el camino de conquistas reclamado por los
movimientos sociales, también estuvo presente en medidas como la Ley de
creación del Programa Nacional de Educación sexual Integral (Ley
26.150); la Ley para la erradicación de la violencia contra las mujeres
(26.485); la Ley de Derecho a la Protección de la Salud Mental (26.657) y
la reciente sanción de la Ley de Identidad de Género (26.743). En la
misma línea, dos instrumentos internacionales muy importantes, cuya
importancia y oportunidad de integrarlos a nuestra normativa es posible
luego de la Reforma Constitucional de 1994, como la Convención sobre los
Derechos de las Personas con Discapacidad (ratificada por nuestro país
mediante la Ley 26.378) y la actual discusión sobre la necesidad de una
Convención sobre los Derechos de Adultos y Adultas Mayores, ya han sido
formulados desde la perspectiva de derechos humanos y en clave
antidiscriminatoria.
En el Plan Nacional contra la
Discriminación ya figuraba la demanda del Matrimonio Igualitario, como
también la Ley de Migraciones -(actual 25.871) que en nuestro país es de
avanzada y un ejemplo en todo el mundo–, o el mismo Programa de
documentación migratoria Patria Grande. En las medidas vinculadas a la
salud mental y la discapacidad, el INADI ha tenido un rol sustancial. En
el mismo sentido, tuvimos nuestra participación en las históricas
audiencias públicas de la Ley de de Servicios de Comunicación
Audiovisual, cuya necesidad de aplicarse también estaba incluida en el
Plan. En esa ocasión fuimos a decir que no se trataba de ir “en contra”
de nadie, sino de dar voz a grupos que fueron históricamente vulnerados y
que estaba en juego la democratización de la palabra. Son todos avances
que fueron posibles desde que la lucha contra la discriminación se
convirtió una bandera del Estado. Y, como decía, esto es un logro
indiscutible de nuestra sociedad.
Entonces, el INADI se transformó a la
vez en un instrumento y en un espacio de escucha. Pero el Instituto
no solo es un mediador entre los grupos segregados y el Estado. Su rol
fundamental ha sido el de transformar la palabra “discriminación” en un
hecho negativo, en una decisión arbitraria que debe ser combatida.
Fuimos creando una conciencia social y hoy podemos coincidir en que es
una práctica mal vista. Esto es resultado, en buena medida, de esa
instalación pública de la discriminación como un problema colectivo.
Ahora bien, el desafío que se nos
presenta con cada avance, implica multiplicar nuestros esfuerzos para
reconocer nuevas problemáticas. Leyes específicas como las de Matrimonio
Igualitario y de Identidad de Género no solo significaron una conquista
trascendente para los grupos vulnerabilizados, sino que también nos
ponen ante la posibilidad de consolidar lo realizado durante esos
debates. Es decir, trabajar en consolidar una matriz cultural inclusiva y
abrir el juego al resto de la sociedad civil, a otros actores como los
afrodescendientes, los migrantes, los adultos y adultas mayores, las
mujeres, las personas con discapacidad y personas viviendo con VIH-SIDA.
A nivel institucional del INADI uno de
los grandes desafíos es darles mayor volumen y capacidad de gestión a
nuestras delegaciones, reforzando, en la práctica, la naturaleza federal
del organismo. Para eso, debemos concentrar los programas sobre ejes
puntuales que respondan a políticas públicas, en consonancia con la
política nacional. Hace falta rever y replanificar el federalismo, que
tiene que ver también con una distribución presupuestaria concreta. Lo
considero una asignatura pendiente -incluso desde lo personal- y soy muy
respetuoso del trabajo que se hicieron en las provincias con pocos
recursos, humanos y económicos.
¿Cuáles son los principales ejes de trabajo propuestos para este año?
La idea es consolidar la presencia del
INADI en el inconsciente colectivo como un instrumento con el que cuenta
la sociedad para ir transformando algunas conductas y prácticas.
Históricamente, se ha visto al organismo como un lugar donde se pueden
denunciar determinadas situaciones de discriminación. Pero, si bien hay
una línea de trabajo para mejorar este mecanismo que supone escuchar y
emitir un dictamen que pueda resarcirlo, la apuesta mayor es articular
políticas públicas con otras instancias del Estado, para llegar a la
raíz de esas prácticas y evitar su manifestación. Para ello, pensamos en
algunas modificaciones legislativas, capacitaciones e investigaciones
que nos permitan detectar cuáles son los focos neurálgicos a los que se
debe apuntar y qué cosas debemos ir modificando para que todas y todos
se sientan más amparados. En este plano, la educación cumple un rol
significativo. En ese marco, este año el INADI comenzó un proyecto en
articulación con el Ministerio de Educación en relación a los contenidos
curriculares. Se trata de un trabajo de revisión de los contenidos, en
línea con la Ley Nacional de Educación N° 26.026 del 2006 -uno de los
grandes logros de la gestión del Presidente Néstor Kirchner-, que hace
hincapié en garantizar una educación libre de discriminación. El
material que allí surja, será presentado en el Consejo Federal de
Educación, porque entendemos que tiene que ser tomado transversalmente
en todo el país. En ese sentido, también estamos trabajando con las
editoriales que producen estos textos y manuales escolares, para
asegurar que no haya contenido discriminatorio.
Además, entre los ejes prioritarios, uno
de ellos es profundizar las acciones en la temática de género,
sensibilizando sobre la materia y promoviendo un conjunto de medidas.
Nuestra evaluación es que hay buenas leyes de género que se han
sancionado en los últimos años pero el desafío es poner en marcha todo
lo que estas legislaciones contemplan y, por ejemplo, fortalecer las
distintas oficinas que se abrieron para atender las cuestiones de
género. El decreto de la Presidenta que prohíbe el “Rubro 59” es un gran
avance pero también nos convoca a un seguimiento permanente. También es
central trabajar en la sensibilización y la toma de conciencia de la
sociedad sobre la violencia hacia las mujeres, en sus distintas facetas,
y la paridad entre varones y mujeres en el ámbito laboral.
Otros desafíos que nos habíamos
planteado ya han sido materializados. Me refiero a la Ley de Identidad
de Género, de reciente sanción. Esta gran conquista le permitirá a la
comunidad trans el acceso a derechos tan básicos como la identidad, la
salud, la educación.
Para nosotros también ha sido central todo el
desarrollo que le hemos dado a los temas de accesibilidad de personas
con discapacidad. En materia electoral el INADI conformó el año pasado
el Grupo de Trabajo de Accesibilidad Electoral junto a la Secretaría de
Medios de Comunicación, la Autoridad Federal de Servicios de
Comunicación Audiovisual (AFSCA), la Comisión Nacional Asesora para la
Integración de Personas Discapacitadas (CONADIS) y el Ministerio de
Planificación Federal. De ese modo, elaboramos un abordaje común para
garantizar la accesibilidad para un evento tan e importante y masivo
como el acto eleccionario, en el que también contemplamos a los adultos
mayores, las mujeres embarazadas y a las personas con diversas
discapacidades “invisibles” (cardiopatías, pacientes oncológicos, etc).
El hecho de poder garantizar la participación ciudadana de todo el
electorado es una base fundamental para el fortalecimiento de la
democracia. De aquí en adelante, continuaremos el trabajo de
concientización por un trato igualitario de todos y todas al momento del
sufragio, independientemente de las barreras físicas, comunicacionales o
socioculturales. En otro plano de trabajo concreto sobre la
accesibilidad, este año aplicamos los criterios de accesibilidad en la
página de internet del INADI, de acuerdo con el desarrollo de sitios web
conformes a dichos estándares, y hemos participado en jornadas de
promoción de estas iniciativas, que tienen la intención de extender al
ámbito digital el derecho constitucional del acceso igualitario a la
cultura, al ocio y al tiempo libre.
Por otra parte, en relación a los
colectivos de migrantes, si bien Argentina es un país con una
legislación de avanzada en la materia, también supone una demanda de
trabajo de nuestro organismo para seguir promoviendo pautas culturales
que reafirmen esta diversidad como valor social. También continuaremos
el trabajo que se viene llevando adelante a través del Programa
Afrodescendientes, fomentando políticas públicas que permitan
visibilizar a esta comunidad en la sociedad argentina y garantizarle una
ciudadanía plena.
Por último, pensando y proyectando el
trabajo del INADI para los próximos años estamos elaborando en todo el
territorio del país el Mapa de la Discriminación. Este estudio
cuantitativo, muy útil para analizar las experiencias, percepciones y
representaciones generales sobre la discriminación, será un insumo
importante a la hora de diseñar nuevas políticas e implementar con más
eficacia los programas y acciones ya existentes.
Asimismo, en este 2012 hemos abierto e
implementado importantes iniciativas de trabajo articulado con otras
áreas del Estado. En el mes de abril firmamos un convenio operativo con
la Secretaría de Empleo del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad
Social de la Nación (representado por Enrique Deibe) para implementar
acciones de capacitación y sensibilización en materia de diversidad
sexual y empleo. Por otra parte, también hemos suscrito un convenio de
cooperación con el Ministerio de Defensa de la Nación (representado por
Arturo Puricelli) para la colaboración y asistencia técnica entre ambos
organismos, con el fin de desarrollar políticas públicas de Derechos
Humanos. Por último, próximamente estaremos suscribiendo un documento
muy importante con el Ministerio de Trabajo a cargo de Carlos Tomada,
para promover la creación un Grupo de Organismos del Estado Nacional
para la protección y promoción de los derechos de la población LGBTI.
¿Qué mecanismos se construyen
desde el INADI para su articulación con las diversas expresiones de la
sociedad civil relacionadas con la discriminación?
En este aspecto estamos trabajando de un
modo interesante. Nos hemos planteado un nuevo método de trabajo a
través de la conformación de Redes de articulación con la sociedad
civil. Entendemos que este sistema es más transversal que la mecánica de
los Foros -tal como se venía trabajando anteriormente en el INADI- y,
además, nos permiten abarcar una mayor participación, a la altura de lo
que demanda nuestro trabajo. Creo firmemente que, como organismo
público, debemos nutrirnos de la sociedad civil y tomar su agenda,
porque de allí emanan la mayor cantidad de demandas genuinas. La
sociedad civil marca una agenda pero, al tomarla en cuenta, el INADI no
puede dejar de reconocerse como un organismo público. Las organizaciones
no gubernamentales realizan un trabajo constante y elaborado en cada
una de las temáticas. Ante esta necesidad de articulación, también hemos
implementado un Registro para que las organizaciones puedan
inscribirse, lo que servirá para ampliar nuestra red de trabajo.
¿Y a nivel de América Latina? ¿Existen instancias de discusión y cooperación en temas de discriminación?
Este punto se relaciona con lo que hablábamos en un
comienzo acerca de las consecuencias del neoliberalismo y la nueva etapa
de reconstrucción. Desde comienzos de este siglo, la región vive un
proceso de cambio que –con diferencias entre cada país- se propone
reconstruir el Estado y la sociedad. En ese contexto, se vienen
perfilando nuevos desafíos, relacionados a la voluntad de los gobiernos
por afianzar los lazos políticos, sociales, laborales y culturales entre
los países y crear un marco común que permita avanzar en una ciudadanía
regional. Esto muestra un signo superador de aquel planteo inicial del
MERCOSUR basado en un mercado común, con un modelo de relaciones
comerciales y arancelarias entre estados de economías abiertas y
sociedades cerradas, propias del neoliberalismo. Ahora bien, lo que
vemos en los últimos años es un renovado impulso de una perspectiva
latinoamericana de los estados de la región, que va de la mano de un
proceso de integración que comienza a tener un papel (pensemos en la
actuación regional ante los golpes de Estado) y que ha cristalizar en
nuevas instituciones de defensa de lo latinoamericano, como la UNASUR y
la CELAC.
Tal como el INADI pudo relevar en un estudio
comparativo reciente sobre políticas antidiscriminatorias de los países
miembros del MERCOSUR, se han producido avances particulares nacionales
en relación a la lucha contra la discriminación, en el que cada país
tiene acercamientos distintos sobre el tema (la Argentina, por ejemplo,
es de aquellos que tiene un abordaje unificado con el INADI). Al mismo
tiempo, los espacios regionales de cooperación se están fortaleciendo.
En ese sentido, por ejemplo, la Reunión de Altas Autoridades en Derechos
Humanos del MERCOSUR (RAADDHH), incorporó en su agenda la lucha contra
la discriminación, la xenofobia y el racismo; y esto es un indicador de
que, más que nunca, hay posibilidades y voluntad política del bloque
regional en consensuar políticas comunes. No hay dudas que la
consolidación de esta nueva etapa está íntimamente asociada a la
generación de políticas e iniciativas regionales.
¿Cómo se consideran las lógicas
racistas, que, en muchas ocasiones, tiene la capacidad de atravesar
diferentes tipos de discriminación?
En la actualidad, el racismo es una
práctica social discriminatoria que no sólo tiene vigencia a través de
la clasificación en “razas”, ya que también se ha ampliado a otro tipo
de rasgos físicos y culturales y por eso puede asociarse a otras
expresiones discriminatorias, como la xenofobia y la discriminación a
los pueblos originarios-indígenas. Incluso, uno de los temas que
surgieron de la primera edición del Mapa de la Discriminación tiene que
ver con la “portación de rostro”, con los aspectos físicos,
fundamentalmente con la población migrante de los países hermanos
vecinos pero también, si pensamos en la Ciudad de Buenos Aires, con los
jóvenes de otras provincias que muchas veces son discriminados.
¿Cuál es el papel de los medios
de comunicación en la producción o reproducción de estereotipos
discriminatorias, así como sus posibilidades de influir en el combate de
esta problemática?
En algunas problemáticas específicas, el
papel de los medios en la construcción, difusión y legitimación de
ciertos estereotipos discriminatorias es significativo; esto es bastante
evidente, por ejemplo, con la construcción mediática que asocia a los
jóvenes de sectores socioeconómicos pobres con el fenómeno de la
inseguridad. Se trata de expresiones que, lamentablemente, están
arraigados en parte de la sociedad. Hechos como los de fines de 2010 en
el Parque Indoamericano nos muestra que tenemos mucho por hacer, y que
incluso altos dirigentes políticos, como el Jefe de Gobierno porteño,
también tienen manifestaciones discriminatorias muy graves. Creo que lo
del Indoamericano mostró que a veces los factores de poder son también
los que, de algún modo, orientan lo que está bien y lo que está mal y
que la actitud de la sociedad, en ciertas condiciones y ocasiones, es
más complaciente con ese esquema. Porque es más fácil pensar que el
problema está en el otro.
En este contexto, es importante destacar
que el hecho de abordar estos problemas desde los medios ayuda a su
instalación y discusión. Pero también sabemos que los medios marcan la
agenda a partir de una lógica propia. Nuestro papel es tratar de
perfilar esa agenda, para que emerjan aquellas cuestiones que estaban
invisibilizadas, reflexionar sobre ellas, y lograr que la diversidad
pueda ser incluida.
En este sentido, nuestra obligación es,
primero, identificar estas lógicas profundas vinculadas a la
discriminación y, luego, promover políticas públicas que tiendan a
romper con ellas, demostrando que la diversidad nos enriquece como
sociedad.
fuente: Iniciativa
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