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lo que defiendo, lo que muchos defendemos, no es un nacionalismo pelotudo... sino un par de ideas, resignificadas hoy, libertad e igualdad... ideas profundamente mestizas aquí en Abya Yala, y aunque respeto toda otra posición cultural-política, creo, sinceramente, que es desde esta Gran Tierra, unidos, en comunidad, aceptando profundamente nuestra realidad mestiza -el uno- es que el Abya Yala florecerá... y que todos los enormes esfuerzos de Occidente por destruirnos, por separarnos, por vulnerarnos y conquistarnos, demostrarán inversamente la magnificencia de nuestra sonrisa, de nuestro futuro... por los Padres Libertadores del Pasado, Por los Hermanos Libertadores de Hoy, por Nosotros y los que Vienen... SUMAQ KAWSAY!... y eso tal vez parezca anárquico...pero tal vez esta anarquía sea un nuevo orden... opuesto al actual, sin dejar de reconocer lo alcanzado... por todos...

lunes, 25 de junio de 2012

Vuele bajo, que abajo está la verdad


Con las cacerolas se hacen guisos pero no política. Se gobierna con política para que todos puedan comer el guiso, o lo contrario, para que lo saboreen unos pocos. 

Algo anda mal en el mundo y va mucho más allá de las tragedias producidas por la guerra entre los hombres para conquistar bienes y colonizar culturas. Fallaron los acuerdos, temblaron las idolatrías de barro y quedaron obsoletas las escuelas económicas, en general financiadas y orientadas por las corporaciones mundiales concentradas.
Nuestro país no está exento de esta crisis. Las pasamos y sufrimos todas. Las primeras nos costaron mucho, las últimas las estamos amortiguando. Y esto no es un privilegio, es decisión política. En 1983 recuperamos, después de la dictadura cívico-militar, la democracia. Pero el trazado económico siguió y acrecentó el modelo ancestral de país agroganadero y cumplió a rajatabla las recetas de los mecanismos del Consenso de Washington. Recién en 2003 comenzamos a dar vuelta la página, retomando el camino del proyecto nacional y popular. Y esto es lo imperdonable para los factores de poder que se beneficiaron con un modelo diseñado para pocos. Tenemos que repasar la historia nacional, regional e internacional, porque es bueno reconocernos hasta en nuestras propias contradicciones. Hoy nos miran de otra manera en el mundo, aunque haya argentinos que todavía no lo asimilen. Es bueno comenzar a mirar el hemisferio al revés. Como una reivindicación histórica de nuestros pueblos latinoamericanos.
En las últimas décadas, hasta la llegada de Néstor Kirchner al gobierno nacional, se acrecentó nuestra dependencia como país, se consolidaron los altos índices de pobreza e indigencia, se entregaron nuestros recursos naturales estratégicos y se desmembró el tejido social, base de sustentación de toda comunidad organizada. En todos. La variable de ajuste fueron siempre los más débiles. Y cuando en algún momento se intentó revertir en parte esta ecuación de injusticia, hubo levantamientos militares primero y levantamientos de mercados después.
Se ajustó nivelando hacia abajo. Algunos gobiernos de democracia formal quisieron modificar la legislación que ordena a las organizaciones sindicales, luego fueron por los trabajadores. Recortaron conquistas, redujeron salarios y jubilaciones y, sobre todo, cerraron fuentes de trabajo, quebrando el tejido social. Cada argentino que nacía tenía desde la cuna una parte de la deuda externa, para que viviera pagando y muriera debiendo. Tercerizaron en el mercado la salud y la educación. Finalmente negociaron la entrega de los aportes previsionales de los trabajadores a manos de inversores privados, sin que casi nadie interpelara qué se hacía con ese dinero. Era la receta neoliberal del individualismo que dejaba de lado la solidaridad intergeneracional. 
Hoy todavía persisten en condenar un Estado activo y promotor, que trabaja desde abajo con mirada territorial. No admiten haber perdido la fabulosa transferencia de ingresos de los trabajadores cuando se desnudó el negocio de las AFJP. Nos quieren asustar con el futuro de las jubilaciones. Ocultan que no habrá futuros jubilados si no hay en el país cada vez más trabajadores activos aportando. Porque el sistema de solidaridad intergeneracional se basa justamente en más trabajo formal para garantizar la sustentabilidad del sistema. Durante el neoliberalismo se redujo peligrosamente la cantidad de trabajadores activos aportantes por cada trabajador jubilado. Les está ocurriendo a los sistemas solidarios europeos. Nos empujaban al individualismo suicida del “sálvese quien pueda”. Hoy tenemos otras certezas. Más de 5 millones de trabajadores garantizan mejor el sistema previsional presente y futuro. Pero además, esos fondos que no deben quedar inmovilizados, apuntalan políticas sociales activas, solidarias y equitativas. Las AFJP tampoco inmovilizaban esos fondos. Cobraban fabulosas comisiones y las invertían en su provecho sin que nadie les preguntara qué hacían con el dinero de los trabajadores. 
Cada quien tiene el derecho de protestar y disentir, haciendo uso de las herramientas que la democracia pone a nuestra disposición. Pero lo más distintivo es fortalecer la política, característica aristotélica del hombre. Con las cacerolas se hacen guisos pero no política. Se gobierna con política, para que todos puedan comer el guiso, o lo contrario, para que lo saboreen unos pocos. Con paros provocadores se ejerce irracionalidad pero no democracia. Hay que optar entre un modelo de acumulación de riqueza para pocos y pobreza para las mayorías, o en cambio, profundizar un modelo con sustitución de importaciones, privilegiando el consumo interno y generador de más fuentes de trabajo, para que la acumulación quede en el país y se distribuya equitativamente. 
Nuestro presente gira en torno a la generación de empleos y al fortalecimiento familiar. Por eso disponemos ahora solidariamente de los recursos de los trabajadores para solucionar el problema de la vivienda de otros trabajadores de menores recursos y posibilidades. Porque como dijera nuestra presidenta“así como el trabajo es el gran organizador social, yo creo que la casa es el gran organizador familiar; en la casa está la familia”. En tiempos no muy lejanos, –tengamos memoria– para construir una vivienda teníamos que recurrir a la banca internacional acrecentando nuestra deuda externa. Ahora el círculo es virtuoso, porque usamos lo que tenemos y lo que tenemos es lo que generamos con el trabajo fecundo de todos. 
Más de 15 años de ajuste les costará ahora a los españoles saldar la deuda de un salvataje a la banca y a las finanzas. Grecia ya está desahuciada e Italia aguarda una ayuda cada vez más onerosa. Más que una Eurozona, parecería estar conformándose un verdadero negocio de Eurousura.
Tenemos que interpelar nuestra historia. Las clases dominantes vienen del fondo de ella. Han estado siempre. Han sido los brazos largos de la colonización geopolítica, económica y sobre todo cultural. Y en verdad ha habido resistencia popular, pero no siempre fue suficiente como para cerrar el sometimiento. Ahora estamos generando políticas de Estado en todos los niveles. Y serán las nuevas generaciones las que tendrán que cimentar con mayor vigor esta construcción. Porque no se puede ni se debe pensar en el diseño de un nuevo modelo de país, sin tener en cuenta el protagonismo de los jóvenes. De los que vienen de abajo, como Néstor Kirchner, empujando los cambios, por aquello de la canción que pide, “vuele bajo, que abajo está la verdad”. La verdad de una sociedad más justa y más humana.

fuente: Tiempo Argentino

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