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lo que defiendo, lo que muchos defendemos, no es un nacionalismo pelotudo... sino un par de ideas, resignificadas hoy, libertad e igualdad... ideas profundamente mestizas aquí en Abya Yala, y aunque respeto toda otra posición cultural-política, creo, sinceramente, que es desde esta Gran Tierra, unidos, en comunidad, aceptando profundamente nuestra realidad mestiza -el uno- es que el Abya Yala florecerá... y que todos los enormes esfuerzos de Occidente por destruirnos, por separarnos, por vulnerarnos y conquistarnos, demostrarán inversamente la magnificencia de nuestra sonrisa, de nuestro futuro... por los Padres Libertadores del Pasado, Por los Hermanos Libertadores de Hoy, por Nosotros y los que Vienen... SUMAQ KAWSAY!... y eso tal vez parezca anárquico...pero tal vez esta anarquía sea un nuevo orden... opuesto al actual, sin dejar de reconocer lo alcanzado... por todos...

martes, 26 de junio de 2012

Del proteccionismo del Primer Mundo al de las naciones emergentes


El G-20 y la periferia sublevada: ¿hacia una nueva división internacional del trabajo? Se volvió a instalar en la mesa de negociación una cuestión fundamental, sepultada por el triunfo del orden económico imperialista. Un debate que parecía perimido entre proteccionismo y librecambio.

Se dijo con razón que durante la Cumbre del G-20 se vivió un claro choque entre modelos de acumulación y desarrollo. El debate giró en torno de las políticas económicas más convenientes como solución a la crisis del Primer Mundo. Pero más que eso, creemos que en realidad se volvió a instalar en la mesa de negociación una cuestión fundamental, sepultada por el triunfo del orden económico imperialista: la división internacional del trabajo. Un debate que parecía perimido, “proteccionismo vs. librecambio” destacó por sobre el resto de las consideraciones y cuestiones. En ese contexto, nada mejor que un breve repaso a ciertos aspectos cardinales del proceso de industrialización experimentado por Gran Bretaña. ¿Por qué este caso? Sabido es que se trató de la primera nación industrial del mundo. No obstante, no es por eso que decidimos analizarla. Tal vez no existan hoy ejemplos más representativos de los modelos en pugna que la antítesis entre la Argentina y el Reino Unido. No es ninguna casualidad que justamente hayan sido estos países los protagonistas del cruce más fuerte entre naciones emergentes y naciones del centro. Colonialismo, imperialismo y política económica, también, al centro del debate. El primer ministro David Cameron denuncia a nuestro país por ser el abanderado del proteccionismo (¡y del colonialismo!). ¿Somos proteccionistas? Sí, y a mucha honra. Proteger la propia industria, nacionalizar recursos y rentas estratégicas, modernizar la economía y el agro, fortalecer el Estado y colocarlo como eje del desarrollo y la redistribución de la riqueza son las leyes que han presidido el despegue de las naciones del centro, entre los siglos XIX y XX; son las leyes que precisan los países periféricos para abandonar el atraso y la dependencia perpetuas. Cameron cree que la Argentina sigue siendo semicolonia del Imperio Británico. Se le está demostrando que está muy equivocado. Mientras tanto, nos responde con desubicación y típica prepotencia imperialista. No son las naciones noroccidentales las que levantan barreras de proteccionismo esta vez, como ocurriera desde mediados del siglo XIX y en respuesta al expansionismo británico. Esta vez, es la Periferia sublevada, que además se niega a ser la eterna consumidora, ciega, sorda y muda.
EL DESPEGUE INDUSTRIAL Y EL IMPERIO COLONIAL. La protección de las industrias domésticas fue clave en el desarrollo británico, por más políticas de librecambio que se hayan aplicado a partir de 1840. El sector estratégico fue el lanero, que impuso leyes de prohibición a las exportaciones de lana, ovejas y carneros durante buena parte del siglo XVIII. Entre 1719 y 1825, la emigración de artesanos y artífices (inventores, forjadores, orfebres y maestros) fue igualmente prohibida. La exportación de maquinaria textil recién fue habilitada a partir de 1843. Pero tal vez la primera medida real de proteccionismo “industrial” se aplicó en el año 1700, cuando las importaciones de seda y algodón estampado fueron prohibidas. ¿Quién las exportaba? Los mismos británicos de la Compañía de la India Oriental. Por tal motivo, el proteccionismo industrial en Gran Bretaña debió completarse con el control de las economías coloniales. En 1750, por ejemplo, la producción de acero, la refinación de hierro y la fabricación de artículos derivados del hierro fueron negadas en las colonias de América del Norte, las cuales conjuntamente con los territorios de Medio Oriente, Oceanía e India deberían servir como mercados protegidos abiertos irrestrictamente a las exportaciones manufactureras de la madre patria. Existían algunas excepciones a la regla. Tal el caso de la producción de hierro en lingotes de las colonias de Nueva Inglaterra, la cual había sido estimulada desde Londres, para terminar la dependencia de importaciones suecas y rusas. De todas maneras, la emancipación productiva tenía también sus limitaciones: los hornos no podrían tener adheridos fraguas ni molinos para refinar el metal. Estos segmentos se habían reservado a las ciudades de Birmingham y Sheffield. Algo parecido sucedió con la flota mercante británica, de la cual cerca del 30% había sido construida en las colonias. Cabe recordar que desde las Leyes de Navegación de 1651 (y sucesivas en 1673 y 1696) habían reservado a comerciantes y buques británicos (y sus respectivas colonias) el comercio interimperio.

GRAN BRETAÑA Y EL PROTECCIONISMO DE TERCEROS PAÍSES. En la década 1830/1839, un 72% de las exportaciones provenían del sector textiles (materias primas en su mayoría, más algunos productos elaborados); el sector de maquinaria participaba con un 1%. A comienzos del siglo XX, el primero había caído al 38% y el segundo aumentado al 7%. La producción de hierro pasó de 100 mil toneladas en 1802 a 2 millones en 1850, salto que se reflejó, medido como porcentaje del PBI y por sector (entre 1801 y 1907) en la caída del 34 al 6% para la agricultura, forestación y pesca, y el aumento de la construcción y manufacturas del 28 al 37 por ciento. Asimismo, la fuerza de trabajo que en 1801 se distribuía un 36% (1,7 millones de empleos) en el sector primario contra un 30% (1,4 millones) en el sector industrial y de la construcción, para 1901 habían pasado al 9% (1,5 millones) y 46% (7,7 millones), respectivamente. Es interesante notar que el crecimiento exponencial del aparato productivo, la modernización y diversificación económica, el crecimiento poblacional, así como los volúmenes de exportación británicos comenzaron a ser respondidos por las restantes economías de occidente. En los Estados Unidos, la Tarifa de 1861 se dirigió a frenar la importación de bienes manufacturados ingleses. A finales de los ’60, su promedio se había ubicado en un 47%. En 1890, la tarifa de McKinley aumentó al 50%; y en 1897 la Tarifa Dingley llevó la protección al 57%. Australia hizo lo propio desde 1860. Rusia en 1877. Canadá y Alemania en 1879, en este último caso fundamentalmente aplicada al carbón, el hierro y textiles (luego en 1885 extendió la cobertura a la agricultura). De la protección a la división internacional del trabajo impuesta desde Londres, nacieron las restantes economías industriales del Primer Mundo. Ahora bien, las reacciones defensivas al expansionismo industrial británico se tomaban allí donde, por supuesto, sus respectivas burguesías manufactureras tuvieran el poder y peso específico suficientes como para imponer medidas de protección a sus gobernantes de turno –hasta entonces, generalmente dedicados a satisfacer intereses agrícolas y promover las importaciones de productos manufacturados británicos–. En una segunda etapa, las clases burguesas se harán directamente del poder.

LA PERIFERIA SUBLEVADA. Un punto fundamental que reservamos para el cierre y vinculado con los motores del desarrollo y la consolidación industrial británica tuvo que ver con el comercio exterior, esto es, con los mercados compradores. Para 1800, las industrias domésticas vinculadas al mercado externo crecieron cuatro veces más que las ligadas al mercado interno durante las últimas décadas. Más del 50% de la producción total de la estratégica industria textil se exportaba. En fin, consolidado el mercado interno, el comercio exterior fue el motor fundamental del desarrollo británico (ídem para las otras economías del centro). Regresando a nuestros tiempos y como se dijo al comienzo, no son los Estado-nación de la Europa occidental, EE UU, etc. los países que hoy por hoy defienden a raja tabla sus fuentes de trabajo, producción e industrias. Esta vez, toca el turno a la Periferia sublevada, Periferia que con denodada pujanza lucha para no terminar siendo, como antaño, el mercado mohoso que todo lo compra. Y esto no es un dato menor, sino “el” síntoma del principio del fin del orden económico unipolar y reaccionario mundial. Porque sin una Periferia sometida, no hay capitalismo financiero internacional que se sostenga. El G-20 fue testigo de eso. Y la Argentina cumplió un rol estratégico y protagónico.

fuente: Tiempo Argentino

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