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lo que defiendo, lo que muchos defendemos, no es un nacionalismo pelotudo... sino un par de ideas, resignificadas hoy, libertad e igualdad... ideas profundamente mestizas aquí en Abya Yala, y aunque respeto toda otra posición cultural-política, creo, sinceramente, que es desde esta Gran Tierra, unidos, en comunidad, aceptando profundamente nuestra realidad mestiza -el uno- es que el Abya Yala florecerá... y que todos los enormes esfuerzos de Occidente por destruirnos, por separarnos, por vulnerarnos y conquistarnos, demostrarán inversamente la magnificencia de nuestra sonrisa, de nuestro futuro... por los Padres Libertadores del Pasado, Por los Hermanos Libertadores de Hoy, por Nosotros y los que Vienen... SUMAQ KAWSAY!... y eso tal vez parezca anárquico...pero tal vez esta anarquía sea un nuevo orden... opuesto al actual, sin dejar de reconocer lo alcanzado... por todos...

sábado, 14 de septiembre de 2013

Tomado del libro Las huellas del Che, de Mariano Rodríguez.


"Cuando yo llegué a México ya conocía a dos o tres compañeros, amigos míos de la zona, que se habían ido para allá, y me reuní con ellos. Inicialmente, hicimos prácticas de tiro, ejercicios y luego nos pasaron para un rancho. En el rancho estaba el Che. Un tipo simpático, agradable, muy jaranero; amante del estudio y muy observador. Vivía pendiente de los gestos de los que lo rodeaban, más bien como si fuera un científico. Lo captaba todo, incluso los detalles más pequeños, y en su oportunidad, decía: Porque tal día tú hiciste esto, hiciste lo otro, y otras veinte cosas.

En el viaje del Granma el Che venía como médico, aunque él no decía que era médico, sino “matasanos”. Cuando desembarcamos lo ayudé por primera vez. Ya sabía que él era asmático y, bueno, hay un problema sentimental y es que mi padre era asmático, por eso, cada vez que veo a una persona con ese padecimiento, me acuerdo de mi familia. En medio de aquel pantano me encuentro con un campesino que estaba muy integrado a la lucha, y se lo llevé a Fidel, pero el resto de los compañeros no llegaba, y me voy hasta donde estaba el Che y le digo: Dame acá la mochila para ayudarte y me responde: No, ¡qué me vas a ayudar! Y yo que sí, que él viene cansado del pantano y que le voy a ayudar. Entonces me dice: ¡Tu madre va a ayudarme, yo vine aquí a pelear, yo no vine a que nadie me ayude! Se expresaba así porque ya desde México nos tratábamos de esa forma. Al fin logré quitarle la mochila; pero diciéndole que ya estábamos cerca, que ya estábamos llegando.

En otro lugar, durante un combate, no recuerdo exactamente dónde, el Che estaba con un ataque de asma. ¡Era tremendo cada vez que él tenía un ataque de asma! Fíjese que yo me ponía a darle fricciones en la espalda y a echarle fresco, siempre yo estaba preocupado por eso. Pues bien, durante ese ataque asmático él estaba hirviendo una jeringuilla para inyectarse, y yo me pongo a mirar y veo a los soldados tirando un cerco, y le aviso: ¡Mira los soldados! El pregunta: ¿Dónde? Y le señalo el sitio. Entonces dice: Bueno, pues váyanse todos. Yo le digo que no, que no nos vamos, que se inyecte. Entonces, finalmente, ni me acuerdo bien si se inyectó, le quité la mochila y el fusil y lo cargué un rato. Pero el insistía: Déjame aquí, déjame aquí. Tenía un ataque de asma pero que era algo mortal. Bueno, lo subimos por una loma a remolque, lo que se llama arrastrado, pues ya no podía mover los pies: y se quedó allí mientras nosotros íbamos hasta la casa de un campesino que se portó muy bien con él.

Unas veces curo. .. y otras no curo, yo vine aquí a combatir, decía. Por último convencía a Fidel. Yo creo que si no lo dejan combatir es el primer desertor que tiene nuestro ejército. En la guerrilla, el Che quería estar peleando siempre e insistía mucho en tirotear las tropas enemigas; en ir dos o tres hombres y tirarles. Se les tiroteaba y se tenía la noche para caminar. Y eso, según parece, era un problema psicológico, de impacto psicológico; grupitos de tirar por aquí y por allá. Él lo que quería siempre era pelear. El Che me contaba que en México se había metido a fotógrafo y otra vez estuvo cazando mariposas. Y yo le preguntaba: ¿ Pero tú eres científico o qué cosa eres tú? ¿Qué tú haces con las mariposas? Le decía que en Cuba había muchas mariposas. Y siempre me estaba preguntando de Cuba. Cuando los pueblos despierten en la América, va a ser la revolución más grande de todo el mundo, decía. Otra de sus aspiraciones era la cultura, cómo decir las cosas. A mí constantemente me estaba criticando, porque al hablar me como muchas letras; yo pronunciaba “cacbón” y “pacque”, y el siempre me decía (burlonamente) el pacque, el pacque, ahí viene el pacque, el cacbón, el cacbón. Quería que todos habláramos correctamente. El fue el que creó aquí, en la Sierra Maestra, la primera fábrica de armas, la sastrería, la zapatería. Siempre tenía muy latente el liberar una zona para resolver a los campesinos el problema de la alimentación y de la atención médica."
Tomado del libro Las huellas del Che, de Mariano Rodríguez.
Cuando yo llegué a México ya conocía a dos o tres compañeros, amigos míos de la zona, que se habían ido para allá, y me reuní con ellos. Inicialmente, hicimos prácticas de tiro, ejercicios y luego nos pasaron para un rancho. En el rancho estaba el Che. Un tipo simpático, agradable, muy jaranero; amante del estudio y muy observador. Vivía pendiente de los gestos de los que lo rodeaban, más bien como si fuera un científico. Lo captaba todo, incluso los detalles más pequeños, y en su oportunidad, decía: Porque tal día tú hiciste esto, hiciste lo otro, y otras veinte cosas.

En el viaje del Granma el Che venía como médico, aunque él no decía que era médico, sino “matasanos”. Cuando desembarcamos lo ayudé por primera vez. Ya sabía que él era asmático y, bueno, hay un problema sentimental y es que mi padre era asmático, por eso, cada vez que veo a una persona con ese padecimiento, me acuerdo de mi familia. En medio de aquel pantano me encuentro con un campesino que estaba muy integrado a la lucha, y se lo llevé a Fidel, pero el resto de los compañeros no llegaba, y me voy hasta donde estaba el Che y le digo: Dame acá la mochila para ayudarte y me responde: No, ¡qué me vas a ayudar! Y yo que sí, que él viene cansado del pantano y que le voy a ayudar. Entonces me dice: ¡Tu madre va a ayudarme, yo vine aquí a pelear, yo no vine a que nadie me ayude! Se expresaba así porque ya desde México nos tratábamos de esa forma. Al fin logré quitarle la mochila; pero diciéndole que ya estábamos cerca, que ya estábamos llegando.

En otro lugar, durante un combate, no recuerdo exactamente dónde, el Che estaba con un ataque de asma. ¡Era tremendo cada vez que él tenía un ataque de asma! Fíjese que yo me ponía a darle fricciones en la espalda y a echarle fresco, siempre yo estaba preocupado por eso. Pues bien, durante ese ataque asmático él estaba hirviendo una jeringuilla para inyectarse, y yo me pongo a mirar y veo a los soldados tirando un cerco, y le aviso: ¡Mira los soldados! El pregunta: ¿Dónde? Y le señalo el sitio. Entonces dice: Bueno, pues váyanse todos. Yo le digo que no, que no nos vamos, que se inyecte. Entonces, finalmente, ni me acuerdo bien si se inyectó, le quité la mochila y el fusil y lo cargué un rato. Pero el insistía: Déjame aquí, déjame aquí. Tenía un ataque de asma pero que era algo mortal. Bueno, lo subimos por una loma a remolque, lo que se llama arrastrado, pues ya no podía mover los pies: y se quedó allí mientras nosotros íbamos hasta la casa de un campesino que se portó muy bien con él.

Unas veces curo. .. y otras no curo, yo vine aquí a combatir, decía. Por último convencía a Fidel. Yo creo que si no lo dejan combatir es el primer desertor que tiene nuestro ejército. En la guerrilla, el Che quería estar peleando siempre e insistía mucho en tirotear las tropas enemigas; en ir dos o tres hombres y tirarles. Se les tiroteaba y se tenía la noche para caminar. Y eso, según parece, era un problema psicológico, de impacto psicológico; grupitos de tirar por aquí y por allá. Él lo que quería siempre era pelear. El Che me contaba que en México se había metido a fotógrafo y otra vez estuvo cazando mariposas. Y yo le preguntaba: ¿ Pero tú eres científico o qué cosa eres tú? ¿Qué tú haces con las mariposas? Le decía que en Cuba había muchas mariposas. Y siempre me estaba preguntando de Cuba. Cuando los pueblos despierten en la América, va a ser la revolución más grande de todo el mundo, decía. Otra de sus aspiraciones era la cultura, cómo decir las cosas. A mí constantemente me estaba criticando, porque al hablar me como muchas letras; yo pronunciaba “cacbón” y “pacque”, y el siempre me decía (burlonamente) el pacque, el pacque, ahí viene el pacque, el cacbón, el cacbón. Quería que todos habláramos correctamente. El fue el que creó aquí, en la Sierra Maestra, la primera fábrica de armas, la sastrería, la zapatería. Siempre tenía muy latente el liberar una zona para resolver a los campesinos el problema de la alimentación y de la atención médica. 

fuente: Face

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