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lo que defiendo, lo que muchos defendemos, no es un nacionalismo pelotudo... sino un par de ideas, resignificadas hoy, libertad e igualdad... ideas profundamente mestizas aquí en Abya Yala, y aunque respeto toda otra posición cultural-política, creo, sinceramente, que es desde esta Gran Tierra, unidos, en comunidad, aceptando profundamente nuestra realidad mestiza -el uno- es que el Abya Yala florecerá... y que todos los enormes esfuerzos de Occidente por destruirnos, por separarnos, por vulnerarnos y conquistarnos, demostrarán inversamente la magnificencia de nuestra sonrisa, de nuestro futuro... por los Padres Libertadores del Pasado, Por los Hermanos Libertadores de Hoy, por Nosotros y los que Vienen... SUMAQ KAWSAY!... y eso tal vez parezca anárquico...pero tal vez esta anarquía sea un nuevo orden... opuesto al actual, sin dejar de reconocer lo alcanzado... por todos...

domingo, 21 de abril de 2013

La patria es el otro

El miércoles 4 de abril de 2012 un evento climático desgració la vida del Conurbano oeste de la provincia de Buenos Aires. 

Se trató de un tornado cuya zona de desarrollo se extendió desde la localidad de La Reja hasta La Plata. El saldo sería la devastación. Ruptura de casas, casillas, vehículos, tendidos eléctricos, postes, árboles y más. Un día después, cientos de compañeros de distintas organizaciones y expresiones militantes nos íbamos organizando para coordinar esfuerzos en la limpieza y asistencia de las zonas más afectadas, entre las que se destacó el distrito de Moreno. La reconstrucción duró meses. Fue el nacimiento, en plena acción solidaria, del colectivo Unidos y Organizados.
Paradójicamente, casi un año después, martes 2 de abril de 2013, cuatrocientos milímetros de agua en pocas horas desataron una catástrofe en La Plata que tuvo como saldo principal la irreparable pérdida de más de cincuenta vidas. La ciudad destruida, familias quebradas por las pérdidas humanas, decenas de miles de ellas que vieron cómo el agua se llevaba sus esfuerzos de años, sus proyectos, sus sueños. Las marcas de una tragedia.
Llegó el día después, y con él, la indignación, la bronca, los enfrentamientos, los piquetes. Y entre eso una persona pública encaró, puso el pecho con la decisión de quien no acepta los dictados de los manuales del quehacer político correcto, lo hizo con la grandeza que puede tener una persona a quien la daña el dolor ajeno. Corrían las horas del mediodía del miércoles 3 de abril. Y bajó, en medio de montoneras de gente irritada y desesperada, contra todos los consejos de sus allegados. Era Ella, como luz que abre tinieblas y nos muestra con docencia de madre dónde debíamos estar todos nosotros. Unos pocos la insultaban, muchos la abrazaban sin poder creer que allí estaba, otros les preguntaban qué hacer. Ella sabía bien qué hacer, siempre supo qué hacer y cómo hacerlo. Y los organizó… Y nos organizó.
Comenzó el trabajo en toda La Plata, coordinado desde la Facultad de Periodismo. El trabajo realizado fue arduo, constante, muy ordenado y lleno de empuje. Decenas de miles de militantes de todo el país pasaron en algún momento por algún barrio de La Plata a extender su mano solidaria. Si hay alguna cosa de rigor que uno debe destacar es la responsabilidad y la disciplina de los que coordinaron las acciones. Los que más poder de decisión y responsabilidades tenían fueron también los que menos durmieron y los que más trabajaron. 
La solidaridad del pueblo argentino fue clave, también lo fue la presencia del Estado nacional que puso todas las áreas de todos sus ministerios a trabajar coordinadamente para los platenses. La combinación de donaciones de los argentinos (particulares, comerciantes y empresarios), apoyo institucional y coordinación desde Unidos y Organizados, con apoyo del Ejercito Nacional, fueron las postas del despliegue Nacional y Popular que solucionaron con hechos concretos las demandas de más de cien mil personas. Se limpió toda la ciudad (arroyos, calles, zanjas y casas) y se desinfectaron los focos infecciosos. Postas de salud, Anses, Pami y DNI fueron descentralizadas por todos los barrios para atender los problemas y facilitar el acceso de los vecinos a los programas y beneficios anunciados por la presidenta. Pasamos de la urgencia y la tragedia de los primeros doce días, a la reconstrucción a través de los COL (Centros de Organización Local) que funcionarán en cada una de las localidades resolviendo las temáticas puntuales de los vecinos, con recursos propios de la Nación y que perdurarán a lo largo de este año y tal vez más.
Provocaron sorpresa muchas notorias ausencias y algunos precarios esfuerzos concretos en el terreno afectado de parte de aparatos institucionales y políticos con capacidad de reacción. Más allá de las declaraciones rimbombantes en las redes sociales y los relatos de deseos en los oligopolios mediáticos, creo que los argentinos y sobre todo los platenses esperaban más de algunos sectores.
La solidaridad fue la fuerza motora que nos impulsó hacia la concreción de los objetivos de Unidos y Organizados en La Plata. Son jornadas como estas las que solidifican los vínculos y donde se forjan lazos que permiten que nos conozcamos y que compartamos más con compañeros de otras organizaciones. No debe ser la teoría, sino la acción y las decisiones, el campo en el que se consolide nuestro espacio político. La posibilidad de transformación de la realidad es hoy un poco más palpable. El saldo organizativo es inmejorable. La moral está muy alta. Muchos comprendimos a la jefa estratégica del Movimiento Nacional en aquel histórico acto de Vélez del 27 de abril de 2012. Espero que todos estemos en sintonía con lo que nos demanda la hora.
Las jornadas "La Patria es el Otro" alcanzaron una dimensión extraordinaria gracias al despliegue militante, la coordinación de todas las fuerzas y el factor más importante: la puesta en vanguardia de Cristina al frente de las operaciones (como Perón y Evita en San Juan luego del devastador terremoto). Despierta orgullo saberse acreedor de una filosofía de vida que recoge lo mejor de las tradiciones de nuestro pueblo. Como joven, creo que la recuperación de la política y de la historia es el mayor logro de nuestra generación. Y esto sucedió gracias al coraje y la inteligencia de esos dos patriotas a los que todos los argentinos les debemos demasiado. 
El pueblo platense sufría y nosotros, como peronistas y militantes, estuvimos a la altura. Cumplimos… Lo demás no importa nada. 

El miércoles 4 de abril de 2012 un evento climático desgració la vida del Conurbano oeste de la provincia de Buenos Aires. 

Se trató de un tornado cuya zona de desarrollo se extendió desde la localidad de La Reja hasta La Plata. El saldo sería la devastación. Ruptura de casas, casillas, vehículos, tendidos eléctricos, postes, árboles y más. Un día después, cientos de compañeros de distintas organizaciones y expresiones militantes nos íbamos organizando para coordinar esfuerzos en la limpieza y asistencia de las zonas más afectadas, entre las que se destacó el distrito de Moreno. La reconstrucción duró meses. Fue el nacimiento, en plena acción solidaria, del colectivo Unidos y Organizados.
Paradójicamente, casi un año después, martes 2 de abril de 2013, cuatrocientos milímetros de agua en pocas horas desataron una catástrofe en La Plata que tuvo como saldo principal la irreparable pérdida de más de cincuenta vidas. La ciudad destruida, familias quebradas por las pérdidas humanas, decenas de miles de ellas que vieron cómo el agua se llevaba sus esfuerzos de años, sus proyectos, sus sueños. Las marcas de una tragedia.
Llegó el día después, y con él, la indignación, la bronca, los enfrentamientos, los piquetes. Y entre eso una persona pública encaró, puso el pecho con la decisión de quien no acepta los dictados de los manuales del quehacer político correcto, lo hizo con la grandeza que puede tener una persona a quien la daña el dolor ajeno. Corrían las horas del mediodía del miércoles 3 de abril. Y bajó, en medio de montoneras de gente irritada y desesperada, contra todos los consejos de sus allegados. Era Ella, como luz que abre tinieblas y nos muestra con docencia de madre dónde debíamos estar todos nosotros. Unos pocos la insultaban, muchos la abrazaban sin poder creer que allí estaba, otros les preguntaban qué hacer. Ella sabía bien qué hacer, siempre supo qué hacer y cómo hacerlo. Y los organizó… Y nos organizó.
Comenzó el trabajo en toda La Plata, coordinado desde la Facultad de Periodismo. El trabajo realizado fue arduo, constante, muy ordenado y lleno de empuje. Decenas de miles de militantes de todo el país pasaron en algún momento por algún barrio de La Plata a extender su mano solidaria. Si hay alguna cosa de rigor que uno debe destacar es la responsabilidad y la disciplina de los que coordinaron las acciones. Los que más poder de decisión y responsabilidades tenían fueron también los que menos durmieron y los que más trabajaron. 
La solidaridad del pueblo argentino fue clave, también lo fue la presencia del Estado nacional que puso todas las áreas de todos sus ministerios a trabajar coordinadamente para los platenses. La combinación de donaciones de los argentinos (particulares, comerciantes y empresarios), apoyo institucional y coordinación desde Unidos y Organizados, con apoyo del Ejercito Nacional, fueron las postas del despliegue Nacional y Popular que solucionaron con hechos concretos las demandas de más de cien mil personas. Se limpió toda la ciudad (arroyos, calles, zanjas y casas) y se desinfectaron los focos infecciosos. Postas de salud, Anses, Pami y DNI fueron descentralizadas por todos los barrios para atender los problemas y facilitar el acceso de los vecinos a los programas y beneficios anunciados por la presidenta. Pasamos de la urgencia y la tragedia de los primeros doce días, a la reconstrucción a través de los COL (Centros de Organización Local) que funcionarán en cada una de las localidades resolviendo las temáticas puntuales de los vecinos, con recursos propios de la Nación y que perdurarán a lo largo de este año y tal vez más.
Provocaron sorpresa muchas notorias ausencias y algunos precarios esfuerzos concretos en el terreno afectado de parte de aparatos institucionales y políticos con capacidad de reacción. Más allá de las declaraciones rimbombantes en las redes sociales y los relatos de deseos en los oligopolios mediáticos, creo que los argentinos y sobre todo los platenses esperaban más de algunos sectores.
La solidaridad fue la fuerza motora que nos impulsó hacia la concreción de los objetivos de Unidos y Organizados en La Plata. Son jornadas como estas las que solidifican los vínculos y donde se forjan lazos que permiten que nos conozcamos y que compartamos más con compañeros de otras organizaciones. No debe ser la teoría, sino la acción y las decisiones, el campo en el que se consolide nuestro espacio político. La posibilidad de transformación de la realidad es hoy un poco más palpable. El saldo organizativo es inmejorable. La moral está muy alta. Muchos comprendimos a la jefa estratégica del Movimiento Nacional en aquel histórico acto de Vélez del 27 de abril de 2012. Espero que todos estemos en sintonía con lo que nos demanda la hora.
Las jornadas "La Patria es el Otro" alcanzaron una dimensión extraordinaria gracias al despliegue militante, la coordinación de todas las fuerzas y el factor más importante: la puesta en vanguardia de Cristina al frente de las operaciones (como Perón y Evita en San Juan luego del devastador terremoto). Despierta orgullo saberse acreedor de una filosofía de vida que recoge lo mejor de las tradiciones de nuestro pueblo. Como joven, creo que la recuperación de la política y de la historia es el mayor logro de nuestra generación. Y esto sucedió gracias al coraje y la inteligencia de esos dos patriotas a los que todos los argentinos les debemos demasiado. 
El pueblo platense sufría y nosotros, como peronistas y militantes, estuvimos a la altura. Cumplimos… Lo demás no importa nada. 
 

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