- por Daniela D'Ambra
Los aniversarios son excusas, pero también son símbolos de lo que recordamos y para qué. La historia oficial sigue haciendo de las suyas y ante un nuevo Octubre y un nuevo recuerdo tanto del nacimiento de Juan Domingo Perón como del asesinato de Ernesto “Che” Guevara, traza sus desesperados esfuerzos por despreciar ambas figuras, que le resultaron inocultables. Así, a pocos días nomás de nuevos aniversarios, una de esas plumas cargada de tesón antipopular, dio cátedra de tan viles artimañas haciendo una comparación maledicente en un diario centenario.
Dice que ya no recordamos a Perón, o que no queremos hacerlo, porque fue un personaje conservador del que hoy en día rehúye el campo nacional y popular. Dice que “la cotización de Perón está en baja”, como si simples metáforas economicistas de otros tiempos menos venturosos pudieran dar cuenta de los avatares de la memoria y la historia popular. Dice eso porque quiere ocultar que Perón fue el líder de un gran movimiento nacional, que supo representar la voluntad de un pueblo oprimido que no había cesado de pelear por su liberación. Como líder de un frente policlasista, su accionar estuvo plagado de fuertes contradicciones, pero el rol que cumplió en nuestra historia no puede ser obviado. Odiado por izquierdas abstractas y derechas contundentes, marcó con su vida un trazo fundamental de las luchas populares y representó a la par de los trabajadores que le daban vida y carne a un proyecto, uno de los movimientos de liberación más potentes de nuestra América.
Pero la ilustre pluma colonial no se queda ahí. Sopesando esta imagen de un Perón manipulador y maligno, contrapone a un Che que se le antoja reivindicable. Un Che voluntarista, aislado, alejado completamente de los procesos populares, un “joven trotamundos y hedonista, convertido en ascético revolucionario”, casi como si los rumbos que lo llevaron a combatir en una revolución hubiesen obedecido a los caprichos de un burgués aburrido. Otra tergiversación que oculta al verdadero hombre detrás del mito dulcificado. Ernesto Guevara, un muchacho que se abocó a conocer las realidades más profundas de su propio país y luego de los países hermanos de América Latina, que se comprometió con el proceso guatemalteco defendiendo al gobierno de Arbenz ante el ataque imperial luchando por una causa a la que consideraba propia, que supo comprender que el peronismo no era el enemigo que su círculo social le mostraba y hasta advirtió a su madre en 1954 los riesgos que corría la voluntad popular si derrocaban a Perón. Un militante que se consagró peleando por la revolución en Cuba, a la que entendió como parte de una misma lucha, de una misma tarea de liberación que recorría toda América Latina, por la que continuó batallando hasta el fin de sus días.
No importa que nos los quieran ocultar, la historia no se distrae. Los aniversarios son excusas y símbolos a la vez. Por eso podemos recordar que un día de octubre (se lo suele conmemorar el 8, aunque probablemente haya sido el 7) de 1893 nacía Juan Domingo Perón y 74 años después era asesinado Ernesto Guevara en Bolivia. Tal vez son fechas nada más. Pero cada una contiene una parte importante de nuestras luchas, porque en estos hombres el sentir popular recuerda a dos antimperialistas, a dos luchadores por la liberación nacional, que a pesar de sus diferencias representan hoy un camino que continúa y sigue cabalgando en toda América Latina.
Octubre 2012
fuente: Señales Populares
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