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lo que defiendo, lo que muchos defendemos, no es un nacionalismo pelotudo... sino un par de ideas, resignificadas hoy, libertad e igualdad... ideas profundamente mestizas aquí en Abya Yala, y aunque respeto toda otra posición cultural-política, creo, sinceramente, que es desde esta Gran Tierra, unidos, en comunidad, aceptando profundamente nuestra realidad mestiza -el uno- es que el Abya Yala florecerá... y que todos los enormes esfuerzos de Occidente por destruirnos, por separarnos, por vulnerarnos y conquistarnos, demostrarán inversamente la magnificencia de nuestra sonrisa, de nuestro futuro... por los Padres Libertadores del Pasado, Por los Hermanos Libertadores de Hoy, por Nosotros y los que Vienen... SUMAQ KAWSAY!... y eso tal vez parezca anárquico...pero tal vez esta anarquía sea un nuevo orden... opuesto al actual, sin dejar de reconocer lo alcanzado... por todos...

sábado, 22 de marzo de 2014

EL PERONISMO SEGÚN EL DESCAMISADO...

(editorial de anoche en "EL DESCAMISADO")

 

21 de Marzo de 2014 a la(s) 15:21
El nominalismo es una escuela filosófica que planteaba   el poder que concitaba la capacidad de  ponerle nombres a las cosas . La historia argentina contemporánea parece darle la razón , por lo menos en lo que al peronismo concierne . La batalla cultural por su sentido,  es de primer orden , aún que se pretenda presentársela como una simple disputa intrapartidaria. Aquel que pueda determinarse como "El Peronismo" ,  es quien trazará los vínculos del poder en el pais . La irrupción del peronismo  marca un antes y un después en la historia  . Su llegada al centro del poder político estatal , impregnó al país con su proyecto de transformación llegando a todas las aristas de la vida nacional . Su aparición le dió una nueva textura al poder , lo bajó del olimpo oligárquico y lo hizo plebeyo ....alcanzable , desde ese momento aquel proceso aluvional transformó las hojas , a veces el tronco y hasta la savia del poder local ...aún que sus raíces no terminan de penetrar la dureza de la piedra estrcturada que significan tantos años de colonialismo y cipayismo . En una mala lectura , tanto por derecha y por izquierda muchas veces se extendieron certificados de defunción del peronismo , pero al andar se dieron cuenta que el peronismo no era lo que sus categorizaciones importadas , ni sus gurúes rentados vaticinaban , ....si no que ya se había echo resistencia  por su capacidad de ser y se convirtió el lo que Cooke definió como "el hecho maldito de un pais burgués". El 24 de marzo de 1976 fuimos testigos de un nuevo y feroz intento por implantar las condiciones que nos devolverian a la dependencia y el entreguismo  , la vieja consigna del almirante Rojas , cuando sentenció aquello de...."(acabaremos con el peronismo cuando acabemos con las chimeneas") tuvo como telón de fondo 30 000 compañeros desaparecidos y la implantación del miedo y el terror  a toda la sociedad ,  hiriendo de muerte al proyecto originario . Con los fantasmas de las disputas intestinas ,,el vaciamiento ideológico y una estructura que queda en manos de oscuros personajes se pierde por primera vez una elección libre y limpia , y así se completó la pérdida del caracter contestatario ,movimentista y morocho  , para convertirse en un partido liberal mas . Luego llegó Menem aprovechando la  inacapacidad radical para manejar los conflictos ,  y gran parte de la estructura partidaria acompañó el viraje del riojano . La llegada de Nestor Kirchner pone en crisis a ESE peronismo , enarbola banderas olvidadas , se enanca en demandas populares , retoma su propia historia y suma otras que habian sido ajenas , e interpela al pueblo para la construcción de una sociedad mas justa .  Y llegaron los jóvenes , por miles , y se recuperó la política como herramienta de transformación . Hoy el enemigo sabe que la disputa central es clausurar esta etapa de peronismo transformador . Se trata como deciamos al principio " EL QUE SE DETERMINE COMO PERONISMO"  es quien trazara los vínculos del poder . Y pacientemente en una acción de pinzas nos acosan con un ex que sale a cruzar desde afuera y otro enquistado que  es un tibio "NI"  eterno. Por eso es una disputa material ,  de candidatos y fórmulas,   de dar debates y combates profundos sobre la patria que soñamos y las herramientas para lograrlo .Hay quienes  desde el progresismo (yo creo que ingenuamente), plantean que el peronismo ya es pasado y que el kirchnerismo surge como un peronismo de buenos modales sin cargas ni contradicciones históricas . Para ese pensamiento tambien hay una respuesta de Cooke ........dijo , "el peronismo será parte de cualquier revolución real ,el peronismo no desaparecerá por SUSTITUCIÓN  si no mediante superación dialéctica , es decir NO NEGÁNDOSELO SINO INTEGRANDOLO EN UNA NUEVA SÍNTESIS".   Esta... es mi humilde opinión en lo que muchos se devanan los sesos para definir al PERONISMO.................música y ya volvemos.........................


Fuente: face

sábado, 8 de marzo de 2014

Deseo y política: estilos radicales

Una reflexión en perspectiva sobre la industria de la pornografía. "

En 1969 se legaliza la industria pornográfica en los Estados Unidos y Dinamarca.

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Por Luis Diego Fernández
“El libertario desea que todos gocen de la libertad de actuar en forma moral o inmoral.”
Murray N. Rothbard, El manifiesto libertario

Los Angeles siempre fue la meca. La industria con semillas de fuga esquizoides (como vieron Gilles Deleuze y Félix Guattari) se da de manera peculiar en la tierra californiana en tándem con los stripclubs, la prostitución y los sex shops de Hollywood Boulevard: toda esa circulación del mercado de la carne, de diseño, de prótesis de placer. Por otra parte, o bien por la misma vía: el rock y las drogas son también negocios contraculturales que, con el tiempo, devinieron en gigantescas máquinas del deseo emancipado. Lo llamado de modo acotado “porno” es, en rigor, la industria de entretenimiento para adultos y se constituye, como todo sistema de espectacularización, a partir de nombres propios que lo encarnan, a saber (sin jerarquía, de modo aleatorio): Marilyn Chambers, Vanessa del Rio, Ashlyn Gere, Nina Hartley, Traci Lords, Ginger Lynn, Linda Lovelace, John Holmes, Ron Jeremy, Peter North, Rocco Siffredi, Nacho Vidal, son algunos de ellos. El fin: satisfacer las necesidades. ¿Qué necesidad viene a reponer la pornografía? El deseo antinormalizado, crítico de la monogamia y la monosexualidad (malestares culturales). Es la posibilidad de ser polígamos, libertinos, hombres y mujeres a la vez. De los orígenes clandestinos  a la facturación desbordada de estos tiempos existe un largo discurrir que en este caso no postularemos ni como el primero ni el capital orden a pensar.
En 1969 se legaliza la industria pornográfica en los Estados Unidos y Dinamarca (otro enclave de factoría peculiar, el escandinavo). Por lo tanto, en la primera etapa (la década de 1970) se pasa de lo vedado al mercado, allí se enmarcan opus ya clásicos como Garganta profunda (1972) y El diablo en la señorita Jones (1972), ambas de Gerard Damiano e Historia de Blue (1970) de Alex de Renzy, que ponen la piedra fundacional del cine condicionado nacido curiosamente como cine de autor.  En el alba de la faena carnal, la órbita iba con los directores en el centro, no con los actores, a pesar de Linda Lovelace (luego conversa). En la segunda etapa, (1980) ya el cine para adultos ingresa a la lógica del star system (emulando el divismo del cine comercial) y se industrializa parcialmente a partir de films como Café Flesh (1982) de Rinse Dream, que operan como el mapa perfecto para verificar esta complejidad en ascenso hasta llegar a la tercera fase (la década del 90) con el denominado porno chic o glamcore de directores sofisticados e influidos por el naciente videoclip, como Michael Ninn o Andrew Blake. La resistencia a la estetización emana de la mano del llamado ‘gonzo’ y la factoría de John ‘Buttman’ Stagliano (su productora, Evil Angel): estilo áspero, chillón, sin línea argumental, documental y sodomita al cien por ciento. Stagliano se referencia como un modelo ineludible para comprender la cartografía del deseo hoy; su maestro (John Leslie) y sus discípulos (Jules Jordan, Brian Pumper) generan todo un linaje de perversos profesionales de la costa oeste norteamericana.
En el nuevo milenio asistimos al pasaje del DVD a la lógica de la red, es decir, Internet (la venta de escenas). Belladonna es la star central. El caso de Sasha Grey y la productora Brazzers (2005, Québec) también son hitos de la nueva pornografía de este siglo que no es posible evidenciar en un fresco acabado sin Kink (2006 productora instalada en la que fuera la armería de San Francisco) y GGG (1997, John Thompson Productions en Berlín). Lo que viene parecen ser nuevas formas de acoplamiento y de borramiento de fronteras (lo íntimo, lo genérico): el sexo público, con una performer BDSM bajo el nombre de Princess Donna Dolore (Public Disgrace, 2008) y el incipiente reinado de las shemale stars (el estrellato de las transexuales). Esto es: el porno heterosexual más polimorfo en su apreciación de hoy.
En los trece años del siglo XXI la pornografía adquirió una estatura mainstream por razones diversas (la plataforma online de fácil acceso, la liberalización de algunas costumbres, cierto narcisismo asimilado) pero quizá la cuestión a pensar sea el refugio de lo que busca consolar, lo que pretende restaurar desde el entretenimiento lascivo. Es una incomodidad la que opera de trasfondo y, como señala Stagliano, el porno es la posibilidad de efectivizar el deseo para los sectores menos favorecidos por la posición económica o por la apariencia física (también una forma de capital).

II.
Los pornógrafos suelen ser libertarios: Hugh Hefner, Larry Flint, John Stagliano, Sasha Grey, son casos contantes y sonantes. Esta tradición de pensamiento es la manera natural de dialogar con la práctica explícita en materia sexual. La filosofía del libertarismo, no curiosamente nacida en la década del setenta en los Estados Unidos (como el cine condicionado) reclama el linaje del anarcoindividualismo del siglo XIX (pensadores como Thoreau, Spooner, Tucker, Armand, Libertad, etc.) y lo enlaza a una concepción de propiedad lockeana (de tradición liberal), así como establece un plan de diálogo con el mutualismo de Proudhon. El pensamiento llamado (a veces de modo perezoso o despectivo) anarcocapitalista es, en rigor, un chisporroteo amistoso entre anarquismo y liberalismo, así lo son sus derivados (minarquismo, agorismo, etc.) que presentan esta esfera de libertades en las ideas de Robert Nozick, Murray N. Rothbard, Karl Hess, Jeffrey Tucker o Samuel Edward Konkin III.
De modo particular, el libertarismo de izquierda busca esa alianza con la llamada New Left en la década del setenta (panteras negras, minorías sexuales, raciales, indígenas, anti-imperialismo) partiendo del principio de propiedad sobre el cuerpo, la acción voluntaria y la no agresión a terceros, pero combatiendo con énfasis el poder centralizado, las corporaciones multinacionales (monopolios beneficiados por el Estado), la pobreza y viendo con buenos ojos cierta intervención (restringida) en materia de educación y salud, en lo posible de modo cooperativo, rizomático (allí quizá haya algo del municipalismo libertario de Murray Bookchin) y solidario. Es, de alguna manera, anticapitalismo de mercado libre.
Quizá cierto rebrote del libertarismo (siempre relativo) o bien un conocimiento por encima de la media sea resultante de esta crisis de representación partidaria a la par que del deseo dolido. El libertarismo es, no podría ser de otro modo, una filosofía radical y de seres excéntricos o inadaptados: hackers, apátridas, usuarios de ropa color negro azabache, habitantes del campo agreste o de las megalópolis (sin término medio), millonarios rebeldes, solitarios, monjes zen, huraños, ermitaños, barbados y musculados (bodybuilders), andróginos de la historia, hedonistas, verdes, devotos de la antipsiquiatría de Thomas Szasz y del capitalismo ateo de Ayn Rand, hippies de derecha, cultores de economistas austríacos y perversos sin culpa, punks, surfers, tatuadores, prostitutas, fumones, refractarios al orden, disidentes (incluso a pesar de ellos), contradictorios, alegres y racionalistas, pero también sensualistas.
El libertarismo y la pornografía renacen o bien se resisten a implosionar o encorsetarse en fundaciones económicas o guetos libertinos porque parten de la premisa liberacionista. Y allí, nadie está afuera. Las respuestas pueden ser poco tolerables para muchos pero la cuestión es dejar pasar esa verdad sin filtro, tan solo por las mentes de los excesivos y los cuerpos de los lascivos. A fin de cuentas, se trata de buscar la felicidad.

Fuente: APU

Los pueblos centroamericanos buscan su propio camino



Los países de la región centroamericana no se parecen a lo que eran hace 30 o 40 años atrás. Y sin embargo, la vida de sus pueblos no ha cambiado en lo fundamental. Los dos términos parecen antagónicos, pero también son verdaderos. En los tiempos de la "guerra fría", y de la "Doctrina de la Seguridad Nacional" impuesta por Estados Unidos, las dictaduras militares y la violencia ejercida por las oligarquías frenaban a sangre y fuego las reivindicaciones sociales. Los cambios geopolíticos a partir de la desaparición de la Unión Soviética y de los gobiernos que integraban su bloque, cambiaron los escenarios de confrontación, aunque no modificaron las apetencias del mayor control global posible. Esas modificaciones permitieron el surgimiento de procesos de cambio en América Latina, todos ellos con raíces en las luchas anteriores libradas por sus pueblos. Esta vez fueron diversos, y en general, adaptados a sus condiciones y posibilidades específicas. Quizás por eso lograron afianzarse y avanzar.  En ese marco se inserta hoy la perspectiva de los países del área centroamericana.
Por Carlos Iaquinandi Castro (*), especial para AGENCIA PACO URONDO.

“Siempre vieron al pueblo como un montón de espaldas que corrían para allá como un campo para dejar caer con odio los garrotes”. Roque Dalton, poeta salvadoreño. (1935-1975)
El Salvador, escenario de años de guerra civil con abierta injerencia norteamericana, logró tras los acuerdos de paz, comenzar un proceso de normalización democrática. Las primeras elecciones permitieron la continuidad ideológica del régimen, pero poco a poco fueron abriéndose paso las aspiraciones populares. Actualmente el gobierno en manos del izquierdista Frente Farabundo Martí  (la antigua guerrilla convertida en frente político), tiene la posibilidad de renovar su mandato. Por primera vez en 20 años, será necesario recurrir a una segunda vuelta en la que su rival seguirá siendo  la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA). Pero teniendo en cuenta que el candidato del Frente, Salvador Sánchez Cerén, obtuvo casi el 49% de los votos en la primera, es difícil que no sea el vencedor en la definitiva.  En el camino quedó Elías Antonio Saca, (ex-presidente por ARENA) y su nuevo partido Movimiento Unidad con el que intentó ocupar un teórico espacio "de centro" en la política salvadoreña.
El aspirante derechista, Norman Quijano, hasta ahora alcalde de San Salvador, intentó en el acto de cierre levantar la moral de sus partidarios afirmando que "la correlación de fuerzas ha cambiado" y que  las últimas encuestas le señalan como vencedor de los que despreciativamente llama "chavistas". (Su asesor político es el venezolano Juan José Rendón, que llevó la campaña del ultraderechista Alvaro Uribe en Colombia.)  También esgrimió el tema de la inseguridad, criticando los acuerdos que hizo el Frente con las “maras” (las violentas bandas juveniles nutridas con los repatriados de las emigraciones a los EE.UU.)  Sin embargo esos acuerdos han permitido disminuir las muertes violentas en el país. La incógnita de los comicios es el factor abstención, que en la primera vuelta llegó a casi la mitad de los votantes. ARENA confía en que esta vez aumenten y eso provoque un vuelco en su favor. El FMLN  -por el contrario - cree que a más votantes, mayor será su victoria.
Salvador Sánchez Cerán, a diferencia de Mauricio Funes actual presidente por el FMLN,  fue miembro de la guerrilla.  Por eso, los sectores populares confían que defina más claramente en su favor las políticas sociales y económicas en el caso de llegar al gobierno.
Otro país de la región, Costa Rica, deberá elegir -también en segunda vuelta- su próximo gobierno. En la primera, el favorito Johnny Araya, del derechista partido Liberación Nacional, perdió frente al socialdemócrata Luis Guillermo Solís, que figuraba tercero o cuarto en las encuestas con su Partido de Acción Ciudadana (PAC).
En tercer lugar finalizó José María Villalta, el joven candidato del izquierdista Frente Amplio, movimiento que realizó la mejor votación en su historia y que por primera vez optó con posibilidades a la presidencia del país. El domingo 6 de abril se realizará la segunda vuelta. Pero esta semana, de forma imprevista, Araya anunció su retiro y declinó participar de forma activa en la campaña electoral. Pero más que cerrar el proceso, esa decisión abre una incógnita, porque la Constitución costarricense indica en su artículo 138 que los candidatos de las dos listas que hubieran obtenido mayor número de votos en la primera vuelta, “no podrán abstenerse de figurar en la segunda”. Esta inédita circunstancia determinó que Solís considere que esto puede ser una treta de Araya para que baje de forma significativa la concurrencia a las urnas en esta segunda vuelta y que el candidato oficialista pueda obtener una imprevista mayoría que le darían la presidencia. De todos modos, aún venciendo, Solís tendrá un difícil  mandato porque su partido (PAC) tiene 14 de los 57 escaños del parlamento. El actual oficialismo tiene 18, el Frente Amplio -izquierda- tiene 9. Las bancas restantes se reparten entre otros seis partidos. La mayoría para aprobar cualquier ley, requeriría necesariamente el acuerdo de al menos tres partidos. Los proyectos más renovadores chocarán entonces con la alianza parlamentaria de los partidos que apoyan políticas neoliberales. No cabe esperar cambios profundos, pero puede ser una legislatura en la que el Frente Amplio (el partido que más avanzó electoralmente en estos comicios) adquiera mayor experiencia,  y pueda consolidar su fuerza para las próximas presidenciales.
Mientras tanto, en Honduras, el empresario Juan Orlando Hernández tomó en enero el relevo de Porfirio Lobo en la presidencia. Ambos representan la continuidad del golpismo que en junio del 2009 derrocó el gobierno constitucional de Manuel Zelaya, si bien fueron ganadores en procesos electorales denunciados por sus irregularidades. Las fuerzas populares constituyeron el partido LIBRE, un movimiento que reúne a todos los sectores que resistieron en la calle el golpe cívico-militar, y constituyen la oposición al gobierno de Hernández. A pesar de la torpeza del golpe y la inconsistencia de los argumentos de sus ejecutores, el entonces flamante presidente Obama tras una inicial actitud dubitativa terminó incumpliendo  su compromiso de no reconocer a un gobierno inconstitucional.  Igual actitud, como en los “viejos tiempos”, tuvo la OEA, Organización de Estados Americanos. A pesar del barniz constitucional que maquilló al régimen surgido tras el golpe cívico-militar de abril del 2009, los grandes grupos económicos y el puñado de familias de la oligarquía hondureña siguen siendo quienes controlan el verdadero poder. Ellos han seguido enriqueciéndose en estos años con leyes y normas hechas a su medida. Continúan apoyados en unas fuerzas militares (las mismas que ejecutaron por encargo el derrocamiento del presidente constitucional Manuel Zelaya hace 5 años) y que ahora “mantienen el orden” en el país. El nivel de vida de los hondureños ha caído en los últimos años y  la propia estimación oficial admite que casi seis millones, o sea el 71% de los 8 millones y medio de habitantes, son pobres. Lo más grave, es que de esa cifra de personas, 4,2 millones, más de la mitad de la población está en situación de extrema pobreza y cientos de miles en la más absoluta marginalidad. Desde que asumió Hernández la violencia deja una media de 14 muertes diarias. A pesar de las promesas oficiales, la impunidad ampara a los sicarios ejecutores y a sus mandantes.
* Carlos Iaquinandi Castro es argentino, periodista y encabeza la agencia SERPAL, Servicio Prensa Alternativa desde Catalunya, España. El trabajo de SERPAL se enfoca de modo particular en la recopilación y distribución de datos que configuran una pintura de la realidad en los distintos países de América Latina. 

fuente: APU

jueves, 27 de febrero de 2014

...sobre el ansiado primer mundo

JASON HICKEL, DE LA LONDON SCHOOL OF ECONOMICS, ANALIZA UNO DE LOS FACTORES DE LA CRISIS DE 2008

La corrupción oculta de las potencias

El catedrático Hickel señala un problema fundamental en términos sistémicos para la economía mundial: la corrupción de guante blanco, invisible y refinada, en los países desarrollados. En lista figuran EE.UU., Japón, Reino Unido y Suiza, entre otros.
 Por Marcelo Justo
Una visión muy extendida sobre el desarrollo económico es que los problemas que enfrentan las economías en desarrollo y los países pobres se deben a la corrupción. Esta visión choca con un dato contundente de la realidad internacional: China. Ni el mismo Partido Comunista pone en duda que la corrupción es uno de los grandes problemas nacionales, todo lo cual no ha impedido un crecimiento promedio de dos dígitos en las últimas tres décadas. Pero, además, según Jason Hickel, catedrático de la London School of Economics, esta perspectiva oculta un problema mucho más fundamental en términos sistémicos para la economía mundial: la corrupción en los países desarrollados. Se trata de una corrupción de guante blanco, invisible y refinada, que fue una de las claves del estallido financiero de 2008. Página/12 dialogó con Hickel sobre el tema.
–Según la Convención de la ONU sobre Corrupción, ésta les cuesta a los países en desarrollo entre 20 y 40 mil millones de dólares anuales. Es una suma considerable. Pero usted dice que, en comparación, la corrupción del mundo desarrollado es mucho mayor y tiene un impacto sistémico mucho más grande. ¿Cómo llegó a esa conclusión?
–El presidente del Banco Mundial, Jim Kim, hizo este cálculo sobre el costo de la corrupción en el mundo en desarrollo. Pero esta suma, indudablemente importante, constituye apenas un 3 por ciento del total de los flujos ilícitos que abandonan los países en desarrollo cada año. La evasión fiscal sola es 25 veces esa suma. El año pasado, un millón de millones de dólares se fugaron de los países en desarrollo y terminaron en paraísos fiscales por una práctica conocida como re-facturación, en la que las empresas falsifican documentos para que sus ganancias aparezcan en paraísos fiscales en los que no pagan impuestos en vez de en las jurisdicciones donde las empresas hicieron las ganancias. Por supuesto que esto sólo es parte del problema. Hay otras prácticas, como el llamado precio de transferencia. Las multinacionales comercian sus productos entre sus propias subsidiarias para pagar en la jurisdicción donde el impuesto es más bajo, algo que cuesta un millón de millón de dólares anuales, más o menos lo mismo que la refacturación.
–¿Por qué es tan fácil la evasión fiscal?
–Porque las reglas de la Organización Mundial del Comercio les permite a los exportadores declarar lo que se les antoja en sus declaraciones aduaneras. Esto les permite subvaluar sus productos para que paguen menos impuestos. No debería sorprendernos dado la ausencia de democracia interna de la OMC. El poder de negociación en la OMC está determinado por el tamaño del mercado y las decisiones más cruciales se toman en reuniones del llamado “cuarto verde”, que son manejadas por los países más poderosos, de manera que el comercio mundial termina manipulado a favor de los ricos.
–Curiosamente, en el índice más publicitado a nivel mundial sobre corrupción, el de Transparencia Internacional, se presenta un panorama exactamente opuesto, es decir, el mundo desarrollado sufriendo a manos del mundo en desarrollo los estragos de la corrupción. ¿Qué opina de este índice?
–El índice tiene una serie de problemas. Primero, se basa en la percepción de corrupción que hay en el propio país. De manera que los encuestados no pueden decir nada sobre lo que piensan de otros modos de corrupción, como pueden ser los paraísos fiscales o la OMC. Segundo, como el índice mide percepciones más que realidades, está expuesto a las narrativas de los departamentos de relaciones públicas. La narrativa dominante está promovida por un complejo de organizaciones, desde el Banco Mundial hasta Usaid y muchas ONG, que centran el tema de la pobreza en la corrupción de los propios países en desarrollo. De manera que no sorprende que los encuestados terminen reflejando esta visión. Además, los índices se basan en datos de instituciones como el Banco Mundial y el Foro Económico Mundial. Estas instituciones, que representan a países ricos occidentales, tienen un interés creado en mantener esta narrativa sobre la corrupción.
–Dos países que suelen estar a la vanguardia de todas estas denuncias de corrupción en el mundo en desarrollo son Estados Unidos y el Reino Unido. ¿Cuál es la situación real de estos países respecto de la corrupción?
–Según Transparencia Internacional, Estados Unidos está bastante libre de corrupción. Según la Red de Tax Justice, en cambio, Estados Unidos está en el sexto lugar a nivel mundial en el rango de corrupción, debido a que tiene jurisdicciones secretas que le permiten funcionar como centros de evasión impositiva. Pero además sabemos que la corrupción atraviesa el sistema político estadounidense. Las corporaciones pueden gastar dinero sin límites en las campañas políticas para asegurar que sus candidatos sean elegidos. Así las cosas, no sorprende que más de la mitad de los congresistas sean multimillonarios. Y hay otras formas de lobby político mucho más directas. Según la Radio Nacional Pública, por cada dólar que gastan las corporaciones en tareas de lobby obtienen un retorno de 220 dólares. Y los sistemas regulatorios suelen estar capturados por gente de las mismas corporaciones que deben ser reguladas. El ejemplo más obvio es Henry Paulson, el CEO de Goldman Sachs, quien fue secretario del Tesoro de los Estados Unidos y artífice del rescate que canalizó millones de millones de dólares de los contribuyentes a la banca privada. En resumen, las corporaciones abusan del Estado para su propio provecho, lo que es la definición de corrupción de Transparency International. El Reino Unido es otro gran ejemplo. La City de Londres es uno de los centros de funcionamiento de los paraísos fiscales, de manera que sorprende que el Reino Unido sea calificado por Transparency International como un país sin corrupción. Y no es la única instancia de corrupción. La privatización de la infraestructura pública, tanto del sistema nacional de salud como de los trenes, ha permitido que gente como el multimillonario Richard Branson gane millones en subsidios estatales para su compañía Virgin Trains.
–Esto no quita que el tema de la corrupción en el mundo en desarrollo es real y tiene un fuerte impacto socioeconómico e institucional. ¿Cómo debería ser un índice neutral y justo sobre el tema de la corrupción?
–Por supuesto que la corrupción en el mundo en desarrollo es real y no debe ser subestimada como problema. Pero es importante concentrar la mirada en formas de corrupción ocultas. Por el momento lo más cercano que tenemos a un índice objetivo es el que elabora la Red de Tax Justice. En este índice, el ranking se elabora sobre países responsables de ocultar unos 30 millones de millones de dólares de riqueza en paraísos fiscales. Si mira la lista verá que los países que encabezan el ranking son el Reino Unido, Suiza, Luxemburgo, Hong Kong, Singapur, Estados Unidos, el Líbano, Alemania y Japón. Estos son los principales centros de corrupción que debemos enfrentar.

fuente: Página

martes, 5 de noviembre de 2013

LOS RESULTADOS Y LO QUE SIGUE. Por Nicolas Salerno Ercolani y Jorge Makarz

Los resultados electorales del 27 fueron muy similares a los  de las PASO: una merma significativa en los votos de las candidaturas del FPV respecto al 2011, con una serie de triunfos de distintos espacios opositores, sobre todo en los distritos electoralmente mas densos, donde resalta el resultado del FR de Massa en la provincia de Buenos Aires.

Como colectivo Iniciativa, escribimos hace pocos días un llamamiento a nuestros lectores, compañeros y amigos para  votar las listas del FPV, pues entendemos que es el espacio que tuvo la capacidad y el liderazgo para encabezar una serie de avances y transformaciones que restauraron parcialmente las capacidades del Estado y la Política, poniéndonos de esta forma en mejores condiciones para la construcción de un país mas equitativo e independiente.

Eso no  nos libra de poder observar e indicar una serie de limitaciones y críticas de este proceso y del kirchnerismo. Respecto a las condiciones y errores que nos llevaron a lo que evidentemente es una derrota en el plano electoral, también habíamos escrito y analizado los elementos políticos que erosionaron nuestra capacidad transformadora y finalmente condicionaron el resultado de las últimas elecciones (ver “El resultado de las abiertas del 11 de agosto”).
Hablamos del el achicamiento político del FPV en su composición y su capacidad de dirección, en un proceso que comenzó con el distanciamiento con Moyano y un sector del sindicalismo, hasta la reciente ruptura de un grupo de funcionarios municipales y dirigentes que son los  que acompañaron al FR.

También  señalamos la pérdida de iniciativa, como asimismo el fracaso de las últimas disputas políticas (caso reforma poder judicial) al mismo tiempo que la acción opositora y de los grupos económicos en la calle, el los medios y en la política fue ganando terreno y generando una agenda con el tema inflación, corrupción e inseguridad, lo que nos puso a la defensiva y sobre la que no tuvimos ni tenemos respuesta firme.

Por último el problema de cómo encarar una etapa donde las cuestiones mas urgentes fueron siendo subsanadas por el gobierno, pero otros problemas, algunos surgidos del propio crecimiento que el gobierno apalancó, termina generando en el imaginario social percepciones a futuro, donde la idea del devenir sobre cuestiones como el sistema de transporte, la calidad del trabajo etc. van ganando terreno y peso. Cuestiones en las que no pudimos construir un planteo, una perspectiva y eso dio lugar a que otras manifestaciones políticas se apropien de la idea de “futuro”, aunque sea bajo una forma marketinera y carente de propuestas serias.

EL PROCESO Y SUS COMPLEJIDADES
La derrota electoral sin dudas constituye parte de un escenario complejo de cara a las elecciones presidenciales de 2015, donde no sólo se juega la sucesión de gobierno sino la posibilidad de que el proceso político se  vaya resolviendo a favor del movimiento nacional y popular o tuerza hacia opciones de tipo transformista, que pretendan clausurar los aspectos y las iniciativas distribucionistas y de ampliación de derechos iniciadas de 2003 a la fecha.

Sostenemos que pese a la complejidad, las cartas todavía no están jugadas. El mentado “fin de ciclo” es todavía más una expresión de deseo de los sectores privilegiados que una realidad política palpable. Muestra de ello es la resolución tomadas por la Corte respeto de la constitucionalidad de la Ley de medios, que constituye una paso hacia delante en la disputa de poder contra un sector de las corporaciones.

Sin embargo no podemos dejar de observar algunos elementos que expresan parte de la complejidad señalada. Argentina entró decididamente en una fase de crecimiento económico moderado, con tasas de 3-4-5%, muy distinto de la primera fase de las “tasas chinas”. Esto genera que el modelo de “derrame inducido” (expresión que le robamos al compañero Emilio Pérsico) tenga menos posibilidades de inducir riqueza hacia los sectores mas desfavorecidos, a menos que pongamos mano a modificar determinadas cuestiones de la matriz económica, ya sea el problema de concentración-extranjerización de las principales empresas, ya sea en el sistema tributario.

ESCENARIO EXTRAMUROS
Este panorama macroeconómico, forma parte de un escenario regional e internacional de enorme dinámica e incertidumbre. La crisis, sinónimo del fenomenal proceso de reconversión capitalista a nivel global, no tiene una salida inmediata. El cuasi-default de los Estados Unidos hace pocos días nos habla de un proceso de reposicionamiento económico global del cual es muy difícil medir las consecuencias.

Sabemos que si no avanzamos en el proceso de integración regional que refuerce nuestros niveles de autonomía financiera y económica, estaremos en peores condiciones para definir nuestro rol y nuestra inserción en el mapa global. La construcción de un bloque regional con mayores niveles de integración económica, política y social es la única posibilidad de evitar que el capital transnacional negocie con nuestras oligarquías locales una salida que seguramente tiene como perdedores a los trabajadores y sectores populares de cada uno de nuestros países.

También en este plano observamos una ralentización. La desaparición de líderes como Néstor Kirchner y Hugo Chávez, principales protagonistas de algunos de los mayores hitos del proceso sudamericano, resintieron el desarrollo las principales iniciativas, como el  Banco del Sur por poner un ejemplo. La constitución de la Alianza del Pacífico, la victoria colorada en Paraguay también son elementos que refuerzan este panorama.

RETOMAR LA INICIATIVA PARA EVITAR LA DERIVA
Sin duda alguna el campo nacional y popular en Argentina se encuentra en mejores condiciones que hace algunos años atrás para resolver sus problemas y los del conjunto de la sociedad. Este proceso generó un piso más alto en nuestras condiciones materiales y organizativas. No hay millones de recetas, es la construcción del poder social y político de los sectores populares la única opción que permite saldar las limitaciones y contradicciones de la etapa que se abrió en diciembre de 2001. El gobierno nacional sigue siendo aliado en esta tarea, Cristina y el FPV siguen siendo la mejor referencia política para nosotros y el cumplimento de este objetivo.
Eso no quita reconocer problemas, señalar errores y sobre todo, encaminarse en la resolución de esos mismos. Es la autocrítica sincera el mejor mecanismo militante que nos permitirá siempre enderezar el rumbo y superar los peores escollos. Con este espíritu pretendemos escribir como un aporte  en esa dirección.
Con dos años de mandato presidencial y en un marco donde se conservan mayorías parlamentarias y una fuerza política significativa, el kircherismo está en condiciones de retomar la iniciativa, relanzar proyectos movilizadores que sigan en el rumbo de avanzar por lo que falta.
Necesitamos imperiosamente retomar esa senda, para evitar derivar hacia la impotencia y terminar condicionados a una negociación con quienes pretenden conducir hacia una salida posibilista acordada con los grupos de poder, o constituyendo una opción política testimonial que vuelva a frustrar la posibilidad histórica de construir un proyecto nacional, popular y latinoamericanista en Argentina.

Fuente: iniciativa

jueves, 24 de octubre de 2013

El que susurra en las tinieblas...


Por Pepe Muñoz Azpiri
Prólogo de Rebeldes en penumbras - Vidas ilustres de hombres olvidados, ignorados o condenados, de Roberto Bardini, editorial Punto de Encuentro, Buenos Aires, agosto de 2013, 152 páginas. Pudo ser un cazador nocturno, pero esa es una categoría de aprendices. Bardini es un hombre del bosque, un emboscado. Supo ser, a lo largo de su dilatada y febril trayectoria, un francotirador de las palabras, un sniper de la crónica periodística, como alguno de los arquetipos que magistralmente retrata. Ejerce con maestría el ars et pugnam de los antiguos latinos.
Y de eso se trata. En la historia existen figuras que definen el carácter de una Nación: son los arquetipos. Bogavantes de su época, inspiraron las letras de Kipling, London, Verne y Salgari. Los guerreros de Homero en el mundo antiguo, Cincinato y Catón en la Ciudad Eterna, los protagonistas de la caballería del Medioevo, los condotieros poetas del Renacimiento, los atletas de la cartografía de la Era de los Descubrimientos. Fueron indistintamente guerreros, santos, trovadores, navegantes, fundadores. Hombres a los cuales el Destino sólo les ofrecía dos opciones: sucumbir a la mediocridad, dejándose invadir y vencer por lo inferior, entregándose a los placeres, sean de la carne o el bolsillo, o proponerse una vida vertical, con su inevitable cuota de dolor y sacrificio, no necesariamente virtuosa, pero regida por un impulso nietzscheano de jugarlo todo a cara o cruz, que no entienden los medrosos ni los mercaderes. De esta forma llegaron a ser realmente ellos mismos, como pedía Píndaro, distinguiéndose por su nobleza y excelencia, por su capacidad de honrar y ser honrado, por su recogimiento ante lo excelso. Fueron, en cierta forma, hombres de la areté, eminentes en la medida de su aprobación e imitación de las eminencias.
Ernest Jünger, esa tempestad literaria germana, proponía dos actitudes posibles para atravesar este tiempo incierto, esta época de Kali Yuga, privada de firmamento y sentido. Una es la del “rebelde”, traducción del Waldgänger alemán (literalmente “el que se va al bosque”; el “matrero” que se ha ganado el monte, diríamos aquí), es decir, la vida de la retirada y del aislamiento. La otra es la del “anarca”, no anarquista sino dueño de sí mismo, de su libertad íntima e independencia interior, y extraño a toda identificación con lo existente, sobre todo con el fervor ideológico y el pensamiento considerado único correcto.
El rebelde se aísla aun al precio de convertirse en un ermitaño urbano cuya Tebaida puede ser un departamento de un ambiente. El anarca puede sobrevivir en un nicho burocrático e incluso aparentar haberse uniformizado con el resto desde una función oscura. Pero sin que la circunstancia, contra la que nada puede, pueda a su turno contra él. El rebelde y el anarca son las figuras últimas de la libertad que Jünger imagina para esta época incierta y oscura.
Nuestra América no fue ajena al proceso de engendrar hombres míticos, desde los conquistadores a los libertadores, pero también están las olvidadas historias de quienes, amén de empuñar una espada, un crucifijo, un timón o un fusil, abrieron surcos en la historia entregándose a los más puros ideales del arte. Algunos, de origen incierto; otros, de prosapia y cuna dorada. Hombres como Villa y Zapata, suerte de ángeles que sumergidos en las tinieblas de la historia oficial, jamás dejaron de irradiar luz; como Rafael de Nogales, suerte de Lafayette hispanoamericano; como Scalabrini Ortiz, solitario fiscal de la Patria. En ellos convivía en armónica conjunción de pensamiento y virtud, los factores que alguna vez, dijo Keyserling, harían al escritor de mañana: la tribuna y la profecía, unidas a una expresión vivaz y depurada. Hombres como el autor, emboscados o deliberadamente ocultados por intereses mezquinos o intrigas de taberna. Soy testigo personal del estoicismo con el cual Bardini ha afrontado, y afrenta, las cotidianas miserabilidades (que lejos de ser patéticas son pérfidas) de los oradores rentados y cagatintas de letrina que pululan en redacciones, editoriales, despachos y poltronas de las “casas de altos estudios”.
Hace algunos años, en una entrevista publicada en el diario Tiempo Argentino, José Bianco confesó: “Una democracia debe combatir, para ser tal, el sufrimiento y la injusticia. No hace falta ser un escritor, basta con ser una persona decente para compartir esa idea. Porque un escritor, a quien le repugna el sufrimiento del pueblo, también forma parte del pueblo y por eso debe ser capaz de sufrirlo todo para mantener intacta su libertad intelectual. Aunque en esa libertad vaya incluida la de morirse de hambre”. Mantenerse acorde a esta actitud le había significado a Bianco su alejamiento de la revista Sur, cuya dirección estaba a cargo de una dama que bien podría haber llevado el infamante título de “Mujer del látigo”, como calificaban los lectores de la revista a Eva Perón.
Confieso que cada vez que leo esta definición de Bianco, no puedo dejar de acordarme de Bardini y gran parte de los locos egregios retratados en este libro, marginados, condenados al ostracismo intelectual y a lo que para un escritor o a una vedette de la cloaca televisiva equivale a un auténtico suicidio profesional, el riesgo del silencio, la animosidad sorda, el rumor desprestigiante, la hostilidad rencorosa y la condenación a la última fila, como sucedió con Ugarte y Scalabrini Ortiz.
Sin pretender escalar las alturas de los últimos nombrados, el autor y quien escribe hemos pasado en nuestra aventura literaria por idénticas Horcas Caudinas, sólo que los “insultos que nos escupen día a día los cuadrumanos de la tinta y el papel” lo profieren cabezas de tacho con cabello de cuerpoespín, que se definen como “nacionalistas” y saludan con el brazo extendido, o burgueses/as marchitos por el otoño de la vida, cómodamente repatingados en despachos universitarios o ministeriales, responsables de la imaginería de un positivismo que metaforiza desde la biología (en el caso de los “intelectuales que golpean cacerolas”) o, al decir de Nietzsche, “enturbian las aguas para que parezcan más profundas”.
José Ingenieros, casi un siglo atrás, hablaba de la simulación en la lucha por la vida y mencionaba la simulación de la locura. En 1904, el doctor José María Ramos Mejía hablaba de la simulación del talento. En cuanto a los simuladores de talento, sólo saben simular la locura, lo exterior de la creación. Copian la exterioridad intrascendente y humana del artista, sus tics, sus manías. Simulan la locura loca, pero no pueden aprehender su alma. Y, verborrágicos y estériles, contraídos y convulsos, invaden los medios, pululan por las exposiciones y fatigan los pasillos de las redacciones.
Bardini los define como “intelectuales a la carta y conferenciólogos afiliados al club del elogio mutuo, la premiación recíproca y las escaramuzas a los codazos para salir en la fotografía, cultores orales de un concepto de Patria Grande que en la práctica no excede los límites municipales”. Y es generoso, dado que en realidad no son otra cosa que macaneadores orgullosos de haberse librado de la “tiranía de la coherencia y la verdad” agrupados bajo el difuso término de “posmodernismo”, para ocultar su aridez conceptual, su pensamiento de sirga. Falsificadores de moneda cultural, menestrales de las palabras, clochards disfrazados de intelectuales, alquimistas que transmutan mierda en palabras, su producción se resume en títulos como “La nada es todo”, “Dialéctica de la ebriedad”, “El placer del suicidio”, “Semiótica del orgasmo”, “Falocracia matemática” y barbaridades similares, que fueron convenientemente promocionadas por algunas “gestiones culturales” a nivel nacional y provincial.
En realidad fueron y son élites culturales divorciadas del pueblo y la realidad, denunciadas por Ramón Doll como responsables de que “nuestra cultura haya vivido desasida, desprendida del país”. Decía el recordado Jorge Abelardo Ramos que “los poetas argentinos que más se ocupan de lo mágico, lo angélico, lo delirante o lo metafísico, están a mil leguas de rehacer en sí mismos todos los procesos de iconoclastia, enfermedad y locura que dotaron al arte europeo de artistas en estado salvaje. Nuestros intelectuales traducen pasiones ajenas: desarraigados, sin atmósfera, sombras de una decadencia o una sabiduría que otros vivieron. De ahí que la literatura argentina posea ese carácter gris, igualitario y pedante que aburre e indigna”.
Pensamiento de sirga, remedo de estilos y conceptos que arribaba a nuestras costas como los restos de un naufragio, terminología estéril sobre la cual vanamente intentaron advertir publicistas como Pablo Rojas Paz desde las páginas de la revista Martín Fierro allá por 1927: “Contra nosotros se han inventado palabras temibles y largas. Norteamérica inventa el Panamericanismo, Francia descubre el latinoamericanismo, España crea lo del hispanoamericanismo. Cada uno de esos términos esconde bajo su mala actitud de concordancia un afán no satisfecho de imperialismo. De cuando en cuando estos imperialismos creen conveniente una demostración de fuerza a la que sigue una protesta formal… Nosotros estamos organizando un idioma para nosotros solos y de aquí nos vendrá la libertad. Es un signo de potencia espiritual de un pueblo el de transformar el idioma heredado”.
Todavía perduraba la resaca de la ebriedad del Centenario, donde la oligarquía portuaria festejaba el remplazo de una administración colonial por una neocolonial, mientras algunos cerebros lúcidos como Ricardo Rojas se preguntaban qué grado de cosmopolitismo podíamos soportar y otros como Manuel Ugarte, verdadero Ulises de América, navegaban en solitario la geografía de la Patria Grande exhortando, vanamente, a la articulación de un Zollverein propio como ya lo había realizado exitosamente la nación alemana. Esto implicaba retomar lo que había sido en la etapa colonial, pero hacerlo críticamente. Arturo Andrés Roig sostiene que Ugarte “no ignoraba que las tradiciones nada valen si no son asumidas desde una autoafirmación del sujeto que las ejerce. En la carencia de esta autoafirmación y no en la carencia de un legado vio que se encontraba el problema hispanoamericano”.
Este anhelo intentó cristalizarlo el magisterio de Raúl Scalabrini Ortiz: “Volver a la realidad es el imperativo inexcusable. Para ello es preciso exigirse una virginidad mental a toda costa y una resolución inquebrantable de querer saber exactamente cómo somos”. No hace mucho escribimos que “la voz de Scalabrini no era un altavoz, era una conciencia. Una, dos generaciones atrás de Scalabrini Ortiz, el ideal nacionalista no existía entre nosotros, adormecido por los tóxicos de la reacción y el colonialismo”. Ideal que, tal como sucedió en España con el hidalgo Dionisio Ridruejo, muchas veces fue enturbiado por los merodeadores de las cloacas políticas, obsesionados por la facilidad del golpe militar, que les ahorraría la lucha larga y dura del opositor al Régimen y les aseguraría el condumio. Esta actitud respondía a una falta de personalidad propia, originada en una desconfianza radical en las posibilidades de la Argentina para llevar a cabo una política de signo nacionalista, llegando a considerar un absurdo, cuando no un crimen contra los principios, que el nacionalismo aspirara a ser un movimiento popular y mayoritario.
Es que tal como en su momento planteó el nicaragüense Sergio Ramírez, “el poder muy pocas veces fabrica héroes o engendra leyendas. Y la leyenda también es enemiga de los que se hacen ricos a la sombra del poder y se despojan de sus ideales como si se tratara de una piel incómoda. Las leyendas se tejen desde abajo, a la luz de las hogueras del recuerdo agradecido con quienes lo dieron todo sin pedir nada a cambio. Las cabezas de las estatuas oficiales, generalmente huecas, no dejan nunca de quedar cubiertas por los excrementos de los pájaros.”
La mayoría de los condenados de estas páginas fueron por mucho tiempo, y algunos lo siguen siendo, los villanos de la historia. Tal es el caso de Gregorio Selser, cuya intensa trayectoria y profusa producción es curiosamente omitida por medios que proclaman ser afines a sus ideas. Otros fueron bandoleros execrables, responsables de asesinatos, arbitrariedades y abusos, enemigos del nuevo orden que era necesario imponer. Los “malos” de la película. Pero la memoria popular lavó sus nombres de culpas sangrientas y convirtió, si acaso, sus pecados capitales en pecados veniales.
La puerta por donde se entra al mito es muy estrecha y la mayoría de las veces no la abre el protagonista sino el pueblo o algún hierofante. Ningún decreto le otorgó a Villa o a Zapata el título de generales, pero ahora en México son los únicos generales que valen. Eso me recuerda la respuesta que dio Sandino, asesinado a mansalva también por el poder, cuando alguien le preguntó con arrogancia quién lo había hecho general: “Mis hombres, señor”, fue la humilde respuesta. Pero otros llegaron al mito por la azotea o la alcantarilla, en raras conjunciones sociales o personales que adelantaban un futuro de peripecias, ajenos al pueblo o desconocidos por la multitud, verdaderos “psiconautas” de territorios surrealistas donde “el plomo flota, el corcho se hunde y los aviones chocan con los autobuses”, a los que un personaje de Hugo Pratt al que Bardini retrata con la entrañabilidad del “cuate”, agrega que “en este país se fríen las camisas y se planchan los huevos”.
Pueden señalarse algunas ausencias esta galería de singularidades americanas pero la más significativa es, sin lugar a dudas, la del propio autor, con su aspecto de marine retirado actuando de contratista en la Triple Frontera, a punto de tomarse el último helicóptero tras alguna fechoría, o con la apariencia de Roberto Payró o Fray Mocho en las tinieblas de la redacción, mientras susurra y se atusa el taimadamente el bigote, dispuesto a enaltecer -o reventar- a algún protagonista.
En estos momentos en que los destinos del mundo son más que nunca enigma, en que las contiendas actuales deforman violentamente las perspectivas del pasado de pueblos y culturas, nada puede instruir tanto como un libro que nos muestre panorámicamente los paradigmas que empedraron la senda que, tras dos centurias de desencuentros e incluso enfrentamientos, parecería que volvemos a transitar juntos. Porque es difícil y lleva tiempo transformar los arquetipos sociales en seres humanos y el autor lo logra con oficio y arte al despegarlos de los datos biográficos, al limpiarlos de las diatribas y los ditirambos, al darles encarnadura y ponerlos en movimiento. Con maestría en el manejo del relato y la secuencia narrativa, que no desdeña toques de naturalismo pero se afirma en el romanticismo esperanzado de aquellos que consideran que la América profunda arde secretamente en algunos cerebros atrevidos, este libro es un verdadero repique de campanas para quienes consideramos -contrariamente al designio del gobierno mundialista- que la historia no ha terminado.
Pepe Muñoz Azpiri y Roberto Bardini
Rebeldes en penumbras - Vidas ilustres de hombres olvidados, ignorados o condenados, de Roberto Bardini contiene las biografías de David Jewett, Emiliano Zapata, Pancho Villa, Rafael de Nogales, Manuel Ugarte, Raúl Scalabrini Ortiz, Gregorio Selser, Roque Dalton, José de Jesús Martínez y Roberto Sosa. Su prólogo, de Pepe Muñoz Azpiri (h), es el que antecede.

fuente: AdR

lunes, 21 de octubre de 2013

“El paraíso son los demás”


“Hay que romper con ciertos prejuicios sobre la militancia”

Hugo Montero publicó una biografía sobre el autor de El Eternauta. Señala la necesidad de desmontar lugares comunes, como aquel que dice que los militantes “priorizaron la política por encima de los hijos, cuando en realidad ellos hacían política con los pibes encima”.

 Por Silvina Friera
“El paraíso son los demás”, escribe el más importante narrador de aventuras de este país, polemizando con Sartre. Ya no es el mismo, el Viejo. En la bitácora de ese itinerario que comenzó en las fronteras de una viñeta y que trascendió el campo de la imaginación, sorteó los prejuicios, las dudas y las desconfianzas del pasado. El ejemplo de sus jóvenes hijas, Beatriz, Estela, Diana y Marina, fue la chispa que encendió la convicción del compromiso militante en Montoneros. A una edad en que muchos otros preferirían mirar el devenir de la historia “desde la banquina de la comodidad y el escepticismo”, Héctor Germán Oesterheld eligió dar un paso al frente y transformarse entre compañeros. El pibe que leyó sus obras con una voracidad insaciable tampoco es el mismo. Y da en el blanco –o en ese agujero negro– cuando dice que no es sencillo leer una biografía del autor de El Eternauta que se detenga exhaustivamente en ese camino político. “Algo obtura ese relato ausente o disperso. Algo que no permite profundizar la mirada, que incomoda, que perturba”, plantea Hugo Montero en la introducción de Oesterheld, la biografía. Viñetas y revolución (Sudestada), un libro notable que viene a saldar esa deuda.
El autor de esta biografía, fundador y codirector de la revista Su-destada, advierte que la tragedia familiar –la desaparición de las cuatro hijas y del propio Oesterheld– quizás haya sido el elemento que impidió hasta ahora poner la lupa sobre el trayecto militante en Montoneros, además del rechazo que han generado las erradas decisiones de la dirección partidaria. “¿Cómo fue que Oesterheld, un lector sagaz, agudísimo, no leyó el aventurerismo político de la militarista cúpula montonera”, se pregunta Guillermo Saccomanno. Montero intenta esbozar una respuesta al interrogante. “Ni Oesterheld ni sus hijas eran cuadros dirigentes de la organización en la que militaban. Por el contrario, eran militantes de base –aclara–. Su ámbito de trabajo político fue la villa y la prensa, su diálogo se generó con los compañeros que compartieron con ellos esos universos, y el vínculo militante pasó muchas veces menos por lo estratégico y programático que por lo afectivo. En tantos ensayos acerca de los años ’70, el eje siempre gira alrededor de tácticas asumidas por las direcciones, pero soslaya en muchos casos el anónimo trabajo en la base, el esfuerzo silencioso de todos los días, el vínculo inquebrantable con vecinos y trabajadores, el borrador de una historia que también merece ser contada.”
–Queda claro en el libro que son las hijas las que lo llevan a militar. Que Oesterheld comienza teniendo empatía con el entusiasmo militante de sus hijas y luego se va involucrando cada vez más.
–Sí, sin dudas. Ellas eran pibas jóvenes y estaban más predispuestas a superar el dilema entre teoría y práctica: “Sometamos las ideas al mundo de la realidad, veamos en la calle cómo resuelven los excluidos, los oprimidos, los marginados, esta contradicción”. Las chicas hacen esa experiencia de campo, y Héctor escucha los relatos de ellas en las sobremesas de la casa, en ese ámbito que es clave para entender cómo se van comprometiendo. El tiene mucha admiración por las chicas, tiene una relación muy cercana, de pares, más allá de que son muchos años que los separan. El Viejo siente que su ámbito cotidiano, su ámbito de discusión sobre política, sobre cultura, sobre todos los temas, está ligado a esa generación. Evidentemente es un fenómeno que tiene que ver con la nueva izquierda, porque hay muchos casos de padres que militan a partir del ejemplo de sus hijos. Héctor es uno de los más paradigmáticos, porque las cuatro chicas terminaron vinculadas a una organización revolucionaria.
–¿Qué fue lo que más lo sorprendió durante la investigación?
–Yo no conocía la dinámica de las juntadas a la noche en el chalet de Beccar. Sabía la historia de los Fernández Long –los hermanos Pablo y Miguel–, que habían sido señalados por Elsa como los responsables de haber apresurado los tiempos de las chicas y de Héctor. Encontrarme con ellos me permitió primero comprender la posición de Elsa y luego la de ellos. Y ahí apareció la dinámica de juego, de charlas, de sobremesa, de lecturas ligadas al grupo de amigos, en que la cuestión política no era lo central al principio; no era un cenáculo de discusiones sobre la lucha armada. En esa dinámica vi el pasaje del Viejo que recibe a los pibes jóvenes, que escucha y mezcla en ese puchero todo lo que cada uno trae. El Viejo es receptor de toda esa información, pero no desde un lugar del patriarca erudito y catedrático que les da clase a los pibes, sino del que escucha y quiere tratar de entender la realidad que está pasando a través de las hijas y de los amigos de las hijas. La verdad que era una imagen que yo no tenía de Oesterheld.
–Lo imaginaba más encerrado, escribiendo, pensando. –Más intelectual, sí. Además, todos los que lo conocieron del mundo de la historieta tenían una imagen de él más serio, más gruñón y conflictivo como patrón, porque en algún momento fue jefe de su propio proyecto editorial –Frontera– y eso siempre genera roces, chisporroteos y contradicciones. Sacarlo de ese lugar y verlo al Viejo en cueros, como me contaron, haciendo el asado o sentado en un sillón con una copa de ginebra en la mano quedándose dormido, o jugando a los baldazos al carnaval en el chalet, es una imagen que rompe esa idea del tipo que le va mal en su proyecto profesional. En su casa encuentra un refugio de felicidad, pero es ahí también donde se empieza a preguntar cómo hacemos para cambiar el mundo.
Al principio, cuando arrancó con la escritura de la biografía, Montero quería dividir el libro en tres partes: el oficio, el amor y la pasión revolucionaria. Pronto comprendió que era descabellado intentar mantener ese plan. “El entrecruzamiento se da todo el tiempo, particularmente al final, cuando se vincula orgánicamente con Montoneros y pasa a publicar historietas en la prensa partidaria y a la vez milita en una villa del Norte del conurbano, en la Sauce, con Beatriz. Hay un trasvasamiento que no me permitía escindir las historias. Es imposible comprender sus trabajos políticos sin el vínculo que tenía con las chicas –explica–. El Viejo asume desde el punto de vista narrativo algunos desafíos, como contar la historia argentina, y se mete en debates históricos revisionistas sobre Mariano Moreno, sobre Rosas. Esos mundos que aparentemente parecen separados están muy entrecruzados: cada uno fue marcando un pedacito de su evolución política, de su cambio como narrador. Muchos plantean que la parte política de Oesterheld es la menos imaginativa, la menos creativa. Pero en realidad hay cosas muy lindas desde el punto de vista estético en esa etapa.”
–Cuando Oesterheld interviene con estas historietas de carácter político, ¿están atravesadas por el imperativo de la actualidad militante? –Sí, en un punto están marcadas por la actualidad, por la coyuntura. Oesterheld entiende que en ese momento su función como intelectual orgánico es aportar esa mirada a la historia desde un punto de vista montonero. Hay un cruzamiento constante entre los traidores de Mayo de 1810 con los traidores del 25 de mayo de 1973. Si entrás a la historieta de Oesterheld por el lado de la aventura, la parte más rica es la de los años ’50. Eso es evidente. Ahora si intentás ver la obra que hace a nivel político, no es de baja calidad, sino que es distinta. A muchos del mundo de la historieta le sigue chocando la segunda parte de El Eternauta; hay cuentas que no cierran, pero él mismo dice que ya era otro, que tenía ganas de hacer otras cosas. Tenía una visión antiimperialista muy marcada y la aplica en su historieta.
–¿Por qué cuestiona el uso del Nestornauta y habla de “equívoco”? –Creo que hay un problema, que sucede también con otros militantes que terminan siendo símbolos, como Rodolfo Walsh y Haroldo Conti. El problema del Nestornauta es utilizar sólo lo que te sirve de ese símbolo. Hay cuestiones que se vinculan con tu lucha o con el dirigente al que intentás comparar, pero hay partes que incomodan y generan una discusión que no podés sostener. Por ejemplo el tema de la lucha armada o su militancia en Montoneros, que no están relacionadas con los Kirchner, que siempre fueron críticos de la lucha armada. Cuando elegís de símbolo a un militante montonero, con cuatro hijas militantes montoneras, hay que entender que hay cosas de ese símbolo que van a generar contradicciones desde el presente político. Como el hecho de que el fusil de Juan Salvo se borra con el Photo-shop; en ese intento de manipulación hay una apropiación simbólica sólo de algunos elementos. Si vas a elegir un símbolo, bancate lo que venga: la discusión sobre la lucha armada en los ’70, la militancia en Montoneros. Me parece que no es justo con Oesterheld porque él no tenía dudas respecto de su militancia, no la ocultaba, puso el cuerpo y militó a la par de pibes de veinte años. Y relegar esa parte, intentar ocultarla o dejarla en un segundo plano, me parece que no le hace justicia a Oesterheld, que es lo que me interesa validar.
“Un pasillo con paredes de látex azul brillante. Las paredes de El Vesubio. Héctor allí, de pie, mirando a su nieto. Reconociendo de inmediato la dimensión de esa presencia: la ternura infinita del abuelo que se sienta a tomar la chocolatada con el nieto, a mirar los dibujitos en un viejo televisor, y el más lacerante dolor consumiéndolo por dentro. El Viejo lo sabía: si Martín está allí solito, era porque Estela había caído. La última de las chicas, la cuarta. Otro desgarro incurable, otra ausencia”, relata Montero en la biografía. “No necesito más homenajes ni las pelotas, no quiero saber nada de eso –dice Martín Mórtola Oesterheld, guionista y director de cine–. Cuando salí del juicio por El Vesubio, yo no podía dejar de pensar en mi abuelo. En mi abuelito, no en Oesterheld. El primer recuerdo de toda mi vida es estar con mi abuelo en El Vesubio, y seguramente hablando de las cosas que yo hablaba con él, o de lo que yo hablo hoy con mis hijos. El dato es que mi abuelo sabía lo que le esperaba. No puedo dejar de verla como una secuencia: mi abuelo hablando conmigo sabiendo que acababan de asesinar a su hija, y me habla y jugamos como si nada pasara.”
–El encuentro con Martín es uno de los momentos más impactantes de la biografía, ¿no? –Sí, a mí me aportó una mirada distinta de cómo se da el proceso de construcción de la memoria a nivel colectivo. Martín habla de una etapa en la que relacionarse con un desaparecido era equivalente a ser hijo de un subversivo, a ser discriminado o chicaneado por las instituciones del Estado, y cómo ese discurso fue variando pero la posición de él no fue cambiando sobre lo que eran sus viejos. Uno escucha a hablar a Martín y te ponés a pensar en lo que han vivido los hijos de desaparecidos. Son miradas muy inteligentes, muy elaboradas; ha tenido un largo proceso de discusión con él mismo y con la memoria de sus viejos y de su abuela. El discute todo el tiempo con su abuela. Lo mismo hace Fernando (Araldi). Ellos tienen una relación de amor y conflicto constante con Elsa, como lo tenían también las chicas. La mirada de Martín es muy elaborada porque está cansado de los homenajes. El quiere otro vínculo con el recuerdo. El quiere la imagen íntima con su abuelo, por eso defiende esos espacios propios como un tesoro.
–¿Coincide con Martín en la necesidad de bajar del pedestal a Oesterheld? –Sí, es difícil reclamarle cosas a esa imagen en el pedestal. Hay que bajarlo de ahí y saber cosas chiquitas. Martín se mira en las fotos –y yo las vi– y en todas las fotos están Estela, el Vasco y él chiquito. Hay una presencia de los tres muy fuerte. Los compañeros lo veían a él en la isla Maciel, donde militaban los viejos. Martín se sabe parte de una construcción familiar y se siente cómodo con ese recuerdo, que después fue truncado por el genocidio; pero rompe con ciertos lugares comunes y prejuicios sobre la militancia que está bueno sacárselos de encima definitivamente: que priorizaron la política por encima de los hijos, que dejaron atrás las cuestiones familiares y se volcaron exclusivamente a la política, cuando en realidad ellos hacían política con los pibes encima. Ese fue el caso de las chicas.
Un grupo de tareas secuestró a Oesterheld en La Plata, el 27 de abril de 1977. Varios testimonios de sobrevivientes dan cuenta de su paso por los campos de concentración de Campo de Mayo, en el regimiento de Monte Chingolo, en El Vesubio de La Matanza y El Sheraton de Villa Insuperable. A cada una de las preguntas de sus carceleros por algún dato, una casa, una persona, el Viejo terco respondía con la misma frase: “No tengo nada que decir; no tengo nada que negociar”. Después de un traslado masivo desde El Sheraton presuntamente a la localidad bonaerense de Mercedes, en febrero de 1978, se diluye el rastro del escritor. “Como en una doliente historieta –escribe Montero–, la silueta de Héctor se funde en el negro de la viñeta. Y en el siguiente cuadrito, se hace sombra.”


fuente Página 12