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lo que defiendo, lo que muchos defendemos, no es un nacionalismo pelotudo... sino un par de ideas, resignificadas hoy, libertad e igualdad... ideas profundamente mestizas aquí en Abya Yala, y aunque respeto toda otra posición cultural-política, creo, sinceramente, que es desde esta Gran Tierra, unidos, en comunidad, aceptando profundamente nuestra realidad mestiza -el uno- es que el Abya Yala florecerá... y que todos los enormes esfuerzos de Occidente por destruirnos, por separarnos, por vulnerarnos y conquistarnos, demostrarán inversamente la magnificencia de nuestra sonrisa, de nuestro futuro... por los Padres Libertadores del Pasado, Por los Hermanos Libertadores de Hoy, por Nosotros y los que Vienen... SUMAQ KAWSAY!... y eso tal vez parezca anárquico...pero tal vez esta anarquía sea un nuevo orden... opuesto al actual, sin dejar de reconocer lo alcanzado... por todos...

jueves, 11 de julio de 2013

MASSA Y LA ETAPA INFERIOR DEL KIRCHNERISMO


Escrito por Enrique Mario Martinez en 
Construcción colectiva, Notas de E.M. Martínez

Intento tener siempre presente que cuando Néstor Kirchner asumió en 2003 sostuvo que venía a recuperar “un país normal”. Esa frase, en boca de un dirigente político peronista, al cabo de años de desorden generalizado, quería decir:
Un país que no viva sobre ascuas por la fragilidad financiera de su sector público, que no tenga como obstáculo permanente la disponibilidad de divisas y que pueda asistir a los más humildes o a los perdidosos del mercado.

Los dos primeros objetivos se pudieron conseguir esencialmente con una correcta gestión de la estructura heredada, a la que se modificó en aspectos de administración financiera, como la decisión de no tomar deuda externa adicional o como la recuperación de los aportes jubilatorios para que el Estado los administre. Esos logros permitieron a su vez avanzar en el tercer objetivo, desde la mejora del salario real de los activos y pasivos hasta la asignación universal por hijo.
A partir de 2010 quedó claro que aquel “país normal” se había alcanzado, pero que aparecen tensiones estructurales a afrontar si es que se quiere mantener un rumbo de mayor equidad social. Esta cuestión la he analizado en documentos anteriores. Aquí interesa solamente indicar que el paso de los años sirvió para ratificar que la justicia social es una frontera móvil. En sociedades con la asimetría de destinos que construye inercialmente el sistema capitalista se hace imposible marcar una raya, decir y sentir que se llegó.
Aparecen en consecuencia dos formas de arrojar una mirada crítica sobre los resultados alcanzados por diez años de gobierno kirchnerista.
Por un lado, quienes pongan el centro en la justicia social. Éstos deberán identificar los obstáculos a eliminar para que la necesidad de asistencia pública se reduzca al mínimo o se aplique a proyectos productivos o a infraestructura y no necesariamente a poner dinero en el bolsillo de quienes no tendrían otra alternativa para sobrevivir.
O deberán encontrar el modo de cambiar las relaciones de poder, por las cuales los aumentos nominales de salarios se trasladan a los empresarios vía inflación. O cambiar leyes de inversiones que son de otra etapa histórica, pensadas para beneficio empresario esencialmente. O ejecutar la integración económica latinoamericana, bajándola del discurso a la práctica.
Bien podríamos decir que ese escenario sería la etapa superior del kirchnerismo, en pos de mayor justicia social.
Por otro lado, quienes asocien los faltantes del gobierno a sus posibles errores de gestión en el período previo, aquél que llevó al “país normal”.
Éstos cuestionarán el uso de reservas para cancelar deuda externa y recomendarán apelar a nuevo financiamiento internacional.
Pondrán la inflación como meta superior y por lo tanto elegirán perder dinámica de crecimiento, aún cuando eso afecte en lo inmediato a los sectores más humildes.
Insistirán en que la inversión es la variable de la cual depende todo lo demás y propondrán construir caminos más y más seguros para buscar inversores en cualquier punto del planeta.
Sostendrán que no hay otra manera en que todos estemos mejor que asegurar el crecimiento del producto bruto.
En resumen: confundirán el “país normal” con el país ideal, sin advertir o negando todas las restricciones estructurales de la actual situación, que nos impulsan a cada momento a depender de las trasnacionales productivas o financieras y no especialmente para nuestro bien.
Esto puede pensarse desde la vereda de enfrente al gobierno o también desde quienes hace un minuto formaran parte de él o se consideraran a sí mismos parte del proyecto.
La foto de Sergio Massa con sus asesores económicos – Ignacio de Mendiguren, Martín Redrado, Ricardo Delgado y de manera algo sorprendente también Miguel Peirano – preanuncia esa que podríamos llamar confusión entre una etapa histórica y el fin de esa historia.
Bien se puede postular que este proyecto naciente es la etapa inferior del kirchnerismo, esto es: el retroceso del estado actual, el freno del avance social, por priorizar la lógica de gestión tradicional y respetar la debilidad estructural de un país periférico más allá de lo tolerable.
La próxima elección y las que le sucedan probablemente no se definan debatiendo estas cosas. Aparecerán las características personales de los personajes; la mala o buena publicidad; la corrupción propia o de los colaboradores; tantos otros matices similares.
Sin embargo, mientras descubrimos las formas de construir y acceder a la etapa superior, convendría que los interesados en la política tengamos claro que la opción Massa lleva a la dirección contraria, a la etapa inferior.

fuente: Propuestas Viables

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