17 de octubre de 1945, "Día de la Lealtad Popular"
Oscar A. Cuartango
Ministro de Trabajo de la provincia de Buenos Aires
Para
entender minimamente el significado de lo ocurrido ese miércoles de
1945, estimo que se torna imprescindible hacer una breve reseña de los
hechos que antecedieron al mismo.
El golpe de
estado del 4 de junio de 1943 mediante el cual se desplaza al presidente
Ramón S. Castillo, poniendo fin a la llamada “Década Infame” una línea
de gobiernos acusados de corruptos y que habían impuesto el llamado fraude patriótico desde
el golpe militar de 1930, frustrando la proclamda candidatura de
Robustiano Patrón Costa y poene en ejercicio de la presidencia de la
Nación a Rawson, que renuncia dos días después, el 6 de junio, siendo
sucedido por Pedro Ramirez, quien pide licencia primero, para renunciaar
el 9 de marzo de 1944, siendo sucedido por Edelmiro Farrel, que se
mantiene en el cargo hasta el 4 de junio de 1946 en que traspasa el
mando la presidente electo, Juan Domingo Perón.
Una de las
primeras medidas del gobierno fue disolver una de las CGT existentes,
poco después sancionó una legislación sobre sindicatos, que si bien
cumplía algunas expectativas sindicales, al mismo tiempo permitía la
intervención de los mismos por parte del Estado y enseguida el gobierno
hace uso de esa ley para intervenir los poderosos sindicatos
ferroviarios y corazón de la CGT, la Unión Ferroviaria y La Fraternidad.
En octubre
de 1943 una serie de huelgas fueron respondidas con el arresto de
decenas de dirigentes obreros. Pronto resultó evidente que el gobierno
militar estaba integrado por influyentes sectores anti-sindicales.
En esas
condiciones algunos dirigentes sindicales socialistas, sindicalistas
revolucionarios y algunos comunistas, encabezados por Ángel Borlenghi
(socialista y secretario general de la Confederación General de
Empleados de Comercio y Juan A. Bramuglia (Unión Ferroviaria), entre
otros, decidieron, aunque con reservas y desconfianza, emprender una
estrategia de alianzas, con algunos sectores del gobierno militar que
compartían los reclamos sindicales, entre los cuales sobresalían los
coroneles Juan D. Perón y Domingo A. Mercante.
Esa
coincidencia entre sindicalistas y militares obtuvo que el gobierno
militar designara a Perón como Director del Departamento de Trabajo, un
cargo aparentemente sin valor alguno, al cual en diciembre de 1943
consiguen elevar a la jerarquía de Secretaría de Estado
La alianza
entre sindicatos y el grupo de jóvenes militares encabezados por Perón
generó inmediatamente una fuerte oposición de los sectores conservadores
políticos, económicos y militares, con apoyo de la embajada de Estados
Unidos (embajador Braden) que genera una alta polarización para 1945.
Los hechos
se sucedieron vertiginosamente, comienzan a producirse manifestaciones
masivas de sectores estudiantiles en contra de lo que denominan “la
dictadura de las alpargatas”. Las manifestaciones obreras contestan:
“alpargatas si, libros no”.
El 12 de
julio de 1945 los sindicatos dirigidos por Borlenghi realizan un acto
masivo el centro de la ciudad de Buenos Aires (en Diagonal Norte y
Florida). Al finalizar, la multitud de trabajadores comienzan a corear
el nombre de Perón y lo proclaman como candidato a presidente.
La
manifestación obrera es respondida el 19 de setiembre por los sectores
medios y altos con la Marcha de la Constitución y la Libertad, bajo la
consigna “el Gobierno a la Corte” que según las crónicas de la época,
reunió la extraordinaria cantidad de 200.000 personas.
Y así arribamos a las vísperas del 17 de octubre de 1945
Un nuevo ciclo histórico se inicia en la Argentina.
Distintas y controvertidas opiniones se han vertido sobre ese día, referenciamos algunas que consideramos más ilustrativas.
”El país era
otro país y no quisieron entenderlo... El 17 de octubre, más que
representar la victoria de una clase, es la presencia del nuevo país con
su vanguardia más combatiente y que más pronto tomó contacto con la
realidad propia”. Arturo Jauretche”
“...Había
dos países en octubre de 1945: el país elegante y simpático con sus
intelectuales y su sociedad distinguida sustentada en su clientela
“romana” y el país de ‘la corte de los milagros’ que mostró entonces
toda su rabia y toda su fuerza. ¡Nueve días que sacudieron al país!
¡Nueve días en que la verdad se desnudó! ¡Nueve días que cierran una
época e inauguran otra!...”. Emilio Hardoy, dirigente conservador.
“¿Cómo?, se
preguntaban los figurones de la oligarquía, azorados y ensombrecidos,
¿pero es que los obreros no eran esos gremialistas juiciosos a quienes
Juan B. Justo había adoctrinado sobre las ventajas de comprar porotos
baratos en las cooperativas?. Jorge A. Ramos.
El 17 de
Octubre de 1945 no fue una huelga general de masas, con las
características de las anteriores, llenas de ausencias y manifestaciones
protestatarias, fue una gran rebelión popular, con una masiva
participación y movilización de la clase trabajadora con características
insurreccionales.
Raúl
Scalabrini Ortiz describió el 17 de octubre como “el subsuelo de la
patria sublevada”, pero desde el otro lado, años después, se lo pintó
como “el aluvión zoológico”.
El hecho era
el mismo, pero el escritor de Forja hablaba por esa alegría furiosa del
porvenir y del otro lado estaba la desesperación del conservador que no
acepta el cambio por interés o por miedo.
No se trató
de una movilización sino de diversas, ocurridas en distintas partes del
país, a pesar de que el objetivo de todas ellas era lograr la libertad
de Perón y conservar los beneficios obtenidos por los obreros durante su
gestión al frente de la Secretaría de Trabajo y Previsión.
Un pensador
de la talla y la honestidad intelectual de Ernesto Sábato, años después
reconoce su errónea lectura del fenómeno que nos ocupa, en estos
términos “Cuando en la época de nuestra famosa Unión Democrática, tantos
intelectuales de izquierda marchábamos al lado de conservadores como
Santamarina y señoras de la sociedad, deberíamos haber sospechado que
algo estaba funcionando mal”.
Estos
procesos nunca son de una forma o de otra sino que son en un cierto
sentido combinados. Perón aparecía como derrotado el 16 de octubre, y
resurgió por esta irrupción de los trabajadores, este reclamo que
impresionó y paralizó prácticamente al Ejército y a la oposición. En
cierto sentido uno podría decir que los trabajadores hicieron el 17 de
Octubre, y luego hicieron a Perón líder, o viceversa.
Pero también
es cierto que lo hicieron porque Perón en dos años de manejo en la
Secretaría de Trabajo y Previsión se había ganado la absoluta confianza
de los trabajadores.
Yo creo que
ahí juegan las varias cosas, una clase social, un sector del Ejército
industrialista que se expresa en Perón, un sector de empresarios como
Manuel Miranda, que en el peronismo encuentran una expresión que le da
importancia a la industria, a la flota nacional.
Perón,
cuando inaugura la cátedra de Defensa Nacional en La Plata dice: “Cuál
es la soberanía de un país que no tiene flota propia, que no controla
sus propios ferrocarriles, que no tiene puertos propios, que no tiene
industria”.
Un personaje fuera de serie evidentemente, por eso a más de 30 años de su muerte se siente su influencia.
La
exposición de esta revolución fue lo que muchos llaman el hecho
revolucionario más importante, equiparándolo a la toma de la Bastilla, o
la entrada de Fidel Castro en La Habana.
Son hechos
que tienen una fórmula histórica similar de importante. La diferencia es
que la mayoría de estos hechos históricos revolucionarios son
violentos, y el 17 de octubre de 1945 no lo fue, porque la llegada al
gobierno se hace a través del proceso electoral.
Sin duda el
17 de octubre de 1945 marca el fin de una Argentina y el comienzo de
otra. Y de forma tan contundente, que la Argentina nunca más va a poder
volver a ser lo que era antes de esa fecha.
Y el gran
drama con el que se enfrentan los defensores del modelo previo, no es
voltear a Perón como se dijo ni con un mando militar distinto como se
pensó.
El drama es que Perón había dejado sembrado en los trabajadores un pensamiento nuevo, nuevas ideas a defender.
Por eso, compartimos la definición de ese gran pensador y luchador que fue John Wiliam Cooke en el sentido que: “El peronismo fue el más alto nivel de conciencia al que llegó la clase trabajadora argentina”
Como
colofón, es del caso recordar a un sindicalista y Gobernador electo de
la Provincia de Buenos Aires ya fallecido, Andrés Framini, quien, según
relata Manuel Urriza, decía que siempre había sido obrero, no tenía
vacaciones, trabajaba más de 10 horas y el patrón o capataz le pagaba lo
que quería y cuando quería. Entonces había asumido que su papel en la
sociedad era ser obrero. Hasta que, según dijo, “llegó Perón y me dijo
usted no es un obrero, es un obrero explotado”. Y aprendió a ejercer sus
derechos.
Así como ocurrió con él, Perón le abrió la cabeza a miles y miles de argentinos.
fuente: Política e Historia
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