Por Elabas Ave
Hace
un cuarto de siglo escuché una charla entre unos estudiantes de EEUU y
un dirigente peronista. Esos estudiantes estaban haciendo una tesina
sobre el peronismo y le decían lo difícil que les resultaba explicar el
peronismo. Y ese referente les manifestaba que se daba cuenta porque
desde adentro también resultaba muy difícil la comprensión.
A
mí me parece que si uno es peronista, no tiene demasiadas dificultades
al respecto. Salvo que sus propios intereses personales o subgrupales,
le impidan dar las explicaciones del caso, porque les resultaría difícil
explicarse ellos mismos.
Como
todos sabemos, el peronismo no es un partido político liberal. De eso
se dió cuenta De Narváez y por eso ahora dice lo contrario a lo que
antes declaraba. Lo cierto es que es un movimiento popular en el que
confluyen distintos sectores con un ideal nacional, popular y
transformador, reivindicando el ascenso socio-económico de los más
postergados. Y dado su origen y carácter movimientista, lo hace
frentista y con alto sentido pragmático -en línea con sus postulados-,
sello impuesto por sus líderes originarios.
Por
el hecho de ser un movimiento y con vocación frentista, ha permitido
que en él se entremezclen diversos actores políticos que, incluso, han
tenido un marcado pasado u origen antiperonista y, por ende, contrario a
las ideas fuerza que lo fundaron.
NK
Y CFK no son una posible versión de peronismo. Son la versión
originaria hecha gobierno en el siglo que nos toca. Y siguiendo esa
vocación convocante, abrieron las puertas a muchos dirigentes que, si
uno los escucha, se pregunta si el filtro tiene que tener las
perforaciones tan grandes.
Y
así se van destapando nombres que no nos puede llamar la atención que
cedan ante la primer presión opositora, que es en esos casos, su lugar
de pertenencia. Por eso, ante la pregunta si se debe tener o no el
peronómetro, no digo que hay que comprarlo, pero tampoco ser tan tontos
como para permitir cualquier cosa en nombre de la amplitud.
fuente: Nestornautas
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