Los
leales pueden disentir, los obsecuentes siempre traicionanLa semana
pasada, los muchachos de la JP, la JUP, la JTP y los Montoneros se
excusaron ante el General Perón de concurrir a una entrevista del Jefe
del Movimiento con los sectores Juveniles. Las tratativas para que la
reunión se realizara fracasaron cuando el criterio de la JP expuesto en
la entrevista de Gullo y Obeid con Perón, de hacer una reunión de
trabajo no fue aceptado. Se invitó así a un montón de siglas sin
representación real, y también a algunos individuos que no se expresaban
más que a sí mismos. De esta manera de la reunión con el General no
salió nada en concreto en cuanto a la unidad del sector y su
organización. Un resultado previsto por los compañeros cuando
fundamentaron su ausencia.Más allá de este asunto, explotado por quienes
quieren dividir al movimiento peronista, se plantea concretamente cuál
es el derecho de cada peronista a disentir -dentro del movimiento— con
las políticas y resoluciones que surgen de la conducción.La historia del
peronismo está llena de ejemplos de cómo la amplia conducción del
General Perón, permitió el honesto ejercicio de disentir y discutir en
el seno del peronismo El 22 de agosto de 1951, cuando Evita quiso
renunciar a la vicepresidencia, un pueblo entero, en la más grandiosa
manifestación peronista, disentía con Evita y con Perón. Así lo expresó
frente a ellos, a tal punto que Evita no pudo renunciar ante la masa ese
día; sino que lo hizo recién una semana después y por radio.Los
diputados obreros durante el primer gobierno peronista rechazaron varias
veces proyectos que surgían del ejecutivo. Fundamentaban, desde una
posición peronista sus disidencias y votaban en contra del Ejecutivo,
presidido por el General Perón. El mismo y querido por Perón, John
Cooke, se opuso firmemente a los contratos petroleros y así se lo
expresó a Perón quien le contestó que en la Cámara podía discutirse y
aprobarse o no. Perón ha alentado esta práctica interna.El problema está
en establecer bien la diferencia que hay entre disentir y traicionar; o
la obsecuencia y la lealtad.Quienes desde la lealtad se atreven a
pensar y disentir, se diferencian en mucho de aquellos que ocultan con
la obsecuencia la traición. Y también aquellos que con el cuento de la
verticalidad ocultan tanto el oportunismo para sacar tajada personal
como la mediocridad mental del que no se atreve a pensar. Digamos que
entre un montonero o un muchacho de la JP, que han peleado con su vida,
su libertad expuestas para mantener obstinadamente la bandera del Perón
Vuelve, hay una gran diferencia con un traidor. Uno quiere hacer las
cosas mejor para Perón y el Movimiento y el otro traiciona
miserablemente. Uno lo hace desde toda una lucha limpia y sin intereses
personales, el otro es “leal” desde su alianza con el enemigo. Prefiero
la disidencia de un luchador, a la obsecuente “lealtad” de un
verticalista quepone cara de bueno y nos está entregando al enemigo.
Esas lealtades terminan matando. Es que desde hace un tiempo, los
aspirantes a herederos no tienen otra idea fija que suceder a Perón y
han inventado lo de la verticalidad que utiliza la sonrisa obsecuente y
el asentimiento a todo pero soñando con el testamento. Quieren convertir
a los peronistas en una masa mogólica, a la que no le estaría permitido
ni siquiera pensar. El líder, se alimenta de su pueblo. Perón siempre
ha dicho que él hace lo que el pueblo quiere, pero si desorganizados,
desmovilizados, reprimidos, bombardeados y asesinados dejamos de decirle
al General lo que queremos lo privamos del elemento más rico de su
condición: que es la voluntad del pueblo. Ahora resulta, que un señor
como Mar-tairena que no sólo disintió con Perón días después de que cayó
en 1955 sino que traicionó diciendo que él nada tenía que ver con el
General caído, se muestra como el más verticalista de todos. Esto es
sucio y artero. Porque era más sucio y artero apartarse de un Perón
derrotado y volverse obsecuente ahora que está triunfante. Estos hombres
son ahora los que nos hablan de lealtad. Algo tiene que ocultarse
detrás de estos personajes; así como esta disidencia limpia y honesta de
los compañeros de Montoneros, JTP, JP y JUP no oculta nada más que la
vocación de servicio a la causa por la que les enseñó —nos enseñó— a
pelear el General.Es que estos señores que ahora se llenan la boca de
verticalismos y lealtades no son sólo oportunistas que corren detrás de
los beneficios de una sucesión. Son también portavoces de todo aquello
que se opone a nuestra liberación. Ya sabemos que muchos de ellos están
ligados directamente al imperialismo. A partir de sus minúsculos
intereses de sector o individuales es ése el papel que están cumpliendo
dentro del Movimiento. Por eso no quieren pueblo ni organización de los
trabajadores, porque ambas cosas van mucho más allá que los intereses
individuales, que las apetencias personales, que la ambición de
poder.Nosotros pensamos que nuestra causa tiene historia y también
muchos años por delante; y ante esa perspectiva, los hombres pasan, los
hombres mueren y como nos ha enseñado Perón lo único que vence al tiempo
es la organización y por eso la exigimos. Eso lo sabe el imperialismo y
por eso está organizado; si no ya lo habríamos derrotado. Eso lo sabe y
por eso busca de aliados a personajes para los que la continuidad de
una lucha no tiene ningún valor; personajes cuya única causa es la de
beneficiarse a ellos mismos.¿Por qué Perón es líder y conductor? ¿Por
qué generó lealtad? Porque a su vez fue consecuente con un principio que
todos mamamos: en la lucha por la cual estamos empeñados la lealtad
fundamental es la lealtad a la clase trabajadora. Y es precisamente de
ese valor de donde surge y es aceptable la verticalidad. La de los
obsecuentes es la verticalidad de los traidores porque ellos se mueven
sin trabajadores; directamente no les importa, salvo cuando los
visualizan como algo peligroso.Las disidencias de Montoneros, JTP, JP y
JUP durante este último tiempo han sido claras y expresadas con
limpieza. Recordar cada una de ellas nos lleva a asumirlas como propias
porque realmente no pueden ocultar nada más que la intención de asegurar
el triunfo popular. Y más si son hechas por los que lucharon
verdaderamente contra la dictadura y más si son criticadas por quienes
estuvieron debajo de la cama todos estos años. Tratemos de recordar a
estos figurones en alguna actitud de lucha en estos 18 años. Tratemos de
recordar a Llambí, por ejemplo. A algunos de los miembros del Consejo
Superior. Al mismo Camús ese que lee los comunicados siempre
defenestrando a alguien luego de las reuniones del Consejo, ese mismo
que defendió a los matones de Paladino cuando ocuparon el edificio del
Consejo Superior para que Perón no lo sacara de Delegado. No me acuerdo
de ninguno.Nuestros compañeros sostienen que el pacto social es una
trampa, porque no lo firmaron los trabajadores sino una burocracia
sindical sin apoyo de las masas. Están con el pacto para esta etapa,
pero un pacto en serio, no este que para uno da mayores ganancias y para
otros explotación e injusticia. Evita decía que estaba bien eso de que
bajo el peronismo durante el primer gobierno los empresarios y
trabajadores repartieran la ganancia; pero —decía— para que esto sea
justo habrá que tener en cuenta que los empresarios han oprimido y
explotado a los obreros durante siglos. Así que primero habría que dejar
que los obreros explotaran durante siglos a los patrones, después sí,
después podemos ir a medias. Porque si no, corren con ventaja.Más
ventaja aún si los que firman por los trabajadores son los que los
traicionan día a día.Por esto, también estuvimos contra algunos aspectos
de la Ley de Asociaciones Profesionales. Porque estamos de acuerdo con
hacer una ley que permita lograr organizaciones sindicales cada vez más
poderosas, pero también creemos que no se puede utilizar como se hizo,
esta aspiración peronista para incluir de contrabando algunos artículos
que aseguraron los sillones a los burócratas. Esa ley frenó el
trasvasamiento sindical y la posibilidad de dirigentes elegidos
libremente por la base. Ya se ve: a éstos no los quiere nadie, tienen
que andar de fraude en fraude para mantenerse en los sindicatos. La Ley
les aseguró la legalidad del fraude. Están seguros ahora.Tampoco estamos
de acuerdo con las leyes represivas, porque Perón nos enseñó que la
violencia no se combate de esta forma y que esa ley en definitiva va a
servir para reprimir al pueblo; al fin y al cabo una huelga medio dura
va a terminar siendo encuadrada en asociación ilícita para
delinquir.También nos opusimos a que en la Ley de Radicaciones de
capitales se incluyera un artículo que permite que las cuestiones entre
el Estado argentino y una empresa intrnacional, sea decidida por un
tribunal internacional que está en Ginebra. ¿Así que si delinquen en
nuestro país se los juzga- en el extranjero? Y en cuanto a este asunto
de los capitales extranjeros: no estamos de acuerdo en basar todas las
aspiraciones de nuestra liberación en los pesos extranjeros. Hay que
utilizarlos, de acuerdo, pero de una manera accesoria porque esos
préstamos ya sabemos cómo se pagan; nosotros proponemos el ahorro
interno, los argentinos trabajando por su porvenir. Pero esto significa
también el pueblo participando en el gobierno. No sólo a través de Perón
sino gobernando en todos lados, porque Perón, lamentablemente, no puede
estar en todos lados.Y nos oponemos finalmente a la desmovilización y
desorganización del Movimiento Perónista. Nos oponemos al decreto de
cierre de unidades básicas. Nos oponemos a que el Movimiento sea
expresado por figurones que desorganizan y debilitan la fuerza popular.
Esa fuerza que podría permitir a Perón avanzar sobre la penetración
imperialista y hablar con los imperialistas con el pueblo alerta. Porque
no está mal mandarle cartas a Nixon, pero estaría correcto mostrarle un
pueblo entero dispuesto a ser respetado por su organización y a través
de ella construyendo su destino. Porque es con el pueblo organizado y no
sólo con “el gobierno organizado” como combatiremos al enemigo de la
Nación; no es repitiendo fracesitas como se combate, es con la
conciencia del pueblo que no es mogólico y que no necesita que le
repitan todo el día por radio esas frases hechas por algún genio de
barrio para darse cuenta de lo que pasa.¿Por qué, nos preguntamos, no
podemos tener un Movimiento Perónista bien organizado, desde abajo,
donde podamos estructurarnos y elegir los dirigentes que nos representen
realmente? ¿Cuál es la razón? Y aquí está nuestra disidencia principal.
Porque el Movimiento está en manos de gente que le tiene miedo a la
masa. Porque ¿qué es lo que no se quiere escuchar? ¿Cuál es el temor que
existe de que los peronistas elijamos a nuestros dirigentes? ¿O se
tiene miedo de que la masa se exprese por los que ellos quieren echar?
Lo malo es que hay muchos que utilizan de muchas maneras esas
disidencias. Los unos, para sacarnos del campo y cosechar solos, otros,
que aprovechan la volada y la juegan de honestos para reubicarse muy
oportunamente y otros que desde la izquierda nos hacen caídas de ojos
para que nos vayamos del Movimiento.Pero este Movimiento es nuestro y en
él nos vamos a quedar. Nos empujan de adentro y nos llaman desde afuera
pero, ¡minga! la vamos a pelear desde adentro. Esa es nuestra mejor
muestra de lealtad a la clase trabajadora, al pueblo, al Movimiento
Perónista y a la Patria.
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