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lo que defiendo, lo que muchos defendemos, no es un nacionalismo pelotudo... sino un par de ideas, resignificadas hoy, libertad e igualdad... ideas profundamente mestizas aquí en Abya Yala, y aunque respeto toda otra posición cultural-política, creo, sinceramente, que es desde esta Gran Tierra, unidos, en comunidad, aceptando profundamente nuestra realidad mestiza -el uno- es que el Abya Yala florecerá... y que todos los enormes esfuerzos de Occidente por destruirnos, por separarnos, por vulnerarnos y conquistarnos, demostrarán inversamente la magnificencia de nuestra sonrisa, de nuestro futuro... por los Padres Libertadores del Pasado, Por los Hermanos Libertadores de Hoy, por Nosotros y los que Vienen... SUMAQ KAWSAY!... y eso tal vez parezca anárquico...pero tal vez esta anarquía sea un nuevo orden... opuesto al actual, sin dejar de reconocer lo alcanzado... por todos...

miércoles, 27 de febrero de 2013

Mariano Kestelboim, economista: “La reforma de la Carta Orgánica del Banco Central es crucial en dirección a lograr que el peso sea considerado una reserva de valor”. Entrevista al Director Ejecutivo de la Fundación Pro Tejer


Reportaje de Telémaco Subijana

Entrevistamos en exclusiva al economista Mariano Kestelboim. Es investigador y docente de la Universidad de Buenos Aires. Coordinador del departamento de Política Económica del Capítulo Buenos Aires de la Sociedad Internacional para el Desarrollo de Naciones Unidas (SID-Baires) e integrante de la GEENaP, su actividad profesional está focalizada en consultoría sobre defensa de la competencia, comercio desleal internacional, microeconomía aplicada y análisis de mercado. Actualmente se desempeña como Director Ejecutivo de la Fundación Pro Tejer. En esta entrevista, analiza la implementación del mal llamado “cepo al dólar” destacando que esta medida precautoria que inhabilita el atesoramiento nuevo en moneda extranjera previene desequilibrios externos -como los que históricamente sufrió nuestro país- y permite la utilización de divisas con fines estratégicos. Opina sobre las leyes de reforma de la Carta Orgánica del BCRA y de regulación del mercado de capitales y señala otros instrumentos posibles de implementar para orientar el crédito al sector productivo. Explica la evolución de la inversión en la Argentina -anticipando un importante crecimiento para el 2013-, analiza el problema de la inflación y reflexiona sobre las transformaciones necesarias ante el desafío de transformar la estructura productiva. Leer más.
En una entrevista anterior que le concedió a Iniciativa señaló que el desafío era lograr que “el peso sea considerado una reserva de valor”. En este sentido, ¿cómo analiza la implementación del mal llamado “cepo al dólar”?
Es una medida que inhabilita el atesoramiento nuevo en dólares. Se trata de una iniciativa muy estricta que debió ser tomada a fin de anticiparse a las crónicas crisis que han afectado a la economía argentina históricamente. Haciendo un análisis de la economía argentina, en general las crisis se han dado como consecuencia de un desequilibrio en el frente externo -escaseaban los dólares y se producía una restricción externa, agravándose el problema a medida que la economía se iba insertando financieramente de forma más pronunciada en la economía mundial. De esta forma, de manera precautoria, para prevenir justamente un descalabro de estas características, durante el 2012 se resolvió que la utilización de las divisas que genera la economía argentina a partir de sus exportaciones debía ser realizada con fines estratégicos vinculados al desarrollo económico del país -adquisición de tecnología, energía, entre otros. Ahora, si bien es una medida antipática para sectores de la población que solían ahorrar en dólares -ya que restringe esa posibilidad-, de no haberse implementado, en un futuro, esos sectores medios tampoco hubiesen podido comprar dólares. Entonces, mejor temprano que tarde, en un contexto económico de crecimiento, se busca evitar que los hábitos de consumo y ahorro vinculados al atesoramiento en dólares provoque pánico, corridas cambiarias, etc. En definitiva, se trata de una medida precautoria que incluso la Argentina debería haberla tomado en el pasado.
¿Qué ocurre con la remisión de utilidades por parte de las empresas transnacionales? ¿Cómo se regula? ¿Hay que implementar medidas similares?
Se han tomado varias medidas en ese sentido. Se les ordenó a las empresas mineras que debían repatriar sus utilidades remitidas al exterior -lo mismo con las empresas de hidrocarburos.
El Banco Central dispuso que todas las divisas obtenidas por exportaciones de hidrocarburos y recursos mineros se liquiden en el mercado local (antes podían retenerse en el exterior). Esa medida mejoró el flujo de dólares que ingresan al país. Hasta esa decisión, el sector petrolero tenía que ingresar al menos el 30% de las divisas obtenidas por sus exportaciones, mientras que la minería podía dejar fuera de la plaza local el 100% de las divisas obtenidas por sus ventas externas.
Por otra parte, la recuperación de YPF es una iniciativa que también va en ese sentido. Considero que el gobierno está actuando y esto requiere negociaciones con las grandes empresas multinacionales. En la Argentina, lamentablemente, la cúpula empresarial se extranjerizó mucho. Las multinacionales encuentran negocios en la economía argentina pero esto no debe implicar la desinversión. Por eso este proceso de negociación que promueve el gobierno aspira a la expansión de sus actividades en el mercado local, busca el desarrollo de nuestra economía.
¿Es posible pensar algún instrumento de implementación general?
En general son acuerdos negociados caso por caso. A modo de ilustración, en Finlandia se condicionó fuertemente la inversión extranjera directa a través de límites muy restrictivos de participación del capital extranjero. Algo similar ocurrió en el sudeste asiático. Por su parte, China obliga a las compañías internacionales que se quieran instalar a formar un “joint venture”, que son acuerdos con capitales nacionales para desarrollarse, que tienen que estar aprobados por el Partido Comunista. También se promueven acuerdos de reciprocidad y otros tipos de condicionamientos. Por ejemplo, se aprueba la posibilidad de que una empresa se desarrolle en el mercado interno y como contrapartida se les exige exportar o acuerdos sobre proveedores -quién va a proveer, quienes van a ser sus clientes. En definitiva, hay toda una serie de instrumentos que se pueden aplicar. Muchos países los promueven sin que esto implique la reducción del flujo de inversión.
En el 2012 también se sancionaron las leyes de reforma de la Carta Orgánica del Banco Central y de regulación del mercado de capitales. ¿Qué opina al respecto?
La economía argentina durante casi treinta años de políticas contrarias al desarrollo productivo y social -desde mediados de los años setenta hasta principios del nuevo siglo- fue generando deficiencias de gran magnitud. Esas deficiencias agravaron una estructura productiva débil, que se había generado como consecuencia de que, históricamente, en la Argentina, la producción se desarrolló en función de las necesidades de los grupos agroexportadores. Así, el circuito productivo siempre ha estado condicionado por un sistema de transporte -de logística en general- diseñado a fin de favorecer esa explotación y un esquema de comercialización muy concentrado en los grandes centros urbanos. Finalmente, este escenario se agrava por las políticas antidesarrollistas del último cuarto de siglo pasado. Las secuelas de esas políticas impactaron en el abastecimiento, el desarrollo energético, la comercialización, etc., es decir, fueron contrarias al interés nacional.
En este contexto, estas dos leyes aprobadas en el 2012 apuntan a orientar el crédito de forma tal que contribuya al desarrollo. En nuestro país, a pesar de nueve años de fuerte crecimiento, los capitales financieros no se han orientado a las necesidades del desarrollo productivo. Argentina tiene cuellos de botellas en la producción que implican incrementos de precios, atrasos cambiarios y pujas distributivas. De esta forma, estas medidas buscan darle una solución de fondo a los problemas estructurales de la economía argentina que requieren del desarrollo de mayor infraestructura, el desarrollo de insumos básicos, la generación de una matriz energética sustentable en el tiempo y una expansión general de la oferta. En general, se trata de inversiones de largo plazo que el mercado por sí sólo no impulsa debido a la gran volatilidad que afectó a nuestra economía. Por otra parte, hay que entender varias cuestiones: en contextos de fuerte volatilidad es difícil que el mercado por sí solo oriente los recursos al desarrollo productivo. Los empresarios son adversos al riesgo, muchos tienen comportamientos rentísticos y cortoplacistas y no invierten en procesos productivos de recupero a largo plazo. Además, la estructura productiva está concentrada y extranjerizada; es rentística y no está atraída por el desarrollo de esas inversiones -en un contexto internacional en donde pesa mucho la globalización y las estrategias de optimización de la producción global. Argentina, en ese escenario, se inserta, básicamente, como exportadora de recursos naturales. Es en ese marco de relaciones económicas internacionales -y de relaciones de fuerza internas-, que el Estado tuvo que regular el mercado de capitales y reformar la Carta Orgánica del Banco Central. A partir de esta última iniciativa, las instituciones financieras comerciales -públicas y privadas- tienen que orientar en mayor medida recursos hacia la inversión productiva. Con la reforma del mercado de capitales, por su parte, se apunta a generar instrumentos de ahorro que puedan vehiculizarse en el desarrollo productivo.
La reforma de la Carta Orgánica del Banco Central es crucial en dirección a lograr que el peso sea considerado una reserva de valor. Esta normativa instruye a los bancos comerciales a orientar el 5% de sus carteras de depósitos a préstamos al sector productivo a una tasa de interés máxima del 15%, con un plazo mínimo de devolución de tres años. Antes, el Banco Central no se podía inmiscuir en la distribución de las carteras de depósitos de los bancos. Por su parte, la reforma del mercado de capitales ha posibilitado el desarrollo de nuevos instrumentos de ahorro, como las acciones de YPF, y que el mercado de capitales tenga que transparentarse. Es importante que haya nuevos organismos que puedan evaluar el funcionamiento del mercado de capitales. En suma, son todas medidas que tienden a posibilitar que el ahorrista pueda elegir nuevos instrumentos que no sean las divisas internacionales; elementos de ahorro modernos, como requiere la economía mundial y como se dan en cualquier país desarrollado -a través de fondos, acciones, etc. que están entrelazados con las necesidades del financiamiento productivo de cada país.
¿Qué otros instrumentos se pueden pensar para orientar el crédito hacía el sector productivo?
En ese sentido considero muy importante lo que se está haciendo en materia de integración regional. Todos los emprendimientos de desarrollo productivo a través de esquemas de financiamiento son muy dependientes de grandes escalas, entonces, la articulación económica con otros países de la región con intereses similares es fundamental. Por este motivo el proyecto del desarrollo del Banco del Sur va a ser esencial para ganar independencia frente a los organismos internacionales de crédito -como el Fondo Monetario Internacional- que nos han condicionado y orientado las políticas económicas en un sentido que no fue beneficioso para nuestra región. La construcción de estos organismos de crédito regionales es clave, incluso el Banco de la Comunidad Andina ya está otorgando créditos para proyectos de infraestructura que son importantes para el desarrollo de la Argentina. Por otra parte, al mismo tiempo que nuestro país se integra con los socios de la región, también será necesario seguir fortaleciendo las instituciones públicas locales -como el Banco de la Nación Argentina- y apostar por un Banco Nacional de Desarrollo -como los de Brasil o China- que pueda evaluar y orientar el crédito a financiar la ampliación de la capacidad productiva. Es un proyecto muy importante y es algo que requiere el país en esta nueva etapa.
¿Cómo ha evolucionado la inversión en estos últimos años y que características ha asumido?
En el año 2011 alcanzamos un récord, por lo menos respecto a los últimos 35 años, y se logró la tasa del 24,5 % de inversión sobre el Producto Bruto Interno (PBI). Si bien en 2012 bajó al 21%, el contexto macroeconómico está estimulando la inversión productiva en detrimento de la inversión financiera -que primaba en los años noventa. Cabe destacar que la inversión tuvo un alto componente de bienes durables de producción. Antes, hasta el año 2003, la tercera parte correspondía a bienes de capital, bienes para el desarrollo productivo, el resto eran vehículos y construcción. Durante los últimos años esa ecuación se modificó a partir de las políticas económicas implementadas. De esta forma, la estructura se modificó y en la actualidad, en el nivel de inversiones, el cincuenta por ciento corresponde a bienes de capital para uso productivo.
Una característica importante del desarrollo de la inversión de los últimos años tiene que ver con que el componente de bienes de capital importados ha crecido en detrimento de los bienes de capital nacionales. Eso es producto de una estructura productiva que se fue desmantelando y recién a partir de 2003 comenzó su recuperación -que, por supuesto, se trata de procesos de largo plazo. Por otra parte, es de destacar que el esquema macroeconómico instaurado -sobre todo a la salida de la crisis financiera internacional-, además de promover intensivamente el consumo para generar una demanda agregada sólida, incentiva la inversión. Los empresarios gozan de las condiciones más favorables de los últimos 30 años para invertir por los precios relativos de la incorporación de maquinarias (mayormente son importadas) en relación al costo de la mano de obra. En el sector textil, por ejemplo, en el año 2003 se requerían 292 salarios para comprar un telar; en el año 2012 esta cifra bajó a 75 salarios. Esto tiene que ver el aumento de los salarios y el precio de los bienes de capital -que en el sector textil se importan en gran medida de Europa-; y la economía argentina importa muchos bienes de capital de Europa, con un Euro depreciándose internacionalmente, y el mercado interno duplicó su tamaño en los últimos 10 años. Entonces, dado que son muy escasas las alternativas de inversión financiera -por condiciones nacionales e internacionales-, en la actualidad la inversión en máquinas es una de las mejores posibilidades que brinda la economía argentina. Además, como los espacios productivos se revalorizaron, conviene tener la mejor tecnología para aprovecharlos intensivamente. En suma, dadas las condiciones actuales, e independientemente del ruido político, considero que en el 2013 la inversión va a superar el máximo del 2011. De esta forma, cabe esperar un crecimiento de la economía. Una buena cosecha, la recuperación de Brasil y la economía internacional, el alto nivel de inversión, los menores montos de vencimiento de deuda, auspician un escenario positivo.
¿Qué perspectivas tiene en relación a la evolución del sector productivo durante el 2013?
La transformación de la estructura productiva da cuenta de un proceso muy complicado, de una puja entre los diferentes sectores por apropiarse de la renta nacional que genera esta economía. Esto se va a expresar -como ya se ha venido expresando todos estos años- en aumentos de precios. Así, los que pueden aumentar sus precios en mayor magnitud, absorben más renta. En este contexto, es crucial que la inversión crezca para transformar el esquema productivo. No es sustentable que los salarios aumenten en dólares; solo lo es si hay una transformación tecnológica, si el país se vuelve más competitivo desde el punto de vista real. En virtud del fuerte crecimiento de los últimos 10 años, la economía argentina ha ganado economías de escala, se ha transformado tecnológicamente; pero a largo plazo, para poder seguir mejorando la calidad de vida y tener mayores remuneraciones, se requiere transformar la estructura productiva del país. Y eso solamente se logra con inversión.
¿Cómo actuar frente a la inflación?
Siendo que la inflación expresa la puja distributiva -tanto entre capitalistas y trabajadores como hacia adentro del capital, entre los diferentes grupos empresarios-, y en un escenario que prevé el crecimiento de nuestra economía, la lucha contra la inflación es cuestión de negociar acuerdos como el que se acaba de concretar. El congelamiento de los precios de los supermercados es una señal contundente para que otros sectores no aumenten los precios. El sector que lideraba el aumento de precios en la Argentina era el de los supermercados, de manera que este acuerdo es una señal concreta de apoyo al modelo económico kirchnerista.
Has señalado que la propia dinámica de crecimiento requiere mayores transformaciones. ¿Cuáles serían las más importantes?
Claro, el desafío es desarrollar la estructura productiva de forma tal que permita ampliar y modernizar la capacidad productiva. Esto implica generar acuerdos entre los sectores para que no haya una desestabilización y promover políticas de promoción de la inversión a través de estímulos financieros y fiscales. Por otra parte, hay que sincerar las relaciones económicas que se han formado en los últimos años: hay sectores que se han posicionado sin que ello haya implicado un desarrollo de inversiones -como el sector inmobiliario, que ha tenido ganancias extraordinarias sin la contrapartida del desarrollo de inversiones que requería la economía sobre todo en materia de inmuebles para uso comercial. En estos nichos el Estado tiene que actuar regulando e instando a que se vuelquen los recursos -a través de la estructura impositiva, subvenciones, financiamientos, etc.- para que aquellos sectores más vulnerables y con menor capacidad de crecimiento puedan desarrollarse y de esa forma optimizar la estructura productiva general. A modo de ejemplo, en el sector textil los talleres de confección son el eslabón más vulnerable de la cadena de valor pero, al mismo tiempo, los que más empleo generan -lo que más valor agregado producen en términos de mano de obra. Entonces, tienen que haber políticas fiscales que mejoren la situación de esos sectores. Esto implica reordenar las rentas que se generan en las distintas cadenas de valor.
En relación al desarrollo de actividades productivas, hay que hacer un análisis sectorial y evaluar cuáles son, en todos los sectores hay, las empresas que no han tenido un comportamiento rentístico y cortoplacista: saber cuáles han invertido y hacer acuerdos. De esta forma se puede generar una política de reciprocidad: las empresas reciben financiamiento accesible y mejores condiciones fiscales a cambio de que contraten personal y desarrollen su producción. Esto requiere de un Estado con capacidad de gestión, que pueda construir una sinergia con el sector privado y plantee objetivos a largo plazo. Por eso el desafío es fortalecer al sector público. El gobierno lo está haciendo y hay que profundizarlo.

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