"Cuando yo llegué a México ya conocía a dos o tres compañeros, amigos
míos de la zona, que se habían ido para allá, y me reuní con ellos.
Inicialmente, hicimos prácticas de tiro, ejercicios y luego nos pasaron
para un rancho. En el rancho estaba el Che. Un tipo simpático,
agradable, muy jaranero; amante del estudio y muy observador. Vivía
pendiente de los gestos de los que lo rodeaban, más bien como si fuera
un científico. Lo captaba todo, incluso los detalles más pequeños, y en
su oportunidad, decía: Porque tal día tú hiciste esto, hiciste lo otro, y
otras veinte cosas.
En el viaje del Granma el Che venía como
médico, aunque él no decía que era médico, sino “matasanos”. Cuando
desembarcamos lo ayudé por primera vez. Ya sabía que él era asmático y,
bueno, hay un problema sentimental y es que mi padre era asmático, por
eso, cada vez que veo a una persona con ese padecimiento, me acuerdo de
mi familia. En medio de aquel pantano me encuentro con un campesino que
estaba muy integrado a la lucha, y se lo llevé a Fidel, pero el resto de
los compañeros no llegaba, y me voy hasta donde estaba el Che y le
digo: Dame acá la mochila para ayudarte y me responde: No, ¡qué me vas a
ayudar! Y yo que sí, que él viene cansado del pantano y que le voy a
ayudar. Entonces me dice: ¡Tu madre va a ayudarme, yo vine aquí a
pelear, yo no vine a que nadie me ayude! Se expresaba así porque ya
desde México nos tratábamos de esa forma. Al fin logré quitarle la
mochila; pero diciéndole que ya estábamos cerca, que ya estábamos
llegando.
En otro lugar, durante un combate, no recuerdo
exactamente dónde, el Che estaba con un ataque de asma. ¡Era tremendo
cada vez que él tenía un ataque de asma! Fíjese que yo me ponía a darle
fricciones en la espalda y a echarle fresco, siempre yo estaba
preocupado por eso. Pues bien, durante ese ataque asmático él estaba
hirviendo una jeringuilla para inyectarse, y yo me pongo a mirar y veo a
los soldados tirando un cerco, y le aviso: ¡Mira los soldados! El
pregunta: ¿Dónde? Y le señalo el sitio. Entonces dice: Bueno, pues
váyanse todos. Yo le digo que no, que no nos vamos, que se inyecte.
Entonces, finalmente, ni me acuerdo bien si se inyectó, le quité la
mochila y el fusil y lo cargué un rato. Pero el insistía: Déjame aquí,
déjame aquí. Tenía un ataque de asma pero que era algo mortal. Bueno, lo
subimos por una loma a remolque, lo que se llama arrastrado, pues ya no
podía mover los pies: y se quedó allí mientras nosotros íbamos hasta la
casa de un campesino que se portó muy bien con él.
Unas veces
curo. .. y otras no curo, yo vine aquí a combatir, decía. Por último
convencía a Fidel. Yo creo que si no lo dejan combatir es el primer
desertor que tiene nuestro ejército. En la guerrilla, el Che quería
estar peleando siempre e insistía mucho en tirotear las tropas enemigas;
en ir dos o tres hombres y tirarles. Se les tiroteaba y se tenía la
noche para caminar. Y eso, según parece, era un problema psicológico, de
impacto psicológico; grupitos de tirar por aquí y por allá. Él lo que
quería siempre era pelear. El Che me contaba que en México se había
metido a fotógrafo y otra vez estuvo cazando mariposas. Y yo le
preguntaba: ¿ Pero tú eres científico o qué cosa eres tú? ¿Qué tú haces
con las mariposas? Le decía que en Cuba había muchas mariposas. Y
siempre me estaba preguntando de Cuba. Cuando los pueblos despierten en
la América, va a ser la revolución más grande de todo el mundo, decía.
Otra de sus aspiraciones era la cultura, cómo decir las cosas. A mí
constantemente me estaba criticando, porque al hablar me como muchas
letras; yo pronunciaba “cacbón” y “pacque”, y el siempre me decía
(burlonamente) el pacque, el pacque, ahí viene el pacque, el cacbón, el
cacbón. Quería que todos habláramos correctamente. El fue el que creó
aquí, en la Sierra Maestra, la primera fábrica de armas, la sastrería,
la zapatería. Siempre tenía muy latente el liberar una zona para
resolver a los campesinos el problema de la alimentación y de la
atención médica."
"Cuando yo llegué a México ya conocía a dos o tres compañeros, amigos
míos de la zona, que se habían ido para allá, y me reuní con ellos.
Inicialmente, hicimos prácticas de tiro, ejercicios y luego nos pasaron
para un rancho. En el rancho estaba el Che. Un tipo simpático,
agradable, muy jaranero; amante del estudio y muy observador. Vivía
pendiente de los gestos de los que lo rodeaban, más bien como si fuera
un científico. Lo captaba todo, incluso los detalles más pequeños, y en
su oportunidad, decía: Porque tal día tú hiciste esto, hiciste lo otro, y
otras veinte cosas.
En el viaje del Granma el Che venía como médico, aunque él no decía que era médico, sino “matasanos”. Cuando desembarcamos lo ayudé por primera vez. Ya sabía que él era asmático y, bueno, hay un problema sentimental y es que mi padre era asmático, por eso, cada vez que veo a una persona con ese padecimiento, me acuerdo de mi familia. En medio de aquel pantano me encuentro con un campesino que estaba muy integrado a la lucha, y se lo llevé a Fidel, pero el resto de los compañeros no llegaba, y me voy hasta donde estaba el Che y le digo: Dame acá la mochila para ayudarte y me responde: No, ¡qué me vas a ayudar! Y yo que sí, que él viene cansado del pantano y que le voy a ayudar. Entonces me dice: ¡Tu madre va a ayudarme, yo vine aquí a pelear, yo no vine a que nadie me ayude! Se expresaba así porque ya desde México nos tratábamos de esa forma. Al fin logré quitarle la mochila; pero diciéndole que ya estábamos cerca, que ya estábamos llegando.
En otro lugar, durante un combate, no recuerdo exactamente dónde, el Che estaba con un ataque de asma. ¡Era tremendo cada vez que él tenía un ataque de asma! Fíjese que yo me ponía a darle fricciones en la espalda y a echarle fresco, siempre yo estaba preocupado por eso. Pues bien, durante ese ataque asmático él estaba hirviendo una jeringuilla para inyectarse, y yo me pongo a mirar y veo a los soldados tirando un cerco, y le aviso: ¡Mira los soldados! El pregunta: ¿Dónde? Y le señalo el sitio. Entonces dice: Bueno, pues váyanse todos. Yo le digo que no, que no nos vamos, que se inyecte. Entonces, finalmente, ni me acuerdo bien si se inyectó, le quité la mochila y el fusil y lo cargué un rato. Pero el insistía: Déjame aquí, déjame aquí. Tenía un ataque de asma pero que era algo mortal. Bueno, lo subimos por una loma a remolque, lo que se llama arrastrado, pues ya no podía mover los pies: y se quedó allí mientras nosotros íbamos hasta la casa de un campesino que se portó muy bien con él.
Unas veces curo. .. y otras no curo, yo vine aquí a combatir, decía. Por último convencía a Fidel. Yo creo que si no lo dejan combatir es el primer desertor que tiene nuestro ejército. En la guerrilla, el Che quería estar peleando siempre e insistía mucho en tirotear las tropas enemigas; en ir dos o tres hombres y tirarles. Se les tiroteaba y se tenía la noche para caminar. Y eso, según parece, era un problema psicológico, de impacto psicológico; grupitos de tirar por aquí y por allá. Él lo que quería siempre era pelear. El Che me contaba que en México se había metido a fotógrafo y otra vez estuvo cazando mariposas. Y yo le preguntaba: ¿ Pero tú eres científico o qué cosa eres tú? ¿Qué tú haces con las mariposas? Le decía que en Cuba había muchas mariposas. Y siempre me estaba preguntando de Cuba. Cuando los pueblos despierten en la América, va a ser la revolución más grande de todo el mundo, decía. Otra de sus aspiraciones era la cultura, cómo decir las cosas. A mí constantemente me estaba criticando, porque al hablar me como muchas letras; yo pronunciaba “cacbón” y “pacque”, y el siempre me decía (burlonamente) el pacque, el pacque, ahí viene el pacque, el cacbón, el cacbón. Quería que todos habláramos correctamente. El fue el que creó aquí, en la Sierra Maestra, la primera fábrica de armas, la sastrería, la zapatería. Siempre tenía muy latente el liberar una zona para resolver a los campesinos el problema de la alimentación y de la atención médica."
En el viaje del Granma el Che venía como médico, aunque él no decía que era médico, sino “matasanos”. Cuando desembarcamos lo ayudé por primera vez. Ya sabía que él era asmático y, bueno, hay un problema sentimental y es que mi padre era asmático, por eso, cada vez que veo a una persona con ese padecimiento, me acuerdo de mi familia. En medio de aquel pantano me encuentro con un campesino que estaba muy integrado a la lucha, y se lo llevé a Fidel, pero el resto de los compañeros no llegaba, y me voy hasta donde estaba el Che y le digo: Dame acá la mochila para ayudarte y me responde: No, ¡qué me vas a ayudar! Y yo que sí, que él viene cansado del pantano y que le voy a ayudar. Entonces me dice: ¡Tu madre va a ayudarme, yo vine aquí a pelear, yo no vine a que nadie me ayude! Se expresaba así porque ya desde México nos tratábamos de esa forma. Al fin logré quitarle la mochila; pero diciéndole que ya estábamos cerca, que ya estábamos llegando.
En otro lugar, durante un combate, no recuerdo exactamente dónde, el Che estaba con un ataque de asma. ¡Era tremendo cada vez que él tenía un ataque de asma! Fíjese que yo me ponía a darle fricciones en la espalda y a echarle fresco, siempre yo estaba preocupado por eso. Pues bien, durante ese ataque asmático él estaba hirviendo una jeringuilla para inyectarse, y yo me pongo a mirar y veo a los soldados tirando un cerco, y le aviso: ¡Mira los soldados! El pregunta: ¿Dónde? Y le señalo el sitio. Entonces dice: Bueno, pues váyanse todos. Yo le digo que no, que no nos vamos, que se inyecte. Entonces, finalmente, ni me acuerdo bien si se inyectó, le quité la mochila y el fusil y lo cargué un rato. Pero el insistía: Déjame aquí, déjame aquí. Tenía un ataque de asma pero que era algo mortal. Bueno, lo subimos por una loma a remolque, lo que se llama arrastrado, pues ya no podía mover los pies: y se quedó allí mientras nosotros íbamos hasta la casa de un campesino que se portó muy bien con él.
Unas veces curo. .. y otras no curo, yo vine aquí a combatir, decía. Por último convencía a Fidel. Yo creo que si no lo dejan combatir es el primer desertor que tiene nuestro ejército. En la guerrilla, el Che quería estar peleando siempre e insistía mucho en tirotear las tropas enemigas; en ir dos o tres hombres y tirarles. Se les tiroteaba y se tenía la noche para caminar. Y eso, según parece, era un problema psicológico, de impacto psicológico; grupitos de tirar por aquí y por allá. Él lo que quería siempre era pelear. El Che me contaba que en México se había metido a fotógrafo y otra vez estuvo cazando mariposas. Y yo le preguntaba: ¿ Pero tú eres científico o qué cosa eres tú? ¿Qué tú haces con las mariposas? Le decía que en Cuba había muchas mariposas. Y siempre me estaba preguntando de Cuba. Cuando los pueblos despierten en la América, va a ser la revolución más grande de todo el mundo, decía. Otra de sus aspiraciones era la cultura, cómo decir las cosas. A mí constantemente me estaba criticando, porque al hablar me como muchas letras; yo pronunciaba “cacbón” y “pacque”, y el siempre me decía (burlonamente) el pacque, el pacque, ahí viene el pacque, el cacbón, el cacbón. Quería que todos habláramos correctamente. El fue el que creó aquí, en la Sierra Maestra, la primera fábrica de armas, la sastrería, la zapatería. Siempre tenía muy latente el liberar una zona para resolver a los campesinos el problema de la alimentación y de la atención médica."
fuente: Face
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