Martin Di Girolamo
La idea original sería algo así: "Para tener la posibilidad de ganar
una elección, no se debe decir nunca lo que en realidad se va a hacer en
caso de triunfo."
Por:
Jorge Cicuttin
Corresponde
a la primera M (Menem, Carlos Saúl) el anuncio de la conclusión con
total crudeza, después de la victoria en las elecciones de 1989 y tras
comenzar con su brutal política de
ajustes, privatizaciones y pérdida de derechos. Dijo en una declaración
pública: "Si decía en campaña lo que iba a hacer, no me votaba nadie."
Una muestra acabada de cinismo político.
En campaña hablaba de la hermandad latinoamericana, prometía salariazo y revolución productiva.
Ya en el poder juró sumisión y relaciones carnales a Washington, miles
de trabajadores perdieron sus puestos y la industria argentina se sumó a
las especies en extinción.
Este cinismo extremo no radica en hacer
promesas electorales de difícil cumplimiento o en buenas intenciones que
no llegan a concretarse por impericia propia o poderosos factores
externos. No, en casos como el de "las tres M" se sabe de antemano que
se desarrollarán políticas contrarias a las prometidas. Pero deben
engañar a la sociedad si espera que los voten.
La segunda M (Macri,
Mauricio) manifiesta su apuesta y apoyo a la educación pública, pero la
fue deteriorando constantemente mientras aumentaba los recursos
destinados a la educación privada; nunca anunció que iba a retirar
fondos a programas de ayuda social para trasladarlos a proyectos que
benefician a unos pocos; tampoco explicó que el "va a estar linda Buenos
Aires" implicaba enviar a patovicas de la UCEP a "limpiar" las calles
de indigentes (motivo por el cual el jefe de gobierno porteño es
investigado por la justicia).
Esta segunda M se une con la tercera
(Massa, Sergio), en un acuerdo político para las internas abiertas de
agosto último que se convirtió en una suerte de novela de enredos, algo
patética por cierto. En una muestra más de este cinismo que pretende
ocultar lo indeseable hasta que la gente deposite su voto, el intendente
de Tigre ninguneó permanentemente un acuerdo con su par porteño. Dejó
que sus segundas líneas lo negaran, mientras desde el PRO se mencionaban
fechas, protagonistas y lugares de encuentros. Se ingresó en una
disputa en la que se intentaba, por una parte, ocultarles a sus
seguidores un acuerdo con la derecha, mientras que por la otra se lo
utilizaba para tapar el "bache" bonaerense de un autoproclamado
candidato presidencial para el 2015.
Cuando después del triunfo en
las PASO a Massa (la tercera M, recuerden) ya no le importó aparecer
liderando un rejunte político que también incluía al PRO, a Macri (la
segunda), le pareció oportuno y favorable a sus aspiraciones para 2015
reconocer el acercamiento, pero criticar al intendente de Tigre
apostando a boicotear un crecimiento electoral en las legislativas del
27 de octubre próximo.
Pero el acuerdo con Macri no es lo que Massa
más intenta ocultar al electorado. En una estrategia que lo acerca
peligrosamente a Carlos Menem (la primera M), cuando reconoció que no
podía haber anunciado en campaña el rumbo que le iba a dar a la economía
argentina en los '90.
Cuando Massa y sus economistas hablan de una
"economía previsible", de "enviarles señales a los empresarios", de "un
endeudamiento responsable" o de "favorecer la competitividad
empresarial", dicen mucho más. Algunos de sus economistas, como Martín
Redrado y los Lavagna (Roberto y su hijo Marcos), y
empresarios-candidatos como José Ignacio de Mendiguren, muestran con sus
declaraciones algunas señales sobre los cambios económicos que
acercarán a la Argentina post 2015 a la de los '90. Una apuesta al
endeudamiento externo que significará volver a las recetas del Fondo
Monetario Internacional; un ajuste clásico –o sea quitarle la plata de
los bolsillos al trabajador– para frenar los aumentos de precios; dejar
que la banca privada haga otra vez grandes negocios a costa de los
jubilados; generar "competitividad empresaria" reduciendo los costos
laborales y bajando las contribuciones patronales. Varios de los
economistas que hoy acompañan a Massa llegan de lo que queda del
duhaldismo, cuando se realizó la pesificación asimétrica favoreciendo a
las grandes empresas al licuar sus deudas. Recetas que ya vimos y
sufrimos, y que por eso se ocultan detrás de generalidades que no
resisten preguntas concretas.
"Si decía en campaña lo que iba a
hacer, no me votaba nadie", proclamó Carlos Menem. Massa y Macri son
continuadores de esa idea. La de tapar acuerdos cuando parece
convenirles, la de presentar un presupuesto para programas sociales que
luego silenciosamente se va distribuyendo en otros rubros y la de
ocultar viejas recetas liberales que llevan a poner a las decisiones
políticas de rodillas ante los programas de los súperministros de
Economía. Cinismo político del mejor.
fuente: face
Martin Di Girolamo
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lo que defiendo, lo que muchos defendemos, no es un nacionalismo pelotudo... sino un par de ideas, resignificadas hoy, libertad e igualdad... ideas profundamente mestizas aquí en Abya Yala, y aunque respeto toda otra posición cultural-política, creo, sinceramente, que es desde esta Gran Tierra, unidos, en comunidad, aceptando profundamente nuestra realidad mestiza -el uno- es que el Abya Yala florecerá... y que todos los enormes esfuerzos de Occidente por destruirnos, por separarnos, por vulnerarnos y conquistarnos, demostrarán inversamente la magnificencia de nuestra sonrisa, de nuestro futuro... por los Padres Libertadores del Pasado, Por los Hermanos Libertadores de Hoy, por Nosotros y los que Vienen... SUMAQ KAWSAY!... y eso tal vez parezca anárquico...pero tal vez esta anarquía sea un nuevo orden... opuesto al actual, sin dejar de reconocer lo alcanzado... por todos...
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