Polo positivo, polo negativo. Y polis. La polarización
extrema bajo la cual describen a nuestra sociedad los militantes del
polo negador no es tal. Pero el “país con buena gente" que presenta el
polo positivista tampoco alcanza para describir cabalmente a nuestra
sociedad, aunque uno sospeche que pueda ajustarse mejor a la realidad.
Realidad, por supuesto, relatada tanto por los polos negador y
positivista para atraer a la polis hacia su área de influencia.
Todo es relato. A esta altura esta verdad debería resultar
de perogrullo. Pocas verdades pueden aceptarse como tales. Que nuestros
sentidos traducen la realidad para que nuestro cerebro la interprete
mediante confrontación con anteriores experiencias percibidas, y su
elaboración gnoseológica, es una verdad que sólo ponen en entredicho las
religiones cuando apelan a la fe como única fuente de verdad (que de
todos modos fue incorporada). Aceptemos entonces -o tengan fe cuando les
digo- que todo es relato.
“Todos chorros" es el relato dominante del antikirchnerismo
psicopático. Todos son Lázaro Báez. Y si no, por lo menos, cómplices
necesarios para la existencia de Báez, simplemente por olvidar que el
plano moral debería ser -dicen- el Politics 101 que determine el voto.
Son todos Jesús y tiran la primera piedra. Tienden a olvidar que
escriben en -o hablan desde- medios que llegaron a ser dominantes no por
arbitrio de la libre competencia sino por connivencia premeditada y
alevosa con gobiernos de facto y democráticos de toda índole. Incluido
el de Kirchner.
Este andamiaje del relato opositor tiene como meta la
reducción de la política al plano moral, generando así su condición de
imposibilidad. Si para que exista política deben primero mostrar la Visa
al Cielo, con el sellado de San Pedro fresco incluido, no hay política
posible. Fernández Díaz, valga el ejemplo [1], pretende desconocer que
la política tiene lugar en el terreno de lo humano, en el barro donde
todo puede encontrarse, desde habitantes de cada círculo infernal
dantesco hasta pasajeros de la escalera al cielo zeppelinista, y
no en el terreno de las ideas morales, argumento liberal desde Locke
hasta nuestros días. Es que la moral pertenece al orden individual,
mientras que la política se sitúa en la esfera de lo público, y es
resultante de la confrontación e interrelación de muchas morales; o
faltas de ella, que pertenecen al ámbito de lo real y, que si no se
reconocen, el infantilismo de quien las niega sólo puede ser calificado
como flagrante. Consolador, seguramente. Permite situarse en un plano
superior, pero sin dejar de ser un infantilismo.
Por el lado del oficialismo, el clivaje bajo el que intenta
orientar a la política, en cambio, es el de la acción, sea esta en
forma concreta o mediante la participación en un debate que sea
efectivamente político y no únicamente del orden de lo moral. En lo que a
relato respecta, no pudo encontrar una transición que le permitiera
cambiar pantalla desde la épica de las grandes gestas (cuando se trató
de resistir vía minoría intensa) hacia la épica gris de un país en serio
[2], más abarcativa, sin variar el norte pero sabiendo que la
efervescencia de la pastilla de vitamina no es eterna. Muestra ahora,
eso sí, algunos signos aperturistas que deberían ser alentados, como la
posibilidad de que pueda estrenarse la visión más amplia, política e
histórica de Adrián Caetano sobre Néstor Kirchner [3], relegando a la
autocelebratoria y camporista versión de Paula de Luque (inferior hasta
en lo que a recursos narrativos se refiere), el reporte post
inundaciones de Cristina, haciéndose eco de un pedido que recorre la
fibra íntima de cualquier sociedad (y más aún de una que tiene en su
horizonte la verdad y la justicia) y, recientemente, la conferencia del
equipo económico, que sirve para generar confianza y dotar de mayor
volumen político a los nuevos instrumentos.
[1] http://www.lanacion.com.ar/m2/1580500-el-silencio-que-duele-mas
[2] http://loshuevosylasideas.blogspot.com.ar/2012/03/el-retorno-la-epica-de-un-pais-en-serio.html
[3] http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-219829-2013-05-12.html
fuente: Los Huevos y las Ideas
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