Domingo 02 de Diciembre de 2012 08:34
En el marco de las Jornadas organizadas por la Biblioteca
Nacional, nos preguntamos a través de qué y cómo es posible pensar los
efectos políticos, filosóficos y literarios de la obra de este autor que
traspasa tiempos y fronteras. Sobre éste y otros temas conversamos con
con Mariano Dorr.
Por Mariela Genovesi l
Siempre que se habla de
acontecimientos “redondos” - “a 10 años de”, “15 años después de”- me
pregunto lo mismo ¿Cómo hablar de eso que “fue” en el “hoy”? ¿Cómo
homenaje? ¿Cómo retrospectiva? ¿Qué implicaría uno y otro? Si optamos
por el homenaje, éste podría tener dos valencias de acuerdo con su
positividad –“algo bueno para la humanidad”- o su negatividad – en
cuanto a pérdida o daño social. No es lo mismo recordar el centenario
del natalicio de Don José de San Martín, por ejemplo, que conmemorar los
30 años del asesinato de John Lennon. De ahí que tanto el “recuerdo”
como la “memoria”, nos permitan atisbar estas sutilezas. Pero a su vez,
el formato de “homenaje” puede estar incluido o incluir en sí mismo una
especie de “retrospectiva”. Por eso, ambas instancias pueden dialogar
entre sí, o mantenerse al margen. Al respecto, ¿Cuál sería el aporte
singular de la retrospectiva? ¿Ampliar los sentidos del hecho o de la
obra? ¿“recuperarlos” en calidad de “efectos”, “aperturas” o
“consecuencias”? ¿O mirarlos desde el presente pero sin hacer un
abordaje explícito anclado en el aquí-ahora y en su devenir, sino
congelándolo en su época, recortando un principio y un fin, al mejor
estilo “muestra iconográfica”? Así como el recuerdo y la memoria nos
señalan las valencias del homenaje, la construcción que del presente se
haga de la retrospectiva nos señala la lectura no obligada, pero en
cierta forma señalada, que ese presente se propone y nos propone.
Desde ese lugar, la consigna “Néstor Perlongher: 20 años después” nos
sitúa en el hoy y a partir de una fecha: 26 de noviembre de 1992, año
de su muerte. Pero la consigna no nos propone un homenaje a modo de
conmemoración, sino todo lo contrario. Y en eso, el “después” es clave,
porque nos invita a pensar en el derrotero de su obra; derrotero
teórico, político e intelectual. ¿Qué fue de su obra? Sí. Pero más
precisamente, ¿Qué se puede decir de su obra hoy? Porque, de vuelta, el
“20 años después” nos sitúa en el hoy, no en el mañana. Veinte es hoy y
es la lectura presente de esa obra pasada.
Por eso, en la charla que mantuvimos con Mariano, tratamos de hablar
de esos márgenes para rebatirlos, confirmarlos o ponerlos en evidencia.
Es así, que nuestra propia retrospectiva incluyó –luego de haber
asistido al primer día de la jornada y haber escuchado las ponencias de
Horacio González, Adrián Cangi y Jorge Panesi- una mirada sobre algunos
ensayos teóricos –La desaparición de la homosexualidad y Matan a un marica-, poemas –Nelson Vive y Cadáveres- y textos literarios -Evita vive.
Entrevista a Mariano Dorr
I. Matrimonio igualitario; metáforas sociales y la privación de la analidad
APU: En el marco de pensar a Perlongher “veinte años
después” y tratando de trazar una especie de relación entre el ayer y
el hoy, es imposible precisar qué es lo que opinaría Perlongher acerca
del matrimonio igualitario, pero su obra quizás, nos pueda ayudar a
pensarlo. Y ahí yo me pregunto, nos ayudaría a pensarlo cómo una
conquista del movimiento o cómo una conquista de la heteronormatividad
que tornó a la homosexualidad, a lo disruptivo, en homonormativo?
Mariano Dorr (MD): A ver…Yo estoy casado. Me casé
con una mujer. Y a veces, cuando me preguntan por qué me casé, cuento un
poco la historia de que con Teté habíamos sufrido mucho los dos y
queríamos hacer cosas juntos pero también queríamos hacer cosas cada uno
de su vida y el matrimonio nos daba una serie de posibilidades, o por
lo menos teníamos la fantasía que el matrimonio nos daría una serie de
posibilidades institucionales que podíamos aprovechar juntos. No
simplemente juntados sino juntos ante la ley. Y nos casamos.
Al mismo tiempo yo creo que el matrimonio nos dio ese marco, que hizo
de pared a un montón de flujos de deseo que eran incontenibles en su
momento y que el matrimonio ayuda a contener.
APU: ¿Es el matrimonio lo que ayuda a contenerlos o el ser padres?
MD: No, es el matrimonio. La instancia de hacer un
contrato ante la ley es muy fuerte. Además nos casamos por iglesia. Me
gustaba la idea de casarme también ante Cristo, me parecía una gran
performance. Los dos somos parte del comité de redacción de la revista Instantes y Azares – Escrituras Nitzscheanas,
dirigida por Mónica Cragnolini y como nietzscheano, me parecía todo un
desafío casarme ante el crucificado. Nos casamos en la Catedral de San
Isidro donde el crucificado cuelga, la cruz no está en el piso sino que
está colgando de una cadenas. A Teté no le gustaba nada y me desafió a
que yo no iba a poder conseguirla en menos de un mes y la conseguí a
través de un amigo del partido de San Isidro.
Lo que quiero decir es que la cuestión institucional, sea o no sea
gay, tiene sus utilidades. Es algo que puede resguardar, que puede
ayudar a construir, tanto a una pareja gay como no gay.
En ese sentido, me parece que es importante la conquista del
matrimonio igualitario, que un hombre, si quiere, se pueda casar con
otro hombre es muy importante. En otro tiempo, cuando estabas en pareja o
tenías hijos sin casarte era visto como algo malo, si eso siguiera así
sería un ataque a la liberación homosexual e incluso a la liberación que
genera la homosexualidad. Pero me parece muy importante que si me
quiero casar, me pueda casar con quien quiera. Eso sí es una conquista y
no sólo de los homosexuales…
APU: Se avanza en derechos.
MD: Claro, es una ampliación de derechos. Con Foucault, uno puede decir que la sexualidad es una práctica, no es un esencialismo.
Yo no diría que soy un borracho. Estoy tomando esta jarra de cerveza,
tomar alcohol es una práctica como usar determinados dispositivos
tecnológicos. No me definen, yo no soy lo que haga esta noche.
APU: ¿Pero la práctica no te define?
MD: Te define y no te define
APU: ¿Cómo sería eso? Yo entiendo a lo que vas, a pensarlo como un acontecimiento..
MD: Claro, la sexualidad en realidad es algo que
ocurre en determinado momento –es cierto que ocurre en todo momento
también- pero también es cierto que uno puede sentirse absolutamente
homosexual y decir “Si, yo soy homosexual”. Es una manera de existir,
así como uno puede sentirse absolutamente heterosexual. En ese sentido,
la ley de matrimonio igualitario es una ampliación de derechos para
todos en la medida que todos podemos enamorarnos de alguien de nuestro
mismo sexo, a todos nos puede pasar y todos podemos querer formar una
familia con una persona del mismo sexo. Creo que Perlongher, además del
genial escritor que fue, hace posible, da a conocer ese universo. El lenguaje que se vuelve loca
es como una especie de puerta que te permite ingresar a un mundo
increíble y te lleva a pensar, en mi caso, que la sexualidad no es un
esencialismo y que la lengua es totalmente libre, que uno puede, en la
lengua, ver esos juegos de diferencias y de sensualidades.
APU: Incluso en esas metáforas que condensan demasiado el sentido y las cierran. En Matan a un Marica
Perlongher avanza en la interpretación de las ideas que esas metáforas
sociales (futboleras, barriales) sugieren: “El macho no es el que se
coje a más mujeres sino el que se coje a otro tipo, que es puto”
MD: Hablaba de eso no, “del eh? Puto”, el festejo del “puto!” o “Son todos putos”.
APU: Exacto, y ahí, a lo que él llega es que hay un
silenciamiento en la sociedad de lo anal. Lo anal es lo prohibido, es
lo que no va, es lo silenciado, lo callado pero que emerge bajo la forma
de estas metáforas que generan ciertas prácticas.
MD: Si, en ese sentido es muy inteligente. Incluso
ver cómo eso se refleja en otros actos que suenan contradictorios. El
abrazo ante el gol. Es una cosa muy gay obviamente ¿No? Y a la vez la
sociedad entera está enamorada de esa imagen, porque no hay nada más
lindo que ver a los jugadores uno encima del otro, una pila de hombres y
al mismo tiempo, la euforia de todos los hinchas. Un momento increíble.
Y además la belleza de esos cuerpos, si uno piensa en Radamel Falcao…Es
un colombiano que se llama, Radamel! Es para hacer un poema a “lo
Perlongher!" (risas) Porque es un bombón. Es increíble y además es un
tipo evangelista y tiene así una especie de conexión con lo puro, lo
sagrado. Ahí hay una cosa de la belleza muy fuerte. Y al mismo tiempo,
en el fútbol, y volviendo a lo que mencionaba Perlognher, hay una
expresa violencia extrema contra el marica. Se presenta en esta escena,
como una especie de juego de dobles, que es incluso hasta la muerte. Y
después, ¿hacia dónde avanza el texto?
APU: Él continúa desarrollando esta idea respecto a
la “privatización de la analidad” que deviene en un paso esencial para
instaurar el poder de la cabeza (logo – ego – céntrico) sobre el cuerpo.
En línea con esto y con el bloqueo ascético, el de la limpieza, se da
una organización del organismo jerárquica e histórica que destina al ano
a la exclusiva función de excreción y no al goce. Por eso, dentro de
este esquema, sería impensada la unión del semen con la mierda, la vida
por un lado, y el excremento, por el otro. Por eso el “puto”, además, es
“un puto de mierda".
MD: Totalmente. La semilla y la pérdida, lo execrable.
APU: Claro, ahí está presente también la línea de Bataille.
MD: Y a la vez es algo tan sencillo pero impensable.
¿Es la “pija” y el “culo”, no es cierto?…Hay un poeta, también profesor
de la facultad, Esteban García que se especializa en Merleau Ponty.
Esteban escribió un libro que titula Todos putos una bendición editado por Belleza y felicidad
y en un poema dice que llega un momento en el todos los poetas gay sólo
piensan “pija, pija, pija” o escriben “pija, pija, pija”. Y éste,
paradójicamente, es el horizonte o una manera de manifestar a dónde no
quiere llegar el poeta gay. Pero también tiene que ver con esto que
comentaba Horacio González en la presentación de las Jornadas: como lo
abyecto, lo despreciable, se convierte también en un elixir. Pero más
allá de esto pienso: ¿qué nos está diciendo Perlongher? Está tratando de
decirnos que ahí hay algo fundamental, que hay algo que combatir y que
defender a la vez.
II. Nelson y Evita (Esa mujer) viven
APU: Sí, o pensándolo en clave psicoanalítica ¿sería
el síntoma de esta sociedad falocéntrica? Así como para Zîzek el
síntoma del capitalismo es la lucha de clases, aquello que no puede ser
dicho.
MD: Si, puede ser. Tengo algo que te quería leer.
En la conferencia, hace un rato Jorge Panesi dijo algo muy interesante
que de alguna manera atenta contra lo que te quiero leer. Porque dijo
algo así como que la escritura de Perlongher –una escritura del
disparate o con predisposición al disparate- es una suerte de demencia
que se enfrenta al mito. Que a mí me sonó también a un Panesi
intentando señalar: “Paren”, o sea: no lo conviertan a Perlongher en el
gran poeta, gran poeta que es, pero no en el poeta de ustedes, del
peronismo kirchnerista.
APU: Sí..y de manera más implícita también lo dijo Horacio cuando alertó contra el presente, contra la intención de “recuperar”
MD: Claro. Lo que tengo que decirles a Horacio y a
Panesi es que no se pongan tristes con lo que les voy a leer ahora. Si
la lengua se volvió loca, déjennos leer como queramos y si el lector
espera al mito, a llorar a la iglesia. Te voy a leer un poema cuyo
título es Nelson vive. No se titula “Néstor vive” pero, al mismo tiempo, si es "Néstor vive": ¿qué problema hay?
Nelson vive
Cadente el nombre, el hombre, aquello que le diera su garbo,
*** su ascendiente montadura
son sólo sus palabras las que, como una sierpe seductora,
*** acollaran
arrastrando un recuerdo, o el desvanecimiento de un recuerdo,
*** y a duras penas muerden
como mordió su estoque, su estocada, su descotado aliento
con esa sustancia de los días felices y los lechos deshechos
*** -muerto él-
la sordidez de cuerpos sudorosos que se pegan, quemantes, y
luego se detienen como al borde de un importante abismo;
pero no
Muerto él, muerta esa perra, cuán se alarva la rabia,
*** esa irritada furia de los dedos feroces
*** que no tuvieron piel, que pareciera
*** que no tuvieran piel
cómo se crispa
contenida por pólderes y cadenas de médanos y en fin grandes
*** tazones de crema acidulada
donde ahora las moscas revuelven su sonrisa, en un país
donde sólo los muertos pueden vivir, acaso, muerto su sexo
*** espeso*****achicharrado
*** como caparazones en desuso
y anticuado su modo de estaquear, laxas sus flechas
amodorrado, heroica su molicie, muerto él, en un país
******* de enormes vacas rengas
en un país de inútiles suicidios y exangües maravillas, vivo él
en ese carraspear y esa ceremoniosa inclinación sobre sus
*** propios restos
ese desempolvarse fatuos alelíes que aspiraran a orlarle,
*** las glicinas
quebradas por el peso de sus pétalos, las exhaustas glorietas
donde en más se pasea, indiferente él, con esa rutilancia
******** que deja el abandono, ese vil resplando
que esparcen las estrellas cuando se caen del cielo y se
********************** deshacen.
*** su ascendiente montadura
son sólo sus palabras las que, como una sierpe seductora,
*** acollaran
arrastrando un recuerdo, o el desvanecimiento de un recuerdo,
*** y a duras penas muerden
como mordió su estoque, su estocada, su descotado aliento
con esa sustancia de los días felices y los lechos deshechos
*** -muerto él-
la sordidez de cuerpos sudorosos que se pegan, quemantes, y
luego se detienen como al borde de un importante abismo;
pero no
Muerto él, muerta esa perra, cuán se alarva la rabia,
*** esa irritada furia de los dedos feroces
*** que no tuvieron piel, que pareciera
*** que no tuvieran piel
cómo se crispa
contenida por pólderes y cadenas de médanos y en fin grandes
*** tazones de crema acidulada
donde ahora las moscas revuelven su sonrisa, en un país
donde sólo los muertos pueden vivir, acaso, muerto su sexo
*** espeso*****achicharrado
*** como caparazones en desuso
y anticuado su modo de estaquear, laxas sus flechas
amodorrado, heroica su molicie, muerto él, en un país
******* de enormes vacas rengas
en un país de inútiles suicidios y exangües maravillas, vivo él
en ese carraspear y esa ceremoniosa inclinación sobre sus
*** propios restos
ese desempolvarse fatuos alelíes que aspiraran a orlarle,
*** las glicinas
quebradas por el peso de sus pétalos, las exhaustas glorietas
donde en más se pasea, indiferente él, con esa rutilancia
******** que deja el abandono, ese vil resplando
que esparcen las estrellas cuando se caen del cielo y se
********************** deshacen.
APU: Muy buena. Increíble.
MD: Increíble. “muerto él…muerta esa perra…” es increíble. Néstor vive.
APU: ¿Y vos porque decís que ahí no es Nelson sino Néstor?
MD: Porque detrás de esto está Néstor. No digo que
esté Kirchner, está Néstor, ¿sí? Por eso el director de la Biblioteca, y
el Nº 1 de Carta Abierta, empieza diciendo: “Pará, tranquilo, estamos
hablando de los 70 y de los 80, no estamos hablando del presente.”
Porque realmente pareciera que estamos diciendo "Néstor vive". Y aquí
tenemos una prueba de que Néstor vive. ¿Cuál es la prueba? La obra de
Perlongher.
Es un problema, realmente, esta postura, ¿no? Puedo tenerla yo desde
un lugar no institucional. Hay que retener la idea de “la lengua que se
vuelve loca” en Perlongher, más allá de la metáfora homosexual.
Recién te acabo de leer algo y puede ser que vos estés convencida de
algo y por eso lo escuchás como lo escuchás. Pero la cuestión, al margen
de si estamos o no hablando de “Néstor vive”, es que tenemos el derecho
de escuchar las palabras de la manera en que se nos cante. Ni siquiera
lo traté de leer de una manera kirchnerista, traté de leerlo de manera
perlonghiana y es cuestión de abrir el libro y encontrar esas cosas. Acá
tengo una frase del propio Perlongher. Dice: “Cadáveres es un poema que
escribí en el ‘82 después de un viaje a la Argentina donde estaban
apareciendo los cadáveres. No se hablaba de otra cosa entonces, era lo
que estaba en la calle. Emergían de todas partes, cadáveres y más
cadáveres” Bueno, parece que en este momento emergen otras cosas y
cuando uno lee la poesía de Perlongher o, en realidad, cuando uno lee
cualquier cosa, emergen cosas y cuando uno escucha en la calle, emergen
cosas también.
APU:¿Qué me decís de este texto de Perlongher sobre Evita, Evita Vive? Un texto jugado, toda una apuesta, ¿no?
MD: Sí, sin dudas. Yo de hecho, trato siempre de
leerlo en las clases que doy en el IUNA (Instituto Universitario
Nacional de Arte), clases de Filosofía y Estética, lo hemos leído varias
veces y justamente este Nelson vive y esta doble valencia de Néstor vive, tienen su fundamentación en el Evita vive.
Me parece un texto increíble. Además, siempre me pareció muy fuerte
esta manera que tiene el narrador cuando dice: “Y bueno loco, ahora
hicimos tal cosa…”. ¡Qué pena que no lo traje! Es la forma en la que se
hablaba en los ´80. Sigue siendo completamente nueva hoy. El “mató”
por ejemplo, con un personaje como Evita ahí dando vueltas. Hay gente
que dice que Perlongher se anima a ponerla en un ambiente lumpen a
Evita, a lumpenizarla, o la pone donde era imposible ponerla y es como
el gran respeto de la falta de respeto. Es el primero que se anima a
faltarle el respeto de esa manera …
APU: Legítima
MD: Claro, para nosotros Evita vive es un texto sagrado, entonces es como un doble juego.
APU: Incluso él la piropea, le piropéa las manchitas de cáncer.
MD: Tal cual, tal cual
APU: Nadie lo hizo.
MD: En Esa mujer de Walsh, cuando la están
sacando de la CGT acuden a dos obreros y uno de ellos se desmaya al
verla. Y el que relata el cuento le dice "Maricón, ¿esto es lo que hacés
cuando tenés que enterrar a tu reina?”. Para estos obreros ella era una
diosa y sin embargo, están ahí, manipulando el cadáver, siendo
cómplices de esa operación, perdiendo la razón, a la vez ella está
desnuda. Hay una fuerte tensión sexual…
APU: Indefensa..
MD: Totalmente
APU: Porque está muerta, pero está más viva que muerta.
MD: Claro, tal cual, ellos están ahí por el cuerpo muerto. Lo más vivo en este momento era el cuerpo muerto de Evita.
APU: Por eso es genial la escena que construye
Walsh, y esa idea de lo indefenso. De Eva indefensa. Viva. Porque si
algo está muerto, está muerto, no indefenso.
MD: Como nietzcheano, también me considero peronista
y en ese sentido hay una relación muy fuerte con el cadáver de Cristo,
con el cadáver de Evita y con el cadáver de Perón. Con el cadáver de
Dios para decirlo en palabras de Nietzche, “Dios ha muerto”, y el
cadáver de Dios es un cadáver más pero no un cadáver menor, ¿Qué hacemos
con el cadáver de Dios? ¿Dónde lo enterramos? El problema que tenemos
los argentinos con el cadáver de Evita y el cadáver de Perón, es el
problema que tenemos los nietzcheanos con el cadáver de Dios. Para
decirlo de una manera muy pomposa, es un problema con la muerte y con lo
vivo, como decís vos. La vida y la muerte. Es como la heterosexualidad y
la homosexualidad. En mi propio interior no siento la diferencia, me
gustan mucho las mujeres pero también me gustan los hombres con aspecto
de mujer. No exactamente los travestis pero si los que tienen algo
especial, como Radamel Falcao (risas). Evita vive recupera de otra manera ese lío de Esa mujer
de Walsh. Y a la vez, es un texto que, como te decía antes, tiene que
ver con cómo Perlongher le enseña, al que se cree que no es puto, a ser
puto. Me parece que Evita vive le enseña al que se cree que no
es peronista, no a serlo, sino a acercarse un poco más al pueblo. Pueblo
argentino que no es, ni el conurbano únicamente, ni las provincias, ni
las villas miserias, sino que también son lugares sórdidos que bien
podrían ser la villa miseria, el conurbano, recoleta, pleno centro, una
cárcel. Podría suceder en cualquier lugar esta escena de drogadicción y
de policía que irrumpe. La policía irrumpe y nos estamos drogando, eso
puede pasar acá, en un barco, en cualquier lado. Y Evita está en todos
esos lugares y entonces debería estar ahí o sería deseable que esté.
APU: ¿Cómo una especie de ángel guardián?
MD: Totalmente, debería estar como ángel guardián
pero al mismo tiempo es foránea, porque es una escena que no es la de
los años ’50. Ella aparece con el rodete pero aparece en otro tiempo.
Están pinchándose, están en otra. Alguien puede preguntar: ¿Es Evita
realmente la que aparece? Sí. Es Evita la que aparece, el texto dice que
es Evita la que aparece, pero al mismo tiempo es un flash de la droga.
Pero los policías también la ven y no sé si están todos drogados
(risas). En ese sentido, ése es un modo de estar de los fantasmas:
efectivamente están pero no de un modo efectivo, no de un modo objetivo,
para decirlo con Kant. Los fantasmas no se dan objetivamente pero su
modo de aparición es ése, el que está consignado en Evita vive o en Nelson vive.
Es otro modo de lo presencial que no es tal, con el que la literatura
trabaja todos los días. Aunque el escritor no quiera, aunque el escritor
quiera trabajar con una presencia digamos más “convencional”, aun así,
la estructura está sujeta a esos desplazamientos de la presencia. Y
Perlongher está rompiendo con esa presencia mítica de la política. Es
cierto que cuando Perlongher escribe Evita vive es impensable Evita vive.
APU: Sí, totalmente, además ese juego con el tiempo,
con el pasado en el presente y en el futuro. Porque Evita además,
tiene las uñas pintadas de verde y ahora es cuando se ve a las mujeres
pintadas con uñas de verde, de azul eléctrico.
MD: Ahora lo ves cómo si nada… Tal cual.
APU: Es una Evita también del 2012, pero con rodete (risas).
MD: Si, y además hablando de lo popular, algo que
hasta ahora no mencionamos es esta cuestión de la literatura
"neobarrosa" que definió Perlongher, “barroso” de barrio, y de barro. Y
desde ahí él abre un camino para muchos poetas que le siguieron. Poetas
cuya poesía sería impensable sin Perlongher, sin ese camino que él
inauguró y propuso. Creo que un poema como el de Gabriela Bejerman, Concurso de tortas: Ganadora ¡Sonia!,
un poema increíble, es deudor de Perlongher y Gabriela misma se coloca
ahí, en su lugar. Es un autor con muchas aristas: efectos políticos,
efectos literarios, filosóficos. Es una figurita extraña que genera
espacios de pensamiento constantes, incluso hoy, porque nos vuelca a
pensar el propio siglo XXI. Perlongher es fuerza, como decía Adrián
Cangi y en esto, así como Foucault afirmaba en aquella vieja frase “el
siglo XXI será Deleuzeano o no será”, algo similar podemos decir sobre
Perlongher.
fuente: La Paco Urondo
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