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El 2012 llega a su fin y nuestro país, en el contexto
de una difícil situación internacional, sigue dando pasos firmes hacia
la consolidación de un modelo de desarrollo con inclusión social que
deje atrás definitivamente la herencia que el neoliberalismo nos legó
hace ya diez años. El gobierno nacional revalidó este año la legitimidad
obtenida con el amplio triunfo electoral de octubre de 2011 y
demuestra, a pura iniciativa política y decisión, que el ciclo de
cambios iniciado en 2003 con la presidencia de Néstor Kirchner, sigue
construyendo una Argentina más justa y, por eso mismo, enfrentándose a
nuevos desafíos para resolver los temas pendientes.
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En sintonía con los países de la región, nuestro país
está en una senda de reconstrucción luego de la pesada carga
destructiva que el neoliberalismo tuvo sobre el estado y la sociedad.
Aun en el marco de un crecimiento económico moderado –algo destacable en
un 2012 signado por las recesiones europea y estadounidense-, el
gobierno nacional argentino ha tomado decisiones valientes que se
apartan de las recetas ortodoxas (que el propio kirchnerismo cuestiona
desde 2003) y dan cuenta de una visión económica que, sacándose los
últimos lastres que persisten del paradigma neoliberal, se obliga a
estar al servicio de los intereses populares y del genuino desarrollo
nacional. En este sentido, en línea con aquellas medidas tempranas como
la reestatización de los fondos jubilatorios para la ANSES, la
nacionalización de Aerolíneas, la incorporación de más de 2 millones de
jubilados al sistema provisional y la Asignación Universal por Hijo, por
mencionar solo algunas de 2003 a 2009, en este 2012 pueden tomarse tres
medidas puntuales que prolongan y profundizan el sentido de esas
reformas. Éstas son la recuperación de YPF, el Plan Pro.Cre.Ar y
la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central, que constituyen
pasos centrales –que en el mediano y largo plazo tendrán consecuencias
estructurales- para consolidar ese cambio de paradigma. La
nacionalización -aun no suficientemente valorada- de Yacimientos
Petrolíferos Fiscales (YPF) fue sin duda uno de los mayores logros de
este año. Así, se puso fin al saqueo de los recursos que había llevado a
cabo Repsol, siendo un gran puntapié para potenciar y complejizar el
desarrollo industrial. Asimismo, se trata de una reivindicación soberana
(no olvidemos la importancia que tenía la recuperación de YPF dentro de
las consignas históricas del campo popular a partir de los ´90) por la
intervención del Estado en la economía. En otra victoria de autonomía
económica, el 2012 también fue el año en que se reformó la Carta
Orgánica del Banco Central, instrumento clave que le permite a la
entidad involucrarse en el desarrollo del país en aspectos tales como
empleo e industria, además de modificar por completo la Ley de
Convertibilidad de la era neoliberal. Por último, el gobierno comenzó a
debatir y actuar concretamente uno de los temas pendientes de la
Argentina de los últimos tiempos: el problema del acceso al suelo y la
vivienda, cuya mercantilización extrema significaba la negación de
derechos para millones de Argentinos. Aun cuando se trata de un punto de
inicio en materia de suelo y vivienda, el Plan Pro.Cre.Ar estimula la construcción y el crédito para garantizar una mayor accesibilidad al derecho al hábitat y la vivienda.
En el terreno de los grandes desafíos de política
interna aun pendientes, cuyo éxito también depende de la prolongación de
los cambios mencionados mediante nuevas herramientas como una Ley de
Servicios Financieros, están una mayor educción de la informalidad
laboral y el mejoramiento del sistema de transportes de nuestro país.
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A fines del año pasado destacábamos la importancia que la integración regional tiene
para dar sentido al cambio político latinoamericano y actuar de
conjunto en una economía internacional con un horizonte difícil. Sin
dudas, el nuevo triunfo electoral en 2012 del proceso bolivariano
venezolano encabezado por Chávez –símbolo en 1998 del puntapié inicial
del giro político de la región frente a los programas neoliberales
predominantes en el mundo- revitaliza el sentido de la consolidación de
la integración política, económica y social. El 2012 también ha sido un
año de grandes avances en la institucionalidad de la región, con la
incorporación de Venezuela como miembro pleno del MERCOSUR, pero también
de señales de alerta -que recuerdan los casos de Honduras y los
intentos en Bolivia y Ecuador -como el repudiable golpe institucional
contra Lugo en Paraguay, condenado enérgicamente por la UNASUR
(incluyendo aquellos países donde los últimos reductos liberales dominan
la política local); situación que convoca a no cejar ante las
provocaciones contra la profundización democrática de la región,
Y en el mismo sentido del fortalecimiento de la
democracia, también en nuestro país la discusión del poder ha tenido
nuevos capítulos en 2012: si en 2008-2009 predominó la discusión con el
sector privilegiado de las patronales agropecuarias en torno a la
intervención estatal en la orientación del rumbo económico (la recordada
disputa por la 125), este año se ha profundizado el debate del papel de
los sectores financieros y de los grandes conglomerados mediáticos
concentrados. En este último caso, este año -junto a la resistencia por la aplicación de la Ley de Medios-
vimos cómo la vocación de los medios hegemónicos por organizar la
oposición política (un impulso que había nacido con las elecciones
legislativas de 2009 y que también es un fenómeno que ocurre a nivel
latinoamericano) ha fracasado porque no están sostenidos por un proyecto
político alternativo. Respecto de la propia oposición política
partidaria, la entelequia del “frente antikirchnerista” (una consigna
vacía sin perfil ni programa común) sigue siendo el resultado imaginario
de políticos que no transcienden más allá de sus territorios y de
partidos que, lamentablemente, han perdido la capacidad de una
construcción política acorde a los cambios en curso. La (unívoca)
estrategia de negación absoluta de un proyecto nacional que construyó y
retuvo mayorías durante diez años conflictivos en lo interno y externo
parece estar llegando a su fin. Un diagnóstico que seguramente las
mayorías tendrán en cuenta en el próximo periodo electoral de 2013. En
el terreno propio de las fuerzas del proyecto nacional, destacamos la
construcción y consolidación de “Unidos y Organizados”, integrados por
movimientos y espacios que unifican el respaldo al proyecto (La
Cámpora, el Movimiento Evita, Kolina, Nuevo Encuentro, la CTA de los
Trabajadores, MILES, Tupac Amaru, El Frente Transversal y todas las
fuerzas que organiza la Corriente Nacional de la Militancia) y que,
indiscutiblemente, se presenta como una referencia y herramienta central
para la militancia y para los futuros alineamientos internos del
proyecto.
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El cambio de año nos convoca a seguir redefiniendo la
potencialidad transformadora de un proyecto nacional que ha dado
sobradas muestras de estar a la altura de las dificultades en el camino y
de redoblar la apuesta en la construcción de mejores herramientas de la
democracia. El rumbo iniciado en 2003 necesita del apoyo popular que
ratifique –con reconocimiento y también con nuevas demandas- la voluntad
de continuar las transformaciones en curso y la discusión de las
estructuras de poder que, en ese avance, reclaman sus privilegios
perdidos.
Desde Iniciativa les deseamos felices fiestas y un gran 2013 para seguir en la construcción colectiva del proyecto nacional.
Fuente: INICIATIVA