El modelo alemán
Uli Hoeness participa con Angela Merkel de un acto a favor de los inmigrantes. La canciller alemana lo llamó personalmente y el presidente de Bayern Munich voló a Berlín. Ambos comparten luego un “estimulante” café. Al día siguiente, 16 de enero de 2013, Hoeness recibe una invitación para dar una charla ante empresarios. “Usted -lee la esquela orgulloso a un periodista de Der Spiegel- demostró que al asumir responsabilidades económicas nunca perdió sentido social.” “La gente como yo -le dice Hoeness al cronista-, económicamente independiente y muy exitosa, debe asumir responsabilidad social.” Apenas cuatro días antes, advertido por su contador, Hoeness se había autodenunciado ante la oficina fiscal de Miesbach por haber ocultado durante diez años una cuenta en Suiza de unos 20 millones de euros. El acuerdo, que implicó una devolución de 3,2 millones de euros, era privado, pero alguien lo filtra a la prensa. Cuidadosa, porque en las elecciones de septiembre buscará un tercer mandato y el escándalo le quitó puntos en los sondeos, Merkel se declara “desilusionada” de Hoeness. A Merkel, acaso la mujer más poderosa del mundo, le dicen Merkiavelo. A Hoeness le dicen “El Maquiavelo del (río) Isar”. Merkiavelo es el motor de Alemania. Maquiavelo, el de Bayern Munich. Le hizo ganar la Bundesliga con una contundencia jamás vista, el sábado pasado lo coronó campeón europeo y este sábado podrá ganar ante Stuttgart la Copa de Alemania. Sería la primera triple corona en 113 años de historia. Pero Hoeness puede pasar de presidente a presidiario. El hombre más poderoso en los últimos 35 años del fútbol alemán, símbolo moral en su país, es hoy una cara menos amable del modelo.
Hoeness siempre va por más. Aunque suene cruel, el veterano Jupp Heynckes, que lideró la formidable campaña de la posible Triple Corona, no seguirá como DT. El joven Pep Guardiola arribará en su lugar junto con Mario Gotze y, posiblemente, con Robert Lewandowski. Bayern Munich negoció los pases de las dos principales estrellas de Borussia Dortmund cuando ambos equipos competían en la fase decisiva de la Liga de Campeones. Fueron operaciones de dudosa ética. Reflotaron la fama de arrogancia de Bayern Munich y de Hoeness. Un contraste respecto del fútbol brillante del equipo y de la gran final que ambas escuadras jugaron el sábado pasado en Wembley. La filtración a la prensa del fichaje de Gotze fue por un lado un golpe durísimo para el espíritu colectivista del Dortmund. Por el otro, neutralizó titulares que decían que Hoeness llegó a estar preso, que su mansión en los Alpes fue allanada y que debió pagar una fianza de 5 millones de euros para recuperar la libertad. Una situación humillante que sólo un presidente había vivido antes en la historia de Bayern Munich, aunque por razones muy diferentes. Kurt Landauer, ganador en 1932 de la primera Liga nacional con el club, cayó preso al año siguiente, se refugió en Suiza y reasumió como presidente en 1951, cuando cesó el horror nazi. Landauer era de origen judío y su prisión fue el campo de concentración de Dachau.
Dueño también de la poderosa fábrica de salchichas HoWe Wurstwaren, Hoeness se conmovió en 1982 tras ser único sobreviviente de un accidente de avión y comenzó a involucrarse en actividades benéficas. Alojó en su propia casa al goleador danés Lars Lunde tras un accidente de tren, ayudó a Gerd Muller y Mehmet Scholl, ambos alcohólicos, y al escocés Alan McInally, que quedó inválido. Cobra 25.000 euros por charla, pero los dona a entidades benéficas. Hasta decidió que Bayern Munich auxiliara con 2 millones de euros a Borussia Dortmund cuando en 2003 el rival caía en quiebra. Ese mismo 2003, sin embargo, se descubrió que Bayern Munich cobraba en secreto 15 millones de euros al año del poderoso grupo de TV Kirch. Lo hacía desde 1999, cuando lideró la negativa a un plan de Borussia Dortmund de contratos individuales de TV. Lo hizo invocando principios de “solidaridad”. Kirch quebró y su doble juego quedó al desnudo.
“Mist”, algo así como “basura”, fue la palabra que usó el ministro de Economía, Wolfgang Schäuble. La Unión Social Cristiana (CSU), que gobierna en Baviera desde hace más de medio siglo y es socia de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Merkel, desmintió que haya eliminado afiches del gobernador Horst Seehofer con Hoeness, que supuestamente formaban parte de la campaña electoral de septiembre. Medalla de Plata del Estado de Baviera en 2010 por sus méritos sociales, apóstol moral del fútbol, con su discurso radical y franco y convencido liberal conservador, Hoeness hoy es objeto de bromas. “La próxima gran transferencia de Bayern Munich -se cuenta en las redes- es la de Uli Hoeness a la JVA Munich” (JVA es la abreviatura de Justizvollzugsanstalt, la cárcel). Otros dicen que Hoeness pagó de su bolsillo los 37 millones que costó Gotze para descargarlos de impuestos. “Don Limpio”, como también lo llamaban, sufre su momento más difícil. Impensable para el hombre que hoy acumula algunos cientos de millones de euros, pero que en su Ulm natal debía buscar por el piso cada moneda perdida de cinco centavos para así cerrar con orden la caja de la carnicería familiar. Su padre, contó alguna vez Hoeness, no reabría el negocio hasta que la moneda apareciera.
Ezequiel Fernández Moores
Para CanchaLlena de La Nación
Fuente: Agenda de Reflexión
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