"Trabajadores: hace casi dos años dije desde
estos mismos balcones que tenía tres honras en mi vida: la de ser soldado,
la de ser un patriota y la de ser el primer trabajador argentino. Hoy a
la tarde, el Poder Ejecutivo ha firmado mi solicitud de retiro del servicio
activo del Ejército. Con ello, he renunciado voluntariamente al más insigne
honor al que puede aspirar un soldado: llevar las palmas y laureles de general
de la Nación. Ello lo he hecho porque quiero seguir siendo el coronel Perón,
y ponerme con este nombre al servicio integral del auténtico pueblo argentino.
Dejo el sagrado y honroso uniforme que me entregó la Patria para vestir
la casaca de civil y mezclarme en esa masa sufriente y sudorosa que elabora
el trabajo y la grandeza de la Patria.
Por eso doy mi abrazo final a esa institución,
que es el puntal de la Patria: el Ejército. Y doy también el primer abrazo
a esa masa grandiosa, que representa la síntesis de un sentimiento que había
muerto en la República: la verdadera civilidad del pueblo argentino. Esto
es pueblo. Esto es el pueblo sufriente que representa el dolor de la tierra
madre, que hemos de reivindicar. Es el pueblo de la Patria. Es el mismo
pueblo que en esta histórica plaza pidió frente al Congreso que se respetara
su voluntad y su derecho. Es el mismo pueblo que ha de ser inmortal, porque
no habrá perfidia ni maldad humana que pueda estremecer a este pueblo, grandioso
en sentimiento y en número. Esta verdadera fiesta de la democracia, representada
por un pueblo que marcha, ahora también, para pedir a sus funcionarios que
cumplan con su deber para llegar al derecho del verdadero pueblo.
Muchas veces he asistido a reuniones de trabajadores.
Siempre he sentido una enorme satisfacción: pero desde hoy, sentiré un verdadero
orgullo de argentino, porque interpreto este movimiento colectivo como el
renacimiento de una conciencia de trabajadores, que es lo único que puede
hacer grande e inmortal a la Patria. Hace dos años pedí confianza. Muchas
veces me dijeron que ese pueblo a quien yo sacrificara mis horas de día
y de noche, habría de traicionarme. Que sepan hoy los indignos farsantes
que este pueblo no engaña a quien lo ayuda. Por eso, señores, quiero en
esta oportunidad, como simple ciudadano, mezclarme en esta masa sudorosa,
estrecharla profundamente en mi corazón, como lo podría hacer con mi madre.
(En ese instante, alguien cerca del balcón le gritó: ¡un abrazo para la
vieja!) Perón le respondió: Que sea esta unidad indestructible e infinita,
para que nuestro pueblo no solamente posea una unidad, sino para que también
sepa dignamente defenderla. ¿Preguntan ustedes dónde estuve? ¡Estuve realizando
un sacrificio que lo haría mil veces por ustedes! No quiero terminar sin
lanzar mi recuerdo cariñoso y fraternal a nuestros hermanos del interior,
que se mueven y palpitan al unísono con nuestros corazones desde todas las
extensiones de la Patria. Y ahora llega la hora, como siempre para vuestro
secretario de Trabajo y Previsión, que fue y seguirá luchando al lado vuestro
para ver coronada esa era que es la ambición de mi vida: que todos los trabajadores
sean un poquito más felices.
Ante tanta nueva insistencia, les pido que no
me pregunten ni me recuerden lo que hoy ya he olvidado. Porque los hombres
que no son capaces de olvidar, ni merecen ser queridos y respetados por
sus semejantes. Y yo aspiro a ser querido por ustedes y no quiero empañar
este acto con ningún mal recuerdo. Dije que había llegado la hora del consejo,
y recuerden trabajadores, únanse y sean más hermanos que nunca. Sobre la
hermandad de los que trabajan ha de levantarse nuestra hermosa Patria, en
la unidad de todos los argentinos. Iremos diariamente incorporando a esta
hermosa masa en movimiento a cada uno de los tristes o descontentos, para
que, mezclados a nosotros, tengan el mismo aspecto de masa hermosa y patriótica
que son ustedes.
Pido, también, a todos los trabajadores amigos
que reciban con cariño éste mi inmenso agradecimiento por las preocupaciones
que todos han tenido por este humilde hombre que hoy les habla. Por eso,
hace poco les dije que los abrazaba como abrazaría a mi madre, porque ustedes
han tenido los mismos dolores y los mismos pensamientos que mi pobre vieja
querida habrá sentido en estos días. Esperamos que los días que vengan sean
de paz y construcción para la Nación. Sé que se habían anunciado movimientos
obreros; ya ahora, en este momento, no existe ninguna causa para ello. Por
eso les pido, como un hermano mayor, que retornen tranquilos a su trabajo
y piensen. Y hoy les pido que retornen
tranquilos a sus casas, y esta única
vez, ya que no se los puedo decir
como secretario de Trabajo y Previsión,
les pido que realicen el día de
paro festejando la gloria de esa reunión
de hombres que vienen del trabajo
que son la esperanza más cara de la Patria.
de abandonar esta magnífica asamblea, lo hagan con
mucho cuidado.
Recuerden que entre todos hay numerosas mujeres obreras,
que han
de ser protegidas aquí y en la vida por los mismos obreros; y finalmente,
recuerden que estoy un poco enfermo de cuidado y les pido que recuerden
que necesito un descanso que me tomaré en el Chubut ahora, para reponer
fuerzas y volver a luchar codo a codo con ustedes, hasta quedar exhausto
si es preciso. Pido a todos que nos quedemos por lo menos quince
minutos
más reunidos, porque quiero estar desde este sitio contemplando
este espectáculo
que me saca de la tristeza que he vivido en estos días."
JUAN DOMINGO PERÓN
tres vistas poéticas:
¿Cómo vivieron los poetas el 17 de octubre? ¿Cómo se expresó en la
poesía el surgimiento del peronismo? Leopoldo Marechal se hizo peronista
ese mismo día y compuso un soneto en el que equipara la movilización
del 17 de octubre con la gesta épica de la Revolución del Mayo. Pero no
sólo los peronistas pusieron palabras a aquel acontecimiento que cambió
para siempre la realidad política argentina: Silvina Ocampo escribió un
poema cargado de sentimientos de desconcierto y terror. En ambos casos,
son poemas escritos al calor de los mismos acontecimientos que
persiguen. Finalmente, muchos años después, Leónidas Lamborghini
escribió "Las patas en las fuentes", un poema que bien puede ser
considerado el 17 de octubre de la poesía argentina.
Leopoldo Marechal (1900-1970): Al 17 de Octubre
Una biografía lo define así: vanguardista, católico, peronista. Leopoldo Marechal escribió poesía, narrativa, teatro y ensayo; también fue maestro, profesor de enseñanza secundaria y secretario de cultura del gobierno peronista. Participó de los movimientos porteños vanguardistas de la década de 1920 junto a Oliverio Girondo, Macedonio Fernández y Jorge Luis Borges, entre otros. Por su adhesión al peronismo, fue relegado por la “alta cultura” de su época. A partir del golpe de 1955, se autodenominó "poeta depuesto". Más tarde fue recuperado y su obra es actualmente una instancia ineludible de la literatura latinoamericana.
El 17 de Octubre según Marechal
Fragmento extraído de la entrevista Palabras con Leopoldo Marechal, realizada por Alfredo Andrés en 1968. Extraído del libro: "La Jornada del 17 de octubre" compilado por Fermín Chávez:
Leopoldo Marechal: "Era muy de mañana, y yo acababa de ponerle a mi mujer una inyección de morfina (sus dolores lo hacían necesario cada tres horas). El coronel Perón había sido traído ya desde Martín García. Mi domicilio era este mismo departamento de calle Rivadavia. De pronto me llegó desde el Oeste un rumor como de multitudes que avanzaban gritando y cantando por la calle Rivadavia: el rumor fue creciendo y agigantándose, hasta que reconocí primero la música de una canción popular y, enseguida, su letra:
"Yo te daré
te daré, Patria hermosa,
te daré una cosa,
una cosa que empieza con P
Perooón".
Y aquel "Perón" resonaba periódicamente como un cañonazo. Me vestí apresuradamente, bajé a la calle y me uní a la multitud que avanzaba rumbo a la Plaza de Mayo. Vi, reconocí, y amé los miles de rostros que la integraban no había rencor en ellos, sino la alegría de salir a la visibilidad en reclamo de su líder. Era la Argentina "invisible" que algunos habían anunciado literariamente, sin conocer ni amar sus millones de caras concretas, y que no bien las conocieron les dieron la espalda. Desde aquellas horas me hice peronista".
Al 17 de octubre
Era el pueblo de Mayo quien sufría,
no ya el rigor de un odio forastero,
sino la vergonzosa tiranía
del olvido, la incuria y el dinero.
El mismo pueblo que ganara un día
su libertad al filo del acero
tanteaba el porvenir, y en su agonía
le hablaban sólo el Río y el Pampero.
De pronto alzó la frente y se hizo rayo
(¡era en Octubre y parecía Mayo!),
y conquistó sus nuevas primaveras.
El mismo pueblo fue y otra victoria.
Y, como ayer, enamoró a la Gloria,
¡y Juan y Eva Perón fueron banderas!
Silvina Ocampo (1903 –1993): Esta primavera de 1945, en Buenos Aires
Silvina Ocampo escribió sobretodo poesía y cuentos. Proveniente de una familia de la aristocracia porteña, formó parte de los círculos destacados de la alta cultura. Junto a Victoria Ocampo, su hermana, Adolfo Bioy Casares, su esposo, y Jorge Luis Borges conformaron el grupo que ingresó en la historia de la literatura argentina bajo el nombre “Sur”, nombre que llevaron la revista y editorial que dirigió Victoria Ocampo. En 1955 "Sur" dedicó un emblemático número de la revista a la celebración del derrocamiento del peronismo. En ése número, Silvina Ocampo publicó "Testimonio para Marta", un poema a su hija, una suerte de legado maternal contra el olvido que, con fuerza de ley, profesa:
Las tiranías son siempre como las pestes.
Tendrás que recordarlas, existen estas cosas:
Hay hombres todavía que veneran a Rosas.
Mucho antes, en plena emergencia del peronismo, Silvina Ocampo escribió “Esta primavera de 1945, en Buenos Aires”. El poema se publicó en la revista Anti-Nazi el 29 de noviembre de 1945.
Esta primavera de 1945, en Buenos Aires
Hoy, en la sombra tibia, con detalles,
en la inscripción de tiza, en la basura,
lloro la suerte de mi patria, oscura,
entre los paraísos de las calles.
Esas molduras pálidas de acanto,
esas flores violetas en el suelo
muestran su imagen a través de un velo
que enturbia el puro goce de mi canto.
¡Con qué impudicia la naturaleza
no suspende una sola de sus rosas!
Como cuando alguien muere: en estas cosas
pensamos en las horas de tristeza.
He oído como en sueños a un tirano
con una quejumbrosa exultación
interrumpir la noche, en un balcón,
amenazando un trágico verano.
En distintas ventanas de las casas
he visto disparar ciegos caballos,
y elevarse los sables como rayos
castigando a mujeres en las plazas.
Vi morir a estudiantes tristemente,
asesinados por la policía:
y en la profundidad azul del día
la cobardía, abyecta, impenitente.
Yo vi una turba histérica, incivil,
que a la Casa Rosada se acercaba,
mientras que en la memoria se mezclaba
como un recuerdo, ya, el presente hostil.
El niño envuelto en una azul bandera
y los caballos inocentemente
acompañaban a esa triste gente
que escribía palabras en la acera.
Por esas mismas largas avenidas
ángeles nunca vistos en las puertas
surgieron de las casas descubiertas
al oír nuestras voces encendidas.
Quise pintar avergonzada a Clío
escondiéndose el rostro con el brazo,
en el fondo apenado del ocaso
allá por donde acaba el caserío.
De las provincias y gobernaciones
llegan hasta mi oído los clamores
tan melancólicos, entre las flores,
y siento en mí crecer los corazones
de este país tan grande como el mundo.
¡Oh, desolada confusión del día,
que ha transformado en odio la armonía
de un territorio plácido y profundo!
En las confiterías, en los coches,
en los confines de los arrabales,
en arcanos y férvidos umbrales
con plantas, en las casas, en las noches
de terrenos baldíos y de luna
donde se adoran las palomas quietas
en las últimas pálidas glorietas,
en la luz del amor, en la infortuna,
en los gomeros hondos y en la reja,
en la sombra del río, en la pobreza,
en los jardines siento esta tristeza.
Es la voz de mi patria que se queja.
Leónidas Lamborghini (1927-2009): Las patas en las fuentes
La obra de Leónidas Lamborghini es principalmente poética, aunque también escribió narrativa y una obra de teatro titulada “Perón en Caracas”. En la década del cincuenta trabajó en la industria textil, fue delegado gremial y en 1973, bajo la presidencia de Héctor J. Cámpora, ocupó durante tres meses el cargo de secretario de cultura del gobierno de la provincia de Buenos Aires. En 1977 se exilió en México y recién regresó a la Argentina en 1990.
En su obra se destaca El solicitante descolocado, producto de su trabajo entre 1966 y 1971, una reescritura en clave paródica de la historia política argentina: “Yo he usado la parodia para desenmascarar al modelo desde la risa. Y en vez de llorar frente a él, o de quejarse, reírlo. Esa risa crítica.”
El solicitante descolocado comprende tres poemas: “Las patas en la fuente”, seguido de “La estatua de la libertad” y “Diez escenas del paciente”. En Las patas en las fuentes (1966), que porta en el título una versión pluralizada de la simbólica imagen del 17 de octubre, hay dos personajes principales: el solicitante descolocado y el saboteador arrepentido. Como en la poesía gauchesca, estos personajes dialogan, forman voces en contrapunto. De algún modo, este poema podría ser considerado como el 17 de Octubre de la poesía argentina: “El de Lamborghini es uno de los itinerarios más coherentes entre los que intentan darle una voz y un nombre a lo que somos y no a lo que deberíamos ser", dijo Juan Sasturain, en 1973 en el diario La Opinión.
Las patas en las fuentes (fragmentos)
Me detengo un momento
por averiguación de antecedentes
trato de solucionar importantísimos
problemas de estado;
vena mía poética susúrrame contracto
planteo, combinación
y remate.
En vez
tú no tienes voz propia
ni virtud
dijo
y escribes sólo para
yo quise decirle mentira mentira
para purificarme
(…)
Pueblo goloso perezoso lujurioso
porque las curvas económicas
nos son favorables
una nueva conciencia os pido
en marcha.
Y si las cosas se complican
descentralizar:
—Listo, vamos
gobemar es poblar es hablar;
apoyando mi oído
en el obrero concentrado:
vibra.
(…)
“No son todos los que están
no están todos los que son”
mi pobre especie
son
los no antologados.
El Saboteador Arrepentido
Oh Máquina de los recuerdos
y está música traqueteante
renace, que aún vive, que aún persiste
de los batanes
Gran Cuarto de los zurcidos
bajo el tribunal de las telas en crudo
en otoño nací.
¿Mi destino estaba sellado?
cuando la más vieja de las zurcidoras
—toca en mis sienes con su resplandeciente
aguja especializada—
dijo
—Dirigirá esta fábrica
toda la producción
pasando por sus manos.
Entonces me erguí
mitad empleado - mitad obrero
sólo como un monstruo sabría hacerlo
y trozos aún del cascarón textil
lo alcancé bien y comprendiendo que
aquello era
sentencia
angustia fabril
y dolor de conflictos en la mano de obra
Huyendo par debajo de las mesas
revisadoras
describo inverosímiles curvas
económicas avisé apresurado en las paredes
YO NO SOY TÉCNICO YO NO SOY TÉCNICO
—¿Qué es esto?
Hasta que el fabricante disfrazado
de patrón vistiendo su más fino casimir
su más peinado hábito
me envuelve con su cola y aquí
me deposita:
—Este es tu nuevo puesto
(...)
Me detengo un momento
en el país de los países
de las maravillas
la izquierda es la derecha
lo blanco es negro.
-Es éste el país
equívoco del equívoco
de los equívocos
pregunté.
(…)
En el país de:
y di tres pasos
hacia los libertadores
y eran los.
y matan y persiguen y rondan y secuestran
sollozando al occidente
sollozando al occidente
y bailan alrededor
de un cadáver que no muere
(…)
y estoy con la cabeza
metida en la cabeza
del adicto cabeza
y qué tiene
el adicto cabeza
en la cabeza
tiene
económicamente libres
y socialmente justos
tiene y tiene
políticamente soberanos
tiene el adicto
cabeza en la cabeza
-¡Y ese es un adicto cabeza!
dicen los libertadores
que son los
des-libertadores.
y los adictos
buscaban la salida
en el callejón
sin forzando la salida
adictos a
y la mujer que va al frente está
gritando
¡Todos unidos
hagamos antorchas compañeros!
(…)
“y había allí
manando sangre de muñones
“somos los destrozados
los mutilados
la vida por
la vida por
cruzando la Gran Plaza”
(...)
dios
dios
acelera las contradicciones
de los que tendrán
que ser devorados
y cuando llegará
ese día
en que los devoremos
y vi a ese
tipillo
limpiar su autillo
todo el día
y veo que complica
a su pequeño
enseñándole a adorar “eso”
complicándolo
en la horrible dedicación
de hacer brillar “eso”
oh dios
dios
y devorémoslo
también
(…)
entonces vi al saboteador
arrepentido
llevaba una bomba casera
entre sus manos
“y ya no estoy arrepentido”
me dice
cuando a los pocos pasos
la bomba estalló contra su vientre
y aún así reventado
llama
y yo acerco mi oído tenso a su boca
“la redención por la lucha”
me dice
“la insurrección es un arte
es un arte”
y así
expiró entre mis brazos
¡Y hagamos antorchas
compañeros!
gritó la mujer que iba al frente
y lo que esas antorchas
alumbran alzándose en su luz
“es la toma
del poder”
balbuceó el Buen Idiota
“ y también
cuando metimos las patas el poder
en las fuentes de la Gran Plaza”
dijo mirando a los adictos.
fuente: varias
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