El miércoles 4 de abril de 2012 un evento climático desgració la vida del Conurbano oeste de la provincia de Buenos Aires.
Se trató de un tornado cuya zona de
desarrollo se extendió desde la localidad de La Reja hasta La Plata. El
saldo sería la devastación. Ruptura de casas, casillas, vehículos,
tendidos eléctricos, postes, árboles y más. Un día después, cientos de
compañeros de distintas organizaciones y expresiones militantes nos
íbamos organizando para coordinar esfuerzos en la limpieza y asistencia
de las zonas más afectadas, entre las que se destacó el distrito de
Moreno. La reconstrucción duró meses. Fue el nacimiento, en plena acción
solidaria, del colectivo Unidos y Organizados.
Paradójicamente, casi un año después, martes 2 de abril de 2013,
cuatrocientos milímetros de agua en pocas horas desataron una catástrofe
en La Plata que tuvo como saldo principal la irreparable pérdida de más
de cincuenta vidas. La ciudad destruida, familias quebradas por las
pérdidas humanas, decenas de miles de ellas que vieron cómo el agua se
llevaba sus esfuerzos de años, sus proyectos, sus sueños. Las marcas de
una tragedia.
Llegó el día después, y con él, la indignación, la bronca, los
enfrentamientos, los piquetes. Y entre eso una persona pública encaró,
puso el pecho con la decisión de quien no acepta los dictados de los
manuales del quehacer político correcto, lo hizo con la grandeza que
puede tener una persona a quien la daña el dolor ajeno. Corrían las
horas del mediodía del miércoles 3 de abril. Y bajó, en medio de
montoneras de gente irritada y desesperada, contra todos los consejos de
sus allegados. Era Ella, como luz que abre tinieblas y nos muestra con
docencia de madre dónde debíamos estar todos nosotros. Unos pocos la
insultaban, muchos la abrazaban sin poder creer que allí estaba, otros
les preguntaban qué hacer. Ella sabía bien qué hacer, siempre supo qué
hacer y cómo hacerlo. Y los organizó… Y nos organizó.
Comenzó el trabajo en toda La Plata, coordinado desde la Facultad
de Periodismo. El trabajo realizado fue arduo, constante, muy ordenado y
lleno de empuje. Decenas de miles de militantes de todo el país pasaron
en algún momento por algún barrio de La Plata a extender su mano
solidaria. Si hay alguna cosa de rigor que uno debe destacar es la
responsabilidad y la disciplina de los que coordinaron las acciones. Los
que más poder de decisión y responsabilidades tenían fueron también los
que menos durmieron y los que más trabajaron.
La solidaridad del pueblo argentino fue clave, también lo fue la
presencia del Estado nacional que puso todas las áreas de todos sus
ministerios a trabajar coordinadamente para los platenses. La
combinación de donaciones de los argentinos (particulares, comerciantes y
empresarios), apoyo institucional y coordinación desde Unidos y
Organizados, con apoyo del Ejercito Nacional, fueron las postas del
despliegue Nacional y Popular que solucionaron con hechos concretos las
demandas de más de cien mil personas. Se limpió toda la ciudad (arroyos,
calles, zanjas y casas) y se desinfectaron los focos infecciosos.
Postas de salud, Anses, Pami y DNI fueron descentralizadas por todos los
barrios para atender los problemas y facilitar el acceso de los vecinos
a los programas y beneficios anunciados por la presidenta. Pasamos de
la urgencia y la tragedia de los primeros doce días, a la reconstrucción
a través de los COL (Centros de Organización Local) que funcionarán en
cada una de las localidades resolviendo las temáticas puntuales de los
vecinos, con recursos propios de la Nación y que perdurarán a lo largo
de este año y tal vez más.
Provocaron sorpresa muchas notorias ausencias y algunos precarios
esfuerzos concretos en el terreno afectado de parte de aparatos
institucionales y políticos con capacidad de reacción. Más allá de las
declaraciones rimbombantes en las redes sociales y los relatos de deseos
en los oligopolios mediáticos, creo que los argentinos y sobre todo los
platenses esperaban más de algunos sectores.
La solidaridad fue la fuerza motora que nos impulsó hacia la
concreción de los objetivos de Unidos y Organizados en La Plata. Son
jornadas como estas las que solidifican los vínculos y donde se forjan
lazos que permiten que nos conozcamos y que compartamos más con
compañeros de otras organizaciones. No debe ser la teoría, sino la
acción y las decisiones, el campo en el que se consolide nuestro espacio
político. La posibilidad de transformación de la realidad es hoy un
poco más palpable. El saldo organizativo es inmejorable. La moral está
muy alta. Muchos comprendimos a la jefa estratégica del Movimiento
Nacional en aquel histórico acto de Vélez del 27 de abril de 2012.
Espero que todos estemos en sintonía con lo que nos demanda la hora.
Las jornadas "La Patria es el Otro" alcanzaron una dimensión
extraordinaria gracias al despliegue militante, la coordinación de todas
las fuerzas y el factor más importante: la puesta en vanguardia de
Cristina al frente de las operaciones (como Perón y Evita en San Juan
luego del devastador terremoto). Despierta orgullo saberse acreedor de
una filosofía de vida que recoge lo mejor de las tradiciones de nuestro
pueblo. Como joven, creo que la recuperación de la política y de la
historia es el mayor logro de nuestra generación. Y esto sucedió gracias
al coraje y la inteligencia de esos dos patriotas a los que todos los
argentinos les debemos demasiado.
El pueblo platense sufría y nosotros, como peronistas y militantes, estuvimos a la altura. Cumplimos… Lo demás no importa nada.
El miércoles 4 de abril de 2012 un evento climático desgració la vida del Conurbano oeste de la provincia de Buenos Aires.
Se trató de un tornado cuya zona de
desarrollo se extendió desde la localidad de La Reja hasta La Plata. El
saldo sería la devastación. Ruptura de casas, casillas, vehículos,
tendidos eléctricos, postes, árboles y más. Un día después, cientos de
compañeros de distintas organizaciones y expresiones militantes nos
íbamos organizando para coordinar esfuerzos en la limpieza y asistencia
de las zonas más afectadas, entre las que se destacó el distrito de
Moreno. La reconstrucción duró meses. Fue el nacimiento, en plena acción
solidaria, del colectivo Unidos y Organizados.
Paradójicamente, casi un año después, martes 2 de abril de 2013,
cuatrocientos milímetros de agua en pocas horas desataron una catástrofe
en La Plata que tuvo como saldo principal la irreparable pérdida de más
de cincuenta vidas. La ciudad destruida, familias quebradas por las
pérdidas humanas, decenas de miles de ellas que vieron cómo el agua se
llevaba sus esfuerzos de años, sus proyectos, sus sueños. Las marcas de
una tragedia.
Llegó el día después, y con él, la indignación, la bronca, los
enfrentamientos, los piquetes. Y entre eso una persona pública encaró,
puso el pecho con la decisión de quien no acepta los dictados de los
manuales del quehacer político correcto, lo hizo con la grandeza que
puede tener una persona a quien la daña el dolor ajeno. Corrían las
horas del mediodía del miércoles 3 de abril. Y bajó, en medio de
montoneras de gente irritada y desesperada, contra todos los consejos de
sus allegados. Era Ella, como luz que abre tinieblas y nos muestra con
docencia de madre dónde debíamos estar todos nosotros. Unos pocos la
insultaban, muchos la abrazaban sin poder creer que allí estaba, otros
les preguntaban qué hacer. Ella sabía bien qué hacer, siempre supo qué
hacer y cómo hacerlo. Y los organizó… Y nos organizó.
Comenzó el trabajo en toda La Plata, coordinado desde la Facultad
de Periodismo. El trabajo realizado fue arduo, constante, muy ordenado y
lleno de empuje. Decenas de miles de militantes de todo el país pasaron
en algún momento por algún barrio de La Plata a extender su mano
solidaria. Si hay alguna cosa de rigor que uno debe destacar es la
responsabilidad y la disciplina de los que coordinaron las acciones. Los
que más poder de decisión y responsabilidades tenían fueron también los
que menos durmieron y los que más trabajaron.
La solidaridad del pueblo argentino fue clave, también lo fue la
presencia del Estado nacional que puso todas las áreas de todos sus
ministerios a trabajar coordinadamente para los platenses. La
combinación de donaciones de los argentinos (particulares, comerciantes y
empresarios), apoyo institucional y coordinación desde Unidos y
Organizados, con apoyo del Ejercito Nacional, fueron las postas del
despliegue Nacional y Popular que solucionaron con hechos concretos las
demandas de más de cien mil personas. Se limpió toda la ciudad (arroyos,
calles, zanjas y casas) y se desinfectaron los focos infecciosos.
Postas de salud, Anses, Pami y DNI fueron descentralizadas por todos los
barrios para atender los problemas y facilitar el acceso de los vecinos
a los programas y beneficios anunciados por la presidenta. Pasamos de
la urgencia y la tragedia de los primeros doce días, a la reconstrucción
a través de los COL (Centros de Organización Local) que funcionarán en
cada una de las localidades resolviendo las temáticas puntuales de los
vecinos, con recursos propios de la Nación y que perdurarán a lo largo
de este año y tal vez más.
Provocaron sorpresa muchas notorias ausencias y algunos precarios
esfuerzos concretos en el terreno afectado de parte de aparatos
institucionales y políticos con capacidad de reacción. Más allá de las
declaraciones rimbombantes en las redes sociales y los relatos de deseos
en los oligopolios mediáticos, creo que los argentinos y sobre todo los
platenses esperaban más de algunos sectores.
La solidaridad fue la fuerza motora que nos impulsó hacia la
concreción de los objetivos de Unidos y Organizados en La Plata. Son
jornadas como estas las que solidifican los vínculos y donde se forjan
lazos que permiten que nos conozcamos y que compartamos más con
compañeros de otras organizaciones. No debe ser la teoría, sino la
acción y las decisiones, el campo en el que se consolide nuestro espacio
político. La posibilidad de transformación de la realidad es hoy un
poco más palpable. El saldo organizativo es inmejorable. La moral está
muy alta. Muchos comprendimos a la jefa estratégica del Movimiento
Nacional en aquel histórico acto de Vélez del 27 de abril de 2012.
Espero que todos estemos en sintonía con lo que nos demanda la hora.
Las jornadas "La Patria es el Otro" alcanzaron una dimensión
extraordinaria gracias al despliegue militante, la coordinación de todas
las fuerzas y el factor más importante: la puesta en vanguardia de
Cristina al frente de las operaciones (como Perón y Evita en San Juan
luego del devastador terremoto). Despierta orgullo saberse acreedor de
una filosofía de vida que recoge lo mejor de las tradiciones de nuestro
pueblo. Como joven, creo que la recuperación de la política y de la
historia es el mayor logro de nuestra generación. Y esto sucedió gracias
al coraje y la inteligencia de esos dos patriotas a los que todos los
argentinos les debemos demasiado.
El pueblo platense sufría y nosotros, como peronistas y militantes, estuvimos a la altura. Cumplimos… Lo demás no importa nada.
fuente: Tiempo Argentino
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