por Enrique Mario Martinez
Poca duda cabe a los interesados en la política y la equidad social
que nuestras debilidades son primero estructurales y luego de gestión.
Esto es: No estamos ante un escenario donde oscilamos alrededor del
óptimo y mejoramos, o la inversa, exclusivamente en función de la
calidad y honestidad de los funcionarios.
Hay obstáculos fuertes, que vienen de nuestra historia como Nación y de
la forma en que están articuladas las relaciones de poder económico y
político a escala del planeta. Nuestra claridad para caracterizar estas
dificultades y a qué nos obligan es variable y allí aparecen los matices
de la acción política, pero me permito señalar que se puede trazar una
raya, dejando fuera a quienes crean que esos problemas no existen.
En tal marco, aparece una pregunta-duda casi permanente: ¿cómo se defiende mejor un proyecto nacional y popular?
Las variantes centrales son dos, aunque es claro que puede recorrerse combinaciones de ellas:
1. Poniendo el énfasis en las debilidades, para caracterizar mejor los
adversarios y nuestros posibles errores, así como fortalecer la
propuesta.
2. Entregando nuestra confianza plena ya no a las intenciones, sino
también a la lucidez absoluta de la conducción política, de modo tal de
concentrarnos en reforzar cada iniciativa que de allí provenga.
Estas opciones son tradicionales en la política criolla. Sin embargo,
en cada tiempo histórico se ponen en tensión diferente, según la
impronta que marca el primer nivel de conducción política. Fue muy
distinta, por caso, la situación con Juan Perón en el gobierno antes de
1955 o con Juan Perón exilado. El primer Perón controlaba cada detalle y
la militancia buscaba reforzar; el segundo Perón daba líneas
estratégicas y aquí el debate era amplísimo.
En la actualidad se produce una situación nueva, con algunos matices
curiosos. Todos sabemos que estamos en mitad del río, pero hay cierta
tendencia, que cree apoyarse en los reflejos más notorios de la
Presidenta, a considerar que si discutimos los riesgos de no llegar a la
otra orilla o de que la corriente nos vuelva hacia atrás, estamos
debilitando el proyecto.
Es enteramente razonable que aparezca ese reflejo. Hasta es legítimo.
El problema es que, como en tantas otras situaciones, no llegamos a tener clara la cadena de inferencias que tiene esa actitud.
Si reprimimos las miradas de análisis y de posibles cuestionamientos, si
la adhesión debe ser lo único explícito, más allá que esté implícita
por definición, se favorece las conductas políticas en que la adhesión
personalista es lo dominante excluyente, al punto que resulta imposible
entender en esos personajes sus pensamientos más íntimos, su mirada más
profunda, que todos tenemos.
Cuando para ser reconocido y promovido un actor político cree que su
discurso debe comenzar con “como dijo la Presidenta” y cuando esa lógica
se disemina por los activistas políticos y por los medios de
comunicación, se construye un escenario peligroso, donde por empezar se
pasa a desconfiar de la lealtad y convicción popular de quien no se
exprese en esos términos.
Me apresuro a negar la validez del argumento que sostiene que analizar
las debilidades favorece a los adversarios internos y externos. Eso se
ha manifestado otras veces en la historia y lo que ha conseguido es
debilitar la fortaleza ideológica de los proyectos populares, por
desaparición de los debates.
En estos días ese error está llegando hasta los detalles banales y
menores, al cuestionar un periodista por una pregunta a un diputado
nacional; u omitir por completo la difusión de la asistencia a los
inundados de La Plata organizada por el Gobierno provincial, como si la
única ayuda hubiera provenido de militantes. Pero no son las anécdotas
las que originan este comentario. Es la necesidad de reflexionar, y
mucho, sobre el hecho que falta recorrer un largo camino aún y que los
enemigos no son los que dicen eso, sino justamente quienes quieren
volver hacia atrás.
fuente: Propuestas Viables
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lo que defiendo, lo que muchos defendemos, no es un nacionalismo pelotudo... sino un par de ideas, resignificadas hoy, libertad e igualdad... ideas profundamente mestizas aquí en Abya Yala, y aunque respeto toda otra posición cultural-política, creo, sinceramente, que es desde esta Gran Tierra, unidos, en comunidad, aceptando profundamente nuestra realidad mestiza -el uno- es que el Abya Yala florecerá... y que todos los enormes esfuerzos de Occidente por destruirnos, por separarnos, por vulnerarnos y conquistarnos, demostrarán inversamente la magnificencia de nuestra sonrisa, de nuestro futuro... por los Padres Libertadores del Pasado, Por los Hermanos Libertadores de Hoy, por Nosotros y los que Vienen... SUMAQ KAWSAY!... y eso tal vez parezca anárquico...pero tal vez esta anarquía sea un nuevo orden... opuesto al actual, sin dejar de reconocer lo alcanzado... por todos...
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